El tercer disco de Lucio Balduini es luminoso a pesar de los claroscuros. O, mejor dicho, tiene destellos, como un bosque con puntos brillantes en la noche. Es la continuación natural de su anterior trabajo, Viento divino (2012). El único cambio en la formación es el ingreso de Esteban Sehinkman en teclados en lugar de Jesús Fernández. El resto del cuarteto permanece igual, con Mariano Sivori en contrabajo y Pipi Piazzolla en batería.
Si en su trabajo anterior Lucio parecía mirar al pasado, acercándose levemente al sonido de grupos fines de los ’70, en este caso parece proyectarse hacia adelante. Los sintetizadores de Sehinkman aportan mucho de ese toque futurista. La imaginación armónica y melódica de Balduini es galáctica: vuela libre sobre las bases que él mismo diseñó y los acordes aumentados o con bajo en la séptima o novena son su firma.
Algo que muchos músicos admiran de este guitarrista es su sonido, y parte de ese encanto (por supuesto, además de sus manos) está en el virtuoso manejo de los pedales de efectos que usa. La recurrencia de los compases de métrica irregular también permite el lucimiento de Pipi Piazzolla, aunque hay muchos momentos hermosos de 4/4.
Hay un par de temas que ya estaban, en versión completamente diferente en Transmutación, el disco de Pipi Piazzolla Trío. Se trata de Cascada milagrosa (track 7) y Piedra lunar (10). Y hay dos gemas, llevadas hacia lo instrumental, de Luis Alberto Spinetta: La rifa del viento (2), canción poco versionada de Mondo di cromo (1983), y el cierre, íntimo, con Para ir (del disco Almendra 2, de 1970). La familiaridad con la obra de Spinetta estaba ahí en el aire, pero ahora Lucio se hace cargo de esa cercanía estilística, que tiene un costado espiritual: hay en ambos una clara búsqueda de trascendencia a través de la música, que va mucho más allá de la técnica o del disfrute. La música como una misión en la búsqueda de lo celestial.
Del material nuevo hay que decir que el comienzo, con En busca de la tierra sin mal, y su ostinato es muy poderoso. Superestrella es una canción rockera sin letra en la que simplicidad y belleza se dan la mano. Se trata de un disco para escuchar completo una y otra vez, con un audio lujoso. La audición de este álbum garantiza felicidad.