Si hay un líder del siglo pasado que representa la reconciliación e integración racial es Nelson Mandela. Su historia y su legado son elocuentes en relación a su aporte al fin del apartheid. Luego de una lucha de casi cuarenta años, Mandela logró terminar con un gobierno opresivo contra los ciudadanos de raza negra. Fue un Promotor incasable del diálogo: desde la cárcel consiguió convencer al gobierno del Partido Nacional de ceder ante la evidencia y abrir el camino para desmantelar la segregación racial. Mandela fue finalmente liberado en 1990 y se convirtió en el principal interlocutor para negociar el proceso de democratización.

Durante uno de los tantos juicios que debió afrontar por su lucha, en 1963 dijo: “He luchado contra la dominación blanca, y he luchado contra la dominación negra”, aseguró al tribunal. “He albergado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y verlo hecho realidad. Pero su señoría, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.

Treinta años después lo logró, no debió morir, pero si vivir recluido en la prisión de Robben Island, durante 27 años en condiciones casi inhumanas como castigo por su liderazgo. Nelson Mandela en 1994, tras elecciones libres, se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica, y se transformó en un estadista completo.

Mandela tuvo la oportunidad, por la que había luchado durante décadas, de terminar con la “dominación blanca” y hacer del pueblo sudafricano una “sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades”.

Probablemente Mandela no haya sido el mejor gobernador. Tal vez en su mandato logró avanzar poco hacia los objetivos que se había propuesto en cuestión de vivienda, educación y empleo, pero el legado fundamental de la presidencia de Mandela radica en que dejó un país en el que el Estado de derecho se consolidó a través de una Carta de Derechos irrefutable, una nueva constitución redactada en 1996 y una “Comisión de la Verdad y la Reconciliación” la que demostró con el ejemplo, avalando las conclusiones, frente al parecer del ANC, que señalaban no solamente los abusos y crímenes del régimen segregacionista, sino también los cometidos por los diversos grupos de los movimientos de liberación, incluido el Congreso Nacional Africano durante el Apartheid.

Su mayor conquista fue haber trasmitido al pueblo de raza negra, oprimido violentamente durante décadas, su ausencia de rencor. Dio señales concretas de reconciliación como cuando formó su gobierno compuesto por una fusión inimaginable de razas y creencias, que incluía a muchos de sus antiguos opresores, cuando al ser nombrado presidente, invitó a uno de sus carceleros blancos a la toma de posesión, o cuando apoyó abiertamente a la selección de rugby de Sudáfrica, un símbolo histórico del apartheid, en la Copa Mundial de Rugby de 1995. La misión de este líder fue moderar el resentimiento y unir al pueblo sudafricano en su conjunto. Lo logró. ◊

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Ciencias Políticas (USAL). Analista especializado en el conocimiento científico de las realidades socio-políticas, nacionales e internacionales. Jefe de redacción de Reconciliando Mundos, Jefe del departamento de ciencias políticas de Grupo B, asesoramientos consultivos.