Retoricas e impresiones filosóficas aparte, claramente desde los nuevos aires políticos instalados, si bien se han producido novedades en materia de seguridad pública como referimos en capítulos anteriores, en contrapartida también o las nuevas medidas económicas provocaron mutaciones en las actividades criminales.
Esto es, criminológicamente hablando, delitos que habían decaído en su cómputo estadístico comenzaron a incrementarse ó a retomar vigencia. Las causales pueden ser variadas, incremento del costo de vida, desocupación de mano de obra de vida dudosa, atesoramiento individual, incremento de la desidia, incompetencia ó inexperiencia policial, connivencias policiales, etc.
En épocas de recesión económica e iliquidez financiera, la necesidad de mantener un standard de vida ó la concentración de recursos preventivos en seguridad en ciertos objetivos de la criminalidad conminan a recalcular las tendencias delictuales por parte de las bandas armadas.
Lo cierto es que dos modalidades criminales hasta hace tiempo de reducida vigencia, han vuelto a la palestra criminal. Estoy hablando por un lado de los denominados “escruches”, es decir, el robo de viviendas sin ocupantes en su interior y por el otro de los secuestros extorsivos, delito que toma como moneda de cambio a las personas en una privación de la libertad en la que se negocia su liberación con la familia.
Ambos delitos son esencialmente distintos tanto desde el punto de vista penal como del propio preventivo de seguridad. El “escruche”, generalmente vulnera la propiedad como valor protegido, mientras que en el secuestro lo afectado es la libertad, en el primero se aprovecha la ausencia de personas en su interior, forzando los ingresos a la vivienda y sustrayendo los bienes en su interior, mientras que el segundo, por un período de tiempo se priva de libertad a una persona y se negocia el rescate con su familia.
Desde el punto de vista post-traumático, en el escruche la victima sufre el delito al retornar a su domicilio desvalijado, en un impacto inesperado al encontrar invadida y violentada la privacidad doméstica, mientras que en el secuestro el trauma se inicia con el cautiverio. Una variante violenta del escruche es la denominada entradera, en el cual se sorprende a la víctima en el momento de ingresar ó salir de su domicilio, este supuesto puede derivar en delitos más graves ó complejos como lesiones, “toma de rehenes” al arribar la policía al lugar ó pérdida de vidas humanas.
No obstante ello ambos delitos tienen puntos en común. En todos los supuestos los delincuentes operan con un mínimo de inteligencia previa.
Antes de iniciar la ejecución del delito realizan tareas preparatorias de conocimiento sobre sus víctimas, integración familiar, actividades de las mismas, horarios de entrada y salida a la vivienda, vehículos que utilizan, recorridos de caminos rutinarios a lugares de estudio ó de trabajo, etc.
Los eventos más recientes de público conocimiento vinculados a la modalidad “escruche” se dieron en el inicio del año, y particularmente en dos ámbitos bien definidos. En primer lugar en oportunidad del retorno al domicilio luego del período vacacional, o incluso en su modalidad clásica y endémica, que no es objeto del presente análisis, en los centros vacacionales propiamente dichos.
Conforme se dijo: “…Esta modalidad, a diferencia de otras en las que priman la inmediatez y la fuerza, implica un trabajo de inteligencia previo, logística y tiempo. Requerimientos que, la mayoría de las veces, los delincuentes compensan con el tamaño del botín. Dinero, joyas y armas están entre los bienes más buscados, a los que se le suman artículos electrónicos y cualquier tipo de objeto de valor que pueda cargarse con facilidad….”[1]
Tal como señala el texto “…Según las estadísticas oficiales, los fines de semana largo y las épocas de vacaciones son las que mayor cantidad de hechos de este tipo se registran. Entre diciembre y enero se denuncian un promedio de 15 robos a casas por día en la Capital, según datos del Ministerio de Seguridad de la Nación….”Las zonas más afectadas son las de casas bajas, que son más vulnerables que los departamentos en edificios”, dijo a LA NACION un experimentado investigador de este tipo de robos. De hecho, los barrios que más sufrieron la actuación delictiva de los intrusos durante el año pasado fueron Núñez, Villa Soldati y Floresta, Villa Urquiza y Mataderos, en ese orden….”
Casi contemporáneamente, el secuestro del dirigente Osvaldo Mercuri en la localidad de Lomas de Zamora, a mediados de mayo pasado por parte de cuatro personas con armas de grueso calibre, se suma al mismo ocurrido a principios de ese mes donde fue víctima el Fiscal general adjunto de dicha localidad, Sebastián Scalera, posteriormente esclarecido y efectuados ambos por parte de la misma banda[2] , junto a otros eventos que no gozan de la misma repercusión pública, pero que reflotan este terrible delito desde todos los aspectos.
Oportunamente se habló de la tarea del Estado en el marco de resolver una situación de secuestros extorsivos[3], donde la inteligencia criminal, la investigación en tiempo real, la tarea interdisciplinaria y la tecnología de redes digital, son imprescindibles para la resolución y éxito de la crisis.
Recientemente, la gobernadora María Eugenia Vidal puso en funcionamiento “brigadas de civil” para combatir los secuestros extorsivos y destacó el trabajo en conjunto de la Policía bonaerense con las fuerzas federales en las denominadas “zonas calientes”[4].
Continúa el artículo que “…En una nota publicada en Página 12 sobre el tema se afirma que “hasta diciembre de 2015, en lo que era la Dirección de Comunicaciones, se intervenían aproximadamente diez teléfonos por mes por casos de secuestros, con un pico de 16 en diciembre, el mes en el que siempre se registran la mayor cantidad de delitos. Hoy en día, la Dirección de Captación de Comunicaciones (DCC), realiza más de una intervención por día por los secuestros, es decir más de 30 por mes”.
Con todo, no hay que olvidar que a prevención inmediata empieza por casa. Tal como también se señaló en la edición de RM 18 “…En ocasiones anteriores nos referimos a la denominada “conducta preventiva”, llamada a adquirir hábitos de conducta para reducir el margen de acción utilizable por el delincuente y prevenir los riesgos en caso que ocurran actos ó hechos que puedan poner en peligro la integridad física del sujeto y su familia. El cultivo de una conducta suspicaz, genera el denominado estado de sospecha, que puede abortar cualquier situación criminal en progreso.
Se trata en definitiva de reducir al máximo los márgenes de error en la conducta de las personas utilizadas por el delincuente para sus propósitos criminales. Pero esto – como también se dijera – no conforma la panacea en materia de prevención, ya que de igual modo se puede resultar víctima de un secuestro, ó rehén de un asalto sin finalidad de rescate. Ante ello, la victimología determina actitudes de supervivencia que auxilian al estado psíquico y la integridad del sujeto en su favor.
En principio las reacciones inmediatas de una situación de captura produce entre otros efectos: confrontación súbita, estado de shock considerable, condiciones ambientales ajenas al sujeto, conciencia de aislamiento y soledad, efectos traumáticos de naturaleza psicosomática.
Ante ello debe adoptarse una actitud de aceptación y adopción de medidas al respecto, mantener el control de las emociones ayudando a mantener su propio respeto, combatir el aislamiento y el miedo con ejercicios de relajación y actividades mentales dispersas.
No deben intentarse actos heroicos en el principio del abordaje criminal. También evitar depender de los captores, ya que de esta manera pueden intentar romper el espíritu y reducirlo a un estado de dependencia total (llegando a pedir permiso para ir al baño, para dormir, etc.).
Buscar establecer una conducta de rutina en el cautiverio tratando de comprender el entorno del captor. Evitar demostrar las capacidades al captor. Se debe tener un perfil de “hombre gris”, evitando el contacto visual directo. Es conveniente el uso de la visión periférica captando tonos de color y formas generales. Evite sugerir a los captores. Ejercite su memoria contabilizando el número de agresores, cantidad de tipo de armamento, vías de comunicación, cadenas de mando, patrones de rutina, lugares de retención, etc. Manténgase calmado y paciente.
No se recomienda la fuga, en tanto y en cuanto tenga la mayor información y certeza del éxito, valorando la posibilidad de la revancha post-evento en caso de ser recapturado. No mienta, conteste lo menos posible, sin ambiguedades y evite dar mayor información que la exigida necesaria. No olvide que el deseo individual de sobrevivir y el bienestar de su familia son primordiales…”
A todo evento, no olvidemos la participación transversal de la droga en todos estos eventos criminales, sean clásicos ó novedosos. Más recientemente[5] “… El avance de la droga en la ciudad de Buenos Aires es la principal preocupación que comparten vecinos de las 15 comunas.
Le siguen varios delitos: las entraderas, los robos en casas y departamentos, los asaltos a los chicos a la salida de los colegios y los arrebatos a manos de motochorros. Esa preocupación, y a la vez diagnóstico, fue expresada en la ronda de reuniones de los Foros de Seguridad Pública (Fosep) de este año, realizadas en las últimas semanas, en las que LA NACION escuchó el malestar de los vecinos. La venta y el consumo de sustancias prohibidas no solamente aparecieron como el problema más expandido en los barrios de Buenos Aires, sino que, en muchas ocasiones, fueron señalados como el disparador de distintos delitos.
Otra inquietud coincidente en las comunas fueron los hechos de inseguridad a la salida de los colegios, pues los chicos son blancos fáciles. Además, en muchos casos, también se denunció la oferta de droga en las cercanías de los establecimientos educativos. Tanto el consumo y venta de drogas y los distintos delitos que aquejan a los porteños surgen de los reportes de los vecinos.”
Para finalizar, en comunión al contexto editorial vinculado a la sustentabilidad, éste ideario hace referencia a continuidad, estabilidad, seguridad, retroalimentación, en tanto nociones sustantivas componentes. Lo cierto es que, apreciamos hasta el momento que dichos conceptos están muy alejados del ámbito político, quien en definitiva debe promover y establecer las políticas de seguridad de los Estados.
Ojalá que en lo sucesivo, los nuevos aires políticos, se traduzcan en nuevos aires sociales, económicos y culturales, proyectados en contextos preventivos de seguridad, para poder decir finalmente que existe sustentabilidad en materia de seguridad.
[1]http://www.lanacion.com.ar/1901243-escruchantes-al-acecho-llegar-a-casa-y-hallar-todo-revuelto-luego-de-un-asalto
[2]https://www.fiscales.gob.ar/noticias/investigan-el-secuestro-extorsivo-a-la-familia-de-osvaldo-mercuri-y-detienen-a-ocho-personas-vinculadas-al-del-fiscal-scalera/
[3]Ver RM 18
[4]http://www.latecla.info/4/nota.php?nota_id=75929
[5]http://www.lanacion.com.ar/1910478-vecinos-en-alerta-la-droga-un-disparador-de-delitos-en-la-capital