“América Latina y el Caribe deben aceptar su vocación natural de unidad y avanzar con unidad de acción en el sueño de los libertadores americanos. Si la aspiración dos veces centenaria de América Latina y del Caribe de ser una América unida tenía validez, la tiene más ahora en el mundo global en el que vivimos” así se refirió al naciente organismo, Felipe Calderón en la Cumbre del Grupo de Río, cúpula que desde 1986 reúne anualmente a los jefes de Estado de la región.
Hasta hoy los Estados latinoamericanos solo tenían bloques subregionales (como la Comunidad Andina, Centroamericana, Caribeña, Mercosur, Alba) y como conjunto sólo se habían asociado a potencias del hemisferio norte. Es un proceso de integración sin precedentes, pues por primera vez todos los Estados de Sur y Centroamérica se unen en torno a un ente común. Bien lo dijo el mandatario del país anfitrión: “Hemos decidido constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños como espacio regional propio que una a todos los Estados”, al cerrar el encuentro. Asimismo, confirmó que el nuevo organismo asumirá el “patrimonio” del Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe.
Por su parte, el controvertido presidente de Cuba, Raúl Castro, aventuró que la decisión de crear el nuevo organismo trascenderá en la historia del continente: “Considero que están dadas las condiciones para la constitución de un organismo puramente latinoamericano que represente a las 33 naciones de América Latina y el Caribe”.
Este nuevo espacio de acción conjunta traerá una nueva dinámica en las relaciones interamericanas y proveerá así mayor equilibrio en las decisiones regionales y mundiales que promuevan un mejor escenario frente a los intereses de cada Estado.
Como dato no menor en el mismo documento se aprueba destinar más de 30 millones de dólares a la reconstrucción de Haití y la colaboración entre las naciones para reforzar la seguridad en la región.
Esta nueva instancia de integración que se abrió pone a prueba una vez más la relación de fuerzas que, en el terreno político, ejercen los gobiernos de América Latina y el Caribe, no sólo entre los “alineados” y los “no alineados” con las políticas de Washington, sino entre los propios países que integran el autodenominado frente progresista latinoamericano.
La ya planteada relación de fuerzas interestatales subyace en dos polos a los que la Celac no escapa: Uno es el que ejerce Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú y otros países alineados a las políticas de Washington quienes quieren un ente que colabore con el Departamento de Estado, donde no cuestione los TLC (Tratados de Libre Comercio). Otro es el que persigue el Alba (Alternativa Bolivariana para las Américas), que quisiera que esta institución sepulte y remplace a la OEA (Organización de Estados Americanos).
Para mediar en esta pugna se formó un grupo de países amigos, presidido por República Dominicana y acompañado por Argentina, Brasil, Chile y México. Definitivamente aseveramos que este grupo tendrá trabajo por hacer, puesto que los conflictos están a la luz ya antes de que empiece a funcionar.
Sobre el final de la reunión el presidente de Bolivia, Evo Morales, acusó al Jefe de Estado colombiano no solo de ser “un agente del imperio” sino también de asistir a la Cumbre solo para tratar de hacer “fracasar” la reunión, provocando a Hugo Chávez Frías con una “intervención sorpresiva” al término de un almuerzo privado, ya que no dejó expresarse al mandatario bolivariano cuando éste intentó responder. Por su parte, Álvaro Uribe se involucró en una fuerte discusión con su homólogo vecino antes de la aprobación del documento final, ya que le recordó a Chávez Frías del “embargo comercial” que arremetió contra su país.
Este no fue el único conflicto ya que los coletazos también llegaron en una inesperada decisión de funcionarios de Brasil, México y Argentina de votar a favor de que Ecuador sea incluido por el Grupo de Acción Financiera (Gafi) en la “lista negra” de países que no cooperan con la lucha contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo. A la brevedad, el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño expuso en un comunicado público, en paralelo a la cumbre en México, que la verdadera razón de esta decisión del Gafi tendría que ver con las relaciones que el país mantiene con Irán. “Lamentablemente, esta decisión ha sido compartida con representantes de países amigos, como Argentina, Brasil, México”, señaló.
La postura de los delegados de los tres países sorprendió al propio ejecutivo ecuatoriano. Días antes del anuncio del Gafi, el ministro coordinador de la política económica de Ecuador, Diego Borja, había puesto en duda que países amigos como Argentina y Brasil tuvieran intenciones de apoyar la iniciativa. De hecho, la posición argentina sobre este conflicto fue expresada en forma inmediata por el canciller Jorge Taiana al confirmar que su gobierno había desplazado al funcionario que, con su voto, avaló la tesis de que Ecuador fomenta el narcoterrorismo. El canciller Patiño calificó la decisión del Gafi como una maniobra presionada por el G-20, el grupo de países desarrollados y en vías de desarrollo que, por América Latina, integran precisamente Argentina, Brasil y México.
La mediación del grupo de “amigos” no resultó ni lo hará a corto plazo.
La mediación del grupo de “amigos” no resultó ni lo hará a corto plazo, por eso es necesario que surja un mediador. El devenido primus inter paris del bloque, Brasil, deberá servir como puente entre ambos polos con intereses en pugna. No por nada el mandatario bolivariano dijo al respecto que su candidato para dirigir el futuro grupo regional es Luiz Inácio Lula da Silva, que para 2011 ya habrá dejado la presidencia del Brasil. “Sería un gran aporte que Lula se dedique a tiempo completo a organizarnos, con su experiencia, sus años, con el respeto que todos los tenemos”, declaró el presidente venezolano. Es certero que el papel asumido por Brasil como potencia emergente puede llegar a ser la locomotora de este proceso.
No es paradójico que Brasil y México hayan asumido el rol de vanguardia en la creación de la Celac, ya que su intención también es competir con las potencias del norte apoyándose en el gran mercado del sur. Un dato para tener en cuenta es que Brasil y Mexico representarían más del 60% del PIB global de la Celac y esta evidencia económica se ha transformado en un desafío para impulsar.
Ahora bien, es claro que la no membresía de los países mas poderosos en términos políticos y económicos del hemisferio es un dato más que claro para entender la lógica del reciente bloque. “No es un pacto contra país alguno, es un pacto por nuestros pueblos, por nuestra unidad, por nuestra libertad y soberanía” así lo expresó Hugo Chávez Frías respecto a la Celac a la Agencia Bolivariana de Noticias en el mismo día que proclamaron la creación del bloque.
El embajador de Estados Unidos en Brasil, Thomas Shannon, declaró que su país no observa que sus intereses puedan ser amenazados por esta iniciativa, muy por el contrario añadió que su gobierno “considera como algo bueno que los países de América Latina mejoren su integración”. Y agregó: “No creo que se trate de una OEA sin Estados Unidos. La OEA seguirá siendo la OEA, una organización importante”. Asimismo, y siguiendo la misma línea, Philip Crowly, portavoz del Departamento de Estado, señaló que la creación de la Celac “es acorde con los objetivos del gobierno de Washington en la región”.
la región de la Celac tiene un PBI global de 5 billones de dólares.
Un indicador clave para entender la lógica de estas relaciones es que la región de la Celac tiene un PBI global de 5 billones de dólares, que representa tres veces menos que el PBI conjunto de Canadá y Estados Unidos que alcanzó en 2009 la astronómica suma de 15 billones. En términos económicos es claro que la Celac no es una amenaza para los dos países del norte del hemisferio.
Más allá de la voluntad férrea e indeclinable de todos los países latinoamericanos y caribeños de continuar con la integración, uno de los objetivos estratégicos de la Celac es racionalizar la proliferación de organismos de integración, coordinación y concertación. De hecho la idea es que, una vez consolidado el organismo, el Grupo de Río, la Cumbre América Latina-Caribe, Sela y Aladi desaparezcan.
Desde luego que no se ha mencionado en forma clara por los suscritores del acuerdo, pero en el fondo subyace la intención de que la Celac reemplace a la OEA más temprano que tarde, ya que la Celac funciona como contraposición a la viciada Organización de Estados Americanos. El porqué decantó por si solo en su escasa capacidad de mediación en conflictos como los presentados entre Colombia, Ecuador y Venezuela, o la poca determinación frente a los hechos que acompañaron la destitución del presidente Zelaya en Honduras.
Otro indicador del debilitamiento institucional de la OEA es la falta de candidatos a suceder al secretario general del organismo, Insulza, lo cual no es más que una muestra de su crisis interna, que subsiste en paralelo con las dificultades financieras que atraviesa, aún siendo Canadá y Estados Unidos sus mayores aportantes.
Esta claro que el telón mayor de la coyuntura de la Celac es la existencia de dos modelos políticos diametralmente opuestos para hacerle frente a los grandes retos que conllevan los pueblos de América Latina. Podemos encontrar una suerte de sistema bipolar dentro del mismo hemisferio, en donde suscita una puja de poder crónica entre ambos polos, lo cual no facilita la toma de decisiones. Muy por el contrario las anula al punto de siquiera poder llegar a ejecutarlas.
Por otro lado, no hay garantía que un espacio netamente latinoamericano, sin la presencia de potencias como Canadá y Estados Unidos sea capaz o, mejor aún, esté realmente interesado en ayudar a avanzar a la región hacia una agenda común. Hasta ahora, Latinoamérica cuenta con una agenda compartida en temas de narcotráfico, lucha contra la pobreza, problemáticas ambientales y presencia de actores armados ilegales, entre otros asuntos. Sin embargo los planes individuales de los países, en especial de aquellos influenciados por el presidente Chávez, parecen ir en dirección opuesta.
Si bien es importante contar con organismos propios que lleven la vocería de la región, creemos que la realidad política del continente muestra que, más que esfuerzos de integración y preservación de la institucionalidad democrática, lo que existe es evidencias de desconfianza y falta de interés en el diálogo mutuo, como ha venido sucediendo hasta ahora.
La pregunta es ¿sirve crear espacios sin la presencia de Canadá y Estados Unidos si a la par se vienen desarrollando encuentros y alianzas con países como China o Irán, contrarios a la tradición democrática y que traen mayor tensión a la región? Así las cosas, creemos que la solución no parece estar en seguir potenciando liderazgos disonantes sino revisar la evidencia histórica y volver a discutir sobre el mejor futuro para América Latina, pero en otros términos.
Más allá de todo, ya esta fijada para julio de 2011 la primer conferencia política de la Celac en la ciudad venezolana de Caracas, en donde se materializara y perfeccionara la integración para tratar temas como seguridades energética, alimentaria, vivienda, vestimenta, salud, tierra, hábitat, medio ambiente, ecología y trabajo para todos. Asimismo, se crearan los estatutos y mecanismos oficiales y jurídicos pertinentes.