Sabiduría del Antiguo Egipto. EL Kabash

Para comprender qué es y cómo se vivencia su práctica energética y mística, Reconciliando Mundos presenta el Kabash: un conocimiento amplio que incluye el autoconocimiento y lleva a la elevación del ser humano. Una tradición de meditación, según la sabiduría del Antiguo Egipto.

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La palabra Kaba en egipcio antiguo, significa “recibir” y Esh o Ash significa “fuego, luz”, por lo cual se traduce Kabash como “recibir la luz”.Es la madre de la Kabalah, desarrollada posteriormente por el pueblo judío, luego de la salida de Egipto.

El Kabash es una sabiduría de vida destinada a la superación del ser humano en todos los aspectos de su vida. Practicada y enseñada por los antiguos sacerdotes del Nilo, guarda los secretos de sus conocimientos sobre la energía humana, sus fuentes y cómo desarrollarla. También habla de la medicina de aquellos sabios, de su sensibilidad y gran humanismo de sus prácticas místicas; nos enseña a vivir en armonía con el Universo, a través de la meditación y ejercicios corporales desarrollando energías positivas y controlando fuerzas negativas  que influyen sobre nosotros.

El Kabash desarrolló numerosas terapias basadas en la Dabraká (mantras) y la estimulación de los centros energéticos según los mapas del aura, para restablecer el equilibrio psíquico o físico. Aquella antigua medicina, hoy la conocemos como cura bioenergética. Uniendo la Dabraká al movimiento corporal, se originaron varias disciplinas destinadas a mantener la salud y la juventud, estimulando el funcionamiento de los distintos órganos y glándulas así como la depuración de cuerpo y mente.

La meditación con Dabraká también se utilizó, en la antigüedad, con el fin de superar traumas, bloqueos y armonizar relaciones familiares y de pareja. Los médicos del alma,guiaban a la persona al encuentro con su alma y su Destino, para que pudiera alcanzar su realización en todos lo planos de la vida.

A lo largo de un proceso de crecimiento personal, el Kabash puede utilizarse como un poderoso instrumento de ayuda al otro, de manera equilibrada y responsable. A través de la práctica de la meditación se mejora el aprendizaje, ya que siendo una sabiduría de transformación personal y de auto superación no se basa, únicamente, en una teoría, ni en una comprensión puramente racional.

Egipto: Dinastía XVIII

El Kabash vivió su apogeo en este período de la Historia. Por lo tanto, para poder acercarnos a su esencia, debemos conocer su contexto histórico: el Faraón del que hablaremos es Amenofis III, noveno faraón de la dinastía XVIII, (1391 a.C y reinó hasta 1352 d.C). Hijo de Tutmosis IV y padre de Amenofis IV, llamado posteriormente Akenatón, “El Faraón Hereje”, al imponer el monoteísmo, en el Antiguo Egipto, a través de la Revolución Atoniana.

El Egipto que encontró Amenofis III fue una tierra de opulencia y poder, como “Gran Constructor”, él mismo contribuyó sumando grandes obras arquitectónicas al esplendor egipcio. Mantuvo las relaciones con los países vecinos y vasallos, a través de tratados y de un activo intercambio comercial, con pocas acciones militares.

La Revolución Atoniana

Toda revolución nace como consecuencia de un proceso social, económico, cultural y religioso.

Egipto, sobre el final del reinado de Amenofis III, atravesaba un período de crisis castigado por el hambre: luego de una sequía prolongada, el ríoNilo no desbordaba para fertilizar las tierras y poder cultivarlas. Los graneros estaban vacíos y, por primera vez, el Faraón se vio obligado a pedir a sus países vasallos que pagasen sus tributos, con alimentos.

Además Amenofis III perdió las dos guerras más importantes que había enfrentado; por lo tanto, algunos países y sus reyes dejaron de ser dominados y de contribuir con el Imperio Egipcio, el cual no solo había perdido sus dominios, sino sus grandes ingresos.
En los templos había tristeza y gran ansiedad.

Los sacerdotes bendecían las tierras y a los campesinos, pero las oraciones a sus Dioses no daban resultado.

Muchos interpretaron esa situación como si fuesen víctimas de un castigo, lo que generó miedos e inseguridad. La revolución hizo erupción como consecuencia de un problema social, no fue solo el resultado de una confrontación religiosa.

La religión de Atón, realmente, se hubiera podido practicar en convivencia con los demás dioses; sus adeptos eran pocos y nunca representó una amenaza para las grandes deidades como Amón-Ra, Osiris, Isis o Hator. La mayoría de estos dioses pertenecían a tribus semitas que vivían en Egipto. Los hebreos estaban separados, tenían otras costumbres y creencias, pero poco a poco las dos culturas sufrieron una mutua influencia.

El culto de Amón fue llevado, hasta las tierras del Nilo, por descendientes de la tribu abrahmita, que profesaban el monoteísmo; entre ellos, el conocido José de los escritos bíblicos.

Según la Biblia, José fue vendido, por sus hermanos, como esclavo, sin embargo fue nombrado Visir cuando interpretó un sueño del Faraón (las 7 vacas flacas que salieron del Nilo y comían 7 vacas gordas), aconsejándole guardar los granos de los años de abundancia, para reservar alimentos para los años de escasez que vendrían; consejo que salvó al país del hambre y la miseria. De esta forma, la descendencia abrahamita alcanzó el poder, cuyo momento cúlmine fue con el casamiento de Amenofis III y la hija de José, Tyié (cuyo nombre significa “estoy con Ié”) a su vez, el hermano de la Reina Tyié, el General Jai Ari, era el Jefe de los Ejércitos.Con el tiempo, el Dios Ié que era el Dios de los Milagros, el Gran Dios Invisible, ocupó un lugar destacado dentro del panteón egipcio: unido a Atón, Dios de los Ejércitos, cuyo culto ya existía en Heliópolis (Ciudad Bíblica de On), pasó a ser llamado Aton-Ié y luego, unido a la gran fuerza solar de Ra, se convirtió en Atón-Ra, que apoyado por los principales dirigentes del gobierno de Egipto, fue el símbolo de la revolución atoniana ,proclamado como Dios oficial de la religión egipcia, por Amenofis IV.

Así, por 17 años, el país rindió culto a ese dios abrahamita, un Dios único que puso a un lado todas las deidades que formaban parte de las arraigadas tradiciones religiosas. Se instauró, por primera vez en la historia del Antiguo Egipto, hace unos 3500 años atrás, el monoteísmo.

Amenofis IV, cambió su nombre a Akenatón “Servidor de Atón”, fue uno de los personajes más controversiales. “El Faraón Hereje”, casado con la Reina Nefertiti, “La bella ha llegado”, al desencadenarse la revolución atoniana, tuvo que enfrentarse a la hostilidad de los sacerdotes de Tebas que eran politeístas y rendían culto al dios Amón-Rá.

Tebas, la capital, era el centro cultural y de poderío político, económico y religioso de la época; los sacerdotes tebanos concentraban mucha riqueza, eran los portadores del conocimiento y acumulaban privilegios; su poder se comparaba a la de un gobierno, dentro del propio gobierno egipcio.

Estratégicamente, la pareja real, transfirió la capital al centro del país, donde construyeron la nueva ciudad, Neket-Atón u “Horizonte de Atón”, actualmente Tell-Amarna. Allí se fundaron los primeros templos de Atón, (Dios de la Justicia, del Amor y la Verdad, una profunda esencia de humanismo) llamadas Casas de Vida.

Buscaban implantar una nueva filosofía representada por un Disco Solar con los brazos extendidos y cuyas manos daban vida, así como el sol da luz y calor y su bendición a todos los hombres, sin importar su condición.

A partir de estos conceptos, las Casas de Vida abrían sus puertas a la población para ayudar a través de terapias desarrolladas por los sacerdotes atonianos y organizadas por la Suma de Sumas Nefrú; rescataron los conocimientos de la Antigua Escuela de Ptah Otep (Dinastía XII) y enseñaron al pueblo a crecer y vivir mejor.

Esa fue la forma de atraer más adeptos y la religión atoniana se tornó popular, con la propuesta de una sociedad más justa.

A pesar de ello, los más conservadores arraigados a sus antiguos Dioses, no aceptaban lo que consideraban una total herejía y la revolución comenzó a tener rechazo, por parte de las clases dominantes unidas al clero de Amón-Ra, al ver amenazados sus privilegios y poder.

Más tarde se unieron a los países vecinos que se aprovecharon de la situación para liberar a Egipto, y así, hubo una fuerte reacción que culminó con el fracaso de la revolución.
Quisieron borrar este período histórico de un Faraón hereje y su revolución, un mal ejemplo que debía ser olvidado, por eso muchos registros de la época fueron destruidos.

Sabemos que esa fue la base de tres religiones actuales que retomaron la esencia monoteísta de Atón que son: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo. Esa etapa puede considerarse como fuente de inspiración de otras revoluciones posteriores, ya que fue una fase innovadora: en el plano social hubo destaque del rol de la mujer y de sus derechos, representado por la figura de la Reina Nefertiti; en el plano cultural, notamos el nacimiento del llamado Arte de Amarna, que retrataba la importancia de la unión del Hombre con la Naturaleza. Además, hubo gran riqueza de principios filosóficos, éticos y humanistas.

El Kabash

Quizás una de las preguntas más importantes, sea entender cómo llegó el Maestro Rolland a la sabiduría que transmite, hace años, a sus discípulos y que es la base de las enseñanzas divulgadas y practicadas por el Instituto Nefrú*. Él mismo nos cuenta su historia: “Grandes hombres, grandes guías de nuestra civilización miraron atrás porque buscaban aprender. Entonces, ¿Por qué no reflexionar sobre las enseñanzas de nuestros antepasados, de la sabiduría y cultura humana acumuladas a lo largo de millares de años? ¿Por qué despreciar esa valiosa contribución? ¿Por qué no escuchar la voz del pasado, traer al presente y llevar al futuro, enseñanzas que podrían ser útiles para nuestra vida?

Se instauró el monoteísmo, por primera vez, en la historia del Antiguo Egipto, hace unos 3500 años atrás

Por eso, reconozco y respeto mis orígenes. Nací en cuna judía, mi padre era un kabalista** y fue él, quien me enseñó la primera meditación a los 8 años. En mi juventud, fui a la Escuela de Kabalah, en Bs.As.; también estudié Medicina y Psicología.

La Kabalah fue y continúa siendo una de las grandes soluciones para el hombre a través de los tiempos, especialmente, para el pueblo judío para el que fue algo mágico y hasta temido. Sin embargo, no es fácil de comprender ya que fue trasmitida oralmente de maestro a discípulo.

Aquellos que me enseñaron seguían a diferentes kabalistas, especialmente los que unían la Kabalah a la religión y a la teosofía. Pero llegó a mí, un maestro que revolucionó mi visión al hablarme de Luria, que además de haber ido a Israel también estuvo en Egipto, buscando los orígenes de esa sabiduría. La influencia de Luria sobre mí fue enorme, sobre todo por el concepto de que la Kabalah tenía que ser para todos, no solo para los judíos, tenía que ser llevada al mundo.

Por esta razón, fue perseguido dentro de la propia colectividad judía, aunque yo siempre tuve un respeto especial por sus ideas, incluso aquellas relacionadas con los orígenes egipcios de la Kabalah.

Estudiando los jeroglíficos y buscando entre las tumbas, encontré muchas palabras semitas*** y pude percibir el origen egipcio de las mismas, por ejemplo: el nombre del propio patriarca judío Abraham. Vi que, en egipcio antiguo, Ab Ra Am quería decir “padre del pueblo de Dios”(Ab: padre; Ra: Sol y Am: pueblo).

Con el nombre de Abraham, entré por la puerta más grande, en la historia del hombre, ingresé en la tierra del Nilo; hurgué entre muchos nombres y conceptos hebraicos y los encontré en el interior de la cultura egipcia.

Busqué sus orígenes, quería encontrar la raíz, aquello que hace a una cultura ser madre de otra.

Fui a Egipto indagando los orígenes de la Kabalah, buscando una verdad más allá, tratando de averiguar los principios de todo lo que había aprendido con mis maestros.

Recuerdo muy bien uno de los viajes que realicé, mientras buscaba respuestas a mis inquietudes como discípulo, como místico; era pleno verano en El Cairo, sentado al lado de una tumba, con un calor insoportable pensaba: “Todo lo que estoy estudiando, arqueología, jeroglíficos, tantas tumbas, monumentos y papiros…algún día ¿sabré por qué lo hago? ¿Qué estoy buscando en el Valle de los Reyes?

Esperé tantos años para saber el porqué de estos viajes, de estos estudios. Hoy lo sé. Estas páginas son, en parte, el resultado de todo aquello que estaba haciendo, en aquel momento, sin saber la razón.

¡Qué importante es conocer las grandes razones de nuestra vida! Seguí ese mensaje, una inspiración, y seguí mi camino. Encontré una verdad, el Kabash, y es lo que quiero enseñar, transmitir las enseñanzas.

Entonces, como una respuesta a esos pensamientos, sentí un mensaje: “En Egipto encontrarás la verdad, el origen de la Kabalah: la gran sabiduría del Kabash.


Astenkeph. Espíritu Guía, Ka, del Maestro Rolland.

*Instituto Nefrú, es en homenaje a una Suma Sacerdotisa del Antiguo Egipto que vivió en una etapa de la Dinastía XVIII; Nefrú “La Dama de la Flor Azul”, Maestra y Médica del Cuerpo y del Alma, además de Escriba de la Política, Escriba de la Justicia, Organizadora de las Leyes del Alto y Bajo Egipto. Una mujer extremadamente culta y de gran fe; como filósofa contribuyó con sus escritos y fue una de las ideólogas de la revolución monoteísta del reinado de Akenatón y Nefertiti.

** Aquél que practica Kabalah: sabiduría de revelaciones y fuerzas místicas sobre la Creación y su Creador, transmitida por Moisés a los judíos.

***Descendientes de las tribus Sem. Se relaciona con los pueblos árabes, hebreos y sirios, localizados en SE de Asia y Norte de África.