El problema en Libia nació por décadas de promesas incumplidas que el coronel Gadafi hizo desde su toma del poder hace cuarenta y dos años, como la reformulación del sistema tribal corrupto, que nunca mejoró sino que empeoró. A esto se le fueron sumando paulatinamente cuestiones relacionadas con la violación de los derechos ciudadanos, como la represión de quienes se oponían al régimen instaurado, censura de la prensa para que la comunidad –tanto nacional como internacional– no se enterara de los “errores” de Gadafi. Todo culminó en una Odisea.

EL ATAQUE

El 19 de marzo el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas consentía la Resolución 1973 que le dio luz verde a los Estados Unidos para bombardear desde barcos (buques de guerra) blancos militares libios que reprimían a los opositores de Gadafi en revueltas que se sucedían desde febrero con mayor intensidad. Francia se sumó con su flota aérea a la misión protectora con aviones de guerra F-16.

Por aire y por agua esperaban presionar al coronel Gadafi para que renunciara a su mandato, ya que la resolución emitida por el Consejo de Seguridad dice que no se puede atacar por tierra, tal vez en un intento de evitar un nuevo error a lo Irak.

La misión se “rotuló” como Odisey Down y se suponía que atacarían sólo objetivos militares, pero lamentablemente también hubo bajas civiles, que fueron simplemente daño colateral en pos de un bien mayor. Ciudades como Trípoli, Suara, Nimeta, Bengasí, Cirba y Cipre, el lugar de nacimiento de Gadafi, fueron “invadidas” por EEUU, Francia y Gran Bretaña, a quienes de ahora en más nos referiremos como la Coalición Internacional, recordando a los Aliados de la Segunda Guerra Mundial.

Por otro lado, había mucho nerviosismo en las calles debido a la división de bandos, cual guerra civil, que hay en Libia: hubo quienes recibían con los brazos abiertos este despertar de la comunidad internacional, y quienes disparaban en apoyo a Gadafi. Incluso el mismo día que comenzó esta Odisea, miles de manifestantes se juntaron de las manos formando una gigantesca ronda humana alrededor de la residencia donde se encontraba el Coronel, para actuar como escudos humanos en caso que la Coalición atentara contra la vida de su líder.

Un primer problema para los aliados es la cuestión de que la parte oeste de la población es más proclive a querer mantener a Gadafi en el poder del Estado, y se apoyan en otros países que también están atacando a Libia: Canadá, que siempre tuvo un perfil bajo en las operaciones bélicas a nivel mundial; Italia, que prestó su base en Nápoles para asistir a la comandancia unida de la Coalición; España; países árabes; Dinamarca.

Desde el punto de vista mediático hubo posturas claras respecto de este ataque a Libia. Mientras todos los canales argentinos cubrían en toda medida posible las últimas noticias de este ataque inesperado para muchos, la CNN hablaba sobre el “Peligro nuclear en Japón” y no sobre la participación de los EEUU en el ataque a Libia, ni siquiera sobre la cuestión humanitaria de las tragedias niponas, sino sobre la repercusión económica de la energía nuclear como recurso. Desde Libia, la televisión, manejada por Gadafi, decía que durante la noche se habían atacado deliberadamente no sólo blancos militares sino objetivos civiles para sembrar el terror en las calles de Libia. Se reportaban 48 muertos y 150 heridos por ataques de las “potencias imperiales” a las pocas horas de comenzado el conflicto. Esto es una grave acusación por violar la resolución de la ONU en la que se compromete a proteger a los civiles libios.

Un segundo problema para la Coalición es la renuncia que se le pedía a Gadafi. Él no tiene un cargo público sino que es el “dueño” del pueblo; ergo, no puede renunciar, ya que no es un jefe de Estado sino el líder de una revolución que se detentó como tantos otros en el poder desde hace más de cuarenta años. Además, según Mohamed Zwee, presidente del Congreso de Libia: “No hubo violación de la resolución por parte de Libia que justifique esta barbarie”, porque Libia ya aceptó la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, y las FFAA han anunciado un cese de fuego y operaciones militares contra sus revolucionarios, pero no se mandó a nadie que pueda confirmar esta causa. Según el comandante, la guerra civil en Libia es funcional a los Aliados porque de esta forma luego de sacar a Gadafi “ponen a quienes ellos quieren”.

LA CAUSA NOBLE

Algunos medios la llaman la Coalición de los Hipócritas porque el objetivo, en realidad, son los 45 mil millones de barriles de petróleo de Libia, que significan más de cuatro trillones de dólares a las puertas de Europa. De manera que había una primera intención de la Coalición: la paz y la defensa de los derechos de los civiles libios contra el régimen. Y una segunda intención que sería de índole comercial y política: el petróleo. Libia tiene petróleo liviano que representa el 1,8% de la producción mundial y el 3,2% de las reservas, claramente afecta a la economía mundial.

La causa más noble de la guerra es la paz y sobre el estudio de esta área es que se encarga la Teoría de la Seguridad internacional y Teoría de la Paz Democrática (TPD), como análisis de las Relaciones Internacionales.

La Teoría de la Paz Democrática es la concepción por la cual la difusión de un régimen de tipo republicano o la interdependencia económica entre Estados, tiene como consecuencia la paz dentro del sistema internacional.

En primer lugar, esta versión mantiene que los Estados con un régimen democrático tienden a adoptar una conducta pacífica de relación con aquellos países con el mismo tipo de régimen. En segundo lugar, que los Estados con un sistema político democrático ejercen un comportamiento agresivo contra los Estados que tienen un régimen político no democrático.

¿Debe inmiscuirse la comunidad internacional en los asuntos internos de otros Estados? ¿Quién evalúa esa supuesta amenaza para toda la comunidad internacional? Además, si esta concepción de la guerra como causa noble para la paz fuera cierta, en realidad no se estaría eliminando la guerra sino que incluso las puede hacer más violentas porque al ser por un valor trascendente, en general dichas guerras son a muerte y sin un fin en realidad, ya que hasta que no se tomen esos valores a nivel mundial, no van a concluir. La consecuencia de la TPD es el intervencionismo liberal.

Desde el punto de vista de la teoría de las relaciones internacionales, es la Escuela de Copenhagen la que busca ampliar el concepto de seguridad y es la línea a la que se acerca esta publicación –Reconciliando Mundos- para entender los asuntos de seguridad en el mundo actual. La pregunta sería: ¿qué cualidad hace que un asunto sea de seguridad?

Hablamos entonces de la securitización, entendida como un proceso esencialmente intersubjetivo. Seguridad no tiene significado por sí sola sino que requiere de un objeto de referencia que puede ser una construcción social. La cualidad que hace que un asunto sea de seguridad es la SUPERVIVENCIA, y qué amenazas se presentan ante esta supervivencia. Por ejemplo, la cuestión demográfica no representa un problema de seguridad ya que en nuestro país se aceptan sin mayores xenofobias a todas las comunidades que ingresar al país: tenemos un barrio chino, un barrio peruano, boliviano. En cambio para Israel la densidad poblacional de árabes y musulmanes, es decir la demografía, sí es un asunto de seguridad ya que los líderes de esa unidad política lo perciben como una amenaza a la existencia misma del Estado, a su supervivencia.

Así, se puede seguir ampliando el concepto a otras áreas de estudio como la política a la que se le puede presentar una amenaza a ciertas instituciones, o que los procesos de integración se perciban de forma negativa como la visión que tiene EEUU del ALBA, tal vez; a nivel social, la identidad colectiva cuyo extremo es el nacionalismo, también puede representar una amenaza, o incluso el medio ambiente, la ecología y las especies en extinción pueden caer dentro de este concepto de seguridad.

El riesgo siempre está en los extremos y este caso no es una excepción, se corre el riesgo que se tienda a convertir forzosamente un asunto en materia de seguridad, refigurando y desfigurando el objeto de estudio de la disciplina de las Relaciones Internacionales y los Estudios de Seguridad. Por otro lado, tomando el pensamiento de Walt, el riesgo de expandir en exceso algo destruye la coherencia intelectual de la teoría, haciendo que resolver los problemas de seguridad sea una tarea más difícil, y en vistas de acontecimientos recientes como la ofensa en Libia, el hecho de que se puedan identificar nuevos peligros, no quiere decir que la guerra haya sido eliminada.

¿CEDERÁ EL NUEVO SADDAM?

¿Quién mide lo que es realmente una amenaza para la comunidad internacional como para saber que se está actuando en interés de ésta? Gadafi lleva más de cuatro décadas en el gobierno, con un régimen autocrático y recién ahora se están tomando cartas en el asunto. Sumado a que el rey de Libia derrocado por Gadafi tampoco era un demócrata y a nadie parecía importarle en ese entonces.

Lo que se dio fue un efecto contagio de la revolución islámica. Y sí debería considerarse como un hito histórico ya que si bien hay veintidós países árabes, la población musulmana se concentra en más de cincuenta y seis países. El hito de la década del ’90 fue el Muro de Berlín 1991; en el 2001 las Torres Gemelas (9/11) y en 2011 el mundo árabe. El problema es que el mundo occidental sigue sin comprender la realidad árabe.

El Consejo de Seguridad de la ONU reclamó el 5 de abril, “el fin inmediato” de la violencia en Libia y condenó la represión, durante una reunión de urgencia dedicada a la crisis en el país norafricano. Además, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, pidió a la Unión Europea (UE) la adopción “rápida de sanciones concretas” contra Libia y que se examine la “suspensión” de las relaciones económicas, comerciales y financieras con Trípoli. Asimismo, la presión sobre Gadafi también provino de la Liga Árabe, que decidió excluirla de sus reuniones.

En respuesta a esto Gadafi dijo que va a permanecer en Libia como Jefe de la Revolución y exigió a su ejército y policía retomar el control de la situación interna del país so pena de muerte contra los rebeldes. “Lucharé hasta la última gota de mi sangre”. “Moriré como un mártir”.

Es difícil saber qué va a ocurrir ahora. La resolución del Consejo de Seguridad no preconiza un cambio de régimen, sino la protección de los civiles. Si el régimen logra mantener el control en la parte occidental, entonces se producirá, de hecho, la división del país, por mucho que la resolución afirme la integridad territorial y la unidad nacional de Libia

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María Cecilia Benac es conferencista, escritora e investigadora. Magister en Políticas Públicas (Flacso), Profesora en Diplomacia y Licenciada en Relaciones Internacionales (USAL). Especializada en seguridad y estudios internacionales. Entre otros posgrados realizados, se destacan los de la Universidad de Leiden (Países Bajos), Emory, Yale (EEUU) e IESE (España). Docente de la Escuela Argentina de Negocios entre otras instituciones. proyecto humanitario comunicacional, el cual dirige hasta la actualidad. Como miembro de Reporteros Sin Fronteras, cubrió los conflictos y guerras en Medio Oriente entre 2010 y 2016. Participando también de Misiones de Seguridad y Acción Humanitaria en Palestina, Egipto, Líbano, Marruecos y Siria. Es periodista y redactora en medios especializados.