LA FIEBRE DEL PLANETA

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Muchos dirán que, de tanto en tanto, el espíritu agorero se despierta y sale a denunciar catástrofes venideras. Independientemente de que nos parezca un fastidio o no, cualquier advertencia es pertinente si se encuentra bien documentada. Por ejemplo, para muchos especialistas, el calentamiento global representa la mayor amenaza para la humanidad: al derretirse las masas de hielo continental y al dilatarse los océanos por el calentamiento del agua, aumentaría drásticamente el nivel del mar. El alza de las temperaturas intensificaría las tormentas e inundaciones; paradójicamente, también extendería las sequías. Se trataría de un fenómeno capaz de reducir drásticamente los glaciares del planeta que proveen gran parte del agua dulce para la población mundial. Es triste decirlo pero, según parece, ya no podemos enunciar estos desastres en condicional (“podrían”, “serían”), sino que debemos tratarlos como realidades concretas y presentes.

¿Son las actividades humanas la principal causa del calentamiento global? A los expertos les inquieta “la posibilidad de que hayamos iniciado un lento pero implacable alud de cambios”, dice la revista Science. Por otro lado, hay quienes cuestionan esta afirmación. Admiten que las actividades humanas pueden ser un factor, pero no el principal. Sin embargo, abundan los estudios científicos concretos que así lo señalan. Por ejemplo, tiempo atrás una comisión de expertos y autoridades en asuntos medioambientales realizó durante cuatro años un amplio estudio de los principales ecosistemas terrestres, iniciativa conocida con el nombre de “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio”. En resumen, los resultados indican que la creciente demanda de alimentos, agua dulce, madera y combustibles en los últimos cincuenta años ha generado cambios sin precedentes en los ecosistemas debilitando la capacidad de la Tierra para sustentar a las generaciones futuras. Para el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), dependiente de la ONU, el calentamiento global es “inequívoco” y “muy probablemente” se debe a la acción del hombre. El periódico canadiense Globe and Mail informó: “Los humanos están degradando el planeta a un ritmo tan vertiginoso que existe el riesgo de que los sistemas naturales se colapsen abruptamente, provocando enfermedades, deforestación o zonas muertas en los mares”. Si bien la junta directiva de la “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio” opina que las sociedades humanas tienen el poder para mitigar las presiones crecientes sobre los ecosistemas, también reconoce que para lograrlo “se requieren cambios radicales en la manera en que se trata la naturaleza en todos los niveles de la toma de decisiones”. ¿Podrán las generaciones actuales y futuras lidiar con este problema?

Alienta saber que la educación en distintas partes del mundo viene impulsando la capacitación específica en áreas de ecología y medio ambiente, desde especializaciones de corta duración hasta carreras universitarias completas (Analista en Medio Ambiente, Licenciatura en Ecología y Conservación del Ambiente). Incluso, las tradicionales carreras en áreas biológicas incluyen hoy en día orientaciones hacia los más modernos desarrollos científicos en ecología, medio ambiente, biología molecular y biotecnología. Además, muchas otras carreras no específicas del área incluyen materias ligadas a las tecnologías del medio ambiente y al desarrollo sostenible. Brinda esperanza el saber que muchos profesionales se capacitan para enfrentar esta tarea.

Sin embargo, el desafío es grande. La manera en que la actividad humana ha agravado el problema ecológico indica la existencia de causas profundamente arraigadas en el comportamiento de nuestra raza: la codicia, el egoísmo, la ignorancia, la mala administración y la apatía. Admitir que los sistemas que sostienen la vida están siendo atacados por la contaminación, la deforestación, la urbanización y la extinción de especies es un comienzo; capacitar a personas sinceramente preocupadas por trabajar en el tema constituye otro gran paso. Queda pendiente ver si somos capaces de cambiar la actitud individualista para pensar en el colectivo social, y si los grandes actores del escenario internacional se encontrarán dispuestos a aunar sus esfuerzos para conservar la diversidad y riqueza de nuestro planeta. ◊

Altas temperaturas, sequías, incendios forestales. Lluvias ciclónicas, inundaciones, aludes de barro. La Unión de Científicos Preocupados sigue señalando los peligros del cambio climático mundial.