En el escenario previo planteado para las elecciones presidenciales una multiplicidad de factores puede influir en el resultado final de la votación. El diseño y la organización de las campañas de cada uno de los candidatos se preparan de acuerdo a estos diferentes factores. La gestión del actual gobierno es, sin duda, el factor más influyente sobre el electorado a la hora de votar y además condiciona las estrategias y las campañas del resto de los candidatos. El oficialismo tiene, para bien o para mal, una gestión previa para mostrar su trabajo y sus proyectos. Cuenta también con el aparato del estado para utilizar en su favor.
De acuerdo al trabajo realizado por el oficialismo durante su periodo de gobierno, los candidatos opositores deben adaptar su programa y su discurso a la hora de hacer la campaña. Un candidato opositor no solo necesita convencer a los votantes sobre sus capacidades para llevar adelante el Estado, sino que además intenta remarcar aquellos temas en los que el gobierno no ha sabido dar respuestas favorables a las necesidades de la gente. Al mismo tiempo, debe también diferenciarse del resto de los candidatos quienes como él, se pierden en promesas y soluciones instantáneas para los problemas de la población.
Los acuerdos y las alianzas previas entre figuras importantes también influyen en el reparto de votos y las posibilidades de cada uno de los candidatos.
En sistemas electorales como el argentino, donde se presentan gran cantidad de candidatos y el espectro ideológico entre todos ellos, salvo contadas excepciones, nos es muy amplio, las elecciones no se definen ya por convicciones ideológicas. Ni los programas, ni las posturas entre los diferentes candidatos son tan diversas, todos concentran sus campañas en los ejes de conflicto principales y su discurso se arma de acuerdo a lo que la gente quiere escuchar. Los candidatos suelen impulsar sus campañas con dos o tres solgans fuertes, y los programas políticos de cada uno de ellos, si es que los hay, nunca salen a la luz. Es así que los costos para el electorado medio, de informarse y votar con conocimiento y con convencimiento son muy altos. La inversión de tiempo que implica profundizar en las ideas y las propuestas de los candidatos no condicen con la influencia que puede generar su voto en el resultado final. Desde 1983 el electorado se caracteriza por ser mucho más volátil que en otras épocas; ya no se identifica con un partido sino que vota al candidato que mas lo seduce ante cada elección. Los partidos tradicionales, si bien subsisten, ya no ejercen la misma influencia que en otras épocas; hoy en día es mucho más fuerte la figura del candidato en si que el partido al que representa. Es así que los candidatos a la hora de hacer campaña buscan fijar su posición respecto a dos o tres temas básicos que preocupan a la población y que pueden marcar el rumbo de una elección. De acuerdo a las demandas de la sociedad, cada candidato desarrolla su campaña y su propuesta.
Si bien la cantidad de candidatos son muchos, no todos tienen las mismas posibilidades ni las mismas aspiraciones respecto de los resultados. A priori tres candidatos además de la presidenta actual llegan a la votación con aspiraciones. Y probablemente, de acuerdo a como se desarrollen la semanas previas, la elección se vaya polarizando y el numero sea aun menor quedando la disputa reducida a 2 o 3 candidatos en total.
La re-reelección del FPV
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner buscará en octubre la reelección y con ello extender la gestión kirchnerista a 12 años desde la asunsión de Néstor Kirchner el 2003. Si bien la imagen pública de la presidenta ha mejorado notablemente en el último año, el escenario previo a las elecciones es muy diferente del que se había planteado en 2007 cuando logró una contundente victoria en primera vuelta. La Senadora nacional -en ese momento- por la provincia de Buenos Aires, tenía el respaldo de una buena gestión de gobierno de su marido que había atravesado con éxito los años posteriores a la crisis económica, social y político-institucional tras la caída de Fernando De la Rúa en diciembre de 2001. Durante la gestión 2003-2007 el país mostró signos de recuperación y el 45% de los votantes apostaban a la continuidad del modelo.
Cuatro años después la situación es distinta, la salida de la crisis quedo atrás y se empiezan a exigir otros objetivos al gobierno que impulsen el crecimiento y el desarrollo. Los defensores del proyecto le atribuyen importantes logros en los últimos cuatro años y apuntan a la continuidad del modelo de política impuesto por el kirchnerismo en Argentina y que se identifica con una corriente desarrollada en muchos países de la región en los últimos años. Entre ellos destacan el desarrollo de políticas sociales, enfocadas especialmente en los menores y el los jubilados, su política de derechos humanos y principalmente la llamada ley de medios y su disputa con los grandes medios.
Los anti-k sostienen que ha tenido debilidades y apuntan sobre todo al mal funcionamiento de esos mismos programas sociales que desde el gobierno se muestran como estandarte del modelo.
La oposición critica su corto alcance y cuestiona los métodos de selección de los beneficiarios de los programas. Además se discute la ineficiencia demostrada para el control de la inflación, el aumento de la corrupción, y un manejo arbitrario y desigual del presupuesto federal.
De cara a las elecciones, una de las apuesta fuertes de la presidenta es la confirmación de Amado Boudou como compañero de formula. Tras la mala experiencia con la elección de Julio Cobos para el 2007, esta vez la presidenta decidió llevar a un funcionario del riñón del partido, fiel a la presidenta y comprometido con el modelo. El actual Ministro de Economía y Finanzas Públicas, desde la salida de Carlos Fernández en 2009, fue también titular de la Anses nombrado por este gobierno. Boudou fue precandidato a jefe de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires y finalmente por decisión de la presidenta se sumó a la formula presidencial.
La oposición fragmentada
Con un formato de sufragios que posibilita una hipotética segunda vuelta para decidir la elección, la disputa por ocupar uno de los dos primeros puestos en al primera vuelta se hace cada vez mas intensa y pareja en las últimas semanas. Además de la presidenta, se presentaran otros siete candidatos de los cuales solo tres tienen aspiraciones y posibilidades reales de asumir en diciembre. Entre los que no tienen la posibilidad real de disputar los primeros lugares, el gobernador de Santa Fe y candidato por el socialismo, Hermes Binner no cuenta con un aparato de partido a nivel nacional que le permita disputar la elección, lo mismo que sucede con el candidato del Partido Obrero, Altamira. La candidata elegida por Pino Solanas para representar a Proyecto Sur tampoco tiene más aspiraciones que la de seguir creciendo junto al partido y llega con el objetivo de mejorar la elección hecha por el partido en 2007. El caso de Carrio es diferente ya que en 2007 obtuvo el segundo lugar pero a lo largo de los últimos 4 años el partido no ha logrado crecer lo suficiente como para aspirar a un triunfo, tampoco es probable que pueda repetir una elección como la anterior.
Entre los candidatos que hay que tener en cuenta a la hora de analizar el posible desenlace de la elección ya sea por que tienen posibilidad de ganar elecciones o bien la capacidad de conformar alianzas ganadoras; entre ellos hay que mencionar las candidaturas de Duhalde, Rodríguez Saa y Alfonsín.
El regreso de Eduardo Duhalde al plano político y a la competencia por cargos ejecutivos sin duda cambia el escenario electoral. Se trata de una de las figuras más influyentes dentro política argentina en los últimos 20 años y cuenta con un aparato político muy poderoso. Ex vice-presidente de Menem, gobernador de l provincia de Buenos Aires por 8 años y presidente interino tras la salida de De la Rúa, estuvo al frente del gobierno desde enero de 2002 hasta las elecciones de mayo del año siguiente en las que el candidato apoyado por él, Néstor Kirchner, resultó electo.
Este último antecedente es sin duda su carta de presentación más importante: su gestión durante los turbulentos meses que siguieron a diciembre de 2001 cuando la crisis social explotó y llevó a la renuncia del presidente. Tras haber superado la situación política más crítica desde el retorno de la democracia, Duhalde se presenta ante esta elección con la bandera de la pacificación y el orden. Tras abrirse del peronismo federal, Duhalde se acercó a Mario Das Neves, ex gobernador de Chubut quien lo acompañará en la fórmula presidencial. Además desde el lanzamiento de su candidatura en diciembre pasado dejó entrever un posible acercamiento con Mauricio Macri que lo convertiría en el principal candidato a disputarle la elección a Cristina Fernández de Kirchner.
Otro de los candidatos de mayor peso es Alberto Rodríguez Saa, representante del peronismo federal. El actual gobernador de San Luis ha llevado adelante una reconocida gestión en su provincia durante dos períodos consecutivos y decidió dar el salto a nivel nacional para este año. Si bien cuenta con un aparato importante y una tradición política en su provincia, todavía debe desarrollar su programa a nivel país. Por eso esta participación a nivel nacional sea un primer paso para preparar futuras candidaturas. Si bien su discurso y su campaña por todo el país lo muestran como un candidato importante, la intención de voto lo muestra en un cuarto lugar lejos de las posiciones de Duhalde y Alfonsin que se disputarán el segundo lugar y la posibilidad de acceder a una segunda vuelta.
Ricardo Alfonsín, el tercero de los candidatos de la oposición que quiero mencionar, es el único de estos que no proviene de las filas del Partido Justicialista. El candidato radical que se presenta en la lista de la Unión para el Desarrollo Social, es actualmente diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires y es también el único que no tiene experiencia en cargos ejecutivos importantes. Entre sus argumentos mas significativos en pos de lograr una buena elección se destaca la posibilidad de recuperar el voto radical, que venía golpeado ya que tras la interrumpida gestión de De la Rúa no presentaba un candidato con aspiraciones reales.
Su alianza con Francisco De Narváez, un peronista anti-k, y figura nueva dentro de la política puede ser mal vista dentro del núcleo más cerrado de la UCR pero debe ser leído como un movimiento que puede acercarlo a un electorado anti-k que se ubica por fuera del radicalismo. En la necesidad de disputar con Duhalde el voto en la provincia de Buenos Aires, Alfonsín tiene la necesidad de buscar aliados aparentemente temporales que le permitan llegar a un electorado diferente.
¿Qué papel juega Macri para octubre?
En los meses previos a las elecciones, el titular del PRO reactivó su imagen y se convirtió en uno de los referentes políticos más importantes del país. Fuera de la disputa de octubre, el reelecto jefe de gobierno porteño coquetea con los candidatos opositores y volvió a tener dialogo con la presidenta después de mucho tiempo.
Tras abandonar su precandidatura para las elecciones presidenciales, Mauricio Macri decidió no presentar un candidato de su partido. De esta forma le dio mayor importancia a la posibilidad de reafirmar su influencia en la Ciudad de Buenos Aires presentándose el mismo en busca de la reelección que consiguió por un amplio margen en la segunda vuelta. A su vez, en la primera experiencia del PRO fuera Buenos Aires, Miguel del Sel realizó una gran elección en la provincia de Santa Fe al conseguir el segundo lugar con 32% de los votos en el mes de julio.
Tras estos resultados la figura de Macri tomo mayor fuerza en la arena nacional, y al no tener un representante propio para octubre, se convierte en una pieza importante a la hora de la negociación y el apoyo de cara a las elecciones. Es difícil saber que candidato puede salir beneficiado de los buenos resultados del PRO; evidentemente, Macri sabrá capitalizar su caudal de votos acercándose a algún candidato fuerte que pueda vencer al oficialismo, y que al mismo tiempo pueda representar algún beneficio en pos de un buen posicionamiento del partido a un nivel nacional más amplio.
El mayor desafío para Macri y su fuerza política, para los próximos años, tiene que ver con agrandar su aparato político, lograr establecerse en otras provincias con candidatos propios que puedan disputar elecciones provinciales, y a partir de allí prepararse de cara a las elecciones presidenciales de 2015.
En el futuro más próximo, con la victoria en la ciudad de buenos aires ya asegurada, Macri se coloca en una situación de mucho poder, listo para sentarse con cada uno de los candidatos de la oposición a hacer valer su lugar dentro de la política nacional. Todos van a querer disputarse la figurita difícil y quien logre acordar con él verá potenciadas sus posibilidades para octubre.