Este nuevo enfrentamiento detonó luego del secuestro y posterior asesinato de tres jóvenes israelíes por parte de dos miembros del grupo extremista Hamás. Como represalia, seis ultranacionalistas judíos asesinaron y quemaron a un adolescente palestino. El estado israelí puso en marcha la operación “Margen Protector”, mediante la cual realizó ataques vía aérea, marítima y terrestre en la zona en conflicto. La ONU advirtió que las embestidas israelíes ocurren en zonas donde predomina la presencia de civiles, pero, a pesar de las observaciones de la ONU y el repudio de muchísimas naciones, la operación militar israelí continúa con el mismo modus operandi, generando que nadie se sienta seguro en ningún sitio de la Franja de Gaza.
En los comienzos del conflicto bélico, los interlocutores históricos para mediar e intentar llegar a un acuerdo y al cese del fuego, Estados Unidos y Egipto, tomaron una postura pasiva. EE. UU. apoya a Israel y considera que tiene derecho a defenderse. La postura estadounidense está influenciada por la comunidad judía, la cual cuenta con un gran poder económico y político para presionar al Gobierno a que no intervenga; mientras que Egipto no tiene simpatía por Hamás, y atraviesa crisis internas luego de la Primavera Árabe y del derrocamiento de los Hermanos Musulmanes.
A medida que la situación se violentaba sin un fin próximo, Egipto cambió su postura y comenzó a mediar conversaciones para detener el conflicto. Pero estas fueron interrumpidas por nuevos ataques con proyectiles desde Gaza durante una tregua, lo cual generó que Israel reemprendiera sus bombardeos.
Luego de nuevas jornadas de violencia, el estado egipcio pidió un alto al fuego indefinido, y rogó a palestinos e israelíes que retomen las conversaciones indirectas en El Cairo. El presidente palestino, Mahmud Abbas, expresó su interés y la necesidad de llegar a una solución definitiva del conflicto. A solo horas del pedido del presidente egipcio, Israel volvió a arremeter contra Gaza, y provocó más muertos civiles y aumentó el número de heridos y de daños. Este nuevo ataque representa un signo de endurecimiento tras el fracaso de las conversaciones en Egipto para una tregua.
Se cumplieron 50 días del inicio de la operación bautizada por Israel “Margen Protector”. Datos proporcionados por El Ministerio de Salud de Gaza indican que murieron 2113 palestinos; la ONU estima que aproximadamente el 70 % son civiles.
Las bajas del lado israelí hasta el momento son 64 soldados y 2 civiles. Lamentablemente, aún no es posible vislumbrar el fin del conflicto bélico, y las declaraciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no son para nada esperanzadoras. Israel continuó con sus intensos bombardeos y Netanyahu declaró que “La operación proseguirá hasta que consigamos nuestros objetivos. Quizá tome un poco de tiempo, y estamos preparados para la posibilidad de que la campaña continúe una vez que se inicie el año escolar”, haciendo referencia a la primera semana de septiembre. También confirmó que en los últimos ataques murió Mohammed al Ghul, el hombre sindicado por Tel Aviv como el máximo responsable de la estructura financiera de Hamás.
Como mencioné anteriormente, la mayoría de las víctimas de los ataques israelíes son civiles, y se estima que los refugiados palestinos, que debieron abandonar sus hogares debido a la destrucción generada por las bombas, superan los 450 mil.
Ante la negativa por parte de Israel y por parte de Hamás de un alto el fuego luego del pedido del mediador, Egipto, y la dramática situación generada por los últimos bombardeos a Gaza, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó por teléfono a Netanyahu y le pidió que su Gobierno volviera a la mesa de diálogo en El Cairo.
La cancillería egipcia emitió un comunicado en donde insta a todas las partes a aceptar “un alto el fuego permanente” y a reanudar las negociaciones indirectas en El Cairo. Mahmud Abbas, presidente palestino, respaldó la petición. Israel no dio hasta el momento ninguna señal positiva de reabrir las negociaciones, y Hamás indicó que solo aceptará un acuerdo que incluya el fin de los ataques y de la ocupación israelí en Gaza, y el levantamiento completo del bloqueo militar israelí, que lleva siete años.
La realidad nos muestra que en las últimas semanas se pagó y se sigue pagando un alto precio en destrucción y pérdida de vidas humanas de civiles en Gaza, pero tampoco podemos negar la amenaza real y concreta que representan el movimiento Hamás y otros grupos terroristas y fundamentalistas contra la población civil israelí.
En seis años ha habido tres enfrentamientos como el actual, que lo que generan es resentimiento, horror y odio, y el “cierre” de un conflicto dispuesto a resurgir. La pregunta es ¿de qué manera se puede poner fin para siempre a este clavario que sufren los pueblos? ¿Se puede? ¿O el odio, el resentimiento y el horror es tal que nunca se podrá trascender? Las sociedades, los sujetos, las relaciones sociales son construcciones. Tener presente esta concepción nos permite abrir la estructura social para así reconstruirnos. La paz es una construcción, no es simplemente una palabra. Es una necesidad fundamental para la vida. Hay que construirla, pero para hacerlo tiene que existir la voluntad de alcanzarla. El punto de partida es el reconocimiento mutuo a la existencia estatal –sin amenazas de destrucción– y la materialización de un estado palestino con todos los atributos de la soberanía. ◊