Introducción
Antes de las revelaciones enviadas a Mahoma, la religión de la Arabia preislámica presentaba dos creencias religiosas diferenciadas incluso desde el punto de vista geográfico. Para quienes habitaban en el norte la naturaleza era el eje por el cual se explicaban las cosas que ocurrían en el mundo. Creían que el mundo estaba poblado por los yinn, que eran seres que vivían en los bosques y en piedras, y que a nivel espiritual se encontraban entre los hombres y los ángeles. Alrededor de ellos se realizaban rituales deambulatorios, y una de esos rituales fue conservado tras la fundación del Islam en torno a la piedra conservada en la Kabba, en La Meca.
En el sur, la población creída en deidades que se relacionaban con la cosmología y los planetas. Sin embargo en ambas zonas geográficas, las divinidades ya sean planetarias o naturalistas tenían un “jefe”, una deidad superior que se conocía con el nombre de Allah, quien luego se convirtió en el dios único.
Antes de la división
Muhammad (Mahoma para los cristianos) es el último eslabón de una cadena de Profetas enviados por Dios para la salvación del hombre al conocer sus prédicas. El arcángel Gabriel es quien le presenta la primera revelación a Muhammad en el año 610 d. C. lo que se conoce en el Islam como el Período Meca, ya que allí residía al momento, el Profeta. Fue muy dura la resistencia de los mequíes ante el mensaje de Muhammad, y defendieron con vehemencia sus creencias de los ídolos que habían adorado por siglos. Ante esta dificultad de predicación Muhammad inició su peregrinación hacia Yatrib en el año 622. Esta emigración o hégira es lo que comienza el calendario musulmán y que coincide con la segunda revelación del arcángel Gabriel.
Más tarde esta ciudad sería nombrada Medina que traduce “la ciudad del Profeta” (Madinat al-Nabi). Aquí sí tuvo un importante impacto el mensaje revelado, y los fieles se comenzaron a sumar a las prédicas de Muhammad. Incluso se expandió con rapidez hacia otras ciudades y tribus la doctrina del Islam: muchos mequíes que descreían antes del mensaje divino, dejaron sus hogares para sumarse a esta nueva forma de vida. Así comenzó la comunidad de creyentes, la umma. La religión islámica reemplazaba el lazo clánico que unía antes a la comunidad. La fundación del primer Estado islámico se encuentra en el marco de la segunda fase de esta religión: el Período Medina.
Para establecer la base del Estado Islámico, Muhammad desarrolla tres pilares que deviene de las revelaciones enviadas por Dios y que se convierten no sólo en parte de una de las tres religiones principales, sino que también se convierte en la base de la vida social y política, una forma de vida para los creyentes.
En primer lugar, el concepto de umma como una comunidad que practicara la solidaridad, fraternidad, igualdad y ayuda mutua. Segunda, una autoridad absoluta que controlara al Estado, en forma de una ley divina que contenga una legislación social y política, pero con una base religiosa. Por esta razón es que el Islam es una combinación de esferas de la vida y no una mera creencia. Es indivisible el aporte del sistema social, económico, político y cultural que hacen al Islam un todo.
El tercer pilar, es el que tenía una fecha de caducidad, y que tras cumplirse, dio inicio a la división del Islam.
Esta tercer base de la religión implicada el reconocimiento de Muhammad como autoridad única de la umma: proclama la ley, se encargaba de que se cumpla, que se aplique y que el pueblo estuviera bien guiado en el camino del bien enseñado en las revelaciones. El Profeta se convertía en la única unión entre Dios y la umma.
Muhammad muere en el 632 d.C. sin dejar un sucesor. Así se estableció una nueva estructura política, el califato, que dio origen a la diversidad del Islam a lo largo de los años, y a duras batallar por el poder. Se desató una fuerte rivalidad entre aquellos miembros de la familia y la aristocracia quraysí, sin embargo la situación resolvió entre el grupo más íntimo de discípulos de Muhammad, y asumió el cargo Abu Bakr, suegro y amigo del Profeta. Se convirtió en el primer califa (jalifa) que traduce “el sucesor del enviado de Dios”. Los primeros cuatro califas, comparten el grupo del Califato Ortodoxo, y fueron capaces de mantener medianamente la paz entre la umma, y con las tribus aledañas con quienes debieron compartir el principio de tolerancia. Los mandatos de dichos califas fueron los siguientes: Abu Bakr (632-634); Ummar (634-644); Utman (644-656); y Alí (656-661).
Utman y Alí
La elección de Utman, aunque no fuera un hombre sobresaliente, era natural. “Musulmán de la primera época, emparentado por matrimonio con el Profeta, pertenecía además a esa aristocracia quraysí que, aunque en cierto momento fue relegada a un segundo plano por el éxito del Islam, no dejó de ser la potencia económico/social dominante en la Meca y en Arabia: el Profeta no había tenido nunca intensión de destruirla, sobre todo desde que se unió al Islam, y la designación de Utman, en suma, podría testimoniar esta mutua reintegración”.
Durante el gobierno de Utman, los miembros de la familia omeya se vieron favorecidos y a ello se sumó el descontento del pueblo por cese de la ola de conquistas que el Estado islámico había alcanzado, de manera que los ricos botines ya no llegaban a la población como en el pasado.
Sin embargo se debe destacar que durante su período avanzo la conquista cultural en el Norte de África y se realizaron importantes expediciones marítimas que permitieron la conquista de Chipre (649) y de otras islas del mediterráneo oriental.
Utman fue asesinado en el año 656 en condiciones bastante sombrías. Esto creo una revuelta entre los omeyas quienes quisieron vengar su muerte. La muerte de este jefe de Estado, y la sucesión de Alí, provocaron la primera guerra civil dentro del Islam. No había acuerdo sobre esta elección, y los pobladores de la Meca no tardaron en mostrar su disconformidad por la asunción de Alí: ellos querían que se eligiera a un miembro de los omeyas.
Impuesto por un partido (una xía), Alí, a diferencia de sus predecesores, no fue reconocido en lo inmediato por todos, y devino la primera fitna o ruptura de la comunidad islámica. Tuvo lugar en esta guerra civil la Batalla del Camello, en la que los partidarios de Alí, legitimistas que exigían que el califa fuese un descendiente de Muhammad, vencieron a los seguidores de Aisha (viuda joven del Profeta) que era aristócratas de la Meca y quraysíes.
El triunfo de Alí afianzó su poder pero sólo en Irak, ya que el resto de las zonas geográficas no reconocían su autoridad. En el 657 se produjo una nueva batalla en Siffín, que dada la estrategia de colocar páginas del Corán en sus lanzas, el ejército de Alí se vio obligado a deponer sus armas. Hubo un sector del partido del nuevo califa que no estuvo de acuerdo con esta acción y “salieron” de la lealtad que le debían a Alí. A este grupo se lo conoce como jariyiés que traduce los “salientes” del partido. Así quedan identificadas las tres grandes corrientes del Islam: los sunitas seguidores de la elección de un califa a partir de un criterio más democrático que se extendió por el mundo árabe-turco; los xiíes quienes eran partidario del grupo de Alí; y los jariyíes que fueron de la xía de Alí, pero que tras la segunda batalla desertaron su ideología.
El camino de la Sunna
La palabra sunna refiere a la costumbre, método, camino o ejemplo del Muhammad. Ergo los sunitas aceptaban la autoridad de Muawiya y consideraban que el califato no se transmitía por línea sanguínea. Sunitas son los musulmanes que siguen estrictamente a sunna (la práctica del Profeta). La mayoría de los musulmanes ven a la sunna como un complemento del Corán. Algunos puntos principales de esta tradición son:
1) El Profeta y su revelación son de la máxima autoridad.
2) Los versos del Corán deben interpretarse dentro del contexto de la totalidad de este libro sagrado.
3) En el Corán comprender el pensamiento racional está subordinado a la revelación.
4) Si el Corán o la sunna del Profeta ofrece un claro juicio sobre cualquier cosa, el musulmán está obligado a cumplir la presente sentencia. Si no hay un claro juicio sobre algo en el Corán, entonces es necesario hacer un juicio racional, conocido como Itjihad, que sea coherente con la enseñanza del Corán.
5) Los primeros cuatro califas eran los legítimos gobernantes de los principios de la umma.
6) La fe y las obras son inseparables.
7) Todo ocurre de acuerdo con el plan divino.
8) Allah se verá en la vida después de la muerte.
La tradición sunitas también hace énfasis en la formación de la política pública. Esto dio lugar a dos procesos interrelacionados: la supremacía de la Sharía o ley del Estado y la soberanía de la comunidad islámica. Actualmente el sunnismo representa el 90% de la religión islámica. Durante los primeros cuatro siglos del Islam, la sunna se transmitió mediante escuelas que surgieron para tales fines. Sus fundadores se constituyeron como los madhad, una manera particular de interpretar esta ley islámica. Los cuatro madhad fueron: Hanafi, Maliki, Shafi y Hanbali. Esta última escuela, la más rigurosa de las cuatro, se destacó por una aplicación literaria exigentes, tanto del Corán como de las sunnas.
En paralelo: el partido (Xía) de Alí
Alí era primo y yerno del Profeta, ya que se había casado con su hija Fátima. Los xiíes, miembros del partido de Alí, consideraban ilegítimos tanto a Muawiya (primo de Utman), como a los califas anteriores, por cuento sostenían que la sucesión en el califato sólo era legítima si venía desde arriba, es decir por línea co-sanguínea. Se agruparon en torno a la esposa de Alí, Fátima y a sus hijos Hasan y Husein.
En un principio, se constituyó alrededor del factor de la arabidad: creían en el califato hereditario, en contra de los omeyas a quienes atacaron como usurpadores de derecho de la familia del Profeta a gobernar. Pero dejaron muy pronto de lado su arabidad, la xía se extendió entre los esclavos de los “señores feudales” del islam, de Irak y Persia, fomentando su descontento contra la supremacía árabe que tanto hacían valen los omeyas. Aquí radica una de las diferencias esenciales entre las dos corrientes principales ya que el xiísmo se extendió en el mundo persa, y la sunna en el mundo árabe-turco y Asia.
La línea xiíta de descendientes de Alí y Husein se extinguió en el 873 d.C. cuando el último imán xiíta, sin hermanos ni hermanas murió a la edad de cuatro años. Los xiítas rechazaron la idea de que hubiese fallecido, prefiriendo creer que se lo mantenía oculto, pero luego de varios siglos se dieron cuenta de que el sucesor no se iba a dar a conocer. El poder pasó a los Ulema, un consejo de doce eruditos quienes escogieron al imán supremo. Por ejemplo el Ayatola Homeini fue electo así. En analogía un imán xiíta se compararía con el Papa Católico y los Ulema serían el Vaticano. Actualmente los xiítas solo constituyen entre el 10% y el 15% de la población musulmana mundial, pero representan casi el 90% en Irán y el 60% en Irak. También son mayoría en Yemen y Azerbaiyán.