Hasta hace no mucho imperaba la creencia de que hace unos 500 000 años habían vivido en el centro de Java unos humanoides primitivos (Homo erectus) procedentes de África, de donde habían llegado cruzando el istmo que existía entonces, hasta la llegada del Homo sapiens, que los habría borrado del mapa.

No obstante, el descubrimiento en el 2003 de los restos de un pequeño habitante de las islas, apodado el “hobbit”, parece indicar que el Homo erectus sobrevivió mucho más tiempo de lo que se pensaba, y que habría que replantearse la línea cronológica de la historia evolutiva de Indonesia aceptada hasta aquel momento (aunque muchos científicos siguen mostrándose escépticos ante esta teoría).

HINDUISMO Y BUDISMO

La creciente prosperidad de estos reinos primitivos enseguida atrajo la atención de los mercaderes indios y chinos, y junto con las sedas y las especias, llegaron también a Indonesia el hinduismo y el budismo.

Estas religiones enseguida arraigaron en el archipiélago y muy pronto se convirtieron en elemento fundamental de los grandes reinos del primer milenio de Nuestra Era. El imperio budista de Srivijaya mantuvo su dominio sobre la península la Malaca y el sur de Sumatra, sacando partido a la propiedad del estratégico estrecho de Malaca, mientras que el reino hindú de Mataram y el budista de Sailendra dominaban el centro de Java, donde erigieron los grandiosos monumentos de Borobudur y Prambanan sobre las fértiles tierras que les dieron su prosperidad.

De hecho, cuando Mataram se sumió en un misterioso declive hacia el s. X d.C., se vio sustituido rápidamente por otro reino hinduista aún más poderoso, el de Majapahit, fundado en 1294, que hizo amplias anexiones a su territorio bajo el reinado de Hayam Wuruk y su primer ministro, Gajah Mada, y aunque actualmente pueda parecer exagerado que controlaran gran parte de Sulawesi, Sumatra y Borneo, no hay duda de que la mayor parte de Java, Madura y Bali estaban dentro de sus fronteras.

Pero las cosas no tardarían en cambiar. A pesar del enorme poder e influencia del imperio de Majapahit, en todo el país se abrían importantes abismos, y la época dorada del hinduismo tocaba rápidamente a su fin.

ASCENSIÓN DEL ISLAMISMO

Junto con el islam llegaron la fuerza, la razón y la voluntad necesarios para enfrentarse a Majapahit, y los reinos satélite enseguida se levantaron en armas contra los reyes hinduistas. En el s. xv los dirigentes Majapahit huyeron a Bali, donde la cultura hinduista aún se conserva, y Java quedó en manos de los sultanatos islámicos, cada vez más poderosos. Mientras tanto, los influyentes reinos mercantes de Malaca (en la península de Malaca) y Macasar (en el sur de Sulawesi) también adoptaron el islamismo, depositando la semilla que acabaría haciendo de la moderna Indonesia el país musulmán más poblado del mundo.

EXPANSIÓN EUROPEA

Malaca cayó en manos de los portugueses en 1511 y Europa enseguida puso sus ojos en las riquezas del archipiélago, lo que dio pie a dos siglos de agitación en que portugueses, españoles, holandeses y británicos se disputaron su control. Hacia el año 1700 los holandeses dominaban la partida, y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) controlaba el lucrativo mercado de las especias, convirtiéndose en la primera multinacional del mundo. No obstante, tras la bancarrota de la VOC, los británicos impusieron en Java el gobierno de Sir Stamford Raffles (1811-1816), aunque tras las guerras napoleónicas cedieron la isla a los holandeses, que mantuvieron el control de Indonesia hasta su independencia, 129 años más tarde.

En cualquier caso no fue un dominio tranquilo, y los holandeses tuvieron que hacer frente a numerosas rebeliones: la lucha contra el príncipe Diponegoro de Java, derrotado en 1830 tras cinco años de guerra de guerrillas, costó la vida a 8000 soldados holandeses.

CAMINO DE LA INDEPENDENCIA

A principios del s. xx los holandeses habían conseguido imponerse en la mayor parte del archipiélago, pero la tradición revolucionaria de Diponegoro nunca desapareció del todo, y así siguió hasta que encontró una voz en el joven Sukarno. El debate quedó aparcado con la invasión japonesa de Indonesia durante la II Guerra Mundial, pero su retirada propició que Sukarno declarara, desde su residencia en Yakarta, la independencia indonesia, exactamente el 17 de agosto de 1945.

Sin embargo, los holandeses no estaban dispuestos a ceder tan fácilmente y, con el apoyo del Reino Unido, que había entrado en Indonesia para aceptar la rendición japonesa, actuó rápidamente para reafirmar su autoridad sobre el país. La resistencia fue dura, con cuatro años tempestuosos de guerra de guerrillas. La oposición estadounidense y de la ONU a la reimposición del colonialismo y el creciente número de bajas obligó a Holanda a retirarse, y la bandera indonesia, la sang merah putih (roja y blanca), por fin ondeó sobre el Istana Merdeka (palacio de la Libertad) de Yakarta el 27 de diciembre de 1949.

DEPRESIÓN, DIVISIÓN Y DICTADURA

La unidad en la guerra enseguida se convirtió en división en la paz, con fundamentalistas religiosos y nacionalistas separatistas, desafiantes ante el incipiente Gobierno central. Después de casi una década de punto muerto político y depresión económica, Sukarno dio el paso en 1957, declarando la Democracia Guiada (eufemismo de dictadura) con el apoyo del Ejército e imponiendo casi cuatro décadas de autoritarismo.

Pese a los movimientos hacia un estado de partido único, el Partido Comunista de Indonesia (Partai Komunis Indonesia; PKI), con tres millones de afiliados, era el mayor del mundo en 1965 y Sukarno hacía tiempo que conocía la importancia de lograr su respaldo. Pero al aumentar la influencia del PKI sobre el Gobierno también aumentaron las tensiones con las fuerzas armadas. La situación alcanzó un punto crítico la noche del 30 de septiembre de 1965, cuando algunos elementos de la guardia de palacio lanzaron un intento de golpe de Estado, inmediatamente aplastado por el general Suharto, del que se culpó –quizá injustamente– al PKI y que se convirtió en el pretexto para una operación de limpieza lanzada por los militares y que acabó con la eliminación de medio millón de comunistas y simpatizantes. Después, a partir de documentos desclasificados, surgieron sólidas pruebas que demostraban que tanto EE UU (opuesto al comunismo) como el Reino Unido (que intentaba proteger sus intereses en Malasia) ayudaron e instigaron en la purga de Suharto redactando listas de comunistas agitadores. En 1968 Suharto destituyó a Sukarno y se erigió en presidente.

Suharto trajo la unidad mediante la represión, anexionando Irian Jaya (Papúa) en 1969 y reaccionando a la insurgencia con mano de hierro. En 1975 invadió el Timor portugués, dejando decenas de miles de muertos, y las ambiciones separatistas de Aceh y Papúa también se encontraron con una feroz respuesta militar. Pero a pesar de la corrupción endémica, las décadas de 1980 y 1990 trajeron un boom económico a Indonesia, que experimentó un crecimiento meteórico y la aparición de grandes edificios que cambiaron el perfil de la capital.

CAÍDA DE SUHARTO

A finales de los años noventa, con la economía asiática en caída libre, el castillo de naipes de Suharto empezó a tambalearse. Indonesia entró en bancarrota de la noche a la mañana y el país encontró un evidente chivo expiatorio en el régimen dictatorial, con sus chanchullos y corrupción endémicos. En 1998 las protestas se extendieron por todo el país, y las revueltas de mayo dejaron miles de víctimas, muchas de ellas chinos. Tras tres décadas de dictadura, Suharto dimitió el 21 de mayo de 1998.

La alegría desatada se refrenó cuando el vicepresidente, B. J. Habibie, asumió el poder prometiendo reformas que tardaban mucho en materializarse, y en noviembre del mismo año las revueltas volvieron a agitar los cimientos de muchas ciudades indonesias. La promesa de elecciones consiguió calmar las aguas, pero los grupos separatistas se aprovecharon de la debilidad del Gobierno y la violencia se impuso en Maluku, Irian Jaya, Timor Oriental y Aceh. Timor Oriental consiguió la independencia tras un referéndum en agosto de 1999, pero no antes de que el Ejército indonesio, en retirada, destruyera su infraestructura y se cobrara miles de víctimas.

DEMOCRACIA Y REFORMA

Teniendo en cuenta lo agitado del clima, las elecciones legislativas de junio de 1999 se celebraron con relativa tranquilidad; Megawati Sukarnoputri (hija de Sukarno) y su reformista Partido Democrático Indonesio por la Lucha (PDI-P) fueron la opción más votada (33%). Pero meses más tarde, en las elecciones presidenciales, celebradas por separado, obtuvo una ajustada victoria Abdurrahman Wahid (Gus Dur), cuyos esfuerzos por combatir la corrupción chocaron con una dura resistencia. Megawati finalmente juró su cargo como presidenta en el 2001, pero su mandato fue una decepción para muchos indonesios, ya que las corruptelas se perpetuaron, el poder militar siguió intacto, la tasa de pobreza continuó alta y se produjeron graves atentados terroristas como los de Bali en el 2002.

Megawati perdió las elecciones presidenciales del 2004 ante Susilo Bambang Yudhoyono (o SBY), antiguo oficial del Ejército que había servido en Timor Oriental pero también con un MBA en su currículum. El “general pensante”, como se le llama, ha conseguido imponer medidas enérgicas contra los militantes islamistas, destinar más dinero a educación y salud e introducir unas pensiones básicas.

El mandato de SBY también se ha visto marcado por una serie de desastres, comenzando por el tsunami del 26 de diciembre del 2004, que arrasó Aceh, al norte de Sumatra. En el 2006, un terremoto sacudió Yogyakarta, causando 6800 víctimas, y en el 2009 otro devastó Padang, en Sumatra.

Las elecciones del 2009 fueron más fáciles de lo que muchos habían vaticinado, y SBY logró una cómoda reelección con una plataforma de políticas moderadas continuistas. En las elecciones parlamentarias celebradas antes ese mismo año, los partidos extremistas islámicos, que habían pronosticado un fuerte ascenso, acabaron con solo el 8% de los sufragios. Triunfaron los moderados, incluido el partido de SBY.