Si hay un reclamo recurrente del gobierno kirchnerista con respecto a las relaciones internacionales es que, siempre que tienen la oportunidad, los voceros del poder ejecutivo, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza, reclaman la soberanía sobre las Islas Malvinas.
Las cumbres regionales, las convenciones en el viejo continente, y hasta las reuniones de los organismos internacionales, son las arenas donde, primero Néstor y ahora su mujer, expresan ante el mundo el fuerte rechazo de la ocupación inglesa en el archipiélago sureño.
En la última reunión de cancilleres de la UNASUR, llevada a cabo a fines del año pasado, se ratificó la postura de los integrantes del bloque de acatar la decisión de las Naciones Unidas, y de abrir el diálogo sobre la soberanía de las islas. A partir de allí, los cruces diplomáticos entre Argentina y Gran Bretaña se intensificaron. Mientras que la postura latinoamericana acumulaba adeptos y ratificaba la decisión de no dejar ingresar a sus puertos barcos con banderas del territorio en disputa, desde el viejo continente, las respuestas llegaban en forma de intimidación; más buques y submarinos se hacían presentes en las aguas del Atlántico Sur, como excusa de la llegada a la zona del príncipe William en supuesta misión humanitaria.
En una suerte de competencia por acaparar aliados, los departamentos de relaciones externas de ambos países apuntaron sus esfuerzos a conseguir el aval de naciones que permitan potenciar las posturas de unos y otros. Al ya mencionado apoyo Latinoamericano a la causa Argentina, las noticias más sorprendentes llegaron desde el norte del continente, con un comunicado del departamento de estado norteamericano que llamaba a discutir diplomáticamente el asunto de las Islas Malvinas. Por otro lado, desde el Reino Unido, el respaldo más firme llegó desde las cálidas tierras centroamericanas. Los 16 países que integran Comunidad del Caribe (Caricom) ratificaron la postura británica bajo el principio de “autodeterminación de los pueblos” que, según ellos, rige a territorios como los de las islas Malvinas.
“Las noticias más sorprendentes llegaron desde el norte del continente, con un comunicado del departamento de estado norteamericano que llamaba a discutir diplomáticamente el asunto de las Islas Malvinas”.
En los últimos meses la palabra “imperio” y sus derivados fueron adoptando diferentes significados de acuerdo a quien la emitiese. Mientras que Gran Bretaña, con un nutrido curríulum colonialista, acusa a Argentina de desoír la voluntad de los isleños, desde aquí, y la clara y tajante postura de restitución de la soberanía isleña, sigue siendo una de las banderas más firmes del gobierno kirchnerista.