El Machitún se realizaba para algún mapuche enfermo. En él interviene el curandero de la comunidad llamado machi, que es quien tiene la capacidad de comunicarse con los espíritus. En el rito, el machi colocaba las hojas de canelo considerado el árbol sagrado mapuche y se encendía mientras se realizaban cantos y danzas alrededor del paciente al son del kultrún. Así, cuando la ruca se llenaba de humo, el machi, usando sus conocimientos, creaba un fenómeno colectivo y fingía clavar un cuchillo en el enfermo. Después urgaba en el interior del paciente y les mostraba a los parientes la causa del mal. Finalmente recetaba hierbas medicinales como boldo, bailahuén, maitén, quillay y arrayán entre otras.
Desde la experiencia
En el caso de la comunidad mapuche de Malvinas Argentinas se mantiene la esencia del Ritual de Sanación y se acepta a todos los invitados por igual. Es un ceremonia muy espiritual de la que pudimos disfrutan en Reconciliando Mundos, junto con los miembros de la Asociación Antropología Tercer Milenio, de Italia.
Se preparó el altar y la ruca, lugar de quema de la ceremonia, con sus respectivas hierbas y aromas. El Ionko y la machi fueron los que llevaron adelante la ceremonia con todos los presentes, al mismo tiempo que un niño de la comunidad mapuche tocaba un típico instrumento aborigen que hacía del ambiente un lugar propicio para la conexión con los espíritus y los ancestros. Nos colocaron a todos los presentes formando un círculo y nos agarramos de las manos para generar un mayor flujo de energías entre todos.
Una vez que se agradeció a los ancestros por nuestras vidas, con lo bueno y lo malo de cada uno, y luego de rendirles honor a su presencia y sabiduría. El Ionko, acompañado de la machi, pasó a “repartir” salud y unas hojas para la mano de cada uno en particular. Esas hojas contenían en sí los deseos y peticiones de cada uno. Cada cual tuyo su momento frente a la ruca para dejar esos “deseos” en el corazón del ritual, y al terminar, la machi, recogió todo ello en un típico paquete mapuche. Con él el Ionko se paró sobre cada persona para desearle buenos augurios con la positividad contenida de todos, en aquel paquete. Se pasaba sobre la cabeza, sobre la garganta, el plexo solar, los brazos, vientre y piernas. Así se fue purificando a cada uno hasta completar la ronda. La energía creada era inmensa, y la conexión con todos, aunque fuéramos extraños para el otro, era muy intensa. Así comenzó un hermoso día que continúo con las celebraciones de la comunidad mapuche en una peña típica de bailes y comidas típicas.