Desde las 2.08 hs. hasta las 3.15 hs. de la madrugada, del día sábado 3 de octubre, el hospital de urgencia y trauma de Médicos Sin Fronteras, en Kunduz, Afganistán, sufrió un bombardeo aéreo en repetidas ocasiones, con intervalos de quince minutos. El edificio principal del hospital, en el que se encontraban las unidades de cuidados intensivos, urgencias y fisioterapia fue bombardeado con total precisión y de forma reiterada, durante cada uno de los ataques aéreos, mientras el resto de los edificios del complejo permanecieron intactos.
El número total de personas fallecidas asciende a 22, de los cuales 12 eran trabajadores humanitarios de MSF y 10 eran pacientes del hospital (entre ellos, 3 niños), 37 personas resultaron heridas, de las cuales 19 formaban parte del equipo de Médicos sin Fronteras.
Desde el 28 de septiembre de 2015, cuando el conflicto bélico llegó a la ciudad de Kunduz, hasta el momento del ataque, los equipos médicos de asistencia de MSF habían tratado a 394 heridos. En el momento del bombardeo, había 105 pacientes en el hospital y más de 80 trabajadores internacionales y nacionales de MSF.
El hospital de Kunduz era el único centro de trauma de su tipo en la región, había abierto en agosto de 2011
Nuestro personal ha informado que no había combatientes armados en la instalación hospitalaria, ni se estaba produciendo ningún combate en el complejo, únicamente, la instalación de en Kunduz, era la de un hospital plenamente funcional, repleto de personal y pacientes.
Tras los bombardeos, el equipo de MSF trató de poner a salvo a los internados heridos y a los enfermos e intentó salvar las vidas, tanto de los compañeros como de los pacientes heridos, en el ataque, tras instalar un quirófano de emergencia en una de las salas, que no había sufrido ni daños, ni desperfectos.
Dicho hospital era la única estructura sanitaria de envergadura, en el noreste de Afganistán, que ofrecía tratamiento de emergencia y de trauma de calidad. En el año 2014, más de 22.000 personas recibieron tratamiento en él y se realizaron más de 5.900 intervenciones quirúrgicas.
El hospital de MSF, en Kunduz, ha sido destruido parcialmente y ya no se encuentra operativo. Miles de personas resultarán afectadas al quedarse sin acceso a cuidados médicos de emergencia cuando más se necesitan. Exigimos una investigación independiente a través de la Comisión Internacional Humanitaria de
Encuesta (CIHE), para que se esclarezcan la secuencia de hechos del ataque. La CIHE no forma parte de las Naciones Unidas, fue creada en el año 1991, a través del artículo 90 del Protocolo Adicional 1, de las Convenciones de Ginebra que regulan las leyes de la guerra. El CIHE se estableció, justamente, para este tipo de supuestos: investigar de forma independiente, las violaciones al Derecho Humanitario como los ataques a hospitales, que están protegidos en zonas en conflicto.
Médicos Sin Fronteras comenzó sus actividades, en dicho territorio, en el año 1980. Tanto en Kunduz, como en el resto del país de Afganistán, el personal nacional e internacional ha trabajado, desde esa fecha, con el objetivo de facilitar un cuidado médico de mayor calidad; colaborando además, con el Ministerio de Salud, no solamente en el hospital público Ahmad Shah Baba, sino también, en la maternidad Dasht-e-Barchi de Kabul y, en el hospital Boost de Lashkar Gah, en la provincia de Helmand. En la ciudad de Khost, ubicada al este del país, a su vez, se está gestionando la instalación de un hospital materno infantil.
Como en todos sus proyectos, los médicos de MSF tratan a los pacientes por sus necesidades médicas, sin realizar ninguna clase de distinciones por razones de etnia, religión o ideas políticas.
En Afganistán, MSF no acepta fondos gubernamentales y se financia, exclusivamente, por medio de fondos privados. ◊
EL ENFERMERO DE MSF, LAJOS ZOLTAN JECS, ESTABA EN EL CENTRO DE TRAUMA DE KUNDUZ, CUANDO EL HOSPITAL FUE GOLPEADO POR UNA SERIE DE BOMBARDEOS AÉREOS, EN LAS PRIMERAS HORAS DEL SÁBADO 3 DE OCTUBRE.
“No tengo palabras para expresar esto. Es indescriptible, absolutamente aterrador.
Estaba durmiendo en nuestra habitación de seguridad, en el hospital. Alrededor de las 2 hs. de la mañana, me despertó el sonido de una gran explosión cercana. Al principio no sabía lo que estaba pasando. Anteriormente, durante la semana pasada, habíamos oído bombardeos y explosiones, pero siempre más alejadas. Esta era diferente, más cercana y estruendosa. Al principio hubo confusión y polvo que se asentaba. Mientras tratábamos de averiguar lo que estaba pasando, hubo más bombardeos.
Después de 20 o 30 minutos, escuché que alguien gritaba mi nombre. Era uno de los enfermeros de la sala de emergencia, se tambaleaba con una herida muy grave en su brazo, estaba cubierto de sangre, con heridas por todo el cuerpo. En ese momento mi cerebro no podía entender lo que estaba sucediendo. Por un segundo me quedé inmóvil, conmocionado. Gritaba pidiendo ayuda. En la habitación de seguridad tenemos un suministro limitado de elementos médicos esenciales, pero no había morfina para aliviar su dolor. Hicimos lo que pudimos.
No sé, exactamente, cuánto tiempo pasó, pero tal vez media hora después de que cesó el bombardeo, salí con el coordinador del proyecto para ver lo que había sucedido. Lo que vimos fue el hospital destruido, en llamas. No sé lo que sentí, de nuevo sólo conmoción. Fuimos en busca de sobrevivientes. Algunos ya habían llegado a una de las habitaciones seguras. De a poco, una a una, la gente comenzó a aparecer, heridos, entre ellos algunos de nuestros colegas y los cuidadores de los pacientes.
Tratamos de ingresar y revisar uno de los edificios en llamas. No puedo describir lo que había ahí dentro. No hay palabras para explicar lo terrible que era. En la Unidad de Cuidados Intensivos, seis pacientes estaban ardiendo en sus camas,…pacientes, heridos, gritos, en todas partes.
Intentamos hallar a una parte del personal, que se suponía estaba en el quirófano. Fue horrible, un paciente, allí, en la mesa de operaciones, muerto, en medio de la destrucción. No podíamos encontrar a nadie. Afortunadamente, después nos enteramos de que habían podido huir de la sala de operaciones y habían encontrado un lugar seguro donde protegerse.
Revisamos el departamento de pacientes hospitalizados. Afortunadamente, no fue alcanzado por los bombardeos. Rápidamente nos aseguramos de que todo el mundo estuviera bien. Y en una habitación de seguridad cercana, también estaban todos bien.
Regresamos a la oficina, ahí había muchos heridos, y vimos morir a nuestros colegas. Fue una locura. Tuvimos que organizar un plan para víctimas, en masa, en la oficina, viendo qué médicos estaban vivos y disponibles para ayudar. Realizamos una cirugía urgente para uno de nuestros médicos. Lamentablemente, murió allí sobre la mesa de la oficina. Hicimos lo que pudimos, pero no fue suficiente. Toda la situación fue muy difícil. Nuestro farmacéutico, con quien había estado hablando la noche anterior, elaborando el plan de trabajo, murió allí, en nuestra oficina.
Los primeros momentos fueron de caos. Había sobrevivido suficiente personal, por lo que podían atender a los heridos con heridas tratables. Pero había demasiados y no pudimos ayudarlos a todos. De alguna manera, todo estaba muy claro. Tratamos a las personas que necesitaban tratamiento y no tomamos decisiones
¿Cómo se pueden tomar decisiones en medio de ese tipo de miedo y caos?
Algunos de mis colegas estaban demasiado conmocionados, llorando y llorando. Traté de animar a algunos de los empleados para que ayudaran, para darles algo en qué concentrarse, alejar sus mentes del horror. Pero algunos estaban demasiado shockeados para hacer nada. Ver a hombres adultos, a tus amigos, llorando incontrolablemente, no es fácil.
He estado trabajando aquí, desde mayo, y he visto un montón de situaciones médicas difíciles. Pero esto es una situación totalmente diferente cuando se trata de tus compañeros, de tus amigos. Son personas que han estado trabajando muy duro durante meses, sin parar durante las últimas semanas. Personas que no habían ido a sus casas, que no habían visto a sus familias, que habían estado en el hospital para ayudar a la gente… y ahora están muertos. Estas personas son amigos, amigos cercanos.
No tengo palabras para expresar lo que siento. El hospital ha sido mi lugar de trabajo y mi hogar, durante varios meses. Sí, es sólo un edificio. Pero es mucho más que eso.
Es la única asistencia sanitaria para Kunduz. Ahora se ha ido. Lo que siente mi corazón, desde esta mañana, es que lo que ha pasado es totalmente inaceptable. ¿Cómo pueden suceder cosas así? ¿Cuál es el beneficio? La destrucción de un hospital y de tantas vidas, para nada. No encuentro palabras”.