RERREQUISITOS SOCIOPOLÍTICOS

El Hamas se volvería más conservador en sus estrategias políticas en tanto entraría en el juego político de lleno, dejando paulatinamente de lado la violencia como método de consecución de fines. Así lograría ganar mayor legitimidad dentro del sistema y se vería en la necesidad de aumentar su institucionalización para ser compatible con un sistema legal democrático.

Este viraje en las bases del Hamas se puede apreciar claramente a partir de las elecciones de 2006 en Palestina para el Consejo Legislativo, donde ganó por una mayoría aplastante. “El Hamas no se incorporó a la Organización de Liberación Palestina (OLP); sin embargo, todos los miembros del Consejo Legislativo pertenecen por derecho al Consejo Nacional Palestino (CNP), órgano supremo de la OLP”. “Pese a no ser miembro, ocupa el 10% de los escaños del CNP”1.

Dado el aumento de la popularidad del Hamas en esta última década, a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no le queda otra opción que aceptar al Hamas como un actor político de peso con el que debe comenzar a negociar. Una vez que este deje sus acciones terroristas de lado, se podrán comenzar a acercar posturas y crear una coalición progresista entre la ANP y el Hamas que permita establecer un acuerdo para conformar un gobierno árabe estable.

Además, el Hamas dispone de una inmensa red social, que hace a su legitimidad creciente, razón por la cual la ANP también necesita de esa alianza con el Hamas para llegar vía directa a la población, que con el correr de los años, dejó de creer en las acciones políticas de la ANP.

MATRIZ POLÍTICA INTERNA

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Esta confrontación entre el Hamas y la OLP como principales actores de la política palestina pide llamar urgentemente al diálogo, porque solo este entendimiento de la política interna logrará que se pueda planear una política exterior a largo plazo, sostenible en cuanto a los intereses vitales para el Estado, y demostrar unidad puertas afuera para negociar cuestiones primarias, como las limitaciones geográficas con el Estado vecino de Israel.

Al Hamas le ha llevado años poder ingresar en la arena política y ser reconocido por la ANP, que fue creada por los mismos Acuerdos de Oslo (1993) que el Hamas rechazó por argumentar que “vendían” al pueblo palestino. Y sin embargo, trece años después, participó de las elecciones municipales y las del Consejo Legislativo.

“Si los palestinos votaron al Hamas, fue porque tiene las manos limpias, porque no se involucró en casos de corrupción, porque tiene una base social sólida y un buen balance de gestión municipal”2.

En Palestina, entonces, para que no se cumpla la máxima de Dos gobiernos; ningún Estado, el Hamas y Al Fatah deberían ser capaces de formar una coalición progresista que aumente su legitimidad dentro del sistema. Ergo, se incrementaría también su institucionalización, lo que reducirá, como consecuencia, cada vez más los niveles de violencia que se viven dentro del territorio. Esta unidad haría ver a las potencias extranjeras y a Israel que los palestinos juntos puedan conciliar diferencias y estarían dispuestos a limar diferencias con el resto de los Estados, a cambio de su reconocimiento como Estado independiente.

Este escenario de coalición progresista entre ambosgrupos es cada vez más viable. Un indicador clave de esto es la renuncia en marzo de 2009 del primer ministro de facto Salam Fayyad (Al Fatah), que se podría considerar como una muestra de conciliación para con el Hamas. “Al Fatah y el Hamas empezaron a negociar un gobierno de unidad en Egipto, tras la invasión israelí en Gaza –diciembre de 2008–”3. Quizás esta unión se dio por el obvio rechazo a Israel y su política violenta desproporcionada, además del potencial armado (prácticamente nulo) de las fuerzas palestinas. “Creemos que el clima positivo de la primera ronda de diálogo ofrece una oportunidad que hay que explotar para acabar con las divisiones y una base sobre la que trabajar para alcanzar la unidad y reconciliación” (Fayyad)4. Otro indicador es la reciente aceptación de Palestina como Estado pleno en la Unesco, en noviembre de 2011.

Por otro lado, la historia ha demostrado que no es posible entablar negociaciones de paz con Israel y que se lleven a cabo dichos acuerdos, si no se involucra al Hamas, porque es este quien tiene el control de las 400.000 personas que sobreviven en Gaza.

Esta unión partidaria necesitará de la instauración de un sistema político que con elecciones periódicas de entre 2, 4 y 6 años (dependiendo del cargo para el cual se vote), y contaría además con una fuerza policial y de seguridad propias, en principio de 3.000 hombres como lo propuso el ex ministro del interior palestino, Said Siams, para poder comenzar con una cantidad de efectivos que el Estado pueda manejar y controlar, y que luego se vayan sumando fuerzas de trabajo para hacer un Estado seguro que se corresponda con la necesidad de la gente.

Además le es más conveniente al presidente Abbas realizar desde ahora una coalición con el Hamas, antes que intentar a volver a tomar por la fuerza el territorio de Gaza, lo que solo llevaría a incrementar la miseria de la guerra para el pueblo palestino y que además perdería al poco tiempo por no disponer de los recursos necesarios para una toma armada del lugar. Si dispusiera de recursos militares, estratégicos y económicos que pudieran llevar a una lucha armada con garantías de victoria, en este caso, de todas formas, le convendría conciliar intereses y posturas con el Hamas, y utilizar esos recursos en contra de otra posible ofensiva Israelí. O incluso con la sola amenaza del uso de la fuerza, podría negociar con Israel, por ejemplo, sobre los asentamientos judíos en Cisjordania y sobre la construcción del muro que ya lleva más de 700 km. Claro, si dispusiera efectivamente de dichos elementos de coacción.

Es de suma importancia que la OLP se mantenga como único representante del pueblo palestino, que englobe a todas las organizaciones y partidos políticos palestinos, pero que se incluya al Hamas (y se mantenga por supuesto a Al Fatah) ya que estos dos partidos captan casi el 90% de los votos de los palestinos. Por último, se debe seguir con la premisa de que todos los palestinos sean miembros naturales de la OLP, porque esto es lo que les da la condición de ciudadanos plenos.

El esquema organizacional de la OLP entonces quedaría estructurado de la siguiente manera: un presidente elegido por voto directo por los palestinos, quien designaría al procurador general, y un primer ministro aprobado por voto de confianza del Consejo Legislativo Palestino o Parlamento Palestino. Luego se desprenden tres organismos, a saber: el Consejo de Ministros, el Consejo Nacional Palestino y los Partidos Políticos.

SISTEMA POLÍTICO

La idea de un estado binacional no es nueva en el sentido de un espacio donde se compartan tanto las aspiraciones nacionales judías como los derechos palestinos. Pero aquí se trata de proponer un Estado binacional, no en lo que sería todo el territorio de la antigua Palestina, incluido lo que es hoy el Estado de Israel, sino tomando las fronteras de 1967 para establecer un Estado palestino. El Estado binacional se establecería en el actual territorio ocupado de Palestina: la Franja de Gaza y Cisjordania.

Para ello los Palestinos deberían, a fin de prosperar en otras de las causas palestinas, como el tema de los refugiados, ceder la cuestión del territorio, para así poder crear un Estado palestino soberano, aunque no ocupe más del 22% del territorio original de Palestina.

La estructura sería de tipo presidencialista en la Franja de Gaza y de tipo parlamentario en Cisjordania, con un Consejo Legislativo Supremo donde la Franja de Gaza obtenga un 25% de las bancas. A su vez, se debería poder articular un poder de policía único que actúe en ambos espacios, y que esté controlado y administrado por una entidad única pero compartida, entre Cisjordania y la Franja de Gaza. Así se democratizaría el régimen palestino.

En la Franja de Gaza se dio una transformación política a partir de los ataques de Israel, que comenzaron el 27 de diciembre de 2008, que recuerdan, según Mouin Rabbani5, lo que ocurrió luego de la guerra de 1967, cuando “el orden árabe dominante perdió su credibilidad y Yasir Arafat consiguió su legitimidad a punta de pistola, haciéndose con el control de la OLP”6. Lo mismo ocurrió con el Hamas desde junio de 2007, tras destituir del poder al presidente Mahmud Abbas en la Franja de Gaza y tomar el poder por las armas, para luego cooptar paulatinamente la arena política legítima. Por ello, una vez depuesto Mahmud Abbas, sería conveniente establecer dentro de esta propuesta de Estado binacional, un sistema presidencialista en la Franja de Gaza, que limite la estadía en el cargo de quien asuma la presidencia a cuatro años.

Sartori, en su “Ingeniería constitucional comparada”, define el presidencialismo con tres criterios básicos. Un sistema político es presidencial si y solo si “el jefe de Estado (el presidente) a) es electo popularmente; b) no puede ser despedido del cargo por una votación del Parlamento o Congreso durante su período preestablecido; y c) encabeza o dirige de alguna forma el gobierno que designa”7.

Sobre el tipo de sistema parlamentarista que se instauraría en Cisjordania, Sartori aclara que el Parlamento es soberano. “Los sistemas parlamentaristas no permiten una separación del poder entre el gobierno y el Parlamento: su característica primordial es que el poder ejecutivo- legislativo se comparte. Esto quiere decir que todos los sistemas parlamentaristas requieren que los gobiernos sean designados, apoyados y según sea el caso, destituidos, merced al voto del Parlamento”8.

Para Cisjordania el tipo parlamentario aplicable es de tipo inglés9. Aquí hay un primer ministro por encima de sus desiguales, es decir, qudel principal partido político de Palestina, la ANP. Cumple así con la característica de ser el jefe del partido político que tiene la mayoría en el Parlamento. Las funciones de las cuales Abbas se haría cargo serían: elegir a los miembros de su gabinete y tener el poder de destituirlos cuando le plazca, gobernar en acuerdo con el Parlamento, que tendría la potestad de destituir al primer ministro y llamar a elecciones.

El parlamentarismo obvia el problema de no poder resolver las disputas entre el ejecutivo y la legislatura porque el ejecutivo no es independiente de la asamblea. Además también hay un crítica de Linz que es válida referida a que el mandato presidencial introduce una rigidez que es menos favorable para la democracia que la flexibilidad ofrecida por el Parlamento, ya que no hay períodos fijos, sino que dependen de la voluntad de la asamblea.

Para salvar la desventaja del período fijo de un presidente, a cambio del sistema parlamentario, no hay razón por la cual el presidente en Gaza no pueda ser reelecto (se entiende, por una sola vez), demostrando cada 4 años su legitimidad por medios democráticos, lo que reforzaría el régimen en dicho territorio, incluso a los ojos de la comunidad internacional.

De modo que el sistema en Cisjordania seguiría los siguientes pasos: a) el pueblo palestino residente en el lugar elige democráticamente el Parlamento, b) los parlamentarios designan a un rrimer ministro y este a su gabinete de gobierno, quien hoy sería Mahmud Abbas, c) el gabinete y el primer ministro no tienen mandato fijo, sino que es atemporal y pueden ser destituidos en cualquier momento por el Parlamento mediante, d) voto de censura10 y voto de desconfianza11, como instrumentos para abolir al primer ministro. Sin embargo, e) el primer ministro tiene la facultad de anticiparse y disolver el Parlamento, para llamar a elecciones, retrucar y las facultades que tiene el Parlamento para destituirlo.

La razón principal para que se haga una transformación de un sistema supuestamente presidencialista a uno parlamentario en el territorio de Cisjordania es justamente la seguidilla de jefes de Estado poco eficientes en su cargo, cuya lista hoy encabeza Abbas y que, a diferencia de lo que Arafat irradiaba con su presencia, a Abbas no se lo ve como representante del pueblo palestino en sí.

Sumado a esto nos encontramos con la gran incapacidad del jefe de Estado y de su gabinete para satisfacer las necesidades básicas del pueblo palestino, que el Hamas parece captar perfectamente, razón por la cual su masiva red social en la Franja de Gaza sigue en pie ha caciéndose más fuerte día a día con la construcción de escuelas y clínicas que los últimos ataques Israelíes encontraron como blancos. La expulsión del poder legal de la ANP en territorio de Gaza se debió no solo al avance del Hamas, al incrementar su popularidad, sino también al retroceso de la ANP a nivel político y social, que su incapacidad de ejecución de políticas y de gobierno obligó inaceptablemente a apuntar sus armas al propio pueblo palestino. Mientras tanto “en Cisjordania, la expansión de los asentamientos (judíos) continuó a un ritmo sin precedentes, mientras que la construcción del muro se acerca a su fin”12.

Es evidente el desprestigio que la autoridad presidencial y su accionar político tienen en Gaza, en Cisjordania y para todo el pueblo que hoy día no puede habitar en el territorio que le da su identidad, aquellos a los que llamamos “refugiados”. El traspaso a un parlamentarismo en esa parte de Palestina brindaría un aire democrático e debe ser una personalidad con mayor poder entre los miembros que componen el Parlamento. En este caso, esa figura estaría encarnada por el actual presidente Mahmud Abbas, como cabeza mucho más justo, donde el avance psicológico del pueblo vería transformada su concepción del jefe de Estado al compartir sus decisiones y acciones con un Parlamento, también elegido por el pueblo, y con contacto directo con él, para entender mejor sus necesidades.

En tanto al conflicto en torno a Jerusalén, la capital del futuro Estado palestino, estaría dividida en tres. Una parte occidental correspondiente al reconocido (por los palestinos) Estado de Israel; otra parte oriental, destinada a la Palestina misma; y una última bajo el control internacional de las Naciones Unidas. De esta forma queda saldada la cuestión de la Tierra Santa. Sin embargo, se le daría total soberanía a Israel sobre “El muro de los lamentos”.

REQUISITO AD HOC: ACEPTACIÓN Y RECONOCIMIENTO EXTERNO

Dejando de lado las acciones violentas que hacen peligrar cualquier potencial acuerdo de paz, el Hamas no solo será reconocido como legítimo actor político por la ANP, sino también por la comunidad internacional. En el caso de la Unión Europea, respondería quitando a este grupo de su listado de terroristas, a cambio de un viraje de carácter más conservador por parte del Hamas, que permita alcanzar negociaciones sobre la paz.

Si bien la soberanía es un atributo intrínseco del Estado, que no necesariamente requiere del reconocimiento de otros, es importante en este caso dicha aceptación por parte del resto del sistema internacional, ya que tenderá las bases para una paz más sólida y a largo plazo de la quetodos los Estados, como comunidad, pueden ser garantes una vez que hayan reconocido el derecho a la existencia de un Estado palestino. De igual modo será importante que Israel reconozca al nuevo Estado palestino ya que es el otro actor en conflicto por el problema árabe-israelí desencadenado fuertemente por la creación del estado judío en 1948.

Una vez cerrado el acuerdo de paz del conflicto árabe-israelí, se puede avanzar a una etapa superior de integración creando un nuevo bloque de intercambio comercial y financiero. Este bloque regional incluiría a la Liga Árabe, Irán, Turquía, Palestina e Israel. Y sería un momento muy oportuno para formar este sistema regional, dada la necesidad de mejorar la competitividad y de abrir mercados que tiene el sistema global, luego de la crisis financiera sufrida por los Estados Unidos en septiembre de 2008, y que sigue repercutiendo en todo el mundo, hoy más que nada en la zona euro.

Además ayudará a los Estados Miembro a afrontar áreas de interés común que serían difíciles de abordar unilateralmente. Estos temas en los que el bloque debería avanzar, además de la integración económica, son: el agua, la biotecnología, la lucha contra el desierto (relacionada con las dos anteriores), el turismo (desarrollando infraestructuras conjuntas, paquetes turísticos, estrategias de marketing), infraestructura de transporte y comunicaciones entre las naciones, y el desarme, para evitar nuevas amenazas armadas que pudieran desestabilizar la tranquilidad regional que tanto costó establecer.

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María Cecilia Benac es conferencista, escritora e investigadora. Magister en Políticas Públicas (Flacso), Profesora en Diplomacia y Licenciada en Relaciones Internacionales (USAL). Especializada en seguridad y estudios internacionales. Entre otros posgrados realizados, se destacan los de la Universidad de Leiden (Países Bajos), Emory, Yale (EEUU) e IESE (España). Docente de la Escuela Argentina de Negocios entre otras instituciones. proyecto humanitario comunicacional, el cual dirige hasta la actualidad. Como miembro de Reporteros Sin Fronteras, cubrió los conflictos y guerras en Medio Oriente entre 2010 y 2016. Participando también de Misiones de Seguridad y Acción Humanitaria en Palestina, Egipto, Líbano, Marruecos y Siria. Es periodista y redactora en medios especializados.