El domingo 3 de marzo se llevaron adelante las Primarias en el Partido Democrático (PD). El resultado de la contienda electoral interna hay que analizarlo, indefectiblemente, con otro hecho que sucedió hace, exactamente, un año atrás: las elecciones parlamentarias italianas. En esta última cita con las urnas el Partido Democrático fue relegado al tercer lugar tras la Lega (ex–Lega Nord) y el Movimento Cinque Stelle (M5S). El primero, se sabe, es una agrupación que aglutina la derecha de la derecha italiana en tanto que el M5S nació de la mano de un cómico: Beppe Grillo, en las redes sociales, en principio con un perfil anti sistema que logró acaparar la atención de ciudadanos descontentos de la política, sin una connotación ideológica en particular y el voto de parte del electorado de la ‘sinistra’ que, tradicionalmente, estaba contenida en el Partido Democrático que aglutinaba y aglutina a todo el espectro progresista de la Península.
Italia tras la crisis del 2008, que la sufrió en menor medida que España y Grecia, logró dejar atrás la inestabilidad económica para comenzar con una recuperación que benefició en gran parte a esa clase media en torno al complejo fabril asociado al cooperativismo y a la multiplicidad de PyMEs que caracterizan al capitalismo italiano. El proceso de recuperación italiana fue, en cierta medida obra de las administraciones políticas (Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni) del PD que se sucedieron desde el 2013 en adelante. La elección de marzo del 2018 parte del electorado que, elección tras elección, acompañaba al PD fue seducido por el M5S con esos cantos de sirena que siempre y por doquier aparecen. La victoria de este ultimo junto al tradicional apoyo que posee la derecha en torno a la Lega fue la amalgama que permitió la formación de Gobierno hace exactamente un año en torno a Giuseppe Conte como Presidente del Concejo de Ministros y dos Vicepresidentes: Matteo Salvini (Lega) y Luigi Di Maio (M5S) sumado el MAIE del Senador Merlo que apoyó la formación de Gobierno lo que le valió que asumiera como Subsecretario para los Italianos en el Mundo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia (Farnesina).
Transcurrido un año y, como decía un viejo militar en Argentina “para saber si renguea hay que verlo caminar” estos doce últimos meses el gobierno italiano formado contra-natura, entre la derecha de la derecha con una porción del electorado de la social-democracia – aquellos que se pasaron del PD al M5S -, no solo cojea sino que arrastra los pies. A la vista está de que la República Italiana no solo ha entrado en un proceso de recesión sino que se está generando un caldo de cultivo xenófobo y racista amen de los problemas diplomáticos generados con varios países del norte de África y con las dos economías más grandes del Sistema Euro: Alemania y Francia.
El mix de desaciertos y la degradación política ab intro de la coalición de Gobierno surtió sus efectos en la ciudadanía en general y se pudo ver el domingo 3 de marzo en la interna del Partido Democrático (PD). En parte se venía anunciando con los resultados de las elecciones en las regiones de Abruzzo y Cerdeña y terminó de cuajar pues, contra todos los pronósticos agoreros, se movilizaron casi dos millones de personas en toda Italia y varios centenares de miles de ciudadanos italianos en el extranjero para votar entre el Gobernador de la Provincia de Lazio, Nicola Zingaretti, el ex-Ministro Maurizio Martina y el ex-candidato a Intendente de Roma, Roberto Giachetti. En la República Argentina, lejos el país con más cantidad de ciudadanos italianos fuera de Italia, se habilitaron nueve Mesas: siete en la provincia de Buenos Aires, una en La Pampa y la restante en Santa Fe. La elección primaria se dio en el marco de una altura en el debate político excepcional marcando un punto de inflexión también el resultado que fue un neto triunfó de Zingaretti que se impuso por entre el 60 y el 70 % de los sufragios. La afluencia a las urnas como el resultado indefectiblemente motivara acomodamientos no sólo en la alianza gobernante sino también dentro del mismo Parlamento y las elecciones europeas previstas para mayo del presente año será la segunda señal de la plena recuperación de la histórica centro-sinistra que ya notificó correrá con candidatos propios con el sello del Partito Democratico (PD). Este entramado en la política italiana es una bocanada de aire fresco para Europa en la que en este último lustro venia desempolvándose viejos fantasmas en torno a la derecha: xenófoba y racista.