En el año 1982, es decir, poco más de tres años después de que fuese lanzada la reforma y apertura económica en China, Deng Xiaoping, el padre de esta reforma, hizo alusión a lo qué era a su entender “el signo de los tiempos”. ¿En qué consistía esto?, en “la paz y el desarrollo”.

Esto no fue nada novedoso, pues – sin ir más lejos– el propio Papa Pablo VI en la década del setenta había hecho también alusión a la paz y el desarrollo como el signo de los tiempos. Pero quizá lo relevante a destacar aquí es que Deng Xiaoping estaba evidenciando con esta nueva orientación lo que era el rumbo de la China post Mao, la cual estaba dejando atrás ese perfil revolucionario que buscaba cambiar el status quo internacional, tal como había sucedido durante la era maoísta, entre 1949 y 1976. Entonces, una vez precisado lo que según Deng Xiaoping era el signo de los tiempos, y a partir del objetivo nacional antes mencionado, que identifica la dirigencia reformista china, en materia internacional el objetivo que emana es “mantener un ambiente internacional estable”, a los efectos de facilitar el desarrollo económico.

Por lo tanto, la política exterior de China y la labor diplomática de la República Popular, se definen en función del objetivo nacional que emana del ámbito interno.

¿Cuáles serían entonces las principales herramientas que utiliza China a nivel interno y a nivel internacional para conseguir ambos objetivos? Por un lado, a nivel interno, el desarrollo de la llamada política de reforma y apertura que, como dijimos, se lanzó a fines del año 1978 y tiene vigencia hasta la fecha, mientras que, a nivel internacional, la actual dirigencia china, liderada por Hu Jintao (como Presidente de la República Popular, como Secretario General del Partido y como Presidente de la Comisión Militar Central del Partido), es “la construcción de un mundo armonioso”. Pero uno puede preguntarse ¿qué significa esto último? dado que suena muy poético: básicamente, tal construcción consiste en establecer un nuevo orden político y económico internacional. Luego, si vamos bajando a nivel más propio de la táctica diplomática de la diplomacia china a nivel mundial, identificamos una serie de metas, como por ejemplo un mayor protagonismo en los organismos internacionales, lo cual guarda relación tanto con incrementar su status, reconocimiento y prestigio, como así también participar en las grandes decisiones mundiales.

En segundo término, otra meta es la de garantizar que el poderío creciente de China no constituye una amenaza a terceros, y esto tiene que ver con la llamada “teoría de la amenaza china” que a partir de ciertos centros de estudios de Europa Occidental y de América del Norte comenzaron a cobrar vigencia a partir de mediados de la década de 1990, puesto que se percibía que el creciente poderío económico de China, tarde o temprano, iba  a tener una contracara militar, una faceta de expansión militar, la cual podría generar inestabilidad internacional.

Entonces, como remedio y contramedida, China procura, a través de su diplomacia, evidenciar que sus objetivos poco y nada tienen que ver con constituir una amenaza.

En tercer término, reducir el espacio internacional de Taiwán. Taiwán es considerado como una provincia rebelde por la República Popular, no obstante ello, las autoridades en Taipéi gobiernan lo que ellos llaman la República China en Taiwán, que es un actor internacional para un muy pequeño número de Estados –veintitrés en total sobre los casi doscientos países que hay en el mundo–, lo cual lleva a que la diplomacia China considere como una de sus metas reducir el espacio internacional de la isla.

Al mismo tiempo, la diplomacia China busca expandir el acceso a mercados de exportación, y esto tiene que ver con la estrategia de crecimiento que tiene la República Popular a partir de 1978. Porque no olvidemos que esa gran masa de inversiones directas extranjeras, que se dirigieron a China durante más de 30 años, no tuvieron como objetivo el mercado interno chino sino, por el contrario, aprovechar la mano de obra barata para producir y luego exportar lo producido al resto del mundo.

Finalmente, otra de las metas diplomáticas de China es diversificar las fuentes de abastecimiento de insumos dada la propia incapacidad de producir todo aquello que China necesita, con lo cual gradualmente nos comenzamos a acercar al papel que juega América Latina en la estrategia global de China.

¿Cuáles serían las ideas fuerza en materia diplomática? ¿Qué es lo que alienta a esta diplomacia? Por un lado, la idea de adoptar una mentalidad de “país grande”, lo cual guarda relación con dejar atrás aquel sentimiento de humillación que se generó en China como consecuencia de la opresión occidental. La historiografía oficial china alude a que entre el año 1839 –cuando comienza la agresión inglesa, dentro de lo que todos conocemos como la Guerra del Opio– hasta 1949 –cuando Mao Tse Tung proclama la República Popular China– tuvo lugar el llamado “Siglo de Humillación Nacional”. Entonces la dirigencia china en esta nueva era, brega por dejar atrás ese sentimiento de humillación y alienta a pensar a la República Popular como un “país grande”. ¿Qué significa aquí pensarse o llegar a ser un “país grande”? Esto tiene que ver con diferenciarse de lo que significa ser una potencia o una súper potencia, que son términos que en el idioma chino tienen una carga peyorativa.

Como fueron acuñados en el siglo XX ante lo que  fueron las políticas de los Estados Unidos y de la Unión Soviética, la carga de los términos “potencia” y “súper potencia” son peyorativos. Por eso los chinos, conscientes de su poderío aluden a que ellos son un “país grande” de la comunidad internacional.

Luego, otra idea fuerza interesante que tiene vigencia hoy en día en la diplomacia china, es la de asumir la postura de “país responsable” lo cual guarda relación con principios confucianos como la benevolencia, el respeto, encontrándonos aquí con la paradoja de que un Partido Comunista en el poder abraza principios propios de la tradición antigua china para orientar su política exterior.

CHINA Y AMÉRICA LATINA

¿Cuál es el plan de acción de la República Popular China, que la termina vinculando con América Latina?: El “Décimo Plan Quinquenal”.

Este plan quinquenal fue lanzado en el año 2001, pero luego fue ratificado en el año 2006 y en el año en curso. En él se definió la necesidad de “ir afuera”, que en muchos textos en inglés ha sido tomado como la estrategia del go-out  ¿En qué consiste esto?, en alentar a las corporaciones estatales chinas para que se vinculen con el exterior, a los efectos de construir cadenas de abastecimiento que aseguren la provisión de los insumos necesarios. ¿A la luz de lo descripto, cuál es el papel de América Latina?

El mismo es central, por la abundancia de los recursos naturales que el subcontinente posee, a pesar de una serie de obstáculos como pueden ser la distancia geográfica, la barrera cultural y los diferentes sistemas políticos.

Esta centralidad se evidencia en el otorgamiento del status de “socio estratégico” que ha hecho la República Popular China de una serie de países latinoamericanos, comenzando con Brasil en el año 1995, pero siguiendo luego con Perú, México, con Venezuela y con nuestro propio país, en noviembre del año 2004.

Una vez presentados los objetivos principales de China de cara a su vinculación con América Latina, ingresaremos en el terreno de las percepciones ¿Cómo percibe América Latina a China? y luego ¿Cómo percibe China a América Latina? En primer lugar, para América Latina, China es un mercado de exportación, no sólo de productos primarios sino también de productos con valor agregado. Recordemos en el caso de Argentina las exportaciones de tubos de acero sin costura del Grupo Techint, pero también de bienes de consumo Premium, a la luz de lo que es el creciente desarrollo de la clase media china.

Por otro lado, América Latina percibe a China como fuente de capitales de inversión y como proveedor de alta tecnología. Recordemos lo que ha tenido lugar en países como Argentina, Brasil y Venezuela en lo que hace a la industria aeronáutica, la satelital y la propia producción de energía nuclear.

Además, América Latina percibe a China como un contrapeso del poder de los Estados Unidos; pero al mismo tiempo, hay otra serie de puntos como ser que América Latina percibe a China como un competidor a la hora de la producción de manufacturas. Esto es más claro en el caso de México, donde tiene lugar la producción de bienes con  mano de obra intensiva e incluso tienen un mayor grado de sofisticación tecnológica. También, América Latina percibe a China como un actor de comercio desleal, porque en muchos casos China subsidia y practica el dumping. Finalmente, América Latina percibe a China como una eventual nueva potencia dominante, discusión que tiene lugar en el ámbito académico y se refiere a si China es o no una potencia neocolonial.

¿Cómo es que China percibe a América Latina? En primer término, como abastecedor de productos primarios e insumos industriales, energía, alimentos, etcétera; como comprador de productos manufacturados que son atractivos para nosotros por su bajo costo. Asimismo, China ve a nuestra región como un frente de batalla en la carrera por el reconocimiento diplomático de Taiwán, ya que de los veintitrés países que reconocen a la llamada República de China en Taiwán, doce se encuentran en América Latina –entendiendo por esto a América del Sur, América Central y también el Caribe–. Al mismo tiempo, China percibe a América Latina como un bloque proclive a la construcción del mundo multipolar, ya que América Latina es contraria al imperialismo y es afín a la construcción de un nuevo orden internacional. De igual modo, China percibe América Latina como un terreno complejo para hacer negocios a la luz de los obstáculos burocráticos, laborales y culturales que encuentran los inversores chinos y, asimismo, como una causal de fricciones con los Estados Unidos, dado que América Latina, en gran medida, aún es considerada por Washington como su patio trasero. ¿Cuáles serían los elementos de esta interacción bilateral?

En principio, lo económico, y principalmente el comercio. Hoy en día se registran cifras que superan los 200.000 millones de dólares en materia de comercio bilateral. Pero también se registra una inversión acumulada de más de 30.000 millones de dólares, préstamos, y la firma de acuerdos de libre comercio (esto último ya ha tenido lugar entre China y Perú, Chile y Costa Rica). También hay otros documentos de índole política, como la emisión del Libro Blanco: la República Popular publicó en noviembre de 2008 el Documento sobre las Relaciones de China con América Latina y el Caribe, que sólo encuentra antecedentes en lo que hace a lazos de China con Europa y con África.

También hay visitas oficiales –no pasan más de dos o tres años para que el Presidente, Vicepresidente o el Primer Ministro de China, hagan giras parciales por América Latina–. También, como otra herramienta política, está el reconocimiento de status  preferenciales. Una serie de países latinoamericanos hemos otorgado a China el status  de economía de mercado, mientras ellos nos han reconocido  como socios estratégicos. También tiene lugar la consulta y cooperación internacional en foros internacionales.

Como fue destacado, para Argentina es muy relevante el apoyo chino para la cuestión Malvinas. Luego, también hay una participación en organismos intergubernamentales de la región. Lo más evidentes es la participación China en el Banco Interamericano de Desarrollo, en la Organización de Estados Americanos, en el Parlatino, en el Banco del Desarrollo del Caribe, etc. y también como última herramienta política, los contactos entre partidos y gobiernos locales.

En este último punto se han firmado tratados entre ciudades o provincias hermanas, entre distintos gobiernos locales latinoamericanos con las respectivas contrapartes chinas.

En materia científico técnica tenemos programas bilaterales de cooperación, y en el marco cultural existen diversos programas de intercambio educativo. Como ya se hiciera referencia, se encuentran aquí las becas que brindan la Embajada de China y el establecimiento de los Institutos Confucio.

En el orden militar, hay intercambios de visitas, cooperación en materia de transferencia de equipamiento militar y, también, la contribución china para el mantenimiento de la paz y la seguridad, mediante el desplazamiento de un contingente militar chino en Haití.

A la luz de todo lo descripto ¿cuáles serían las consecuencias para América Latina de esta creciente interacción con China? Desde el punto de vista político, en algunos de los casos, como los de Bolivia, Ecuador y Venezuela, ha tenido lugar una profundización del discurso antiestadounidense y también un distanciamiento de Taiwán, siendo por ejemplo el último caso más evidente el de Costa Rica, que llevó a cabo la ruptura de sus históricas relaciones diplomáticas con Taiwán para establecerlas con la República Popular.

En materia económica, ¿cuáles serían las consecuencias de esta creciente interacción?, por un lado la diversificación de los socios comerciales de América Latina.

Más allá de los lazos tradicionales que mantenemos con Europa y los Estados Unidos, se ha dado un boom  de exportación de commodities , dado que la demanda china ha contribuido en el incremento del precio de estas commodities. Pero al mismo tiempo, se ha producido una profundización del modelo primario exportador de América Latina, lo cual ha afectado el esfuerzo en la promoción de la industrialización y desde ya, ha existido un incremento del porcentaje de los productos manufacturados chinos en América Latina, con lo cual se han perjudicado algunos sectores de la industria local.

Por otra parte, en materia científico-tecnológica, se han diversificado nuestras fuentes de transferencias tecnológicas, y desde el aspecto cultural, ha habido una ampliación de nuestro conocimiento de lo que es China, más allá de la discusión que pueda tener lugar sobre los beneficios o perjuicios de