El objetivo central de la organización, parece ser la puesta en marcha de un Consejo Suramericano de Defensa y otro de Energía, por sugestión del gobierno brasileño en su conjunto y en virtud, según analistas del acontecer regional, de la decisión de los Estados Unidos de emplazar una flota naval de cara a esta parte del planeta, así como del problema energético que confrontan las potencias del área.
A propósito, el Ministro de Defensa de la vecina nación acaba justamente de efectuar una visita a la sede de gobierno para dialogar tanto con su par como con el Presidente de la República sobre el mecanismo defensivo común, cuyo inspirador originario sería el coronel Hugo Chávez, de Venezuela, quien ya tiene suscrito un convenio militar con Evo Morales, lo que dejaría traslucir que más allá de sus diferencias en otras cuestiones, los líderes brasileño y venezolano van de la mano frente a las acciones de la actual administración norteamericana.
Inquieta en este escenario que el inminente alumbramiento de UNASUR vaya a producirse en medio de conflictos internos en el ámbito continental, como el que mantienen Colombia, Ecuador y Venezuela por causa de la narco guerrilla colombiana, y de problemas limítrofes irresueltos, a lo que habría que añadir la disparidad ideológica entre los gobiernos suramericanos, que se refleja en la ejecución de políticas igualmente distintas.
Peor todavía, el empeño que nos ocupa resultará paralelo a otros de anterior data, cual es el caso de la Asociación Latinoamericana de Integración, la Comunidad Andina de Naciones y el Mercado Común del Sur, que a lo largo de su existencia no han cristalizado una verdadera integración de la región, de donde corre el riesgo de quedar en calidad de buena intención y nada más.
De todas maneras, habrá que ver lo que dice y hace la docena de mandatarios y jefes de Estado en Brasilia, a la cabeza de Evo Morales, presidente pro témpore del organismo en gestación.
Evaluando nuestra historia, recordemos las acciones puestas en juego de nuestra política exterior año 1868 uno de los hechos referente a la Triple Alianza y nuestra participación en el Congreso Americano de Lima (1864), la clave en un discurso el del ministro Elizalde, pronunciado en la cámara de diputados el 3 de junio de 1868, respondiendo a una intervención sobre los antecedentes de la guerra de Paraguay:
“La primera dificultad con que tropezaba el gobierno nacional, era el estado de los partidos de la Republica Argentina. El gobierno argentino tenía que pensar en que situación iba a encontrarlo este conflicto general del Rio de la Plata, tenía que ver cuáles eran los elementos simpáticos con que debía contar, y cuales los elementos hostiles que nunca podrían asimilarse por más sacrificios que hicieran para conseguirlo (…).
El orden de cosas del Paraguay tenia medio siglo, y este orden de cosas había sido siempre el mismo ante todos los gobiernos de la Republica Argentina, cualquiera que hubiese sido el partido que dominase; era una política agresiva, irritante, audaz y perseverante en sus medios, hasta el extremo de confesar un día que podía disponer de la suerte del Rio de la Plata como él lo entendiese.
El gobierno de Paraná envió varias misiones diplomáticas para ver de conseguir que el Paraguay desistiese, y entretanto, el gobierno del Paraguay estaba espiando el momento en que la Republica Argentina se encontrarse en lucha para consumar sus usurpaciones, mediante un tratado, por el cual ofreció unos vapores y unos cuantos soldados, queriendo recibir un territorio inmenso que pertenecía a la Republica Argentina.
Sin un acontecimiento casual, por un tratado solemne, se habría visto privada a la republica de un territorio que le pertenecía, y habría perdido, no solamente una gran parte de su soberanía, sino que habría comprometido su paz y su seguridad en lo futuro”
En el texto de Víctor Lascano podemos observar nuestras raíces latinoamericanas en lo referente a la política exterior de ese momento plena guerra por cuestiones limítrofes, por consecuencias de interés y factor económico (cuenca del Plata), es decir esos elementos que serán estudiados como factores geopolíticos, geoestratégicos, enraizados desde nuestros orígenes, son disparadores a lo que cronológicamente fue procesándose, con el contexto social, acompañado del cultural se va esclareciendo la dinámica de la política exterior en la actualidad.
Los Organimos de integración, articulación de políticas interestatales el MERCOSUR, creado o mejor dicho producto del modelo económico que atravesaba a toda Latinoamérica, “neoliberalismo” se enmarcara en cuestiones de interés económico que en un marco mas jurídico, o de integración para la aceptación y subordinación de este modelo económico imposible de olvidar por las diferentes crisis en los países latinoamericanos.
UNASUR, cumple la suerte de poder garantizar objetivos como “construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus integrantes, utilizando el diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, la financiación y el medio ambiente, entre otros, para eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social, la participación ciudadana y fortalecer la democracia”.
Quiero adentrarme en la situación económica de nuestro país con mayor precisión, poder evaluar lo que en nuestra historia aun parece difícil de controlar un sistema financiero equilibrado, como por ejemplo los impuestos de exportación, importación, y propongo revaluar nuestros comienzos financiero, con el desafío de los intereses de Gran Bretaña por sobre nuestro país: “Convenio de Londres” (1933):”…”El abandono del librecambio por Inglaterra y sobre todo, la firma puesta al pie de los acuerdos de Ottawa, no habían dejado en pie términos hábiles para una política de entendimiento comercial entre la Gran Bretaña y la Argentina. Podía decirse por eso, como lo ha dicho el Poder Ejecutivo, que la Republica Argentina, estuviera a merced de la Gran Bretaña, y que en esa situación era indispensable tratar. Literalmente, tal vez, porque el comprador libre no está obligado a comprar a nadie; prácticamente no; las naciones no se combaten ni se perjudican sin necesidad, y la gravitación de los intereses comerciales internacionales crea factores de armonía, efectivos y no ilusorios. Así sucedía en ese caso. Inglaterra no habría de proponerse perseguir ni boicotear la producción argentina, por tratarse de un país en cual, sus propios súbditos han invertido cerca de 500 millones de libras esterlinas, del cual, recibe, en condiciones insuperables de calidad y baratura, los productos que necesita para alimentación de su pueblo. Y la Republica Argentina tampoco habría de lanzarse, porque si, a una guerra de tarifas con la nación que le compra la mayor parte de sus más nobles productos, se los paga en buena moneda y concurre a su progreso con la acción se sus capitales y de sus técnicos. Se habría creado una situación que era necesario contemplar con tacto y no comprometer persiguiendo a quimera de un tratado bilateral en el que Inglaterra nada podría darnos. Y el señor ministro de las Relaciones Exteriores ha comprometido esa situación en su empeño por tratar, estrellándose contra dos obstáculos insalvables: primero, los acuerdo de Ottawa que se hicieron públicamente para crear la producción de los Dominios británicos un tratamiento preferencial respecto de los productos argentinos; y segundo, la política de fomento de la producción ganadera domestica sostenida por la mayoría conservadora del gobierno británico.
El convenio de Londres no ha removido esos dos obstáculos, porque no podía removerlos. Si estábamos a merced de la Gran Bretaña después de los acuerdos de Ottawa, seguimos a merced de la Gran Bretaña, después del convenio de Londres, y el empeño puesto imprudentemente en realizar el tratado ha conducido a empeorar la situación, obligándolos a renunciar al control de los embarques de carnes, sin dejar por eso de sufrir una disminución en la cuota básica de Ottawa. El gobierno argentino- y digo “el gobierno argentino”, porque aun cuando las culpas del señor ministro de Relaciones Exteriores en este asunto sean muchas, no es el único culpable- el gobierno argentino no se dio el ano pasado cuenta exacta de la situación…”.
Este contexto de dificultad para esclarecer una política exterior enmarcada en una justa legalidad en los tratados bilaterales, la falta de precisión, de planificación, estrategia, por parte de nuestra nación, son factores que suelen persistir en el tiempo, de manera relativa.
Como luego se trato de replantear “soluciones inmediatas” aparece el denominado Plan Prebisch, reforma que tenía que ver con 1ero.: Transferencia al sector agropecuario de una mayor proporción del ingreso nacional, mediante al aumento de precios de los productos agropecuarios, el encarecimiento de los productos de importación, la liberación de los controles de precios y la congelación general de los salarios. 2do: Amplio concurso del capital extranjero, bajo la forma de empréstitos. 3ero: Política des inflacionario tendiente a comprimir el actual nivel de ocupación y a transferir mano de obra de la industria del agro. 4to: Eliminación de los cauces bilaterales del comercio exterior con miras a la adopción de una multilateralidad limitada.
Aquí Jauretche menciona como será el rumbo de nuestra economía, este plan significara la transferencia de una parte sustancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia tierras de ultramar. “Los argentinos reduciremos el consumo, en virtud de la elevación del costo de vida y el auge de la desocupación. De esta manera, no solamente aumentaran nuestros saldos exportables, sino que serán más baratos, lo que será aprovechado por el consumidor ingles que ensanchara su cinturón a medida que nosotros lo vayamos achicando”.
Con el aporte histórico de la política exterior latinoamericana y por último el análisis del desarrollo del marco jurídico de la UNASUR cabe señalar que el modelo planteado no se da propiamente como un modelo de integración política como la europea que propone un proceso de convergencia de objetivos políticos y de la conformación de supranacionalidades; este acuerdo suramericano busca, determinarse como instrumento necesario dentro de un marco ideológico en el que no se le da prioridad solo a la óptica comercial, sino que se añadan valores comunes característicos a los de un formato supranacional, viendo como fines últimos a la democracia, desarrollo y justicia social; este acuerdo por otro lado bajo una combinación de políticas sociales y de cohesión social busca también la superación de aquella visión neoliberal que se ha venido inculcando en la región con mayor intensidad desde mediados de siglo pasado, el cual “al mercado” siempre se lo ha puesto como la solución de los problemas estructurales, presentándoselo como el fin último de todos los procesos, es decir el nuevo modelo regional es un modelo diferenciado de los modelos que han antecedido en la región pero ahora se cuenta con él compromiso de todos los países suramericanos, y en cuyo principio primarían ahora si los intereses de la región, con la esperanza de que el movimiento hacia un desarrollo sostenible sea un movimiento dado en bloque y bajo un mismo objetivo, tema del que ha carecido y por ello criticado a los demás acuerdos que le han precedido.