TEORÍA DE LA COOPERACIÓN: PROCESOS INTERNACIONALES PARA EL DESARROLLO

EN GENERAL SE UBICA COMO EL NACIMIENTO DE LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO EL CONTEXTO DEL FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y LA CONSECUENTE GUERRA FRÍA QUE ESTRUCTURÓ SU ACCIONAR. SI BIEN POR ENTONCES LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO FUE UN INSTRUMENTO VÁLIDO DE LAS POTENCIAS PARA GANAR INFLUENCIA EN LOS PAÍSES DEL BLOQUE, ACTUALMENTE SE ENCUENTRA ATRAVESANDO LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN Y LOS PROBLEMAS TRANSNACIONALES EN UN ESCENARIO INTERNACIONAL DE POST GUERRA FRÍA.

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A pesar del nuevo contexto internacional los vicios de los países del Norte sobre el Sur parecen estar dispuestos a permanecer. Sobre este punto es interesante destacar la visión de César Montúfar cuya perspectiva interpretativa parte de los Estados receptores. El autor expresa que la Asistencia Internacional al Desarrollo (AID) es una fuerza modeladora de las estructuras estatales en los países receptores de dicha asistencia. “La interacción de los intereses y poder de los donantes, las organizaciones internacionales e ideas sobre el desarrollo produjo una retórica particular en torno a la asistencia para el desarrollo.”1 En general se piensa que los procesos de transformación económica, social y de formación estatal son consecuencia de distintas determinaciones nacionales, y en este sentido, se desestima la influencia del sistema internacional sobre las sociedades receptoras de asistencia y sus instituciones políticas. Al respecto, Montúfar enfatiza como la AID se convirtió en el instrumento favorito para promover transformaciones decisivas en los países del Sur. Por otro lado, es interesante ver la definición de cooperación internacional al desarrollo que se hace desde el Norte, Sanahuja escribe: “la cooperación internacional al desarrollo comprende el conjunto de actuaciones, realizadas por actores públicos y privados, entre países de diferente nivel de renta con el propósito de promover el progreso económico y social de los países del Sur de modo que sea más equilibrado en relación con el Norte y resulte sostenible. A través de la cooperación al desarrollo, se pretende también contribuir a un contexto internacional más estable, pacifico y seguro para todos los habitantes del planeta.”2

A pesar de que Sanahuja reconoce que los países donantes pueden percibir beneficios intangibles –como influencia política en los países de destino- o tangibles -como beneficios comerciales–, parece no considerar necesario ni siquiera observar las premisas básicas del realismo sobre la cooperación internacional para el desarrollo. En este sentido, las preferencias de los Estados –seguridad y poder– quedan afuera.

Por otro lado, la visión de Montúfar, de la cooperación como fuerza modeladora de las construcciones estatales en las naciones receptoras, parece no considerar el margen de maniobra de estas para negociar su posición. Si bien, en más de una situación el mencionado margen puede ser inexistente, los nuevos debates en torno a la posición de los receptores están cuestionando los modos de vinculación con el Norte y la arquitectura de la cooperación internacional para el desarrollo.

CUESTIONAMIENTOS AL PBI COMO INDICADOR DE DESARROLLO

¿Qué otros indicadores es necesario considerar para asignar ayuda al desarrollo? ¿Qué rol se les asigna a los PRM en el sistema de cooperación al desarrollo? ¿Cuál es su importancia en la cooperación Sur-Sur? ¿Por qué esta discusión es relevante en América Latina y en el contexto de cambio de la “arquitectura” de la cooperación internacional?

“Los cambios en la doctrina de la cooperación internacional para el desarrollo fueron acompañados de un mayor énfasis en la necesidad de orientar los recursos de la ayuda hacia los sectores sociales y hacia los países donde la pobreza es más aguda. Acorde con esta orientación son ya varios los donantes que han decidido eliminar su cooperación y cerrar sus delegaciones en diversos países de renta media.”5

Siguiendo la clasificación del Banco Mundial, algunos ejemplos de naciones consideradas como PRM son: Argentina, Brasil, Chile, China, Costa Rica, México, Panamá, Trinidad y Tobago, Uruguay, Venezuela.

Ahora bien, Antonio Alonso se esfuerza por definir por que es importante seguir colaborando con los países de renta media, a modo de esbozo sus principales argumentos son: que los PRM concentran cerca de la mitad de la población mundial (47,4%), que en ellos reside buena parte de la población pobre del Planeta (41%), que representan el 60% de los países que conforman el mundo, que concentran más del 83% de la deuda externa mundial, que son responsables del 41% de las emisiones de CO2, que aportan el 36% del PBI mundial, que son responsables del 21% del comercio mundial de bienes y servicios.

Siguiendo estos argumentos, el autor deriva en conclusiones que ligan directamente a los PRM con las cuestiones globales más urgentes. Por ejemplo, si se quiere erradicar la pobreza necesariamente deben obtenerse logros sociales en estos países –porque en ellos reside buena parte de la población pobre del mundo-; son vulnerables, por lo tanto, necesitan el respaldo internacional para consolidar y hacer reversibles los logros alcanzados; la comunidad internacional debe apoyar los esfuerzos de estos países por proveer bienes – porque son responsables del 21% del comercio mundial de bienes y servicios-; y por último, el peso que algunos de los PRM tiene a nivel regional, puede tener un efecto inductor de progreso sobre terceros países.

Una primera conclusión tiene que ver con cuestionar la insuficiencia del PBI para determinar el bienestar de una sociedad. Hay que preguntarse por que un indicador que mide la producción de bienes y servicios finales de una economía determinada es elegido para categorizar el bienestar de la sociedad.

En este sentido, si tomamos al PBI como un indicador único y válido para medir una economía, parece incoherente que las prestaciones gratuitas que brinda el Estado a la comunidad como hospitales, escuelas y universidades públicas vayan en contra de su aumento.

En todo caso, si aceptamos el PBI, este debería servir para definir una cooperación diferencial, sobre los fundamentos y modalidades que se utilizan en los países con mayores dificultades de desarrollo y menores niveles de crecimiento.

Siguiendo esta línea, Alonso señala que en lugar del tradicional sistema donante/receptor, debería promoverse la progresiva participación de los países de renta media en las tareas de ayuda, a medida que avanzan y acumulan experiencia en desarrollo. Esto destaca la importancia de prestar mayor atención a las necesidades de desarrollo de los PRM, poniendo en consideración la necesidad de adoptar un criterio flexible e innovador en la política de cooperación dirigida a estos países, seleccionando la modalidad de ayuda y los instrumentos de acuerdo a las condiciones especificas de cada país.

En este sentido, la necesidad de cooperación de los PRM parece orientarse a la asistencia y asesoramiento técnico en la definición de políticas y en el fortalecimiento institucional, al apoyo a la actividad de interlocución y de demanda social, y a la modificación de los marcos normativos que regulan las relaciones económicas internacionales en el ámbito comercial, tecnológico y financiero.

Una segunda conclusión tiene que ver con preguntarse qué indicador es suficiente en sí mismo para medir el desarrollo de los países. Las principales correcciones que se han hecho tienen que ver con distintos índices que a pesar de los esfuerzos conceptuales no han logrado abordar la complejidad del asunto. En este sentido, el Indicador de Progreso Genuino (IPG), el Índice de Gini, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), han intentado llenar este vacío, pero la cuestión sigue siendo la misma: si un índice aumenta o disminuye a fin de llenar una ecuación matemática.

Entonces, parece no existir una respuesta válida que reemplace al PBI como indicador para categorizar a los países. La definición de la Huella Ecológica como una medida de cuánta tierra y agua biológicamente productivas necesita un individuo, una población o una actividad para producir todos los recursos que consume y absorber todos los desechos que genera, usando las tecnologías y la administración de recursos vigentes; tampoco es suficiente. “Su flexibilidad y capacidad para comunicar resultados han contribuido a que el indicador se adapte a nuevas realidades, siendo cada vez más empleado como herramienta para la toma de decisiones en distintos ámbitos”. Sin embargo, algunos de sus fundamentos teóricos han sido objeto de importantes críticas, como la falta de profundización respecto a la cuestión del agua de consumo y los recursos no renovables; otra “de las cuestiones sobre las que existe más controversia es el papel que desempeña el comercio exterior en la huella.”7

Una última conclusión tiene que ver con el lugar en que se ponen los países considerados como de renta media. En lugar de enfocarse en la creación de un nuevo marco para discutir la cooperación internacional, parece que el debate se centrara en una única preocupación que tiene que ver con el modo en que se los denomina desde el Norte.

Respecto a la creación de un nuevo marco para discutir la cooperación internacional, podría encontrarse respuesta en lo que se llama Cooperación Sur-Sur. “El enfoque de esta cooperación se basa en la idea de “ayuda mutua”, en contraposición con el enfoque más asistencialista de “dar ayuda por caridad”. Las acciones de cooperación entre países de desarrollo representan una modalidad orientada esencialmente hacia el logro de beneficios colectivos.”8

Una característica para destacar de esta cooperación, es que las naciones afrontan desafíos de desarrollo similares a nivel local y global, lo cual facilita la adecuación de las acciones a necesidades y perspectivas comunes. Esta empatía parece hacer más sencilla y lineal la vinculación entre ellos. A su vez, a nivel regional, los Estados en desarrollo comparten ambiciones y experiencias comunes en cuanto a la edificación y al crecimiento de la nación, facilitando la comprensión mutua y mejorando la efectividad de los proyectos. Esta mancomunión se pudo forjar gracias a los vínculos que han unido histórica y culturalmente a los países de la periferia.

Es válido hacer una ultima observación, respecto a como algunos países del Norte como España están preocupados por la categorización de los PRM, ya que aceptar esta clasificación llanamente implicaría la perdida de un vínculo estratégico con América Latina.

Por tal motivo, podemos dilucidar por qué autores como Alonso buscan justificar la continuidad de la ayuda, concluyendo que es necesario “construir un sistema de cooperación que sea incentivo-compatible con los propósitos de desarrollo, no puede ser que los resultados exitosos no sean compensados. La cooperación debe conformarse como un sistema integral que acompañe a los países en su senda de desarrollo, modulando la intensidad y adaptando los contenidos de la ayuda a las necesidades específicas de cada etapa de desarrollo” 9.

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Lic. en Relaciones Internacionales de la Univ. del Salvador, posgrado en Gestión de Proyectos Internacionales. Especialista en Cooperación Internacional (Fondo Arg. de Cooperación Sur- Sur y Triangular de la Cancillería Argentina). Becada en: “El Sistema de Cooperación Internacional para el Desarrollo en un Mundo en Transformación: Orígenes, Cambios y Retos” ( Univ. Autónoma de Puebla, México y la Univ. Complutense de Madrid). Ejecución de misiones exploratorias para la formulación de proyectos de cooperación técnica (Fondo Argentino de CSS y Triangular de la Cancillería Argentina; Costa Rica y Colombia).