En relación al siguiente análisis surge la búsqueda de tres objetivos principales, el primero sería de qué forma un hecho de estas magnitudes puede afectar tanto a las políticas económicas como las políticas sociales; el segundo, enfocándonos por completo en el análisis comparativo entre los estados, es ver cómo y de qué forma reactivaron su economía estos países que pertenecen a un mismo bloque económico pero con realidades totalmente diferentes; y el tercero y último plantearía observar las posibles respuestas de un bloque económico como institución frente a una crisis de estas características.
Entendemos que cualquier catástrofe natural, independientemente de la magnitud y el lugar en que suceda, puede generar cambios en las políticas económicas tanto del país afectado como de la región.
En este caso, lo primero que podemos observar es que un hecho tan relevante a nivel global y de esta magnitud tiene un gran impacto psicológico/social tanto a nivel local, afectando necesariamente a la forma de vida de la población, como frente a los ojos del mundo por la gran cantidad de víctimas fatales que representa este tipo de acontecimientos como así también el nivel de destrucción material. Todo esto llevado a un contexto plenamente económico, hace pensar que a nivel interno, las economías de los países afectados van a sufrir cambios en una serie de variables económicas en el corto y mediano plazo:
• Notable caída de las reservas por los altos costos de reconstrucción.
• Fluctuación de la balanza comercial (tanto las importaciones como las exportaciones).
• Disminución de la expectativa de crecimiento del PBI o PNB de los países en cuestión.
• Caída del ingreso de divisas extranjeras por la destrucción inmediata de la industria turística en el corto plazo, como así también la reducción en la inversión local y extranjera en el corto y mediano plazo.
• Aumento de la deuda externa.
El 8 de agosto de 1967 en Bangkok, Tailandia se crea la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSA, en ingles ASEAN). Los países fundadores fueron Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia y en 1999 se incorporó el último país hasta el momento, Camboya, el décimo país miembro.
La ASEAN, fundada en un contexto de guerra, mantuvo a la región en una situación de aguda confrontación política y bélica. Fue creada con la intención de acelerar el crecimiento económico y la fomentación de la paz y estabilidad regionales. Su funcionamiento siempre ha basado en dos grandes principios, el de la no intervención en los asuntos internos y el principio del consenso entre los más relevantes.
Los logros más importantes de la ASEAN: consecuentes con sus objetivos originales y principios, la perfección de su aparato institucional y un mecanismo organizativo permitiendo una ASEAN para todos los países de la región, poniendo fin a las confrontaciones y división existente hasta el momento, conseguir estabilidad y forjar una identidad propia.
Las relaciones de cooperación política y económica con otros países y centros político-económicos más importantes fuera de la región se han establecido y han fortalecido con resultados positivos y sólidos.
En el plano estrictamente económico, se trataba de un esquema mucho menos ambicioso que los de la CEE o el Mercosur, pero que sirviera como respuesta a la realidad que impera en el continente asiático.
A fines del 2004 un tsunami golpeó las costas de 13 países, en su mayoría pertenecientes al ASEAN, lo que puso a prueba la capacidad organizativa, de dependencia, de vulnerabilidad y de respuesta de los diferentes países.
PBI (EN MILES DE MILLONES DE US$)
A partir del estudio comparado del PBI, podemos observar una serie de consideraciones que enumeraremos de la siguiente manera:
• Hay una clara diferenciación en cuanto a las estructuras económicas, geográficas y demográficas entre Indonesia y Tailandia, por un lado y Sri Lanka e Islas Maldivas por otro.
• A pesar de las diferencias, las líneas de los cuatro países responden casi de la misma manera, con un crecimiento sostenido entre el 2001 y 2007, a partir de donde se ve una caída del PBI hasta el presente, motivada por el contexto internacional desfavorable.
EXPORTACIONES (EN MILES DE MILLONES DE U$S)
Comparando las exportaciones de los países a los que hicimos referencia:
• Las economías de Tailandia e Indonesia, aunque diferentes en cuanto al tipo de exportaciones, a partir del 2004 muestran un crecimiento con pendientes casi idénticas.
• Indonesia, aunque sufrió una caída en el nivel de sus exportaciones, fue anterior a la catástrofe por lo que no nos corresponde su reflexión.
• Tanto Tailandia como Indonesia se vieron favorecidas por el tipo de cambio y el desarrollo industrial con el que cuentan, como así también el nivel de modernización.
• Sri Lanka e Islas Maldivas tienen industrias no lo suficientemente desarrolladas para vender productos con valor agregado, por lo que las pocas exportaciones que tienen son de materias primas.
IMPORTACIONES (EN MILES DE MILLONES DE US$)
Las importaciones a nivel regional muestran grandes similitudes en cuanto a su tasa de crecimiento, y por eso se pueden realizar una serie de generalizaciones:
• Desde el 2003 se denota en la región una reactivación económica que infirió en un notable aumento del nivel de importaciones que se sostiene hasta el presente.
• Con excepción de Sri Lanka, tras el tsunami se observa una aceleración del nivel de crecimiento de este indicador, con motivo de la crisis que devino del maremoto.
• Este aumento infirió directamente sobre la balanza comercial que, en Tailandia, llegó a caer en déficit comercial.
BALANZA POR CUENTA CORRIENTE (EN MILES DE MILLONES DE U$S)
La balanza comercial de Sri Lanka y la de Maldivas, desde el año 2000 hasta el 2009 tienen una pendiente negativa estable, fortalecida por el aumento de las importaciones.
En cambio, la balanza comercial de Tailandia e Indonesia deben tener un análisis por separado. Como se puede apreciar en el gráfico, tanto las importaciones como las exportaciones de Indonesia son mucho mayores que las de Tailandia.
Sin embargo, ninguna balanza comercial refleja que el tsunami del 2004 haya afectado en forma directa a su balanza comercial. El único que muestra algún destello es Tailandia, quien aumenta considerablemente sus importaciones en el periodo 2005-2006.
El único país que sufrió una disminución en las reservas fue Indonesia (la más afectada por el tsunami). Esta disminución es tan pequeña, que no nos resulta posible afirmar que se debió a la catástrofe, por lo que descartamos este indicador como relevante en nuestra investigación.
DEUDA EXTERNA (EN MILES DE MILLONES DE U$S)
Sri Lanka e Islas Maldivas tienen una deuda mucho menor que Indonesia o Tailandia.
Según nuestra investigación, ningún país se endeudó con el fin de sobrellevar la catástrofe; al contrario, la mayoría contrajo deuda para el desarrollo interno tanto a nivel de industrias como de desarrollo político y social.
Tailandia y Sri Lanka, que desde el 2001 venían disminuyendo su deuda externa, son los únicos dos países que muestran un aumento de la misma en el periodo 2003 en adelante. Aunque suponemos que fue en consecuencia de lo sucedido, no podemos justificar este aumento solo por esto.
CONCLUSIÓN
A lo largo de esta investigación intentamos establecer una conexión concreta entre lo que fue una de las tragedias más devastadoras en la historia de la humanidad y las repercusiones económicas que aquel suceso acarreó. Buscamos investigar las diferentes reacciones de las diversas economías de la región y la capacidad de respuesta del bloque regional tras semejante acontecimiento. Pero nuestra estimación de los hechos poco tiene que ver con lo que realmente ocurrió en el “mundo económico” del sudeste asiático en aquellos años.
Durante el inicio de este trabajo, presentamos como objetivo principal la “realización de un estudio acerca de las consecuencias de una catástrofe natural en el corto y mediano plazo en una economía regional”. Claramente no cumplimos con dicha meta pues, a nuestro entender, resulta poco serio generalizar sobre la “reacción económica frente a catástrofes naturales”. En primer lugar porque cada “tragedia” es diferente (solo en 2004 se registraron más de 30 catástrofes de relevancia a nivel mundial), tanto en magnitud como en forma. En segundo lugar, también es diferente la región o el país en que sucede. Por ejemplo es innegable que no tuvo la misma repercusión el terremoto ocurrido en Haití (2010) que el ocurrido en Chile (2010). En este caso, países con economías completamente diferentes mostraron patrones extremadamente distintos frente a una catástrofe similar. Realizar, entonces, una guía acerca de los cambios económicos a esperar frente a un acontecimiento de estas características es inviable por la cantidad de variables dependientes que se presentan.
Otro objetivo a desarrollar era el de “analizar de forma comparativa las economías de los países afectados dentro de un bloque económico regional luego de una catástrofe natural y las capacidades de sobrellevar el fenómeno que posee cada uno”. Creemos haber logrado un breve análisis comparativo de los cuatro países más afectados, entendemos que los indicadores económicos no reflejaron las respuestas esperadas. Por ello intentaremos señalar, a modo de síntesis, los resultados “esperados” y lo que realmente sucedió.
Al inicio esperábamos que en el PBI se produjera una caída en cuanto a su crecimiento, ya que tras semejante devastación, creíamos posible la retirada de industrias extranjeras y una notable disminución del nivel de actividad. Pero los datos obtenidos lograron refutar nuestras expectativas. El PBI de los cuatro países reflejó un crecimiento constante y estable entre los años 2003 y 2007. Por ello es correcto considerar que este indicador no sufrió modificaciones relevantes frente a la tragedia de 2004, y por ello no es un indicador que nos sea útil para el cumplimiento de nuestros fines.
En cuanto a las exportaciones, estas no representaron fluctuación alguna. Con excepción de Maldivas, las otras tres economías presentaron valores de crecimiento sostenido de sus exportaciones desde 2003 (al igual que el PBI) y no se observaron cambios a tener en cuenta entre los años 2004 y 2005. De esta manera, vemos que el indicador “exportaciones” no nos es útil en esta investigación. Las importaciones si presentaron cambios (con excepción de Tailandia) tras la llegada del 2005. Si bien se encontraban en aumento desde el 2003, tras el tsunami se denota un gran incremento de la pendiente de crecimiento de las mismas, demostrando una relación directa entre este indicador y la catástrofe. Al verse modificado el nivel de importaciones, necesariamente se vio modificado el balance por cuenta corriente, que, como lo habíamos previsto, entró en baja tras el fin del 2004. En este caso hay marcadas diferencias entre las cuatro economías. En los casos de Indonesia y Tailandia, por ejemplo, las caídas de la balanza comercial fueron muy abruptas, llegando en el segundo al déficit comercial hasta mediados del 2008. Sri Lanka y Maldivas ya venían con déficit comercial en aumento desde años atrás, y la pendiente no tuvo tanta fluctuación como en los otros dos países, claramente más industrializados. Así, estimamos que, gracias a la variación del nivel de crecimiento de las importaciones, la balanza comercial si es un indicador útil en este estudio.
Un tercer indicador mencionado fue la deuda externa. Observamos dos reacciones completamente distintas: por un lado, los que vieron modificada su deuda frente al tsunami y por otro, los que no. En el primer grupo tenemos dos casos antagónicos: Indonesia, cuya deuda venía en aumento y contra toda estimación, tras la catástrofe mostró una caída abrupta de su deuda; y Tailandia, cuya deuda mostraba índices de decrecimiento desde 2001, tras el tsunami comenzó a incrementar su deuda nuevamente (como lo esperábamos). En el segundo grupo tenemos a las dos economías restantes que no mostraron modificación alguna frente a la catástrofe y por ende no nos es útil su análisis.
El cuarto indicador se refiere a las reservas internacionales. El único país que mostró una mínima variación del nivel de crecimiento de las reservas es Indonesia, pero en su carácter de “mínimo”, no nos es posible atribuirle su fluctuación a la catástrofe. Las reservas internacionales no son un factor representativo en este trabajo.
Por último, quedan por analizar dos factores: las tasas de interés y el factor turismo. En el caso del primero, se nos hizo imposible un estudio comparativo por la incapacidad de conseguir los datos pertinentes a cada país y por ello no se encuentran representados en este trabajo. El factor turismo, por otro lado, fue realmente representativo en el caso de Islas Maldivas.
El tercer y último objetivo era “observar las posibles respuestas de un bloque económico como institución frente a una crisis de estas características”. Aquí no se aprecia información oficial de la ASEAN como interventora directa e importante frente a la delicada situación que sufrió la región. La ayuda internacional y la reconstrucción se vieron bien diferenciadas por países y no por bloque.
Históricamente, lo político, lo social y lo económico se encuentran íntimamente ligados. Pero al realizar esta investigación, nos sorprendió descubrir que no es tan así…
Si uno toma un periódico de fines de 2004 e inicios del 2005 de cualquier parte del mundo observará, con toda seguridad, varias noticias reflejando una de las más devastadoras tragedias jamás vistas. Se calculan más de 280.000 víctimas fatales en un escenario que mantuvo expectante al mundo durante meses. A nivel internacional la ONU implementó el mayor operativo humanitario de la historia; el G7 incentivó la ayuda financiera e impuso una moratoria para congelar la deuda de los países afectados y miles de organizaciones no gubernamentales prestaron sus servicios para la causa. En otras palabras, fue un acontecimiento que movilizó y cautivó al planeta en su totalidad. Ahora bien, si uno toma los datos económicos de los países directamente afectados, durante el transcurso de esos años, como lo hemos hecho en este trabajo, le sorprenderá encontrar una realidad paralela. No es por desestimar a la economía, ni mucho menos a sus académicos, pero este suceso demuestra claramente que no es tan estrecha la relación entre lo económico, lo social y lo político y que, por ende, no es lo ideal que los economistas decidan sobre políticas de inferencia social, ni que los políticos decidan sobre políticas meramente económicas. Concluyendo, si bien este trabajo no alcanzó todos los objetivos propuestos en su inicio, nos remontó hacia un debate, ya clásico, entre lo político-social y lo económico, que sigue vigente. ◊