UN PAÍS SUMIDO EN EL CAOS

El golpe de Estado sumió a la República Centroafricana en el caos, que continúa, con saqueos y pillajes, al día de hoy incluso en la capital. Edificios gubernamentales, escuelas y casas particulares han sido objeto de robos y destrucción. La mayoría de los funcionarios han huido. Los archivos y las bases de datos han sido destruidos. Las reacciones de la población a los continuos saqueos han sido reprimidas duramente en Bangui1 y en otras partes del país según informaciones recibidas. La identificación, desarme, desmovilización y reinserción de los rebeldes todavía no se ha organizado y cientos de hombres armados, a quienes se les prometió una paga –que todavía no han recibido– cuando estallaron los combates, siguen pululando por las calles de la ciudad.

En otras partes del país elementos incontrolados de Seleka y grupos armados desconocidos han sido responsables de robos y ataques contra la población civil. En zonas donde ya había tensiones entre poblaciones nómadas y las residentes, Seleka ha avivado el conflicto. Todas las organizaciones humanitarias que trabajan en el país han sido víctimas de incidentes de seguridad desde que empezó la crisis. En Bangui, las oficinas y casas de las agencias de Naciones Unidas2 y de organizaciones no gubernamentales (ONG) han sido objeto de actos de pillaje en repetidas ocasiones3. El personal que ha recibido amenazas ha reportado importantes daños físicos y psicológicos. Casi todo el personal internacional basado fuera de la capital fue evacuado en cuanto empezó la crisis, y el personal nacional enviado de vuelta a Bangui. Las bases fuera de la capital han sido objeto de robos, y los rebeldes han sustraído sus vehículos que ahora utilizan a su antojo4.

El sistema de salud no se ha salvado. En las instalaciones del Ministerio de Sanidad5 se han producido robos de medicamentos, equipos diagnósticos, historias clínicas de pacientes e incluso material de oficina. Gran parte del personal sanitario ha huido, especialmente el que trabaja fuera de la capital. Estos ataques han privado a una ya vulnerable población, 4.4 millones de personas repartidas por todo un país más grande que Francia, de acceso a tratamiento médico básico. En un país, que ya registraba la segunda esperanza de vida más baja del mundo, 48 años6, la gente corre todavía un mayor riesgo.

UNA CRISIS SUMADA A OTRA CRISIS

No considerada como una situación lo bastante urgente como para atraer fondos de emergencia, y sin requisitos para recibir fondos estructurales para el desarrollo, el país ha quedado atrapado entre un estado de ‘emergencia’ y uno de ‘desarrollo’. Como resultado de ello, en la República Centroafricana (RCA) desde hace mucho se está viviendo en silencio una crisis médica crónica. Un estudio reciente reportó7:

• Tasas de mortalidad por encima del umbral de emergencia. Cuatro encuestas sobre mortalidad retrospectiva en el sur y el noroeste del país realizadas por MSF entre 2010 y 2011 revelaron unas tasas de mortalidad extremadamente altas8.Una encuesta9, en junio de 2011, reveló una situación muy alarmante en zonas no afectadas por el conflicto: la tasa de mortalidad bruta era de 3,3/10.000/día (95% CI, 2,3-4,8), mientras que la tasa de mortalidad entre los niños menores de cinco años era de 3,7/10.000/día (95% CI, 2,4-5,6). En la comuna urbana de Carnot, la Tasa Bruta de Mortalidad (CMR por el inglés) era de 3,9/10.000/día (95% CI, 3,0-5,2) y la de niños menores de cinco años de 4,9/10.000/día (95% CI, 2,6-8,8).

•La encuesta reveló tasas brutas de mortalidad comunes (Carnot, Gadzi y Senkpa Mpaéré) que triplicaban el umbral de emergencia, con una tasa mortalidad en menores de cinco años tres veces superior a la del campo de refugiados de Dadaab en Kenia, donde la población que huye de Somalia vive en condiciones deplorables10.

• Altas tasas de mortalidad y morbilidad debidas a enfermedades tratables y prevenibles. RCA registra una carga de malaria11, enfermedades prevenibles mediante vacunación (debido a un programa ampliado de inmunización inoperativo), enfermedades crónicas como el VIH/sida y una desnutrición en aumento12.

• Un sistema de salud fantasma. El sistema de salud del país padece una falta crónica de instalaciones médicas, personal sanitario cualificado, herramientas diagnósticas y de tratamiento, medicamentos y suministros, así como de vigilancia, lo que lo convierte en un sistema fantasma, que no puede decirse que funcione.

El impacto de la reciente crisis ha sido tremendo. El miedo a los desplazamientos ha reducido el acceso a la atención sanitaria, la pérdida de ingresos ha dificultado todavía más el pago de las tarifas médicas, y los sistemas de suministro de medicamentos han sido interrumpidos por completo. Las tasas de mortalidad probablemente no harán más que empeorar en los meses venideros.

No podemos estimar todavía todo el impacto de la crisis política sobre el sistema de salud, pero ya se ha observado un aumento significativo del número de consultas en los proyectos de MSF. La situación es extremadamente alarmante, especialmente en el caso de la malaria, que es holoendémica en RCA. Aunque los frecuentes desplazamientos de personas a campos y bosques desde diciembre de 2012 han contribuido a un aumento de la exposición a la enfermedad, las medidas de prevención y tratamiento son inexistentes desde que empezó la crisis. La distribución de mosquiteras a gran escala planificada por el Ministerio de Sanidad para 201313 se ha cancelado debido a la inseguridad. El suministro de antipalúdicos a las zonas rurales se ha visto muy afectado: MSF se ha comprometido a ayudar al Programa Nacional de Lucha contra la Malaria a implementar el Plan de Acción del Fondo Mundial, y ha distribuido tratamientos de la malaria a 166 FOSA (Formation Sanitaire, instalación sanitaria de RCA) en todo el país, pero sigue habiendo un 75 por ciento de FOSA14 sin ningún medicamentos.

Durante el primer trimestre de 2013, las instalaciones sanitarias apoyadas por MSF trataron a 74.729 pacientes con malaria. Esto supone un aumento de un 33 por ciento en el mismo periodo de 2012, cuando 50.442 pacientes recibieron tratamiento para la enfermedad. En el caso de los niños menores de 5 años, el aumento es del 46 por ciento, de 23.910 en 2012 a 44.469 en 2013. En Boguila, un 61 por ciento de consultas externas a menores de cinco años fueron debidas a la malaria durante el primer trimestre de año, en relación el 41 por ciento hace un año. Estos datos indican la probabilidad de un mayor aumento del número de consultas durante el pico de la estación de la malaria, que empieza en julio, y potencialmente una de las crisis de malaria más agudas de los últimos años.

El país también podría correr el riesgo de ver un aumento de casos de desnutrición15, tal como revelaron algunas misiones exploratorias efectuadas hace poco por equipos de MSF en el suroeste del país16. La inestabilidad ha agravado los problemas de seguridad alimentaria preexistentes: cosechas deficientes, suministros de alimentos deficitarios y precios de los alimentos volátiles.

El sistema de suministro de medicamentos lleva meses sin funcionar. El pillaje generalizado de las instalaciones sanitarias desde el golpe de estado ha hecho que el Fondo Mundial de Lucha contra el sida la tuberculosis y la malaria deje de tener stocks de medicamentos en el país.

Los problemas de suministros han tenido importantes consecuencias para la adherencia al tratamiento y el desarrollo de resistencias a los medicamentos. MSF estima que aproximadamente 11.000 personas VIH positivas (un 73 por ciento de todas las personas con VIH que están en tratamiento en RCA)17 han tenido que interrumpir su tratamiento debido a problemas de suministro durante los disturbios políticos.

La mitad de los niños no recibían vacunas rutinarias antes de la crisis18. Por lo tanto podemos suponer sin equivocarnos que la mayoría de recién nacidos desde diciembre de 2012 no ha tenido acceso al paquete rutinario de vacunación ni al Programa Ampliado de Inmunización. Ya se ha formado una cohorte de niños especialmente susceptibles a enfermedades de la infancia, y el riesgo de brotes de enfermedades como el sarampión, la meningitis y la tos ferina en los próximos años ha aumentado. La única respuesta de la comunidad internacional ha sido una campaña de vacunación contra el sarampión organizada en mayo por UNICEF19 y las contrapartes que todavía seguían en el país. Esta campaña realizada en difíciles circunstancias llegó a 122.869 niños de Bangui y sus alrededores, ni siquiera un 20% de la población diana20. No se ha propuesto nada para el millón y medio de niños que viven fuera de la capital.

Con la retirada de gran parte de las organizaciones de ayuda, el sistema de salud fantasma no es capaz de hacer una vigilancia adecuada ni por tanto de monitorear debidamente las zonas rurales donde el riesgo de que se produzcan brotes es más elevado.

FALTA DE RESPUESTA

A pesar de un aumento de las necesidades, la presencia humanitaria en el país ha disminuido drásticamente. La mayoría de organizaciones humanitarias han reducido sus actividades. Algunas siguen en Bangui, esperando que la situación de seguridad les permita regresar a sus respectivos proyectos. Otras han trasladado su base al país vecino Camerún. Hace muy poco, se han realizado algunas actividades exploratorias fuera de la capital, pero no se han emprendido acciones permanentes.

Las agencias de Naciones Unidas no tienen ningún miembro de su personal fuera de Bangui, debido a las estrictas normas de seguridad aplicadas desde diciembre de 2012. La ONU no ha asignado recursos suficientes para movilizar a actores ni atraer los fondos necesarios. De momento, se ha desembolsado un 47 por ciento de la Llamada Consolidada para RCA en 201321. Sin embargo, esta llamada se basa en planes hechos en 2012, y no tienen en cuenta el aumento de las necesidades ni humanitarias ni las de una asistencia a más largo plazo. Si nos fijamos en la petición de fondos revisada tras la crisis, sólo un 31 por ciento de las necesidades económicas han encontrado respuesta22. Más concretamente, sólo 2,8 millones de dólares americanos se han destinado al sector de la salud, lo que representa el 13,2 por ciento de los 21,2 millones de dólares americanos solicitados23.

De la misma forma, los esfuerzos invertidos en analizar la situación de seguridad han sido inconsistentes, y la falta de información imposibilita que las organizaciones humanitarias planifiquen su regreso. La falta de información y la de fondos, junto con la inefectiva coordinación de la intervención humanitaria, dificulta encontrar contrapartes ejecutoras entre las organizaciones internacionales ya presentes en RCA y otras interesadas en abrir nuevos programas en el país.

Como resultado de ello, existe un vacio en lo que respecta a la asistencia humanitaria fuera de la capital. Esto no solo significa que la respuesta inmediata sea insuficiente y que la poblacion no este recibiendo la asistencia que necesita de forma apremiante justo ahora, sino que ademas lo mas probable es que esto conlleve problemas mas adelante, en el futuro próximo, puesto que las organizaciones pierden el contacto con los actores armados en las regiones, lo que dificultara las negociaciones en materia de acceso humanitario en el futuro.

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