El 14 de junio de 1986 el mundo comenzaba a vivir sin su figura, pero con su obra omnipresente. Referentes de la cultura opinan respecto de su influencia y su legado, de sus sucesores o cómo imaginarlos. Según Kovadloff, él nos ve envejecer a los demás; según Manguel, la literatura se divide en a.B. y d.B.
“Para saber que murió hace 30 años tenemos que sumar, porque si nos guiamos por la intensidad que tiene su presencia se diría que sigue estando vivo”, dice Santiago Kovadloff, que recuerda haber sentido “una emoción desconcertante” el día de su muerte. “Todos sabíamos que estaba enfermo, pero la significación de su desaparición tenía una potencia simbólica incomparable. Habíamos sido coetáneos de nuestro Homero, de nuestro Sófocles, de nuestro Shakespeare. Y su desaparición era de algún modo la nuestra también. Sentí que de algún modo él había sido por todos nosotros, en la medida en que su palabra alcanzó un relieve que proyectó al mundo nuestro modo de hablar el español, le infundió a la lengua una originalidad léxica que nunca fue amanerada, y siempre poderosamente original. Su presencia entre nosotros no pierde actualidad”, dice. (Diario La Nación).

Biografía

  • Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. En 1914 viajó con su familia a Europa y se instaló en Ginebra donde cursó el bachillerato.
    Paso en 1919 a España y allí entró en contacto con el movimiento ultraísta.
    De regreso a Buenos Aires fundó con otros escritores la revista Proa en 1922 y publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires, en 1923.
    Colabora a partir de entonces en Martín Fierro, y luego en Sur, El Hogar y Crítica.
    Artículos en diarios y revista, críticas literarias, libros de poemas, de ensayos y de cuentos, completan la producción de estos años en los que su nombre se difunde en el ambiente literario local.
    Con Ficciones, publicado en 1944, obtiene el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.
    Luego funda y dirige la revista Anales de Buenos Aires (1946-1948) y preside la SADE desde 1950 a 1953.
    En 1955 se incorpora ala Academia Argentina de Letras y es nombrado director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocupa hasta su retiro en 1973. Fue también profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires.
    Dentro de su vasta producción narrativa cabe citar Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, El informante de Brodie y EL libro de arena; los ensayos, como Evaristo Carriego, Historia de la eternidad, Discusión y Otras inquisiciones, y doce libros de poemas, el último de ellos Los conjurados, publicado en 1985.
    El Premio Formentor otorgado en 1961 por el Congreso Internacional de Editores (compartido con Samuel Beckett) le valió el reconocimiento internacional.
    A partir de entonces recibió importantes distinciones de diversas universidades y gobiernos extranjeros, y numerosas premios, entre ellos el Cervantes en 1980.
    Su obra fue traducida a más de 25 idiomas y llevada al cine y a al televisión.
    Falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986.