Los costos de la energía renovable continúan reduciéndose y las tecnologías para el almacenamiento y el manejo de la demanda de energía están desarrollándose rápidamente, creando nuevas oportunidades para construir sistemas de energía más limpios y eficientes, y para ampliar el acceso a la energía en los países en desarrollo.

El logro de un nuevo acuerdo climático internacional a partir de la Cumbre de París sería una piedra angular para la construcción de una economía mundial baja en carbono y más resiliente, lo que enviaría una fuerte señal a empresas e inversionistas. El acuerdo debería incluir una meta a largo plazo para que las emisiones alcancen un valor cercano o menor a cero en la segunda mitad del siglo, así como un mecanismo para el reforzamiento regular de los compromisos.

La Comisión hace las siguientes recomendaciones:

En los sistemas económicos clave, donde se concentra el crecimiento y las emisiones:

1. Acelerar el desarrollo bajo en carbono en las ciudades del mundo

Todas las ciudades deberían comprometerse a desarrollar e implementar estrategias de desarrollo urbano bajas en carbono para el año 2020, utilizando en lo posible el marco del Pacto de Alcaldes, dando prioridad a políticas e inversiones en transporte público no motorizado y de bajas emisiones, eficiencia de los edificios, energías renovables y manejo eficiente de los desechos.

Las ciudades compactas, conectadas y eficientes pueden generar un crecimiento más sólido, crear puestos de trabajo, mitigar la pobreza y reducir los costos de inversión, así como mejorar la calidad de vida a través de la disminución en la contaminación del aire y las congestiones de tráfico. Mejores y más resilientes modelos de desarrollo urbano son particularmente críticos para ciudades de rápida urbanización en el mundo en desarrollo. Las redes internacionales de ciudades, como el Grupo de Liderazgo de Grandes Ciudades por el Clima C40 (C40 Cities Climate Leadership Group), Gobiernos Locales para la Sustentabilidad (International Council for Local Environmental Initiatives, ICLEI) y la Red Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales y Regionales (United Cities and Local Governments, UCLG), están ampliando el intercambio de mejores prácticas e iniciativas de desarrollo para facilitar nuevos flujos de financiamiento, lo que permite tomar medidas más ambiciosas para abordar el cambio climático. Los bancos multilaterales de desarrollo, donantes y otros entes deberían desarrollar un paquete de al menos mil millones de US$ para la asistencia técnica, la construcción de la capacidad necesaria y el financiamiento para respaldar los compromisos por parte de las 500 ciudades más grandes del orbe.

En conjunto, las acciones urbanas bajas en carbono disponibles en la actualidad podrían generar un caudal de ahorros hacia el año 2050 con un valor actual de 16.6 billones US$, y podría reducir las emisiones anuales de GHG por 3.7 Gt de CO2e para el 2030.

2. Restaurar y proteger los paisajes agrícolas y forestales y aumentar la productividad agrícola

Los gobiernos, las instituciones financieras multilaterales y bilaterales, el sector privado y los inversionistas dispuestos deberían trabajar juntos para ampliar el financiamiento para el uso sustentable de la tierra, y así apoyar la meta mundial de detener la deforestación e iniciar la restauración de al menos 500 millones de hectáreas de tierras agrícolas y bosques degradados para el 2030. Las economías desarrolladas y los países boscosos en desarrollo deberían incorporarse a asociaciones que magnifiquen los flujos internacionales para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation, REDD+), y concentrarse cada vez más en hallar mecanismos que generen reducciones verificadas de emisiones, con el objetivo de financiar la reducción de 1 Gt adicional de CO2e por año a partir del 2020. El sector privado debería comprometerse a extender los compromisos para cadenas de suministro de productos básicos libres de deforestación y una mejora en el financiamiento para este propósito.

El freno a la deforestación y la restauración del estimado de un cuarto de las tierras agrícolas a nivel mundial que se encuentran severamente degradadas, puede mejorar la productividad y resiliencia agrícola, reforzar la seguridad alimentaria y mejorar los entornos para las comunidades que habitan en zonas agrícolas y boscosas de los países en desarrollo.

3. Invertir al menos 1 billón US$ al año en energía limpia

Para reducir los costos de financiamiento de la energía limpia y catalizar la inversión privada, los bancos multilaterales y de desarrollo nacionales deberían ampliar su colaboración con los gobiernos y el sector privado, así como sus propios compromisos de capital, con miras a alcanzar un total mundial de al menos 1 billón de US$ de inversión anual en el suministro de energía baja en carbono y la eficiencia energética (no en transporte) para el 2030.

La rápida masificación de las fuentes de energía bajas en carbono y la eficiencia energética es esencial para impulsar el crecimiento global, conectar a las aproximadamente 1.3 miles de millones de personas que actualmente carecen de acceso a la electricidad y a las 2.7 miles millones que carecen de instalaciones modernas para cocinar, así como para reducir la contaminación del aire relacionada con los combustibles fósiles. Incrementar el financiamiento internacional para el acceso a la energía constituye una prioridad clave. La cooperación internacional coordinada por instituciones de desarrollo financiero está contribuyendo a mejorar el perfil de riesgo-retorno de los proyectos de energía limpia, particularmente para los recursos renovables y la eficiencia energética, reduciendo así el costo de capital por inversión e incrementando su disponibilidad. Esta cooperación también está comenzando a impulsar un cambio, alejando las inversiones de la electricidad generada por carbón y la exploración de combustibles fósiles; esto debe ser acelerado, comenzando con las economías desarrolladas y emergentes. Ampliar el financiamiento de la energía limpia hasta al menos 1 billón de US$ al año podría reducir las emisiones anuales de GHG en 2030 por 5.5-7.5 Gt de CO2e.

4. Elevar los estándares de eficiencia energética al mejor referente global

El Grupo de los 20 (G20) y otros países deberían converger sus estándares de eficiencia en sectores y productos clave al mejor referente global para el 2025, y el G20 debería establecer una plataforma global para una mayor alineación y una mejora continua de los estándares.

La cooperación para aumentar los estándares de eficiencia energética de los electrodomésticos, sistemas de iluminación, vehículos, edificios y equipos industriales puede desbloquear ahorros de energía y de costos, expandir los mercados globales, reducir las barreras no arancelarias al comercio y disminuir la contaminación del aire y las emisiones de GHG.

La cooperación debería ser facilitada y respaldada por el G20, logrando un empoderamiento de las iniciativas por sector, y por organizaciones internacionales, tales como la Agencia Internacional de Energía (International Energy Agency, IEA), la Asociación Internacional de Cooperación para la Eficiencia Energética (International Partnership for Energy Efficiency Cooperation, IPEEC) y Energía Sostenible para Todos (Sustainable Energy for All, SE4All).

A nivel mundial, las inversiones mejoradas en eficiencia energética podrían aumentar el resultado económico acumulativo por 18 mil millones US$ para el 2035,incrementando el crecimiento en 0.25–1.1% por año. La alineación y el aumento gradual de los estándares nacionales de eficiencia podría reducir las emisiones anuales de GHG en 2030 por 4.5–6.9 Gt de CO2e.

Para los factores clave que impulsan el crecimiento económico y las reducciones en emisiones:

5. Implementar precios del carbono efectivos

Todas las economías desarrolladas y emergentes, y otras donde sea posible, deberían comprometerse a introducir o reforzar políticas de fijación de precios del carbono para el 2020, y disminuir gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles. La existencia de precios robustos, predecibles y crecientes para el carbono envía una señal importante para ayudar a orientar las decisiones de consumo, y las inversiones en infraestructura e innovación; los ingresos fiscales generados pueden aprovecharse para apoyar a familias de bajos ingresos, compensar reducciones en otros impuestos, o para lograr otros objetivos de políticas. Un estimado de 12% de las emisiones anuales de GHG actualmente está cubierto por impuestos al carbono ya existentes o previstos, o por sistemas de comercialización en todo el mundo. Progresivamente, más empresas están invitando a los gobiernos a que implementen políticas de fijación de precios del carbono, y en la actualidad más de 150 utilizan una referencia interna (generalmente cercana a 40 US$/t de CO2 para las compañías petroleras) para orientar sus decisiones de inversión.

La cooperación internacional sobre fijación de precios al carbono y la reforma de los subsidios, incluyendo a los países del G20 y con el respaldo del Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (Organisation for Economic Co-operation and Development, OECD) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), puede ayudar a mitigar las preocupaciones sobre el impacto en la competitividad que tendrán las medidas unilaterales en esta política, mejorar el intercambio de conocimiento y transparencia, proporcionar oportunidades para vincular los esquemas de comercialización por emisión y reducir los costos de tomar tales medidas.

6. Asegurar que la nueva infraestructura sea sostenible y esté adaptada al clima

El G20 y otros países deberían adoptar principios clave que garanticen la integración del riesgo climático y los objetivos climáticos en las políticas y planes nacionales de infraestructura.

Estos principios deberían ser incluidos en la Iniciativa Global de Infraestructura (Global Infrastructure Initiative) del G20, y deben usarse para orientar las estrategias de inversión de instituciones de financieras públicas y privadas, particularmente los bancos multilaterales y los bancos nacionales de desarrollo. Se necesitan aproximadamente 90 billones US$ de inversión en infraestructura para el 2030, a fin de alcanzar las expectativas globales de crecimiento, la mayor parte en países en desarrollo. A través del G20, la inversión en infraestructura se ha convertido en un enfoque central de cooperación económica internacional para instituciones financieras de desarrollo nuevas y establecidas.

Integrar los objetivos climáticos con las decisiones de infraestructura, a menudo a bajo o sin costo adicional, aumentará la resiliencia al cambio climático y evitará el atascamiento en inversiones altas en carbono y contaminantes. El financiamiento internacional deberá ser incrementado significativamente para distribuir anticipadamente las inversiones en infraestructura que se necesitan para alcanzar las metas ambientales y de desarrollo, que incluyen un aumento en la capitalización de los bancos multilaterales y nacionales de desarrollo.

7. Estimular la innovación en tecnologías bajas en carbono

Los gobiernos de países emergentes y desarrollados deben trabajar mancomunadamente con el sector privado y los países en desarrollo, en asociaciones estratégicas que aceleren la investigación, el desarrollo y la demostración (ID&D) (Research, development and demonstration, RD&D) en áreas tecnológicas bajas en carbono, críticas para el crecimiento y reducción de las emisiones después de 2030. En la actualidad, el financiamiento público para la ID&D de tecnologías bajas en carbono no es suficiente para catalizar la innovación para el crecimiento a largo plazo y una reducción rentable de las emisiones más allá de 2030. Debería ser al menos triplicada por las principales economías para mediados de la década de 2020. Las asociaciones internacionales permiten a los países compartir los costos de la innovación y el conocimiento generado por ella. Esto puede ser particularmente beneficioso para los países de bajo y mediano ingreso, permitiéndoles “saltar” a nuevas tecnologías y mejorar su capacidad de innovación. Las áreas prioritarias para la innovación cooperativa en tecnologías bajas en carbono incluyen el acceso a la agricultura y energía, particularmente en los países en desarrollo; soluciones globales a largo plazo, tales como la bioenergía y la captura, aprovechamiento y almacenamiento de carbono; y tecnologías clave para evitar quedar atrapados con infraestructuras intensivas en el uso de carbono, incluidos los edificios, las redes eléctricas y los sistemas de transporte.

En campos críticos de las actividades de los sectores empresariales y financieros:

8. Impulsar el crecimiento bajo en carbono a través de las acciones de empresas e inversionistas

Todas las grandes empresas deberían adoptar objetivos de reducción de emisiones a corto y a largo plazo e implementar los correspondientes planes de acción, y todos los grandes sectores industriales y cadenas de valor deberían acordar los caminos a tomar para transformar los mercados, en concordancia con la descarbonización a largo plazo de la economía global. Los entes reguladores del sector financiero y accionistas deberían animar activamente a las empresas e instituciones financieras para que revelen factores críticos sobre el carbono, el ambiente, la sociedad y la gobernanza, e incorporarlos a su análisis de riesgos, modelos de negocio y toma de decisiones.

Las empresas están impulsando un mercado global de 5.5 billones US$ en tecnologías y productos ecológicos y bajos en carbono, y muchas grandes empresas en la actualidad están reduciendo sus emisiones, logrando ahorros significativos en los costos y con frecuencia mejorado la rentabilidad.

Las iniciativas lideradas por las empresas y el sector financiero están estableciendo nuevas normas para la acción corporativa, lo cual incluye la fijación de objetivos a largo plazo y la integración del riesgo climático en los análisis y estrategias de los inversionistas. Iniciativas como la Alianza para Bosques Tropicales 2020 (Tropical Forest Alliance 2020, TFA 2020) y la iniciativa de la Asociación para Tecnología Baja en Carbono (Low Carbon Technology Partnership initiative, LCTPi) buscan transformar los mercados en sectores y cadenas de valor clave, impulsando la innovación y creando mercados globales bajos en carbono. Las compañías deben trabajar conjuntamente con los gobiernos, sindicatos y otras partes interesadas para asegurar una transición justa a una economía baja en carbono, que respalde la creación de puestos de trabajo, el desarrollo de habilidades y la renovación de las comunidades.

Para los sectores clave donde la acción internacional puede desbloquear la reducción de emisiones de bajo costo

9. Aumentar la ambición para reducir las emisiones internacionales por transporte aeronáutico y marítimo

Las emisiones de los sectores aeronáuticos y marítimos internacionales deberían reducirse en concordancia con la ruta hacia los 2°C, a través de acciones en el marco de la Organización de Aviación Civil Internacional (International Civil Aviation Organization, ICAO) para implementar una medida basada en el mercado y una norma de eficiencia aeronáutica, y a través de normas exigentes de eficiencia para los combustibles marítimos, respaldados por la Organización Marítima Internacional (International Maritime Organization, IMO).

En conjunto, la aeronáutica y el transporte marítimo mundiales producen aproximadamente el 5% de las emisiones globales de CO2, y se espera que para el 2050 esta cifra se eleve a 10–32%.

No obstante, ofrecen algunas de las reducciones de emisiones más costo-efectivas disponibles hoy en día, particularmente mediante un aumento en la eficiencia en el uso de los combustibles. Se espera que dos nuevas normas de la IMO ahorren un promedio 200 mil millones US$ en costos anuales de combustible para el 2030. La adopción por parte de la ICAO en 2016 de una medida basada en el mercado (un esquema de comercialización por emisión o esquema de compensación) puede reducir las emisiones y potencialmente generar financiamiento para la acción climática u otros fines al mismo tiempo. Esta iniciativa puede ser complementada por una nueva norma aeronáutica que garantice reducciones en las emisiones dentro del sector. La IMO debería adoptar un objetivo global de reducción de emisiones y promover el ahorro de combustible a través de normas exigentes de eficiencia operacional y un sistema de apoyo para el intercambio de datos. Estas medidas podrían ayudar a disminuir las emisiones anuales de GHG en 0.6–0.9 Gt de CO2e para el 2030.

10. Disminución progresiva del uso de los hidrofluorocarbonos (HFC)

Las Partes firmantes del Protocolo de Montreal deberían aprobar una enmienda para la disminución progresiva de la producción y uso de HFC.

Los hidrofluorocarbonos, utilizados como refrigerantes, como solventes, en la protección contra incendios y para elaborar espumas de aislamiento, son los GHG de más rápido crecimiento en buena parte del mundo, aumentando a una tasa de 10–15% por año.

El reemplazo de los HFC con refrigerantes más ecológicos implica bajos costos iniciales y puede generar ahorros económicos y energéticos. Las iniciativas de cooperación como la Coalición para el Clima y Aire Limpio para Reducir los Contaminantes del Clima de Corta Vida (Climate and Clean Air Coalition to Reduce Short-Lived Climate Pollutants, CCAC), el Foro de Bienes de Consumo y ¡Refrigerantes, Naturalmente! (Refrigerants, Naturally!) están ayudando a los países y empresas a lograr una reducción en el uso de HFC. La incorporación de los HFC en el Protocolo de Montreal podría significar ganancias significativas a corto plazo para aminorar el ritmo del cambio climático y apoyar a los países en desarrollo, con lo cual se evitarían 1.1–1.7 Gt de CO2e de emisiones de GHG para el 2030 a la vez que se impulsarían mejoras considerables en la eficiencia energética.

La implementación de estas acciones en muchos casos requerirá una inversión significativa. Se necesitará financiamiento público internacional y nacional para catalizar y ayudar a apalancar el financiamiento privado, en particular para el desarrollo urbano y de energía baja en carbono; la acción para frenar la deforestación y restaurar las tierras degradadas; construir capacidad; y para ampliar la investigación, desarrollo y demostración de tecnologías y procesos limpios. Los beneficios económicos de tal inversión serán sustanciales, incluso si no se toman en cuenta las ganancias climáticas.