Hacia el año 1500 a.C. en Ugarit apareció el primer alfabeto de la historia, éste tenía 30 caracteres y solo se utilizaban consonantes, ya que las vocales, se añadían mentalmente al leer, esto supuso la democratización de la escritura porque era un sistema fácil de aprender, leer y escribir.

Medio siglo después simplificaron el alfabeto a tan solo 22 caracteres. A partir del 800 a.C. el alfabeto se extendió al mundo griego debido a los contactos entre los dos pueblos, éstos los modificaron atendiendo a sus necesidades, convirtieron las letras que no se ajustaban en sus vocales (por tanto la creación de las vocales fue obra de los griegos). Un siglo después los colonizadores griegos llegaron a Italia, los Etruscos adoptaron el alfabeto griego modificándolo y finalmente los Romanos, vecinos suyos también los cambiaron dando lugar al alfabeto latino que es el que utilizamos actualmente.

LA LENGUA FENICIA

La lengua de Fenicia era el cananeo. Al cananeo se le ha clasificado como lengua asiática occidental. Se han identificado varias etapas en la evolución de esta lengua. Se sabe que las poblaciones cananeas habitaban la región desde 8000 años a.C. Sin embargo no hay registros escritos de esa época. Por ello comienza la clasificación desde finales del cuarto milenio a.C. ananeo o fenicio arcaico de 3200 a 2000 a.C. Ejemplos son los escritos de Ebla.

Fenicio clásico (2000 a.C. en adelante).

Incluye numerosas palabras e influencia de la lengua amorita. El fenicio clásico se mantuvo como la lengua común en toda la región hasta al menos dos siglos d.C. Se usaba también como lengua litúrgica (religiosa) y convivió con el arameo (herederos del amorita) desde 900 a.C. el cual se fue imponiendo gracias a que los imperios Asirio, Babilonio y Persa lo adoptaron como lengua comercial y política para toda la región. También convivió con el griego y el latín cuando estos imperios llegaron al país. En el siglo II d.C. fue sustituido por el arameo siriaco y en el siglo VII d.C. se fusionó o fue sustituido por el árabe.

Fenicio Púnico o Cartaginés.

Es el fenicio clásico hablado y escrito en el Occidente principalmente en Cartago y sus asentamientos y colonias a partir del siglo VIII a.C. El fenicio púnico se habló en el norte de África (Marruecos y Túnez principalmente) al menos hasta el siglo quinto d.C. y en el siglo VII fue sustituido por el árabe. El alfabeto cartaginés era prácticamente el mismo que el alfabeto fenicio de oriente.

La lengua fenicia en España.

La presencia de la lengua fenicia en España se da desde los primeros contactos unos mil años a.C. y se mantiene ya entrado el siglo 1 d.C. Es de suponerse que durante los primeros siglos prevaleció el fenicio clásico y a partir del siglo V a.C. fue sustituido gradualmente por el fenicio púnico. La lengua fenicia en España fue integrándose al latín que introdujeron los romanos. En iberia se utilizó el alfabeto cartaginés.

EVOLUCIÓN DE LA ESCRITURA EN EL MEDIO ORIENTE

La evolución de la escritura tuvo cuatro transformaciones importantes:

1. Del sistema silábico al alfabético.

2. De la forma cuneiforme a la lineal.

3. De las tablillas de arcilla al papiro.

4. De lo local al mundo.

1. Del sistema silábico al alfabético

Durante el tercer milenio a.C. la escritura era silábica cuneiforme y cada sílaba tenía su propio signo. Por lo

2. De la forma cuneiforme de Ebla a la lineal

Los primeros escritos cananeos que se han encontrado hasta ahora son los de la ciudad de Ebla (Siria), en donde se encontraron tablillas de cerámica que datan del tercer milenio a.C. aproximadamente de 2,500 años a.C. El sistema de escritura es silábico y estuvo vigente durante todo el tercer milenio hasta que los propios cananeos lo sustituyeron, posiblemente, al inicio del segundo milenio por la escritura alfabética.

La escritura alfabética cuneiforme de Ugarit: El cambio de la escritura silábica por la alfabética se puede observar en los escritos de la ciudad de Ugarit (Siria), que datan de 1500 años a.C., lugar donde se encontraron tablillas de cerámica escritas ahora sólo con los signos de las letras. Ocurrió que en lugar de utilizar un signo para cada sílaba se usó un signo para cada sonido. En este proceso se quitaron las vocales de las sílabas y solo permanecieron las consonantes. Esta transformación logró reducir de 800 a 30 los signos para poder escribir adecuadamente. Este cambio permitió que la comunicación escrita fuese mucho más fácil, accesible a mayor cantidad de gente, así como utilizable para distintas lenguas y culturas.

Formas de escritura: de los si Tanto la escritura consonántica de Ebla como la alfabética de Ugarit están escritas con signos cuneiformes, ambas en lengua cananea. Cerca del primer milenio la escritura cuneiforme fue sustituida por la escritura lineal, es decir las letras eran líneas rectas, curvas o quebradas. Los 30 signos del alfabeto cuneiforme se redujeron a 22 en el alfabeto lineal. Esta escritura es la que hoy se conoce como alfabeto fenicio a partir del cual surgieron los demás alfabetos del mundo. Ejemplos de primeras escrituras en alfabeto lineal se han encontrado en Biblos y Tiro en Líbano.

3. De las tablillas de arcilla al papiro

Otro cambio importante marcó la historia de la escritura: se sustituyeron las tablillas por el papiro y otros materiales. En lugar del uso de cuñas, la fabricación de tablillas en arcilla y de hornos para cocerla, ahora se podía escribir directamente con tinta en los distintos materiales. Esto representó un desarrollo tecnológico de simplificación del proceso de escritura, la ampliación de los medios de comunicación y la rapidez con la que se podía registrar alguna idea o dato. La escritura manual facilitó la divulgación de la escritura.

Esto implicó que se usaran menos herramientas y se escribiera más a mano, de esa manera predominó la escritura manuscrita. Esto fue un gran avance pues más gente podía escribir, sin embargo, a diferencia de las tablillas de arcilla los escritos en papiro se degradan y no resisten el paso del tiempo, en consecuencia la casi totalidad de los escritos de la época se desintegraron. Es por eso que los escritos del primer milenio a.C. son tan escasos. Esto significó mayor gente escribiendo y menos durabilidad de los escritos.

4. De lo local al mundo

La difusión de los sistemas de escritura tomó más de mil años. Una ruta que podemos seguir es de la ciudad de Ebla (Siria) a la de Ugarit (Siria), de la ciudad de Ugarit a Biblos (Líbano), de la ciudad de Biblos a la ciudad de Tiro (Líbano) y de ambas al mundo.

HISTORIA DEL ALFABETO

Los fenicios inventaron su alfabeto en la antigüedad. Gracias a su intensa actividad económica se vieron necesitados en crear un sistema donde pudieran registrar con cierta facilidad información acerca de sus transacciones, convirtiéndose en uno de los pioneros en el desarrollo del abecedario. Dejando así una huella por la importancia que este ha tenido para el desarrollo de la humanidad. El alfabeto fenicio en una u otra forma es considerado la base de los alfabetos griego, latino, árabe, cirílico y algunos estudios realizados indican que este también dio origen a los alfabetos abugidas en el subcontinente asiático.

Los griegos utilizaron el alfabeto fenicio para adaptarlo y modificarlo de tal manera que representara a su idioma. Debido a la diferencia lingüística entre ambos idiomas, los griegos tomaron algunas letras del alfabeto fenicio dándoles valor de vocal y también cambiaron la pronunciación de algunas letras, agregando así algunos símbolos que representaran sonidos inexistentes en el idioma fenicio.

Desde ese entonces, los alfabetos han sido adaptados para saciar las necesidades lingüísticas que se fueron presentando en diversas civilizaciones. Como ejemplo de esto encontramos el alfabeto latino, que es proveniente del alfabeto etrusco, que a su vez fue tomado y adaptado del alfabeto griego. Los hebreos fueron otros que adoptaron este alfabeto, aunque hubo una menor modificación a la de los griegos dado a su gran similitud con los fenicios en cuanto a sus lenguas e influencia por su cercanía geográfica.

En 1904, el inglés Flinders Petrie descubrió cerca de Sarabit el-Kkdem, en el Sinaí, un centro minero egipcio. Entre los hallazgos hechos por sus obreros bajo los arenales había unas tabletas de piedra, con signos de una escritura hasta entonces desconocida; símbolos individuales juntos, como si fueran letras. Entusiasmado con el hallazgo, mandó Petrie empaquetar las tabletas cuidadosamente y se las llevó a Inglaterra, donde al cabo de diez años el genial sir Alan Gardiner logró descifrar el texto. Un signo parecido al cayado de un pastor, que aparecía a menudo, le hizo caer en la cuenta de que los signos individuales no eran símbolos de palabras o silábicos, sino en realidad símbolos fonéticos. Cuatro de ellos, que aparecían en la sucesión B-l-t, acabó por interpretarlos por el nombre de Baalat.

Esto también era un indicio de la gente que había rasguñado la inscripción de la piedra. Sabido es que Baalat era la diosa principal de la antigua Biblos, cuyos habitantes comerciaban regularmente con el país de Egipto, del que a cambio de madera de cedro recibía, entre otras cosas, turquesas y cobre de las minas del Sinaí. No tendría nada de extraño que los reyes o mercaderes de Biblos tuviesen allí representantes para supervisar la extracción y el transporte del metal y las piedras finas. Y en tal caso, todo hacía creer que aquella gente dedicó las inscripciones pétreas a su reina celestial.

Que tal suposición responda o no a la realidad, en lo que, en todo caso, los expertos están de acuerdo es en que la escritura del Sinaí es el ejemplo más antiguo conocido de aplicación del alfabeto. El hecho se sitúa hacia el año 1500 a.C. Sus autores eran realmente cananeos, a sea, protofenicios del área libanesa-palestina.

También los cananeos desarrollaron más tarde la transcripción fonética. Los arqueólogos encontraron en Ugarit un verdadero silabario anterior a 1200 a.C., que contenía todos los signos de un alfabeto completo. Los habitantes de la ciudad destruida por los Pueblos del Mar parecen haber reducido el número de caracteres posibles desde los treinta originales a veintidós y además lo simplificaron considerablemente en comparación con los signos del Sinaí.

A partir del signo en forma de cabeza de buey, con el que se abría el alfabeto fenicio, resultó una letra muy semejante a nuestra A; de un signo similar a una forma de valla la H, y la K de un signo parecido orientado hacia la izquierda. Hacia el 1000 a.C., se usaban en Biblos 23 signos que designaban consonantes desde la B a la W, algunas de las cuales no figuran en nuestras lenguas modernas. Si se juntaban estos signos formando palabras, por el sentido podían deducirse las vocales omitidas.

Hacia la misma época que las letras, o algo después, se inventaron también nombres para ellas, pero eran descripciones que no correspondían a su valor fonético, sino que probablemente sólo servían de ayuda mnemotécnica. Así tenemos que la primera se llamaba aleph la cabeza del buey; la segunda, la casa, beth, y la tercera, la puerta, daleth.

GRACIAS A LOS FENICIOS

Es de suponer que los primeros documentos escritos fueran cartas comerciales fenicias, pero como no se grababan en monumentos de piedra, como los textos dedicatorios, no se han encontrado ninguno. Cómo y cuándo conocieron los griegos el alfabeto fenicio y lo adoptaron, tampoco lo sabemos. Heródoto supone que con Cadmos llegó a Beocia y que de allí paso a Atenas. También dice que los jónicos de las islas y del litoral aprendieron la escritura alfabética. Se cree que esta clase de cursos tuvieron lugar sobre todo en Melos, Tera y Creta, es decir, en las islas que estaban parcialmente ocupadas por los fenicios y que mantenían estrecho contacto con ellos. En todo caso, con lo inteligentes que eran, los griegos advertirían pronto las ventajas del nuevo sistema y comprenderían también que se basaba en un análisis lógico de los sonidos. Jamás olvidaron enteramente de dónde procedía, y la prueba es que durante mucho tiempo llamaron a su alfabeto phoinikia grammata, con caracteres fenicios.

Tuvieron, naturalmente, que modificar considerablemente la serie de letras de Biblos antes de poderlas usar en su propio idioma, tan rico en vocales. No les bastaban las solas consonantes semíticas. Con símbolos que no correspondían con sonido alguno de los utilizados por ellos hicieron su allpha y su ómicrom, de una de las dos H semíticas formaron su épsilon y de la jot fenicia su ypsilón. Inventaron, además, todo lo que faltaba: phi, chi, psi, y la gran O abierta, la omega.

Las ventajas del nuevo sistema eran obvias, enormes. En el espacio de un año sabían leer y escribir, el analfabetismo disminuyó y, a partir del siglo VIII a.C., ya se utilizaba la escritura den literatura. Aunque los rapsodas que entonces recorrían el país recitaron los versos de memoria, siempre los llevaban escrito consigo. Es muy posible que sin el alfabeto no existieran los grandes poemas épicos. Pero sobre todo, y esto fue casi lo más importante, en Gracia ya no tuvo razón de ser casta alguna de los escribas. La educación intelectual perdió el carácter profesional y monopolista. Todo aquel que no fuera tonto podía tomar parte en la vida cultural, y así podía enterarse realmente de quién era, a saber, un miembro de un poblado dotado de determinado carácter espiritual.

Sin la escritura, los griegos probablemente no habrían podido desarrollar su propia conciencia nacional, ni tampoco aquella ideología europea anti-asiática que inspiró y dio alas a todas sus grandes empresas. También en este aspecto somos sus herederos. Gracias a los fenicios. ◊

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María Cecilia Benac es conferencista, escritora e investigadora. Magister en Políticas Públicas (Flacso), Profesora en Diplomacia y Licenciada en Relaciones Internacionales (USAL). Especializada en seguridad y estudios internacionales. Entre otros posgrados realizados, se destacan los de la Universidad de Leiden (Países Bajos), Emory, Yale (EEUU) e IESE (España). Docente de la Escuela Argentina de Negocios entre otras instituciones. proyecto humanitario comunicacional, el cual dirige hasta la actualidad. Como miembro de Reporteros Sin Fronteras, cubrió los conflictos y guerras en Medio Oriente entre 2010 y 2016. Participando también de Misiones de Seguridad y Acción Humanitaria en Palestina, Egipto, Líbano, Marruecos y Siria. Es periodista y redactora en medios especializados.