1. Yemen: civiles atrapados en la violenta guerra

Cinco guerras previas sin resolver en la gobernación de Saada, en el Norte de Yemen, llevaron a un sexto enfrentamiento en 2009, el más intenso hasta el momento. La armada yemení intensificó su ofensiva contra un grupo rebelde originado en la comunidad dominante de la región, y las consecuencias humanitarias no tuvieron precedente. Civiles y blancos no-militares (como hospitales) se vieron severamente afectados por los combates. Cientos de miles de personas fueron desplazadas y la asistencia humanitaria prácticamente tuvo que frenarse. Una emergencia de malnutrición se descubrió entre los niños que se habían visto obligados a abandonar sus hogares. Por primera vez, un país vecino, Arabia Saudita, se vio involucrado en el conflicto, complicando aún más la difícil situación de los civiles.

Cientos de miles de personas fueron desplazadas y la asistencia humanitaria prácticamente tuvo que frenarse

Mientras que la más reciente “sexta guerra” comenzó en agosto de 2009, luchas esporádicas durante la primavera causaron heridas en docenas de civiles en Saada. Incluso el hospital y la casa del staff de MSF no permanecieron inmunes a la violencia: el primero fue atacado por balas perdidas, el segundo casi fue golpeado por proyectiles errantes. Los enfrentamientos en el área restringieron el acceso de los pacientes al hospital; reduciendo los servicios diarios de emergencia, cirugía y nutrición.

La violencia escaló abruptamente en agosto cuando las fuerzas armadas yemeníes empezaron a realizar ataques por aire y asaltos de artillería contra los rebeldes de Al-Houti. Los enfrentamientos arreciaron en 13 de los 15 distritos de la gobernación, afectando a casi toda la población. En noviembre, las fuerzas saudíes intervinieron en el conflicto, llevando a cabo ataques aéreos contra posiciones rebeldes al interior de Yemen, luego de que un guardia fronterizo saudi fuese asesinado.

También como resultado de la violencia, miles de civiles huyeron hacia el norte de Saada, y decenas de miles se refugiaron en las gobernaciones vecinas de Hajja, Amran, y Al-Jawf, las cuales cuentan con escasos o nulos servicios de salud. Si bien 35,000 personas fueron registradas como desplazados internos (IDP) en las provincias vecinas, y 45,000 dentro de Saada, el número total y los lugares exactos en los que se encontraban eran difíciles de establecer, ya que la violencia restringía los movimientos de las agencias de asistencia humanitaria.

Mientras tanto, las consecuencias de otra crisis humanitaria continuaban alcanzando las costas del sur de Yemen. Desde comienzos de 2009, cerca de mil botes de contrabandistas llevando más de 50,000 refugiados somalíes y migrantes etíopes cruzaron el Golfo de Adén en busca de seguridad y una vida mejor en Yemen, lo cual representó un incremento del 50% en comparación con 2008. Los pasajeros señalan que más de 100 personas son usualmente llevadas en estos veleros, que tienen en realidad una capacidad para 30-40 personas. Muchos mueren asfixiados mientras que otros se ahogan antes de llegar a la costa. Para finales de año, cerca de 266 personas se habían ahogado intentando el cruce, mientras que otros 153 no fueron encontrados. Durante 2009, los equipos de MSF en el sur de Yemen brindaron asistencia humanitaria a más de 5,600 refugiados que llegaron a esas playas.

2. Pakistán: la violencia y el olvido

Pakistán se vio convulsionada por extrema violencia durante 2009. El conflicto entre la armada pakistaní y grupos de oposición armada en la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP) y en las Areas Tribales Federalmente Administradas (FATA) generó el desplazamiento de más de dos millones de personas, mientras que numerosos bombardeos en las principales ciudades pakistaníes mataron a cientos e hirieron a miles. En la provincial de Balochistan, un viejo conflicto continuó por fuera de la Mirada de los medios de comunicación. A través del país, la población sufre por una ausencia general de asistencia sanitaria, y Pakistán muestra uno de los porcentajes más altos de muertes maternas e infantiles en la región.

La intensificación de la violencia en el Valle de Swat, en la NWFP, obligó a MSF a suspender en abril sus actividades de emergencia allí. Había sido la única organización internacional con un equipo internacional permanente apoyando al hospital en la ciudad de Mingora y proporcionando servicios de ambulancia en la región.

Pakistán muestra uno de los porcentajes más altos de muertes maternas e infantiles en la región

A mediados de octubre, la armada pakistaní atacó a militantes atrincherados en Waziristan Sur, un amplio distrito montañoso en FATA, en la frontera con Afganistán. Se reportó que hasta 300,000 personas huyeron hacia el distrito vecino de Dera Ismael Khan. Mientras que los equipos de MSF identificaron necesidades significativas en los principales hospitales del distrito, las autoridades continuaban, hasta final de año, sin autorizar la presencia de personal internacional. Los enfrentamientos en Kurram Agency, en la provincial de FATA, ha llevado allí a un colapso casi total de su sistema de salud. Desde 2004, MSF ha Estado trabajando en Kurram, y desde 2006 ha ofrecido servicios externos de atención de salud pediátrica y materna en Sadda y Alizai. Desde diciembre ha habido una aguda intensificación de los enfrentamientos, provocando miles de desplazados. Un toque de queda diario sólo permite a la población llegar al hospital en Saada durante un par de horas al día, reduciendo significativamente el acceso al tratamiento. Por segunda vez en seis meses, un misil impactó en el Hospital de Sadda el 9 de diciembre.

En una región donde los poderes occidentales involucrados en operaciones de contrainsurgencia son también grandes donantes, la proporción de la asistencia humanitaria ha Estado hace tiempo vinculada a objetivos políticos. Como en todas las zonas de conflicto, MSF, una organización médica internacional y privada, independiente de objetivos politicos, religiosos y económicos, se ha desasociado de estas políticas. En Pakistán, MSF no acepta financiamiento de ningún gobierno, sino que depende únicamente de donaciones privadas del público en general.

3. SIDA: el estanque financiero

En 2005, los líderes que participaban de la cumbre del G8 en Escocia comprometieron su apoyo para lograr la cobertura universal de tratamiento para el SIDA en 2010. Aactualmente esos mismos líderes se encuentran retirando las promesas realizadas, dejando a los gobiernos y a millones de personas con VIH / SIDA en una peligrosa situación de abandono.

Un estimado de diez millones de personas que están viviendo con VIH / SIDA en el mundo en desarrollo se encuentran necesitando urgentemente terapia antirretroviral (ARV). El VIH / SIDA es la principal causa mundial de muerte entre mujeres en edad de parir, y es responsable por más del 40% de las muertes entre niños menores de cinco años en los seis países con mayor prevalencia del VIH, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 80% de todas las muertes en Botswana y dos tercios de todas las muertes en Lesotho, Swazilandia, y Zimbabwe se deben al SIDA.

En algunos países africanos desproporcionadamente afectados por la pandemia del VIH / SIDA, las personas que buscan tratamiento están siendo rechazadas de las clínicas. Tan sólo en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 3,000 personas con VIH / SIDA murieron luego de que los problemas de financiamiento llevaran a una moratoria en el tratamiento.

En uno de los programas más longevos de tratamiento de SIDA del sector público en Africa, una asociación entre MSF y el Departamento de Salud en Khayelitsha, Sudáfrica, el 16% de los pacientes experimentaron el fracaso de su tratamiento de primera línea dentro de los cinco años. Sin la posibilidad de acceder a un régimen de tercera línea en Sudáfrica estos pacientes se encuentran ahora en riesgo de morir.

Con escasas señales por parte de la comunidad internacional de la intención de convertir estas directrices de la OMS en una realidad, hay poca esperanza de que lo que se ha convertido en una enfermedad crónica en los países en desarrollo deje de ser, en el corto plazo, el equivalente a una sentencia de muerte para la mayoría de aquellos viviendo con VIH/ SIDA en los países más pobres.

El 80% de todas las muertes en Botswana y dos tercios de todas las muertes en Lesotho, Swazilandia, y Zimbabwe se deben al SIDA

4. Sri Lanka: Miles de heridos una guerra de décadas

Mientras el enfrentamiento entre la armada de Sri Lanka y los Tigres de la Liberación de Tamil Eelam se profundizaba a principios de este año en el noreste de Sri Lanka, decenas de miles de civiles permanecieron atrapados durante meses en una estrecha franja de selva y playa, sin ayuda y con atención médica muy limitada. Pocos meses antes de la fase final de la guerra civil que venía afectando al país desde hace décadas, las agencias de asistencia humanitaria, incluyendo MSF, debieron abandonar por pedido del gobierno las áreas más afectadas por la lucha. Solamente el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) pudo continuar brindando cierta asistencia médica crucial, evacuando a algunos de los heridos a los hospitales del Ministerio de Salud.

En abril, miles de personas lograron escapar de la zona de guerra, muchas de ellas necesitando asistencia médica como consecuencia de haber sufrido graves heridas de balas, minas y metrallas. El 21 de abril, en un período de tan solo 36 horas, más de 400 pacientes fueron tratados por heridas que ponían en riesgo sus vidas en el Hospital de Vavuniya. En total, desde febrero hasta finales de junio, casi 4,000 heridos de guerra fueron intervenidos quirúrgicamente en este hospital. Los otros hospitales de referencia en la ciudad tuvieron que lidiar con muchos más pacientes, superando por al menos el doble o triple las capacidades con las que contaban en sus instalaciones.

Los campos manejados por el gobierno incluían hasta 280 000 personas desplazadas, siendo Menick Farm el más grande de estos campos. Dentro de ellos, el acceso a la atención sanitaria fue mejorando progresivamente, asegurado por el Ministerio de Salud. Los pacientes que necesitaban hospitalización fueron referidos a hospitales fuera de los campos de desplazados, incluyendo la estructura de MSF. La principal causa de hospitalización entre los 3,000 pacientes admitidos al hospital de MSF en Menick Farm desde junio hasta noviembre se debió a traumatismos y heridas. En este hospital, MSF trató más de 500 casos de traumatismo vinculados al conflicto, de los cuales más de 200 requirieron cirugías.

5. Congo: el acoso de la violencia implacable

Durante 2009, la población civil del este del Congo sufrió la violencia continua por parte de diferentes grupos armados. Cientos de personas fueron asesinadas; miles de mujeres, niños y, en ocasiones, hombres, fueron víctimas de violaciones, y cientos de miles debieron huir de sus hogares. La guerra de guerrillas reemplazó a los enfrentamientos armados en la provincia de Kivu Norte, donde los combatientes sembraban el terror saqueando y quemando casas en represalia a lo que se percibía como el apoyo de las comunidades a las diferentes facciones.

En 2008, el enfrentamiento se daba principalmente entre la armada congoleña (FARDC) y un grupo rebelde llamado Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP). Este último año sin embargo se produjo un cambio en el conflicto, cuando las armadas congoleña y rwandesa comenzaron una ofensiva en las provincias de Kivu Norte y Sur para exterminar a los rebeldes rwandeses de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Rwanda (FDLR). Los militares congoleños recibieron apoyo logístico por parte de la misión de paz de la ONU en la República Democrática del Congo (DRC), conocida como MONUC.

En octubre, los equipos de MSF se encontraban vacunando a miles de niños contra el sarampión en siete emplazamientos de la región de Masisi, en territorio controlado por la FDLR – y en apoyo del Ministerio de Salud congoleño- cuando la armada congoleña abrió fuego, obligando tanto a civiles como a trabajadores humanitarios a buscar refugio de las balas. Este ataque ocurrió a pesar de las garantías de seguridad dadas por todas las partes involucradas para operar en la región. Miles de personas tuvieron que huir a lugares desconocidos, y MSF se vio forzada a evacuar a sus equipos a la capital regional, Goma.

MSF denunció inmediatamente la ofensiva militar. “Sentimos que fuimos utilizados como carnada”, dijo Luis Encinas, jefe de programas de MSF en África Central. “El ataque fue un abuso inaceptable de la acción humanitaria para alcanzar objetivos militares.” La campaña de vacunación de MSF pudo continuar en otras áreas y alcanzó a un total de 165,000 niños.

A pesar de la creciente inseguridad en toda la zona este de Congo, MSF continuó proporcionando asistencia médica a cientos de miles de personas en la que fue una de sus intervenciones más grandes de 2009, desarrollando clínicas móviles, campañas de vacunación, distribución de artículos de primera necesidad, programas hospitalarios y clínicas de tratamiento de la violencia sexual. MSF es la única organización humanitaria internacional realizando cirugías en Kivu Norte, con un promedio de 14 cirugías diarias en el Hospital de Rutshuru. Desde noviembre de 2008 hasta octubre de 2009, MSF efectuó 528,850 consultas médicas, brindó asistencia a 10,160 niños malnutridos, trató a 4,900 pacientes de cólera, y proporcionó cuidados médicos a 5,330 sobrevivientes de violaciones en el Este del Congo.

Ituri, una región que había permanecido calma durante los últimos años, fue la escena de creciente violencia y tensión entre el Frente para la Resistencia Patriótica de Ituri (FRPI) y la FARDC, lo que llevó al desplazamiento de 50,000 personas. MSF es la única ONG presente en el área para brindar asistencia.

MSF efectuó 528,850 consultas médicas, brindó asistencia a 10,160 niños malnutridos, trató a 4,900 pacientes de cólera, y proporcionó cuidados médicos a 5,330 sobrevivientes de violaciones en el Este del Congo

6. Desnutrición infantil: la financiación inadecuada socava los logros

Aproximadamente entre 3.5 y 5 millones de niños mueren anualmente por causas relacionadas a la desnutrición – una muerte cada seis segundos. Sin embargo, la desnutrición infantile es una condición médica fácilmente prevenible con la correcta combinación de alimentos nutritivos y es efectivamente tratable con productos terapéuticos que se encuentran disponibles hoy en día. Los años recientes han visto grandes mejoras en nuestra comprensión de la desnutrición infantil, y ha surgido un consenso internacional acerca de la provision de alimentos listos-para-usar –ricos en proteínas, vitaminas y minerales- para tratar las formas más severas en niños menores de cinco años. ¿Entonces por qué 55 millones de niños continúan sufriendo de esta devastadora condición?

La respuesta se encuentra en parte en la falta de financiamiento adecuado para programas nutricionales efectivos. En noviembre, MSF publicó un reporte en coincidencia con la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma, que presentaba un profundo análisis de las tendencias de financiamiento en el campo de la desnutrición infantil y la ayuda alimentaria. A pesar del amplio número de muertes prevenibles a nivel mundial, la contribución combinada de las naciones más ricas del mundo para combatir la desnutrición ha permanecido sin cambios en los últimos siete años (2000 al 2007). La asistencia internacional ascendió a $350 millones anuales de los $11.8 billones que el Banco Mundial estima que son necesarios para combatir la desnutrición de forma adecuada en 36 países con una elevada carga de desnutrición. Desde 2005 hasta 2007, MSF invirtió $40.3 millones anuales –excediendo la contribución de algunos de los gobiernos donantes- en programas de nutrición basados principalmente en un protocolo recomendado por la ONU que emplea alimentos terapéuticos listos-para-usar. MSF aboga por $700 millones adicionales, identificados en el estudio del Banco Mundial, como el monto de fondos necesarios para llegar a los 32 países con mayor prevalencia de desnutrición en la población de niños menores de cinco años.

Sin embargo, billones de dólares de la asistencia internacional están siendo utilizados actualmente en “ayuda alimentaria al desarrollo y seguridad alimentaria” o “ayuda alimentaria de emergencia”.

Pero analizándolo más detenidamente, MSF descubrió que menos del dos por ciento se gasta en alimentos que incluyen los nutrientes requeridos para prevenir la desnutrición infantil. La redistribución de algunos de los billones de dólares que están siendo utilizados actualmente en ayuda alimentaria hacia la compra de alimentos adecuados para menores de cinco años, implicaría un gran paso adelante en el camino conducente a reducir los efectos devastadores de la desnutrición en millones de niños: raquitismo, incremento de la vulnerabilidad hacia enfermedades, y la muerte.

En 2008, MSF trató a más de 300,000 niños desnutridos en 22 países, primordialmente con alimentos listos-para-usar ricos en nutrientes, que, si bien son más caros que los alimentos proporcionados por el sistema de ayuda alimentaria, efectivamente logran prevenir y curar la desnutrición severa – y pueden ser usadas a muy gran escala. Pasos inmediatos deben ser tomados para incrementar el financiamiento disponible para programas que provean nutrición apropiada a millones de niños en desesperada necesidad de asistencia.

7. Sudan, Darfur: precaria situación para la población

Las emergencias médicas humanitarias persistieron durante 2009 en varias zonas de Sudán. Sumado a la crisis que continúa en Darfur, la población en el Sur de Sudán enfrenta una situación de deterioro marcada por el aumento de la violencia, brotes de enfermedades y escaso o nulo acceso a la asistencia médica.

Casi cinco años después de que el Acuerdo Integral de Paz (CPA) terminase con una brutal Guerra civil de décadas de duración, las necesidades médicas en todo Sur Sudán permanecen en niveles de urgencia, y las crecientes tensiones están creando una precaria situación en términos de seguridad. Violentos enfrentamientos inter-comunales en Jonglei, Upper Nile, Warrap y Lakes States durante todo el año dejaron a cientos de personas muertas y a miles desplazadas. Los ataques esporádicos por parte del grupo rebelde ugandés Lord’s Resistance Army (LRA), en poblaciones cercanas a la frontera congoleña y también en la República Democrática del Congo, provocaron que miles de sudaneses huyeran de sus hogares, y que, junto a refugiados congoleños, cruzaran la fronteras para refugiarse en el Estado de Western Equatoria.

Los crecientes niveles de violencia en el sur ocurren sobre un trasfondo de personas lidiando con las devastadoras consecuencias de una Guerra civil que terminó en 2005. Hoy en día, casi tres cuartos de la población no tiene acceso ni siquiera a los servicios de salud más básicos. Durante todo el año, los 1,200 miembros del personal de MSF en terreno en Sur Sudán trataron a miles de personas por desnutrición, malaria y tuberculosis, y proporcionaron una amplia gama de servicios de atención obstétrica-ginecológica en varias zonas del país. Los brotes de meningitis, sarampión, cólera y malaria son usuales. Los equipos de MSF respondieron en 2009 a brotes de cólera en los Estados de Bahr-el-Ghazal Norte, Jonglei, y Warrap, y en la capital Juba. MSF también está respondiendo a un brote de kala azar – una enfermedad parasitaria que es fatal si no se trata – en los Estados de Jonglei y Upper Nile.

La población en Darfur también enfrenta una situación precaria. Millones permanecen como desplazados internos, y requieren asistencia externa, mientras que la violencia esporádica y los enfrentamientos sobre los recursos continuaron impactando en la población. Proveer de alimento, agua y servicios de salud para los habitantes de Darfur se tornó mucho más difícil luego de la expulsión por parte de las autoridades sudanesas de 13 agencias de asistencia humanitaria internacional – incluyendo dos secciones de MSF – y de 3 organizaciones sudaneses, luego de que la Corte Penal Internacional (International Criminal Court, ICC) dictara una orden de detención contra el Presidente de Sudán, Omar Al-Bashir, por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Desde la creación del ICC, todas las secciones de MSF han adoptado una política interna vinculante de abstención de cualquier tipo de colaboración con el ICC. Esta política está basada en el reconocimiento de que las actividades humanitarias deben permanecer independientes del riesgo de presión política y judicial, para poder proporcionar asistencia médica a las poblaciones en situación de violencia.

Los trabajadores humanitarios que continúan en el terreno luchan por proporcionar asistencia médica significativa a aquellos con necesidades, mientras que al inseguridad general y los secuestros de trabajadores humanitarios reducen sus posibilidades de evaluar nuevas necesidades, particularmente en las áreas rurales que muchas veces se ven excluidas de la asistencia. Responder a las necesidades en curso de cerca de dos millones de personas en campos de desplazados es también un enorme desafío. MSF continúa completamente comprometida a brindar asistencia médica imparcial y actualmente trabaja en varias zonas de Darfur.

8. Enfermedades olvidadas

Más de 400 millones de personas están en riesgo de contraer enfermedades tropicales olvidadas (ETO) como la leishmaniasis visceral (o kala azar), la enfermedad del sueño, el Chagas, y la ulcera de Buruli. Las primeras tres están entre las más mortales de todas las ETO, y las cuatro han sido resaltadas por la Organización Mundial de la Salud como especialmente problemáticas debido a que las herramientas de diagnóstico y tratamiento no están actualizadas, o son ineficientes, o, peor aun, simplemente no existen. A esto se suma que los pacientes muchas veces viven en áreas remotas o inseguras con poco o ningún acceso a la atención de la salud. Para peor, el financiamiento para investigación y desarrollo (I+D) de nuevas medicinas y diagnósticos está muy por debajo de lo ideal.

Más de 400 millones de personas están en riesgo de contraer enfermedades tropicales olvidadas (ETO)

Hay aproximadamente 500,000 nuevos casos de Kala Azar cada año, y esto está aumentando al tratarse de una infección oportunista para las personas que están viviendo con VIH / SIDA. El Liposomal Amphotericin B (AmBisome) es un tratamiento efectivo pero su costo y requerimientos logísticos han restringido su uso masivo. Por ejemplo en Bihar, India, MSF paga $18 por dosis de esta droga, y un tratamiento completo de la misma cuesta entre $200 y $300 por paciente, tornándolo demasiado costoso para una implementación más masiva por parte de los ministerios de salud, y para ser adquirida por la mayoría de los individuos. La única otra opción para la mayoría de los pacientes es recibir durante 28 días una inyección intramuscular de stibogluconato de sodio (SSG), una droga desarrollada en la década del 1930.

La enfermedad del sueño, parasitaria y fatal, (Tripanosomiasis Humana Africana) se encuentra en la región sub-Sahariana del África, y los pacientes son especialmente vulnerables a ella en regiones de conflicto armado donde la enfermedad es endémica, y los servicios de salud son mínimos. En la actualidad MSF maneja programas en dos de estos países, la República Democrática del Congo (DRC) y la República Centro Africana (RCA).

La enfermedad de Chagas (Tripanosomiasis Africana) es endémica en partes de América Latina, con hasta 15 millones de casos alrededor del mundo, incluyendo 300,000 en los Estados Unidos. Se estima que un 30% de los pacientes con Chagas desarrollan complicaciones cardíacas y digestivas que pueden llevar a la muerte. Existen pocos programas de diagnóstico y tratamiento para la enfermedad de Chagas, y MSF implementa en la actualidad tres programas en Bolivia y Colombia. La respuesta médica frente a la enfermedad de Chagas requiere de un testeo activo, de tratamiento con las drogas disponibles en la actualidad (Benznidazole y Nifurtimox), y de inversión en I+D de nuevos diagnósticos y drogas.

Si bien no es fatal, la ulcera de Buruli, de la misma familia que la lepra y la tuberculosis, puede causar deformidades y discapacidades, y a veces infecciones secundarias con peligro de muerte. En la actualidad MSF trata la enfermedad en Camerún, y si bien existen tratamientos simples y efectivos que incluyen antibióticos, cuidado de las heridas, fisioterapia o cirugías menores, no están disponibles en cantidad suficiente.

La Iniciativa de Salud Global (ISG), recientemente anunciada por los Estados Unidos, se enfoca en algunas enfermedades olvidadas, pero no incluye actualmente a estas cuatro enfermedades, amenazando con hacer olvidar aun más a estas enfermedades que impactan en las personas más empobrecidas y marginalizadas del mundo. Es imperativo que las personas que sufren de estas enfermedades tengan acceso inmediato a los tratamientos disponibles, y que se realicen más esfuerzos para desarrollar tratamientos más efectivos y accesibles con menos efectos secundarios, y mejores test de diagnóstico para pacientes en el futuro.

9. Afganistán: las políticas de asistencia humanitaria

Mientras la guerra en Afganistán continuaba escalando en 2009, los civiles afganos soportaron incrementados niveles de violencia a lo largo de todo el país. La inseguridad ha dañado un sistema de salud que ya se encontraba hostigado, dejando sólo unos pocos hospitales y clínicas en funcionamiento en las capitales provinciales. Los afganos necesitados de cualquier tipo de atención médica se enfrentan ahora con un dilema imposible: arriesgar un viaje de cientos de millas a través de una zona de guerra para buscar ayuda médica, o permitir que la condición que sufren empeore hasta generar riesgo de muerte, para finalmente llegar a estructuras sanitarias con servicios muy disminuidos.

MSF ha regresado a Afganistán después de casi cinco años de ausencia luego del asesinato de cinco de nuestros colegas en junio de 2004. En ese momento, muchos esperaban que Afganistán estuviese en una situación de post-conflicto. Hoy en día esa esperanza ha sido aplastada y la necesidad de asistencia médica de emergencia continúa siendo aguda.

En el este de Kabul, MSF ha comenzado a brindar apoyo a una amplia gama de servicios médicos en el hospital de Ahmed Shah Baba, en un área donde la llegada de personas retornando de Pakistán y de desplazados huyendo de la guerra en las provincias del este ha prácticamente cuadruplicado la población. A pesar de las necesidades y la escasa cobertura de salud, esta zona ha permanecido ignorada hasta ahora porque no es una prioridad en las políticas asistenciales de contra-insurgencia. MSF también ha comenzado a trabajar en el único hospital público general que continúa funcionando en Lashkargah, la capital de la provincia de Helmand. Debido a que el staff del hospital trabaja mayormente en el sector privado, y a que los medicamentos son muy caros, hasta ahora pocas personas habían buscado atención médica allí.

Para ser aceptado por todas las partes involucradas en un conflicto, una organización médico-humanitaria privada como MSF debe demostrar, y comunicar claramente, que es completamente imparcial, neutral e independiente, no tomando, por ejemplo, partido por ninguna de las facciones en el conflicto, rechazando fondos de cualquier gobierno para su trabajo en Afganistán o Pakistán, y asegurando que todas las fuerzas militares nacionales, internacionales y de oposición no ingresen a los hospitales con sus armas.

10. Somalia: la falta de acceso a la asistencia médica

En 2009, la población somalí continuó siendo víctima de la violencia indiscriminada, mientras que partes del país sufrían de una severa. Millones de personas requieren asistencia médica de urgencia, pero sin embargo la enorme brecha entre las necesidades de los somalíes y la respuesta humanitaria en el terreno continúa agrandándose. Continúan los secuestros y asesinatos de trabajadores humanitarios internacionales y somalíes, los cuales frustran los esfuerzos de respuesta de las organizaciones humanitarias, y el sistema de salud público permanece en casi total colapso.

Esto ocurre a pesar de un nuevo impetu politico a comienzos de año con la elección del nuevo presidente Sheikh Sharif Sheikh Ahmed. En la capital, Mogadishu, los enfrentamientos arreciaron entre el Gobierno Federal de Transición (apoyado por la Unión Africana y la ONU) y los grupos de oposición. Continúa siendo imposible verificar las precisas consecuencias humanitarias del conflicto, pero grupos de derechos humanos y agencias de Naciones Unidas estiman que entre 20,000 y 25,000 personas han muerto a raíz de los enfrentamientos e innumerables otros han sido heridos desde 2007, junto con el desplazamiento de más de 1.5 millones de personas que han huido de las renovadas luchas en Mogadishu y en otras partes de Somalía Sur-Central en los últimos doce meses.

Un equipo quirúrgico de MSF que trabaja en el hospital de Daynile, justo en el límite externo de la capital, trató a más de 2,400 heridos de guerra, demostrando los altos niveles de violencia en la ciudad. En febrero, el equipo trató a muchos civiles heridos en una intensificación de los enfrentamientos, realizando 121 admisiones en sólo un día. Cuarenta y siete de los heridos eran mujeres y niños menores de doce años.

La violencia no se encontraba limitada a la capital: un equipo quirúrgico de MSF trató a más de 320 víctimas de traumatismo violento en la ciudad norteña de Galcayo a lo largo del año. “La explosión fue después de medianoche y el hospital se inundó con los heridos,” dijo el Dr. Maslah, cirujano de MSF. “Realizamos todo tipo de cirugías, si bien los pacientes con heridas de guerra conforman cerca de la mitad de los pacientes a los que operamos.” A comienzo de 2009, nuevos enfrentamientos en Guri El y Dhusa Mareb, en Somalía Central, incitaron a miles de civiles a huir de sus hogares. MSF brindó agua y asistencia médica a las personas desplazadas en el área.

Según la OMS una de cada diez mujeres se encuentran en riesgo de morir durante el embrazo o el alumbramiento. Uno de cada cinco niños menores de cinco años se encuentra severamente desnutrido. Estas estadísticas se confirman en los centros de tratamiento contra la desnutrición y en los hospitales manejados diariamente por el comprometido equipo de MSF de 1,400 colegas de nacionalidad somalí que, apoyados por un equipo internacional basado en la cercana Nairobi, Kenya, proporcionan un acceso vital a asistencia médica gratuita para la población somalí que carece de cualquier otro tipo de alternativa. Los pacientes a veces viajan cientos de millas para llegar a una clínica u hospital de MSF, o sufren en silencio de enfermedades fácilmente prevenibles como el sarampión.
Los somalíes han continuado huyendo por decenas de miles hacia los vecinos Djibouti, Kenya y Yemen. MSF brinda asistencia a los refugiados en estos tres países, así como en Malta y, hasta hace poco, en Italia. En el norte de Kenya, en 2009, una cantidad estimada de 270,000 somalíes se establecieron en los alrededores de los superpoblados campos de refugiados de Dadaab, donde luchaban por obtener incluso la asistencia más básica, como ser alimentación, agua y servicios sanitarios.

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