Esta tierra está situada cerca de los ríos Tigris y Éufrates, (considerado por la mayoría de los historiadores como la cuna de las civilizaciones) y la próxima a la desembocadura del Nilo. A pesar de ser un territorio pequeño, gran parte del cual es desértico y con gran escasez de agua, su localización geográfica junto al Mediterráneo siendo además un punto de unión entre África y Asia, su fértil costa y el hecho de ser considerada la cuna de las tres religiones (Judaísmo, Cristianismo e Islam) ha causado que este territorio sea motivo de codicia, disputas, batallas y conflictos para numerosas civilizaciones y culturas durante siglo llegando incluso hasta nuestros días,
Donde se sitúa la actual ciudad de Jericó se han encontrado restos neolíticos como pedernales, cuencos, tazas o hachas de hace más de 10.000 años y las primeras construcciones de piedra de las que se tiene constancia se han datado en torno al año 9.000 a.C. Junto con el asentamiento de Jericó, diversas tribus comenzaron a establecerse en esta parte de la denominada “Creciente Fértil”, dando lugar así a la Revolución Neolítica en la que el ser humano pasa de nómada a sedentario estableciéndose en un sitio fijo donde producir y desarrollar su agricultura y ganadería.
En torno al 3.000 a.C. se empieza a conocer la zona como la Tierra de Canaán ya que sus pobladores eran diversas tribus semitas, la mayoría de ellas tribus cananeas. Esta región de Canaán comprendería lo que actualmente es Israel, Palestina (Franja de Gaza y Cisjordania), partes de Jordania, Líbano y Siria, más al ser anexado en su dominio por la dinastía ptolomeica, también fue territorio egipcio.
La tierra de los Jebuseos (una tribu cananea) que habitaba la región, fundaron en el año 3.000 a.C. la ciudad de Jebús, posteriormente en el año 2.500 a.C. se le cambió el nombre por Ur-Salem (Jerusalén), que significaba “ciudad de paz”.
Según el Antiguo Testamento en torno al año 2.000 a.C. los primeros llegaron a la región de Canaán donde tuvieron que competir con la tierra con las tribus ya asentadas. Permanecieron allí hasta que se produjo una temporada de sequía, por lo que se trasladaron a Egipto. Luego regresarían hacia el año 1.400 a.C. iniciando la conquista de su Tierra Prometida con la intención de establecerse de forma definitiva.
Antes de la conquista hebrea, diversos pueblos como los hicsos, los hititas y los hurritas llegaron al lugar e intentaron controlar la región, estableciéndose durante algunos años. Los egipcios también llegaron a tomar el control de Canaán durante un tiempo, sin embargo comenzaba la decadencia de su imperio (en torno al siglo XIII a.C.) y su predominio en la zona no perduró. Sobre el siglo XII a.C. los filisteros (también conocidos actualmente como los pueblos del mar) lucharon con los egipcios y se llegaron a establecer en Canaán, en la zona que ocupa actualmente la Franja de Gaza. Dominaron esta parte de la región durante varios siglo aunque acabaron por desaparecer como pueblo, probablemente mezclados con las demás culturas que se impusieron en la zona.
Según los textos bíblicos, las tribus hebreas comenzaron la conquista de la Tierra de Canaán cerca del año 1.400 a.C. expulsando finalmente a los cananeos tras varias décadas de luchas (o integrándolos a su cultura) y dividiendo el territorio que consideraban la Tierra Prometida entre las 12 tribus hebreas. Tras la fundación de Israel cuyo primer re fue Saúl (1.012-1.004 a.C.) su sucesor David (1.004-965 a.C.) quien estableció la capital en Jerusalén y especialmente con el gran monarca Salomón (965-955 a.C.) que erigió el templo de Jerusalén.
Tras la muerte del rey Salomón, en el año 922 a.C. el reino se dividió en dos: Israel al norte cuya capital sería Samaria y el reino de Judá (Judea) al sur con la capital en Jerusalén. Las luchas entre ambos reinos y contra otros reinos exteriores debilitaron a los judíos durando su dominio del territorio algo más de 200 años. En el 721 a.C. los asirios vencieron a los judíos y destruyeron Israel fusionándolo con otras regiones de su imperio. En el 587 a.C., destruyeron parte de la ciudad incluido su Templo.
En el año 537 a.C. los persas con el rey Ciro II el Grande, conquistaron al imperio babilónico y permitieron a los judíos deportados volver a la región de Judea (Judá). Éstos regresaron a Jerusalén donde reconstruyeron la ciudad y el templo. En el 332 a.C. Alejandro Magno conquista finalmente al imperio persa y se anexiona este territorio respetando además Jerusalén en su conquista ya que la ciudad no sufrió daños. Tras la muerte de Alejandro, en el año 312 a.C. la región y su capital pasan a formar parte del Imperio seleúcida (Imperio helénico sucesores de Alejandro Magno). Se produjo en esta época u período de relativa calma bajo el dominio seleúcida hasta que en el año 167 a.C. se produjo la revuelta de los macabeos.
En el 167 a.C. Antíoco prohíbe las prácticas religiosas judías en la zona lo que provoca el levantamiento de los judíos contra el Imperio seleúcida. Con Judas Macabeo al frente del ejército judío (llamados macabeos por su líder) consiguen derrotar a los seleúcidas y el control del territorio para de nuevo a manos judías, fundando el reino de los asmoneos (descendientes de los macabeos). Judas Macabeo muere en batalla en el año 160 a.C. tras conseguir la independencia del reino judío con una fronteras similares a los tiempo del rey David y el rey Salomón. Desde entonces los judíos celebran cada año el Jánuca (Hanuca) en honor a Judas Macabeo para conmemorar su victoria sobre los seleúcidas.
En el año 63 a.C. Pompeyo ocupa Judea conquistando Jerusalén y establece la dominación romana. En un primer momento nombra reyes locales como Herodes, quien restaura en el año 21 a.C. la ciudad y el templo aunque luego pasa a ser provincia romana.
Como represalia por la revueltas en Judea, Roma cambia el nombre de Judea por Palestina o provincia Siria-Palestina, ya que también se anexiona parte del territorio de la actual Siria. En la época romana en Palestina se produjo también un hecho histórico clave para el Cristianismo, ya que es cuando Jesús de Nazareth comienza a predicar sus enseñanzas y a crear las bases del cristianismo, la segunda gran religión monoteísta surgida en la zona. A pesar de ser perseguidos por los romanos en sus inicios, en el año 313 d.C. con el Edicto de Milán se permitía la libertad de culto religioso en todo el Imperio romano terminando así con las persecuciones a los cristianos y dando comienzo a una gigantesca expansión de la religión cristiana por el mundo. En el año 326 d.C. el emperador Constantino el Grande, construyó en Jerusalén la Iglesia del Santa Sepulcro, uno de los principales lugares religiosos del cristianismo.
La región de Palestina estuvo bajo dominio romano y su sucesor, el imperio romano de Oriente o Imperio Bizantino, durante varios siglos hasta que en el año 638 Omar Al-Khattaab consiguió entrar en Jerusalén tras derrotar a Bizancio y estableció el dominio islámico de Palestina. Poco después Palestina pasó a formar parte del Califato Omeya. Para los musulmanes, su profeta Muhammad ascendió al cielo en esa tierra y por ello construyeron el Templo de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa. De esta forma, las tres grandes religiones monoteísta consideraban a Palestina y su capital Jerusalén como un lugar sagrado. A través del idioma árabe, se consiguió en esa época, unificar a todos los pueblos semitas de Palestina durante varios siglos.
En el año 1009 el califa Al-Hakin ordenó destruir la Iglesia del Santo Sepulcro. No fue destruido completamente pero sufrió considerables daños. Esto provocó que los reinos cristianos de Europa organizaran las expediciones a Tierra Santa, que ellos llamaron las Cruzadas con el objetivo de recuperar los lugares santos para el cristianismo. En las numerosas cruzadas que se produjeron se llegó a fundar el Reina Latino de Jerusalén aunque duró menos de un siglo. En el año 1099 los cruzados consiguieron conquistar Jerusalén y la mantuvieron bajo dominio cristiano hasta el 1187, cuando los mamelucos (musulmanes), liderados por Saladino les derrotaron conquistando de nuevo Jerusalén y expulsando a los cristianos. Aunque se produjeron cruzadas posteriores y algún intervalo corto de dominación cristiana, los cruzados no consiguieron retomar Palestina ni Jerusalén.
Entre los años 1260 y 1300 se produjeron varias incursiones mongolas en Palestina. En intervalos de varios meses los mongoles realizaron incursiones en Siria y Palestina llegando incluso hasta Gaza. Sin embargo estas incursiones estaban orientadas al pillaje y en ningún momento el ejército mongol trató de invadir y anexionar a su imperio el territorio palestino. La dominación mameluca de Palestina continuó hasta que en el año 1517 los turcos del Imperio Otomano conquistaron Jerusalén y se hicieron con el control del territorio palestino.