En este contexto de altísima legitimidad, asumió CFK su segundo mandato en diciembre último. Con el escenario político en una situación casi inmejorable, la proa del barco apunta a la “sintonía fina”, buscando una fuerte reducción en los subsidios y controlando la compra de moneda extranjera para evitar fuga de capitales y que no se desajusten las balanzas.
Aunque no todo fue color de rosa en 2011 para CFK. Durante los últimos días del año se le diagnosticó en primera instancia un carcinoma papilar de tiroides, del que fue intervenida y al recibir el alta la Presidente se le comunicó, de forma sorpresiva, que no tenía un cáncer. Durante enero retomó funciones.
Ya con el 2012 en marcha las expectativas del gobierno están puestas en las paritarias de febrero y marzo, arduas arenas de negociación, con Moyano como principal obstáculo, aunque debilitado por fracturas internas dentro de la CGT.
Uno de los principales cuestionamientos que se le hace a Fernández de Kirchner tiene que ver con su modelo económico, considerado por sus detractores como “un sistema populista basado en el asistencialismo”, que ha creado mucho clientelismo político y que además está generando un gasto público excesivo (cercano al 26% del Producto Interno Bruto).
Otra de las críticas al modelo económico de la presidente es que éste sería demasiado dependiente de los ingresos generados por la principal exportación del país: la soja, y la sensibilidad ante los cambios económicos del gigante latinoamericano, Brasil.
El INDEC ha sido causa de cuantiosas críticas al gobierno de CFK, que desde fines del mandato de Néstor Kirchner ha ido profundizando la falta de credibilidad de dicha institución, generando menos inversión extranjera y deuda más cara. Además acumula una serie de costos tangibles -el aumento del costo del endeudamiento y la ausencia de un indicador creíble para la discusión salarial- y otros indirectos -fuga de capitales, escasa atracción de inversión extranjera directa y tensiones con organismos multilaterales.
Lo que viene
CFK tendrá como principales desafíos para su mandato mantener el alto nivel de adhesión popular, con el objetivo de no sufrir una derrota en las elecciones legislativas de 2013 (como le sucedió en 2009). Mantener en buenos términos la relación con el gobernador de la provincia más grande del país, Daniel Scioli con quien el kirchnerismo viene teniendo algunos cortocircuitos. Y el gran reto para los próximos años será tomar la decisión de buscar (o no) la reforma constitucional para poder presentarse a una posible re-reelección presidencial en 2015. Deberá buscar el momento oportuno debido a la gran sensibilidad del tema en la opinión pública.