Eurasia: cruces y delicias de la heterogeneidad

La macro-área euroasiática está constituida por un gran número de Estados ampliamente heterogéneos. Cultura, idioma, economía e historia generan dificultades para el área de su amalgamación. Si hacemos una comparación entre Eurasia y América Latina, se nos aparece inmediatamente el beneficio en su diálogo intra-regional, por dos razones a saber, la historia y el lenguaje: compartir algunos procesos históricos permite una fácil comprensión cultural, económica y política; y compartir el lenguaje fomenta una comprensión social.

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Aunque la heterogeneidad euroasiática puede ser una palanca importante para un nuevo desarrollo, la heterogeneidad se debe a la diversificación y la diversificación tiene una habilidad casi total para satisfacer el mercado intra-regional. La posibilidad de “auto-suficiencia” está severamente limitada por la interferencia exógena constante en esta zona, a fin de preservar el sistema unipolar ya usado.

LOS CUATRO BLOQUES DE EURASIA

Eurasia es el cruce de cuatro áreas ricas en recursos y representante de cuatro modelos de negocios diferentes: China (y, más en general, el Este de Asia), Rusia, Medio Oriente y Europa.

CHINA

Es frecuentemente citado como el creador de una “bipolaridad de hecho” en la economía global. Este Estado pone como los pilares de su sistema dos mecanismos económicos: uno interno y otro externo. En cuanto a la nota económica interna se observa un cierre casi total a la interferencia del libre mercado global. Este proteccionismo dio paso al desarrollo de sectores de la economía nacional a la acumulación de grandes recursos financieros. Desde el punto de vista externo se ha producido una re-inversión de estos fondos en los campos más variados: desde la adquisición de bonos extranjeros, el suministro de recursos energéticos, creando toda una red de relaciones en todos los rincones del globo. Una particularidad de esta maniobra es la “negociación de iguales” y “la no injerencia en la política exterior”. “Negociación de iguales” significa poner de relieve el hecho de que Pekín no impone sus motivos económicos propios, pero ofrece colaboración o servicios de importancia estratégica para la otra parte (en muchos Estados de África subsahariana, China ofrece su know-how en el desarrollo de infraestructura a cambio recursos energéticos).

Con la “no injerencia en la política exterior”, nos referimos a que Pekín no reclama su interacción con otras soberanías, para adquirir el control político de hecho. China siempre se ha abstenido de intervenir en la política interna de otros Estados, en lo posible, manteniendo un perfil bajo, neutral en asuntos relacionados con el principio de “interés de proximidad” – por así decirlo, son “interés de proximidad” las vicisitudes de Corea del Norte ya que representa la línea imaginaria de la frontera con el rival económico (EE.UU.) o la interferencia atlantista en Siria e Irán, y a desestabilizar el suministro de energía de necesidad de Pechino. Esto tiene un aspecto práctico, muy concreto e indiscutible: Pekín puede hacer negocios con todos.

RUSIA

Parece volverse velozmente un centro político y económico de respeto en el escenario mundial. Archivado el liberalismo occidental (Perestroika) post-Guerra Fría, Moscú parece haber encontrado su equilibrio. La inmensidad territorial no permite la descentralización decisional, por lo que la estructura de poder está muy centralizada y por esto se ha llegado a un equilibrio del desarrollo económico, social y político. Inherente a este modelo es la rigidez del Estado como un mecanismo de defensa contra la interferencia externa del vecino bloque atlantista. Moscú, desde finales de los ‘90, ha reconstruido su economía y su capacidad militar (completamente desmantelada durante la Perestroika). La fuerza del gigante ruso es, sin duda, los recursos energéticos – con una producción diaria de 10,120 de millones de barriles de petróleo y las reservas de gas natural de 29,61 mil millones de metros cúbicos. Gracias a esta disponibilidad, Moscú puede cubrir en poco tiempo la brecha que se ha creado con las potencias occidentales: el Kremlin con frecuencia ofrece la energía a cambio de las tecnologías (militares y civiles) y los conocimientos técnicos para producir la misma. Esta estrategia conduce a Rusia, con China y la India en BRICS. Sin embargo, a diferencia de Pekín, Moscú juega un papel mucho más activo en la política internacional. Lo anterior es evidente sobre todo en los países de la ex Unión Soviética, que después de la implosión de la URSS, representan los cuadrados de una partida de ajedrez política entre Washington y Moscú. Cada única soberanía creada por el colapso del bloque soviético y el siguiente de Yugoslavia, es el tema de los objetivos políticos de uno u otro poder. El objetivo es muy simple: por un lado, el objetivo EE.UU. para desestabilizar la restauración de la economía rusa y su política de expansión, por otra parte, el Kremlin quiere recuperar su hegemonía política en el inicio de derecho de sus antiguos territorios (ahora soberanía distinta de Moscú).

MEDIO ORIENTE

Considerando no sólo los recursos de oeste sino también los de Libia – un 50,6% de las reservas mundiales de crudo.

Esta riqueza, paradójicamente, afecta a la pobreza de la zona en tres maneras diferentes.

1 – Las economías de la soberanía individual parecen poco diversificadas y están centradas en la exportación energética. Este mecanismo se traduce en efectivos y significativos flujos de dinero (incluso a través de la inversión directa extranjera), pero no responde a las necesidades de consumo en el Estado. Los flujos de caja se reinvierten en el mismo sector que los genera o en políticas de bienestar de poca utilidad para una economía dinámica. La región en su conjunto no muestra la activación de las políticas agrícolas o implementaciones de infraestructura (excepto en relación con el sector de la energía) que se requieren para obtener una diversificación real. El resultado de esta política es la activación de una “autoalimentada” dependencia externa, más precisamente la necesidad de importar las necesidades básicas. Así, no hay incentivo para el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas capaces de satisfacer la demanda local.

2 – La riqueza genera la competición para el liderazgo en el país. En este caso hablamos de nacionalidades, dentro de ellos se caracterizan por la alta diversidad étnica, tribal y / o religiosa. Por lo tanto, el Estado – entendido como representante de la soberanía del pueblo – vive en un precario equilibrio político. La maduración histórica política no permite a estos países vivir en una democracia, por eso parece necesaria la formación de regímenes autoritarios. Ellos tienen la tarea de hacer una sociedad compacta que si vive actualmente en una democracia sería romper con él (después de haber sufrido una guerra civil). En última instancia, la pirámide social de los Estados individuales y para ello hay tres situaciones distintas: la altura tiene el régimen que actúa como un guardián de la integridad nacional; padecer bajo el régimen, tenemos otras tribus o grupos étnicos que tienen por objeto sustituir el régimen en su liderazgo; en la base de la pirámide tenemos a los estratos más pobres de la sociedad para la cual no hay posibilidad de desarrollo económico. La última parte de la sociedad es el caldo de cultivo de extremistas (Hezbollah, Al-Qaeda, los Hermanos Musulmanes, etcétera) que ofrecen su apoyo económico e ideológico a los pobres, para quienes reciben el apoyo social para un rápido ascenso al liderazgo nacional (véase Egipto).

3 – Los recursos energéticos no son bienes ilimitados en la naturaleza por lo tanto activa una competencia mundial para adquirir la prioridad para utilizar los mismos. Esta competencia se desarrolla en cuatro formas:

· negociar con el país que ejerce los recursos, cerca de la simetría (modelo chino con aplicación a Irán);

· una negociación parcialmente simétrica, también la participación política de crear una alianza estratégica (modelo ruso aplicado en Siria o modelo de EE.UU. en Arabia Saudita);

· negociación asimétrica por el país que necesita esos recursos. Este enfoque crea una relación continua con el reparto colonial, antecedente a la formación de las repúblicas independientes de la zona. La naturaleza fundamental de la relación es la apropiación por el fuerte poder, los recursos a un precio significativamente más bajo que la planta o en el lugar de las actividades de producción orientadas directamente a la explotación de los recursos disponibles (este es el caso, por ejemplo, el enfoque francés en Túnez);

· negociación asimétrica por el país que necesita esos recursos y de fuertes condicionamientos políticos del país que tiene los recursos. Este enfoque extremo se obtiene desestabilizando el liderazgo en el país que ostenta el recurso, haciendo que caiga en la lucha contra el ascenso al poder de un grupo más favorable a la relación asimétrica (enfoque anglo-francés en Libia y Siria).

Este último punto es el más eficiente para una correcta lectura de la “Primavera Árabe”, que básicamente no implica cambios radicales en el enfoque social y político, sino una profundización de los derechos económicos asimétricos hacia afuera.

EUROPA

La cuarta macro-área del bloque euroasiático, tiene una matriz occidental atando su economía al modelo de globalización. En este contexto, la relación especial con los Estados Unidos determina la acción financiera (y económica), política y militar. Lejos del prestigio del siglo VI-VIII, la soberanía individual se encuentra agotada en su autonomía en relación con un proyecto de unidad regional (UE). Esta unión regional, desde su nacimiento, se desvía a un modelo anglosajón – por Inglaterra, Estados Unidos logró la base de su formación siguiendo un procedimiento diseñado para optimizar la distribución financiera y económica en favor de un modelo global más amplio.

Dentro del bloque europeo se privilegia la aprobación económica y financiera, a expensas de las peculiaridades de cada país. Por último, la introducción de la moneda única – en principio tenía que ser una herramienta para las transacciones en Europa, pero luego fue traducido a la moneda válida para cada transacción (intranacional o no) – que llevó a la aprobación en remolino de todos los parámetros financieros económico de las soberanías individuales. ¿Qué significa este mecanismo? La falta de consideración de las peculiaridades de las economías nacionales y la pérdida de la singular soberanía, la falta de la palanca monetaria como instrumento activo de política económica, llevó a la progresiva falta de sustentabilidad del modelo. En concreto, hay dos áreas generadas en la Unión Europea: una rica y capaz de absorber la crisis financiera actual (Alemania y Francia en la moneda única y los países escandinavos y el Reino Unido fuera de la moneda única), y una pobre que sufre en gran medida la crisis financiera (llaman ellos PIIGE: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). La brecha se destacó fuertemente por el estancamiento económico, que tiene (y se trata de poner) en crisis el concepto de la Unión Europea, que está cada vez más en bancarrota. En la actualidad aparecen tres formas posibles:

· la más plausible es el reajuste gradual de los diversos países de la actual Unión Europea (a través del ajuste estructural y las políticas de austeridad). Esta recuperación tiene una aplicación cíclica debido a la imperfección del mismo patrón general: probablemente habrá en el futuro, un nuevo punto de declive y crisis inherentes a la falta de sostenibilidad a largo plazo de este modelo;

· la desintegración de la Unión Europea. En esta perspectiva, advertimos la posibilidad de un referéndum inglés para la salida definitiva del Reino Unido de la Unión Europea. Sin embargo, este punto de vista, dando una señal de falla total del proyecto, sería contraproducente para toda la alianza atlántica. Esta perspectiva llevaría a una nueva red de relaciones internacionales lejos de la homogeneidad actual;

· la implementación de un complejo proceso de reforma de la Unión Europea, proyecto orientado a mejorar la autonomía política de la Europa en el escenario mundial y la consolidación de las economías individuales de los países incluidos en esta Unión. En concreto, estamos hablando de un proyecto europeo que tenga en cuenta las particularidades de cada Estado para obtener un equilibrio de largo plazo en la diversidad.

PROSPECTIVAS DE UNA IDEA

Por cierto, hablando de Eurasia, nos debe llevar a un modelo similar a la unidad europea. Involucrado un área tan amplia se debe tener en cuenta la enorme heterogeneidad del mismo. No se trata de simples diferencias lingüísticas, este hecho afecta a muchas áreas diferentes: económica, lingüística, cultural, histórico, político y social. Pensando en la creación de un área homogénea que esta posibilidad ya ha fracasado en sus comienzos. Un proceso euroasiático debe ser visto en un aspecto diplomático, militar y comercial:

· desde el punto de vista diplomático se puede llegar al desarrollo de una red de relaciones para resolver inmediatamente los conflictos de un Estado a otro por medios pacíficos;

· desde el punto de vista militar, se puede tener la posibilidad de desarrollar un sistema de defensa de toda la zona en un proceso de paz más amplio (sistema de defensa y no ofensa);

· desde el punto de vista comercial, puede dar lugar a una densa red de intercambios dentro de la zona que, en general, es favorecida por el principio de proximidad donde las partes interesadas pueden dejar de expresar un gran potencial para el desarrollo equitativo de toda la macro.

En este proceso no se debe incluir intercambio político y económico por las características específicas de cada Estado. La interferencia en la economía de un Estado único reduciría cualquier potencial – como mucho puede haber intercambio de know-how en algunos sectores debido a la unión comercial de Eurasia. Del mismo modo no se debe considerar la unión política por el aspecto específico de cada soberanía individual. La forma política se deriva de un proceso histórico y cultural perteneciente a cada sociedad y, como tal, diferente en cada región del área entera. Hay regiones donde están los regímenes autoritarios (donde la sociedad todavía no es madura para devenir de la democracia), sistemas centralizados (por ejemplo, Rusia), los sistemas democráticos (por ejemplo, los países europeos), sistemas en los que los Estados están estrechamente vinculados a la religión (por ejemplo Irán) y sistemas en los que los Estados están estrechamente relacionados con el partido único (por ejemplo, China).

En dicha heterogeneidad no se puede pensar en la homologación, pero se puede trabajar en el diálogo para compartir aspectos comunes en la diversidad y por lo tanto: la defensa militar, el comercio y las relaciones diplomáticas.

Sin embargo, con esto en mente, es necesario asistir a una drástica reducción de la presencia militar de EE.UU. en la Eurozona y en la cuenca mediterránea y en una gran variación diplomática de Israel en visión de una cooperación constructiva con los Estados vecinos (Siria, Líbano, Irán en absoluto).

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Italia – Secretario Científico y Director de area "América Indolatina" de CESEM (Centro de Investigación de Eurasia y Mediterráneo). Colabora con Equilibrium Global (Argentina), Áfricana (Revista de Estudios Extraeurpa) y las revistas online des estudios geopolíticos eurasia-rivista.org y clarissa.it. Autor del libro "Las Revueltas Gatopardianas - Análisis y perspectivas de la cuenca del Mediterráneo" (Ediciones Anteo, 2012).