Aunque en sus orígenes la TRI se apoyó en el modelo que brindaba la historia moderna de Europa, fueron divulgados y adoptados en todos los continentes los postulados del Realismo, el Idealismo y sus variables contemporáneas, como así también los enunciados del Marxismo, el Constructivismo y el Posmodernismo. En estas corrientes, la consideración de África, Medio Oriente y el Este Asiático fue casi nula o efectuada de manera residual, al aludir a los intereses europeos. De ese modo, la política internacional fue explicada en todos los rincones del planeta a partir de la experiencia específica de un solo continente.

La difusión de una TRI supuestamente universal pero de sello occidental, obedeció a una preponderancia cultural construida a partir del poderío científico, tecnológico, económico y militar. Recordemos que la TRI surgió del desarrollo de la Filosofía, la Teoría Política y la Historia de Europa. A ello debe sumarse el interés de Occidente en mantener el papel predominante en el sistema internacional, circunstancia que, entre otras, traía aparejada conservar la supremacía intelectual en la Periferia.

La explicación de los fenómenos internacionales –sean tanto de dentro como de fuera de Europa- fueron realizados a partir del tamiz occidental, existiendo algunas salvedades a partir del “excepcionalismo” (v.g. conceptos hechos a medida fundamentados en la singularidad del objeto de estudio). Ninguno de estos enfoques contribuyó, desafortunadamente, a hacer asequible el conocimiento del mundo no occidental a partir de la TRI.

En la actualidad, somos testigos de la creciente concentración de poder y riqueza fuera de Occidente, la cual procede de una evolución histórica propia, que tiene entre sus subproductos la aparición, en el campo del estudio de la política internacional, de corrientes de pensamiento propias tanto en Asia –continente en ascenso desde hace más de treinta años– como en China –epicentro del nuevo polo de poder mundial–. Lo antedicho no significa que en el pasado no haya existido atisbo alguno de teoría de las relaciones internacionales en Asia. La misma existió, pero con sus notas particulares, por ejemplo la falta de distinción entre teoría de la política interna y teoría de la política internacional.

Esta teoría política asiática vio dificultada su divulgación en Occidente tanto por las barreras lingüísticas como por los intereses de dominación mencionados.   

Entre los clásicos de la teoría de las relaciones internacionales en Asia pueden mencionarse a Sun Tzu, Confucio y Kautilya; mientras que en la modernidad se destacaron Nehru, Mao Zedong, Sukarno, Aung San y José Rizal. Contemporáneamente, sobresale la obra de Chandra Bose y Rabindranath Tagore.

Los más relevantes conceptos forjados por esta teoría fueron la idea de orden entendido como armonía, la aproximación indirecta, la utilización de la violencia como último recurso, la centralidad del engaño y la inteligencia, el no alineamiento, la teoría de los tres mundos, el regionalismo no excluyente, el nuevo orden económico internacional y las nuevas fuerzas emergentes.

Asimismo, en la mayoría de los autores subsiste la crítica del nacionalismo como fuente de la política exterior.

El desarrollo de una teoría de las relaciones internacionales en Asia, desde un estricto punto de vista académico, significa un avance para la TRI, habida cuenta que a mayor grado de generalización respecto de un más amplio número de fenómenos, mayor será la aplicación de la teoría al estudio de lo internacional. El presente trabajo aspira a presentar el fenómeno del desarrollo contemporáneo de la TRI en la República Popular China (en adelante RPCh), tras lo cual se elaborarán algunas reflexiones sobre sus consecuencias en la política exterior china.

Génesis de los estudios internacionales en la RPCh

Una vez establecida la RPCh en 1949, en la ciudad de Pekín la Universidad del Pueblo de China (conocida en mandarín como Renda) contaba con un departamento de  Asuntos Extranjeros (Guowai Shi), que recién en 1955 sería convertido en facultad. Luego en 1963, las universidades de Pekín (Beida) y Fudan establecieron departamentos para el estudio de la Política Internacional (Guoji Zhengzhixue). En ese entonces, editoriales bajo control del Partido Comunista de China (en adelante PCCh) comenzaron a publicar la traducción de las obras de Nicholas Spykman, Henry Kissinger, George Kennan y Herman Kahn.

En similar período, tampoco existió en China una teoría de las RR.II. propiamente dicha. Se acudía en su lugar a interpretaciones de los puntos de vista de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Zedong sobre el panorama internacional. Los libros de texto en boga sobre política internacional de la época eran Lenin y Stalin sobre China (Pekín, 1953), Stalin sobre la Situación Internacional de la Postguerra (Pekín, 1954), Citas del Camarada Mao Zedong sobre Temas Internacionales (Pekín, 1958), Marx y Engels sobre el Colonialismo (Pekín, 1962), y Stalin sobre la Situación Internacional y la Política Exterior Soviética (Pekín, 1964). En pocas palabras, los cursos de RR.II. en las universidades chinas se dedicaban a explicar las teorías marxistas sobre el imperialismo, el colonialismo, la guerra y la paz.

La consolidación de las RR.II. como una disciplina de estudio tuvo lugar en una etapa posterior a aquella acontecida en Occidente. Recién a partir de mediados de la década de 1980, en consonancia con el desarrollo de la política de reforma y apertura lanzada por Deng Xiaoping pocos años antes, la comunidad académica disfrutó de los subproductos de una era de mayor estabilidad: la reapertura de instituciones que en la etapa previa habían sido clausuradas, un ambiente de cierta libertad académica, la llegada de especialistas extranjeros con la finalidad de dictar cursos y el ingreso de considerable cantidad de obras del exterior. Es en 1985 cuando puede marcarse el comienzo de la discusión sobre temas propios de la teoría de las RR.II., una vez que la “Asociación China de Historia de las Relaciones Internacionales” organizó un seminario dirigido a “estudiar la herencia del Marxismo-Leninismo en la teoría de las RR.II.” y a “construir los marcos teóricos para desarrollar los estudios internacionales en China”.

Ese mismo año, el Comité Central del Partido Comunista de China (en adelante PCCh) emitió una serie de instrucciones sobre la Reforma de la Educación que incluyó la implementación de un curso obligatorio en todas las universidades sobre “Política y Economía Mundial y Relaciones Internacionales” (Shijie Zhengzhi Jingji yu Guoji Guanxi). Con el objeto de contar con la bibliografía que complementara al curso, se publicaron posteriormente casi un centenar de nuevas obras, de las cuales alcanzaron mayor renombre “Política y Economía Mundial Contemporánea” (Dangdai Shijie Jingji yu Zhengzhi) de Du Houwen y Feng Tejun (eds.) y “Política y Economía Mundial y Relaciones Internacionales Contemporáneas” (Dangdai Shijie Zhengzhi Jingji yu Guoji Guanxi) de Feng Tejun (ed.).

Tras los cruentos sucesos de la plaza Tiananmen en junio de 1989, la mayoría de las ciencias sociales en la RPCh sufrieron un retroceso, como consecuencia de las campañas del Gobierno “en contra del liberalismo”. Pese a ello, el campo de las RR.II. fue uno de los menos perjudicados, posiblemente como resultado de que a las autoridades centrales les preocupaba más el aislamiento que sufría el país que la estrategia de “evolución pacífica” (heping yanbian) que adjudicaban a Occidente.

En los últimos quince años, se registra un creciente análisis crítico de las principales teorías occidentales –que son contrastadas con la realidad para comprobar su veracidad-, como así también el esfuerzo para desarrollar una teoría propia o –al menos- adecuar la teoría occidental al contexto chino. Asimismo, ha tenido lugar una recuperación del pensamiento clásico, el cual –por sus notas características- ha brindado una impronta particular al estudio del complejo panorama internacional. A continuación, las peculiaridades de este proceso de maduración serán presentadas.

Evolución y orientación de la TRI en China

A partir de la lectura y análisis de las obras publicadas por los más renombrados académicos de la RPCh en los últimos quince años, se descubre una serie de conceptos, cercanos a lo que en Occidente se denomina el Realismo. Entre los mismos se destacan no sólo la centralidad del Estado como actor de las RR.II., sino también la utilidad del empleo de “políticas de poder” y la necesidad de jerarquizar los temas de la agenda.

La justificación del uso de políticas de poder se apoya en la creencia en que el mundo es una arena en la cual interactúan Estados involucrados en una competencia sin cuartel. Un autor ha comparado el sistema internacional con un mundo habitado por ovejas y lobos:

“si la manada de ovejas erige murallas para protegerse, esto no se debe a que no sean tolerantes, sino más bien a que quieren evitar ser devoradas por los lobos. Pero desde el punto de vista de los lobos, estas murallas resultan innecesarias e incluso provocativas” .

Cuando se trata de jerarquizar a los temas de la agenda, los “realistas chinos” se diferencian de sus colegas occidentales. Mientras que éstos ubican a la seguridad en el terreno de la “alta política” y a las cuestiones socioeconómicas como parte de la “baja política”, aquellos juzgan lo contrario. Esta percepción podría atribuirse a la convicción de que la política internacional tras el fin de la Guerra Fría se caracteriza por la “búsqueda de poder integral” (zonghe guolide jiaoliang), en donde lo social no puede ser ignorado.

Los teóricos chinos de RR.II. conciben en su mayoría que los intereses nacionales “existen objetivamente” y por lo tanto “deben ser estudiados bajo el método científico”. Los intereses nacionales se convierten en la personificación de la nación toda, siendo su consecución el “derecho inalienable” de todo Estado. En consecuencia,

la defensa del interés nacional de la RPCh conlleva salvaguardar tres componentes básicos: (1) el sistema político, esto es la estabilidad del régimen; (2) la paz en el sistema internacional (de cara al objetivo de desarrollar la economía); y (3) la unidad territorial de la nación (que incluye tanto impedir toda secesión de regiones como Tíbet y Xinjiang como concretar la reunificación con Taiwán).

A la hora de identificar los elementos constitutivos del interés nacional de China, sobresale un común denominador: la supremacía de la soberanía estatal. Para la mayoría de los académicos y analistas chinos de RR.II., la política internacional se desarrolla en un marco caracterizado por la existencia de vínculos interestaduales, donde –pese a la persistencia de mecanismos regionales y globales orientados a la resolución de controversias haciendo uso del derecho internacional– el sistema procedente se distingue por el accionar de Estados que persiguen por sobre todo la consecución del interés nacional.

Un importante subproducto de esta perspectiva es la afirmación que “dado que el territorio y la población cuentan, China en su carácter de país grande busca la obtención de intereses que bien pueden tener relación con asuntos mundiales”. Sobre este punto en particular, Samuel Kim ha destacado que para los realistas chinos, los “privilegios” que reclama la RPCh en virtud de su envergadura, parecen tener solamente alcance “puertas afuera” –es decir no incluyen el respeto de los derechos de los ciudadanos chinos– .

Los pronunciamientos de esta línea de pensamiento nos remite a evaluar la existencia o no de una teoría de las RR.II. que realmente tenga características chinas: en mayo de 1994 tuvo lugar una importante conferencia organizada conjuntamente por la Universidad de Pekín, la Universidad del Pueblo de China y la Asociación China de Historia de las Relaciones Internacionales, cuyo objeto fue identificar la los elementos constitutivos de la “sinicidad” en la teoría de las RR.II.

Liang Shoude, reconocido teórico de la política internacional, identificó algunos conceptos. Estos fueron:

“los derechos e intereses nacionales (guojia guanyi), la teoría de desarrollo a través de la reforma (gaige fazhan lun) y el estándar de los medios de producción (shengchanli biaozhun)”

Algunos académicos incluso reconocieron la “posibilidad” de construir una teoría china de las RR.II. Por ejemplo, Ni Shixiong, Jin Yingzhong, y Feng Shaolei sostienen que para ello se debe tener presente la inclusión de: (1) la postura de defender la paz internacional, (2) la adhesión a los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, y (3) el empleo de los estilos de lenguaje, conducta y pensamiento chinos.

Otro de los principales desarrollos recientes ha sido la recuperación del pensamiento clásico, en virtud del aporte que el mismo brinda a la TRI. Para el sistema dinástico-imperial chino, el “mundo chino” era “todo aquello bajo el cielo”. Lo que existía era una civilización, no precisamente un Estado, circunstancia que dificultaba la adopción de la idea de “otros Estados” y, por lo tanto, de existencia de “relaciones internacionales”.

En el “mundo chino” tenía vigencia un sistema tributario entre el Centro y la Periferia, que se caracterizaba por tener a China (el “País del Centro”) como el actor central. Su gobierno, virtuoso por naturaleza, proveía tanto orden y estabilidad como cultura y bienestar material, todo lo cual redundaba en “armonía”. Sin embargo, los habitantes de la Periferia eran considerados vasallos y no integraban el Centro, de allí que no se percibía que los lazos Centro-Periferia fueran entre entidades en pie de igualdad.

El tomar como modelo al pensamiento clásico puede traer aparejado subproductos atractivos como bregar por la “armonía” como objetivo internacional, tal como se refleja en la propuesta de Hu Jintao de “construir un mundo armonioso”. No obstante, la recuperación del pensamiento clásico puede implicar también que la cosmovisión sino-céntrica sea reeditada, la cual en su dimensión internacional se distingue por no reconocer al “otro” como un par.

Reflexiones

A modo de comentario preliminar, puede afirmarse que de la misma manera que la mayoría de los académicos chinos es respetuosa de la línea oficial a seguir que establece el PCCh, una parte considerable de los funcionarios también presta atención al aporte de los especialistas, por ser éstos quienes los nutren de ideas. Clara muestra de ello es la adopción por la dirigencia de una concepción realista de la política internacional, que se condice con la imperante escuela de pensamiento en TRI.

Asimismo, cabría preguntarse si la desideologización puesta en marcha en la era de Deng, no constituye en sí mismo una ideología, al punto que la máxima dengista “buscar la verdad de la realidad” (“shishi qiushi”) se haya convertido en dogma. Su influencia en la disquisición sobre la naturaleza de las RR.II. estaría presente en el excesivo pragmatismo y desafección por el papel que juegan las ideologías, las religiones y los valores.

El convencimiento en los chinos en la supremacía de la soberanía estatal ha hecho posible que el Estado chino reconozca como interés nacional cuestiones fuera de sus fronteras, a la vez que evita todo tipo de interferencia en sus asuntos internos. Al mismo tiempo, la consecución del interés nacional tal como se lo concibe en China le exige a su diplomacia favorecer la negociación bilateral por sobre la multilateral, dándole cabida solamente a aquellos foros que como APEC (siglas en inglés del “Foro para la Cooperación Económica del Asia Pacífico”) son consultivos, flexibles y pragmáticos, a la vez que no tienen un líder, ni estructura formal y por lo tanto son poco pasibles a la dominación por parte de Japón o los EE.UU.

En materia de seguridad y cooperación económica, la RPCh prefiere ejercer su influencia a través de la negociación bilateral, la cual –gracias al poder relativo que detenta el país– resulta más conveniente para incrementar su influencia y proseguir el interés nacional. En consecuencia, China –al igual que todo actor con aspiración o capacidad de ser “global player”– tiene la convicción de que antes de actuar a nivel “multilateral” debe pensar de modo “nacional”.

De este modo, sólo en una China en donde la concepción liberal gane espacio, daría cabida a una RPCh cooperativa y menos proclive a objetar las normas de la comunidad internacional, quitando vigencia a la hipótesis de “la amenaza china”. No obstante, mientras la RPCh esté comprometida con su “construcción de poder integral” (que abarca principalmente la integridad territorial, el crecimiento económico y la estabilidad interna), difícilmente tenga cabida la renuncia a la Realpolitik. La continuación del crecimiento económico incidirá en un acrecentamiento de su poder nacional integral, hecho que la llevará en el corto plazo a procurar más poder real (que nominal) en su región circundante.