Urge la implantación de estrategias innovadoras que acerquen el tratamiento a los pacientes en los países en desarrollo.
Aunque más de ocho millones de personas con VIH ya reciben tratamiento antirretroviral, otros siete millones, en su inmensa mayoría sin recursos y en países en desarrollo, lo necesitan con urgencia: son vidas que están en peligro a corto plazo. Nos encontramos en un momento crucial en la lucha contra el sida: médicamente hablando, el control de la pandemia está a la vuelta de la esquina, pero muchos de los avances logrados y de los planes de futuro están en peligro por la falta de apoyo financiero.
“Con el mismo ritmo de ampliación de tratamiento y los mismos niveles de financiación de los últimos tres años, no conseguiremos derrotar la pandemia”, apuntó al término de la Conferencia que se llevó adelante entre el 22 y el 27 de julio la asesora para Políticas de VIH de la Campaña de Acceso a Medicamentos Esenciales de MSF, Sharonann Lynch. “Tenemos que pisar el acelerador: cada día tenemos que poner en tratamiento a más personas que el día anterior, y eso significa llegar hasta todas las comunidades para diagnosticar y acercar la medicación lo más posible al lugar donde vive el paciente”.
HACEN FALTA RECURSOS
La Conferencia de Washington se ha celebrado en un momento delicado, presupuestariamente hablando: los países donantes de fondos llevan tres años renqueando en sus compromisos financieros. El discurso internacional urge cada vez más a los países afectados a que encuentren sus propias soluciones para responder a la emergencia del VIH/sida:
varios gobiernos de estos países han dado pasos importantes y valerosos para responder a la pandemia, pero no pueden asumir tal carga en solitario.
Malaui fue el primer país africano en implementar protocolos de prevención de la transmisión del virus de madres a hijos. Mozambique recomendó recientemente un protocolo parecido, prescribiendo un mejor tratamiento de primera línea y haciendo seguimiento mediante pruebas de medición de la carga viral. En otros países, por el contrario, queda mucho por hacer: en República Democrática del Congo, me nos del 15% de las personas que necesitan tratamiento lo reciben, porcentaje que se reduce al 6% en el caso de las mujeres embarazadas.
En la Reunión de Alto Nivel sobre Sida celebrada en Naciones Unidas en junio de 2011, todos los países, tanto los afectados por la pandemia como los donantes, se comprometieron a alcanzar el objetivo de cobertura universal de tratamiento (15 millones de personas) en 2015. Apenas cuatro meses después, en octubre, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis se vio obligado a cancelar – por primera vez en su historia – su ronda de reposición de fondos. Urge un compromiso financiero sostenido de los países donantes o la lucha contra el sida podría fracasar.
ACERCAR EL TRATAMIENTO A LOS PACIENTES
Una de las cuestiones más importantes que se planteaban en la Conferencia es si, gracias a los esfuerzos nacionales e internacionales concertados, la ampliación del tratamiento será tan contundente como para empezar a revertir la progresión de la pandemia. Según el informe de MSF “Speed up, Scale up: strategies, tools and policies to get the best HIV treatment to mor people, sooner” (que repasa la situación en 23 países de África y Asia), 11 de estos países han alcanzado una cobertura de tratamiento igual o superior al 60% de los pacientes que lo necesitan con urgencia, mientras que en seis el tratamiento solo llega a uno de cada tres. En cuanto a la cobertura de la prevención del contagio del VIH de madre a hijo, solo seis países superaban el 80%, mientras que ocho todavía se sitúan por debajo del 50%, y cinco de estos últimos no superan el 30%.
Acercar el tratamiento a los pacientes es una de las claves para el triunfo de la lucha contra el VIH/ sida en países en los que los sistemas de salud son débiles y los pacientes pueden vivir muy lejos de los hospitales. Para ello, es necesaria la generalización de estrategias comunitarias innovadoras que, al descentralizar la atención, la garantizan en todas las clínicas y en todas las aldeas.
Un segundo informe de MSF, “Closer to home: delivering antiretroviral therapy in the community: experience from four countries in Southern Africa”, repasa algunos modelos eficaces: por ejemplo, que los pacientes se turnen para recoger y distribuir la medicación en su comunidad, o que se traspasen tareas del personal médico al personal de enfermería.
Se trata en definitiva de avanzar hacia un modelo de atención similar al de las enfermedades crónicas en los países desarrollados.
EL MEJOR TRATAMIENTO
Las últimas investigaciones han confirmado que el tratamiento de las personas con VIH reduce casi a cero el riesgo de contagio del virus, lo que multiplica su impacto positivo: concretamente, alcanzar el objetivo de 15 millones de personas en tratamiento en 2015 supondría prevenir 12 millones de nuevas infecciones, según el Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el Sida (ONUSIDA). Pero llevar el mejor tratamiento a la mayor cantidad de pacientes posible y asegurar su adherencia al mismo requiere garantizar el acceso a los medicamentos más adaptados y de administración más sencilla.
Actualmente, el régimen de primera línea más frecuente en los países en desarrollo contiene estavudina, cuyo uso prolongado puede causar efectos secundarios intolerables. Las últimas guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan el abandono de la estavudina y su sustitución por medicamentos más seguros como el tenofovir: este último es un ejemplo excelente de un tratamiento simplificado (un solo comprimido de una sola toma al día) que facilita la atención descentralizada, porque permite su prescripción y seguimiento por el personal de enfermería sin necesidad de la presencia de un médico.
EXTENDER LA MEDICIÓN DE LA CARGA VIRAL
Según un tercer informe de MSF, “Undetectable: How Viral Load Monitoring can Improve HIV Treatment in Developing Countries”, si bien el acceso a tratamiento está mejorando, el acceso a pruebas de medición de la carga viral sigue siendo muy limitado. Esta prueba, que mide la cantidad de copias del VIH en sangre, es decisiva porque identifica a las personas que están teniendo problemas para tomar su medicación regularmente, lo que permite darles un mayor asesoramiento para que se adhieran al tratamiento: cuando una persona sabe que, gracias al tratamiento, su carga se ha reducido hasta ser indetectable, se sentirá mucho más motivada para adherirse a la medicación.
Además, la medición de la carga viral identifica a quienes han desarrollado resistencias a los medicamentos y necesitan cambiar a otro régimen de tratamiento.
Es decir, permite asegurar que este cambio se hace solo cuando es necesario: esto tiene un efecto positivo en el coste, ya que se evitan cambios innecesarios a regímenes más caros, y también para el futuro del tratamiento del paciente, ya que cada cambio de terapia elimina opciones para el futuro. Esta prueba se utiliza de forma rutinaria en los países desarrollados, mientras que en los países pobres se sigue usando mayoritariamente la técnica de recuento de linfocitos CD4 en sangre, que no ofrece una idea precisa de cómo está respondiendo el paciente al tratamiento. En la actualidad, MSF proporciona tratamiento del VIH a 220.000 personas en 23 países.
SIDA- CAMBIOS EN EL EQUILIBRIO DE PODER:
Los países de renta media empiezan a hacer frente a los precios abusivos de los antirretrovirales protegidos por patente. Las multinacionales farmacéuticas alegan que los acuerdos de licencia voluntaria solucionan los problemas de acceso a los antirretrovirales, pero hay países que están siendo excluidos y los precios se mantienen desorbitados.
Los países de renta media están tomando cada vez más medidas para hacer frente a los precios abusivos de los medicamentos antirretrovirales contra el VIH protegidos por patente, que debido a su elevado coste quedan fuera del alcance de las personas que los necesitan, según se desprende del informe ‘Untangling the Web of Antirretroviral Price Reductions’, que Médicos Sin Fronteras (MSF) ha publicado en Washington con motivo de la Conferencia Mundial del Sida. El pasado marzo, India emitió por primera vez una licencia obligatoria para invalidar la patente del tosilato de sorafenib, un medicamento anticancerígeno del que Bayer tenía el monopolio, sentando así un importante precedente para los antirretrovirales (ARV) que, debido a su precio, no son asequibles. China también acaba de confirmar un mecanismo para invalidar patentes en esta misma línea.
“Nuestro informe muestra que los medicamentos más nuevos para el VIH están patentados en India, conocida como la farmacia del mundo en desarrollo, lo que bloquea la producción de las versiones genéricas más asequibles que necesitamos para parte de nuestros pacientes”, explica el director médico de la Campaña de Acceso a medicamentos esenciales de MSF, Nathan Ford.
“El equilibrio de poder va a cambiar obligatoriamente, porque ahora los países en desarrollo empiezan a hacer uso de sus derechos para desafiar al sistema de patentes cuando quienes comercializan los medicamentos en condiciones de monopolio les ponen precios desorbitados”, añade. “Por esta razón, apoyamos totalmente a países como India, que están utilizando sus nuevas leyes de patentes para hacer frente a los abusos que conllevan estos monopolios. Si los precios impiden el acceso a medicamentos vitales, los invalidan”.
NUEVOS MEDICAMENTOS INACCESIBLES
Los ARV más nuevos no se comercializan a un precio asequible. La triterapia a base de raltegravir, etravirina y darunavir, potenciada con ritonavir para fracasos terapéuticos en el régimen de segunda línea, cuesta 2.486 dólares por paciente al año en los países menos avanzados y en África subsahariana: casi 15 veces más cara que el régimen de primera línea. Y los países de renta media pagan precios incluso más altos: solo el raltegravir le cuesta 2.147 dólares al programa de tratamiento de VIH y tuberculosis en India; en El Salvador, la etravirina cuesta 6.917 dólares, y 8.468 dólares el darunavir en Georgia.
Además, en los dos últimos años, los países de renta media y baja no han tenido acceso a los programas de rebaja estándar de precios de las compañías farmacéuticas, lo cual les ha obligado a negociar los precios caso por caso y ha provocado que estos aumentaran.
Según el informe recientemente publicado por MSF, en los países de renta media beneficiados por descuentos, la dosis fija combinada (una sola píldora) de TDF/ FTC/EFV en una sola toma al día lleva cinco años a un precio de 1.033 dólares, seis veces más que la combinación genérica de primera línea; los países excluidos de los descuentos tienen que pagar mucho más.
Los países de renta media y baja tampoco pueden acceder a medicamentos producidos bajo acuerdos de licencia voluntaria entre multinacionales farmacéuticas y fabricantes de genéricos, cuyas cláusulas de términos y condiciones en su mayoría se mantienen en secreto. El informe revela que no existe ni un solo acuerdo de licencia voluntaria para los ARV que cubra a todos los países en desarrollo.
“Las multinacionales pretenden dar la impresión de que los acuerdos de licencia voluntaria solucionan los problemas de acceso a los medicamentos para el VIH, pero nuestro estudio revela que hay países que están siendo excluidos de forma deliberada, y que estos acuerdos incluyen además términos que limitan la competencia”, explica Michelle Childs, directora de Incidencia Política de la Campaña de Acceso.
LA BATALLA DE LAS PATENTES
Los precios de varios de los ARV más nuevos ya están fuera del alcance de quienes los necesitan porque han sido patentados en India, bloqueando la producción de versiones genéricas asequibles. Hasta 2005, India no patentaba los medicamentos, permitiendo la libre competencia entre productores genéricos, lo que ayudó a reducir hasta en un 99% los precios de los ARV de primera generación, que pasaron de costar más de 10.000 dólares por paciente al año en 2000 a unos 120 dólares en la actualidad. Aunque el país tuvo que empezar a emitir patentes farmacéuticas bajo la normativa de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2005, India elaboró una ley de patentes muy rigurosa a la hora de definir qué fármaco merece esta protección y cuál no. Esta ley también permite a cualquier parte interesada impugnar una patente antes o después de que se conceda; este mecanismo ya ha permitido que muchas patentes sobre ARV hayan sido rechazadas, como por ejemplo las solicitadas para el tenofovir y para la combinación lopinavir/ritonavir.
En cambio, la ley en Suráfrica es especialmente laxa con las patentes, habiéndose concedido 2.442 solo en 2008, frente a las 278 concedidas en Brasil entre 2003 y 2008.
“Ahora que cada vez más personas no tienen acceso a los medicamentos más nuevos debido a sus desorbitados precios, los países deberían someter sus leyes de patentes a un examen riguroso y minucioso, para asegurarse de que no se están regalando monopolios por doquier, con las terribles consecuencias que esto conlleva”, señala Childs. “El hecho de que los países estén estableciendo mecanismos flexibles y los utilicen cambia las reglas del juego”.