“Hay que sacarle provecho al grito de gol, y esperar que no se caiga el alambrado. Una carrera, el abrazo con los demás en un rincón, y festejar de cara al viento, de cara a tu gente…”
Se cruzan las pasiones y mensajes en el bar donde estoy escribiendo, se cruzan los sonidos. Mesas y televisores: problemas en Siria, dos cortados y un tostado para la mesa tres, pibes que toman colegios en Buenos Aires. Desde la notebook sube por mis auriculares una mezcla seleccionada entre el dúo Miles Davis-John Coltrane y el trío Medeski Martin & Wood, la música que me salva del caos y me enfoca en lo que persigo.
Clavo una pausa. En la carpeta “Master de Viejo Smoking” (no siempre rotulo mis carpetas con tanta precisión), busco el sonido que ahora necesito: Golazo, material fresco que todavía no salió a la calle (al menos hasta hoy, cuando va terminando septiembre de 2013). Pista 1: música potente y equilibrada, puro rock bien mezclado… “Duerme, no te despabiles, todos te irán a ver. Sueña, sueña con gambetas, que todos van a entender.” De reojo veo doce pistas en mi pantalla cuando yo solo tenía once títulos en mi lista provisoria. Freno y voy directo a la última pista, la fantasma, la que faltaba en mi agenda. Pista 12: suena una guitarra acústica, un tema muy diferente al primero… “Hay que sacarle provecho al grito de gol, y esperar que no se caiga el alambrado”.
Comienzo a recordar aquel otro bar, el que nos alojó el día cuando nos encontramos Charly, Martín y yo para hablar de Golazo y de Viejo Smoking. Charly Guirao es el músico que se incorporó a la banda en 2009. Martín Elordi es el fundador y cantante, líder que moviliza al grupo en varios aspectos. Y se le nota, se advierte esa pasión y esas ganas de contagiar. Me lo imagino llevando las letras nuevas, la melodía más reciente, el germen de alguna historia que la banda podría convertir en canción. También recuerdo cómo surgió la idea de esta nota cuando una tarde Charly cargaba media tonelada (o tal vez menos) de viejos recortes de notas deportivas y de antiguos números de la revista El Gráfico. “Es que estamos armando un documental para acompañar el nuevo álbum”, me dijo. Y me cautivó tanto la idea de un disco de rock sobre historias trágicas del fútbol que no pude menos que imaginarme consiguiendo una nota sobre ellos y sobre su trabajo.
¿Por qué un álbum de rock que hable de historias oscuras del fútbol? ¿Cómo nació la idea?
“Creo que empezó a partir de un tema que incluimos en nuestro segundo disco”, dice Martín, y Charly asiente. “Se titula ‘El héroe de Sevilla’ y cuenta la historia de Helmuth Duckadam, arquero rumano que le atajó cuatro penales al Barcelona en la final de la Copa de Europa de 1986. Según una leyenda que se hizo famosa, la seguridad del régimen rumano le habría roto las manos al arquero por negarse a entregarle a Nicu Ceauşescu (hijo del dictador Nicolae Ceauşescu) un Mercedes-Benz que habría recibido como regalo por su heroica actuación en el partido. Fue la primera historia futbolera que quedó convertida en una canción para la banda”.
Mitos, relatos verídicos, incluso muertes. Como la del deportista Andrés Escobar, el colombiano apodado “Caballero del fútbol” por su respeto a los rivales y su gran profesionalismo. El tema “Escobar, Zaguero Central” (segunda pista de Golazo) cuenta su triste fin acribillado de seis balazos por haber convertido un gol en contra de su selección en el Mundial de Estados Unidos de 1994. “La verdad es que soy un apasionado del fútbol”, dice Martín, “y antes de terminar la grabación de Viejo Smoking (nuestro álbum homónimo, el segundo) ya estaba entusiasmado con varias historias deportivas que encerraban mucho para contar. El grupo adoptó la idea y todos nos interesamos en el proyecto de un álbum conceptual sobre fútbol”.
“Martín contagia sus ganas y moviliza al grupo”, acota Charly. “Uno de los músicos terminó yendo por primera vez en su vida a una cancha para ver un partido de fútbol. De alguna manera, todos fuimos convirtiendo a Golazo en una experiencia personal muy fuerte que quisimos compartir con los demás (nuestros amigos y familiares ya nos tienen prohibido seguir hablando de este trabajo)”, agrega Charly mientras Martín asiente entre risas. “Mirá hasta qué punto nos involucramos: una vez nos pasamos todo un día en Chascomús para entrevistar gente”. Es que la banda viene armando cortos y documentales con entrevistas para acompañar el álbum, un trabajo a pulmón impulsado por Martín quien, además de músico, es periodista deportivo. Y lo de Chascomús fue un viaje para palpar de cerca la historia de Corbatta, el protagonista del tema “El Arlequín”, primera pista del disco. De todas maneras, ese no fue el único viaje en busca de testimonios: Neuquén figuró entre los lugares que recibieron la visita de los músicos investigadores.
Oreste Corbatta, “El loco” o “El dueño de la raya”, ocupa un lugar de privilegio entre las anécdotas que me cuentan. De las filmaciones que hicieron, me muestran un fragmento en crudo donde Omar Devani habla del compañero de equipo, del amigo; habla con nostalgia, se quiebra. En Avellaneda consiguieron a Humberto Maschio, compañero de Corbatta en Racing y en la Selección. “Si llegan a encontrar a los hijos, díganles que conocí a su padre y que era una gran persona”, les encargó. ¿Visitar a los hijos de Corbatta? Nunca habían accedido a dar una entrevista. ¿Hacerlos hablar de su famoso padre que murió a los 55 mientras se alojaba en la cancha de Racing como favor por los viejos tiempos? Jamás. Pero allá fue la banda, hasta Chascomús. Primero, abordaron al ex futbolista Silvio Ursino y, ayudados por un hijo de él, llegaron al domicilio de los hijos de Corbatta. Ellos, sorprendidos por recibir en la puerta de su casa el saludo filmado de Humberto Maschio, accedieron con gusto a participar. “Mientras investigaba la historia de Corbatta”, me dice Martín, “recordaba ‘El perseguidor’, el cuento de Cortázar. No sé, me parecía entrever una huida. ¿De qué o de quién se escapaba El Arlequín?”.
La literatura ya venía moviendo los hilos detrás del telón, todo el tiempo. No es casual que Golazo incluya canciones inspiradas en cuentos futbolísticos de autores como Fontanarrosa y como Osvaldo Soriano. De Alejandro Dolina tomaron “Relatores” (de El libro del fantasma) y homenajearon a Héctor Bandarelli, aquel que se esforzaba para que “la narración deportiva alcanzara las alturas artísticas de la épica”. (Y no puedo evitar acordarme de aquel fantástico cuento de Bioy y de Borges, “Esse est percipi”, donde el fútbol ya no se jugaba sino que solo se relataba).
La ingeniería y producción estuvo a cargo de Mario Breuer, un profesional con admirable carrera: Charly García, Soda Stereo, Los Redonditos de Ricota, Calamaro, etc. ¿Cómo les resultó la experiencia?
“Increíble”, dice Charly. “Su trayectoria y su agudeza se demostraron en cada detalle, en cada cambio sugerido. Un día se apareció con un video y nos dijo algo así como ‘Hoy quiero que vean bien esto. Después hablamos’. El tipo se fue y nos dejó solos; ver y escuchar ese material fue justo lo que necesitábamos”. Martín agrega: “Con Golazo venimos haciendo nuestra mayor apuesta hasta el momento. Trabajar con Mario resultó de primera; nos hizo grabar juntos casi todo el tiempo, un proceso bien humano para lograr una obra muy humana. También valió la pena mandar la grabación a Los Angeles, California, para el mastering final. Y Mario influyó en la selección de algunos músicos invitados: hay temas que incluyen gaita, piano, pedal steel guitar, bandoneón…”.
El sonido del bandoneón y Viejo Smoking (el título de un tango que cantaba Gardel) hacen pensar en Buenos Aires, ciudad donde se grabó Golazo. Sin embargo, las historias del nuevo disco pertenecen al deporte mundial, como la canción “El Club de la Resistencia” sobre los futbolistas ucranianos que se jugaron la vida al ganarle a un equipo de soldados nazis en plena Segunda Guerra, o “Maracaná”, que narra la increíble hazaña uruguaya en el mundial de 1950 al jugar la final contra Brasil en el famoso estadio carioca. Un hito para ambos equipos.
Hoy, en este bar, ya se levantaron algunos que ocupaban lugares, y otros llegaron. A cuatro mesas de donde estoy sentado se han reunido (tres, seis…) nueve personas, entre hombres y mujeres. Debaten algo, conversan. Mientras tanto, la banda sigue moviendo la pelota hacia delante: en su página de Facebook veo que, apenas hace unos días, consiguieron visitar al “Goyco” (Sergio Goycochea, el arquero argentino de heroico desempeño en el mundial de Italia 1990) y le regalaron una pelota Pulpito con el logo de Golazo.
¿Es posible trabajar hoy en álbumes conceptuales? ¿Puede el rock seguir expresando contenido significativo?
“Claro que sí, estoy convencido”, contesta Martín. “Es verdad que el mercado y la globalización fueron achatando parte de lo que se produce, pero venimos escuchando bandas y músicos que retrucan esa chatura con trabajos de calidad y mucho contenido, con ganas de decir algo desde otro lugar. Con Golazo buscamos salir de lo tradicional para mostrarles a los jóvenes los valores y códigos de otras épocas.
Nosotros fuimos los primeros en experimentarlo: a medida que el proyecto avanzó, nos empapamos de la obra, la vivimos, nos convertimos en sus dueños; nos metimos en las historias, en los personajes, en los valores que estaban en juego”.
“Cuando la música habla”, pienso. Ese debería ser el título del artículo de reflexión que anexaré a esta nota. La música es contenido, pero también es vehículo de otros contenidos. Quizá sirva de ejemplo todo ese universo detrás de la historia de un golazo: “Una carrera, el abrazo con los demás en un rincón, y festejar de cara al viento, de cara a tu gente”. Fútbol y música, pasiones sin fin.