El conflicto constante en Irak desde 2003 ha tenido un profundo impacto sobre las vidas de muchos iraquíes en todo el país. Las víctimas de la violencia han recibido apoyo del proyecto de cirugía reconstructiva de MSF en Amman, la capital de Jordania, desde que el proyecto abrió en 2006. El proyecto ofrece un paquete integral que incluye procedimientos quirúrgicos dentro de tres especialidades: cirugía ortopédica, maxilofacial y plástica, a menudo casos muy complejos. También se proporcionan fisioterapia y apoyo psicosocial cuando se considera necesario, así como alojamiento durante la estancia hospitalaria del paciente.

Una red de médicos iraquíes dentro de Irak refiere casos al proyecto de Amman. Estos médicos identifican a pacientes basándose en criterios quirúrgicos, preparan y envían las historias clínicas de los pacientes a Amman, organizan el viaje de los pacientes seleccionados y hacen el seguimiento postoperatorio cuando los pacientes regresan al país. Desde 2006, han llegado al proyecto de cirugía reconstructiva de Amman más de 2000 pacientes desde Irak, incluidos 297 procedentes de Anbar, y la lista de espera de pacientes de esta localidad sigue creciendo.Un médico de MSF en Anbar afirma: “Actualmente, la situación de seguridad en Anbar es compleja y difícil. El conflicto ha causado el desplazamiento de muchas familias de Fallujah, Ramadi y de zonas de los alrededores. Decenas de miles de familias han tenido que desplazarse a otras provincias”.

La situación de seguridad obstaculiza el acceso de los pacientes a médicos de MSF y dificulta el seguimiento médico para pacientes que han regresado a Irak. Una seguridad más rigurosa, con cierres de carreteras, ha hecho que entrar y salir de las ciudades resulte cada vez más complicado para los civiles. Aunque seguimos refiriendo a pacientes de Anbar al proyecto quirúrgico en Jordania, ahora tengo que ver a la mayoría de pacientes fuera de Anbar. Me desplazo a zonas de los alrededores, como Salah El Din y Bagdad para visitar a los pacientes.

Los médicos en Anbar trabajan en un entorno difícil y están intentando hacer todo lo que pueden para ser neutrales a la hora de tratar con cualquiera de las partes en este conflicto armado. Actualmente, en Anbar sólo se hacen urgencias. En algunos hospitales hay deficiencias y escasez de material médico y de personal sanitario”.

Miles de heridos procedentes de Irak se han beneficiado del proyecto de cirugía reconstructiva de Amman, pero miles más siguen en el país, sin poder acceder a la atención que necesitan.

DR. ALI AL-ANI

Médico ortopeda, Proyecto de Cirugía Reconstructiva en Amman

“Cada nuevo caso constituye un reto y ningún herido puede compararse a otro.”

Háblanos de ti y de tu papel en el proyecto de Amman.

Mi nombre es Dr. Ali Al-Ani y soy de Irak. Me trasladé con mi familia desde Irak a Amman en 2005 porque la situación de seguridad era muy peligrosa y resultaba imposible vivir una vida normal. Empecé a trabajar con el proyecto como cirujano ortopeda en 2007.

¿Qué clase de pacientes ves?

Nuestros pacientes son víctimas del conflicto en la región. Durante los dos primeros años del proyecto, recibimos solamente pacientes de Irak. En 2008, nos expandimos y aceptamos pacientes de otros países afectados por la violencia en la región. Desde entonces hemos recibido a pacientes de Gaza, Yemen y Siria. La mayoría de los casos que asistimos son casos complicados.

¿Qué clase de casos recibe el proyecto?

Nuestros criterios de selección cubren tres especialidades: cirugía ortopédica, maxilofacial y plástica. Muchos de nuestros pacientes tienen infecciones óseas, que requieren terapias de tratamiento lentas. También recibimos a pacientes con fracturas que no se han soldado debidamente, con o sin defectos en el tejido blando, así como pacientes con pérdida de hueso, heridas en los nervios y deformidades físicas asociadas a consecuencias a largo plazo de traumatismos no tratados. Debido a la naturaleza de las heridas asociadas al conflicto, cada nuevo caso supone un reto y no hay un herido comparable a otro.

¿Cómo te afecta personalmente tu trabajo?

Soy cirujano, pero también soy un ser humano y me afecta todo lo que veo en mi trabajo. Siento dolor cuando estoy cara a cara con niños inocentes y ancianos y mujeres cuyas vidas han cambiado para siempre debido a un conflicto provocado por el hombre. Pero como cirujano, debo tratar a estas personas vulnerables, hacer que vuelvan a sonreír y a disfrutar de una sensación de independencia. Me siento orgulloso de que este proyecto haya aliviado el sufrimiento de tantos pacientes reconstruyendo sus cuerpos heridos y ayudándoles a recobrar la funcionalidad, especialmente teniendo en cuenta que los que son referidos aquí puede que no puedan permitirse otra asistencia de no ser por esta. Todos y cada uno de los pacientes tienen su propia historia, una vida afectada por la guerra. Pero la historia que más me impactó fue la de un pequeño iraquí de siete años que fue admitido en el proyecto en 2009. Wael se dirigía a visitar a sus abuelos cuando explotó una bomba al lado de la carretera. Su madre resultó muerta y Wael, gravemente herido. Perdió la pierna derecha y sufrió daños considerables en la izquierda. A pesar de la complejidad de las intervenciones quirúrgicas, tras varias operaciones el equipo quirúrgico pudo reconstruir su pierna dañada lo suficiente como para poder soportar peso y ponerle una prótesis para que Wael pudiese volver a caminar.

¿A qué dificultades se enfrentan los pacientes cuando regresan a Irak?

La principal dificultad es el acceso a tratamiento de seguimiento una vez que regresan a casa, es decir, apoyo psicosocial y fisioterapia. Aunque intentamos finalizar el tratamiento en Amman, estas heridas a menudo requieren mucho seguimiento tras la intervención quirúrgica y esto es lo que supone el mayor reto.

¿Qué esperanzas tienes depositadas para el futuro del proyecto?

El proyecto se ha ampliado considerablemente desde 2006, y tenemos planes de mejora para el futuro. Pronto nos trasladaremos a una nueva estructura que mejorará la calidad de la atención e incrementaremos la capacidad técnica del proyecto y su alcance. También puede permitirnos añadir nuevos tipos de intervenciones quirúrgicas.

DIYA: PACIENTE DE ANBAR

Diya, de 29 años, es de la pr ovincia de Anbar. Resultó herido en 2009 y fue admitido en el proyecto de cirugía reconstructiva de Amman en 2012. Diya regresaba de una visita familiar cuando una bomba explotó directamente bajo el coche que conducía. La explosión mató a su madre, a su esposa, a su hermano y a su hijo. Diya fue el único superviviente.

“Se suponía que iba a ser una bonito día con la familia pero, por culpa de la incesante violencia que reina en Irak, se convirtió en un día de pérdidas y duelo familiar”, explica Diya. “Fue como una pesadilla”, añade. “Perdí a mi hijo de un año, a mi esposa, a mi madre y a mi hermano. También perdí el deseo de vivir”.

Diya presentaba múltiples quemaduras por todo el cuerpo, heridas en la cabeza, fracturas graves en ambas piernas y heridas en la mandíbula inferior. Tras llegar al proyecto de Amman, fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas y también recibió apoyo por parte de los equipos de fisioterapeutas y psicólogos de MSF. “Sigo recordando ese día fatídico”, cuenta Diya. “Intenté suicidarme varias veces porque había perdido el deseo de vivir. Echo en falta a mi familia. Pese a todos los años que han pasado, sigo sin poder superar este sentimiento. El equipo de psicólogos de MSF me ayudó mucho a recobrar la pasión de vivir y a pedir a Dios que tuviese piedad del alma de mi hijo Qutaybeh, que es a quien echo más en falta”.

Diya finalizó con éxito su tratamiento en el proyecto de Amman y fue dado de alta en febrero de 2014. En total estuvo un año desde que recibió el primer tratamiento hasta que le hicieron la operación de enero de 2014.

Ahora de vuelta en Anbar, Diya no tiene trabajo y depende del apoyo de su abuelo. Espera poder tener un día su propia barbería ahora que ha terminado su tratamiento. Pero ha tenido que dejar temporalmente a un lado sus sueños por la dificultad de encontrar ingresos y la creciente inseguridad que se deteriora con cada día. ◊