¿Puede omitirse la acción de pensar ante las elecciones presidenciales? Quizás haya quienes logren un simulacro de autismo que produzca semejante apariencia. El autista piensa, lo que no hace es buscar conexiones con lo externo. Esta no-conexión nos lleva a reflexionar sobre la conciencia. Una de las reacciones más frecuentes que se observan cuando se evalúa la relación entre una elección presidencial y la conciencia de los individuos, es la agresión con inquisitorios preceptos morales y legales contra quienes se basan más en la ética que en los dictados de la Verdad. “Conciencia” viene del latín y significa “conocer con otros”, se trata de un conocimiento compartido socialmente. Es decir que la conciencia implica una continuidad entre el adentro (las redes neuronales) y el afuera (las redes sociales), y que ese “afuera” es condición necesaria para que la conciencia se complete. Podemos concluir en que un sistema político que interrumpe la integración entre nuestros mundos interno y externo nos convierte en pseudo-autistas. Desde este punto de vista el hecho más importante ante una elección presidencial es pensar en el verbo “delegar”. El problema que se presentó en toda República es que el pueblo le delegó el poder al Estado en lugar de otorgarle sólo su representación, lo cual las hizo Repúblicas no-democráticas por definición. En este contexto la Autoridad necesita que los individuos se identifiquen plenamente con Ella. Como consecuencia de esta identificación se tiende a destruir la alteridad que necesita el sujeto para constituirse de acuerdo a la inquietud de sí. Retomando: el Presidente es poseedor de poder y por proceso de identificación concreta entre sus seguidores una suerte de lobotomía, la ablación de aquello que el antropólogo mexicano Roger Bartra denomina el exocerebro: “…la conciencia no radica en el percatarse de que hay un mundo exterior (un hábitat), sino en que una porción de ese contorno externo ‘funciona’ como si fuese parte de los circuitos neuronales.” “El misterio se halla en que el circuito neuronal es sensible al hecho de que es incompleto y de que necesita de un suplemento externo. Esta sensibilidad es parte de la conciencia.” Lector: ¿nota la incidencia que tiene la implementación de la prótesis “Autoridad” en el campo en el cual se completa la conciencia de los individuos? Hace mucho tiempo que justificar los actuales modelos de República considerándolos el mal menor, quedó obsoleto. Las ideas florecen, se reproducen, muchas de ellas resurgen de la Antigüedad griega que perduró al resguardo de la Roma Imperial y las religiones dogmáticas. Thomas Hobbes en 1651 fundó el nuevo Estado sobre amenazantes principios de Verdad tales como “fuera del Estado ninguna seguridad”. Pero como le responde actualmente Andrea Cavalletti “…excluye la seguridad precisamente para afirmar continuamente al Estado…” Cavalletti retoma en su libro “Mitología de la seguridad” la biopolítica que ya fue presentada por Michel Foucalult en el curso del Collège de France en 1979. Vivimos una época en la que los principales pensadores no son el sostén del pensamiento de los políticos, más bien su opuesto. Argentinos como Arnoldo Siperman escriben “El proceso de la hipermodernidad en la cual vivimos discurre sobre el eje de la legalidad, cuyo punto de partida es el ordenamiento de la antigua Roma.” El alemán Peter G. Stein afirma lo mismo en su libro “El Derecho romano en la historia de Europa”. Por eso, lector, sepa que no está solo ni corre riesgos si al elegir un presidente prioriza el hecho de mantener íntegra su conciencia, si defiende los espacios que necesita para “conocer con otros”.