La Formación del Estado Argentino

1810-1820 De la revolución a la anarquía.

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Este trabajo busca dar cuenta de cuáles fueron los obstáculos con los que se encontraron los actores de la época emancipadora al momento de comenzar el “larguísimo” camino que fue la consolidación del moderno Estado Nación Argentino. Objetivo que se logra recién siete décadas después (en 1880) y luego de vastas batallas insertas en una guerra civil. Se focaliza en el período comprendido entre la Revolución de 1810 y la caída de la 1ª Constitución (unitaria) luego de la Batalla de Cepeda de 1820. Comenzar preguntándonos por qué se tardó tanto para la formación es un buen puntapié inicial para reflexionar sobre los primeros diez sangrientos años de este recorrido.

El inicio

Los años previos a la Revolución de Mayo, fueron de gran desgaste y descontento entre las elites criollas para con el virreinato. Por un lado, encontraban trabas en el acceso a cargos públicos reservados en exclusiva para los nacidos en España, excluyendo a quienes si bien estaban preparados para ello, su sangre no era puramente europea. Asimismo, la imposibilidad de una práctica de libre comercio en la creciente economía internacional luego de pasar años de reveces económicos, sumaba al fastidio de la época.

Dado que en Europa se daba la caída del obsoleto imperio español en manos de Napoleón al capturar a Fernando VII, como la posterior desaparición de la Junta de Sevilla –órgano que había nombrado a Cisneros como Virrey –, en nuestras tierras se declara la Revolución del 25 de mayo (como tantas otras de América anteriores y posteriores), aprovechando en ocasiones la fuerza de ciertos sectores populares a los que luego debieron callar al momento de crear equilibrio en la nueva organización.

Ni las Juntas, los Triunviratos o los Directorios lograron poner orden al período comprendido entre 1810 y 1820. La puja se daba por dos modelos a seguir que durante algunos años se resumió entre unitarios y federales. El enfrentamiento tenía varios temas; en el plano económico-comercial, desde la nueva ciudad-puerto se planteó una política librecambista que permitía el ingreso indiscriminado de los productos para consumo – especialmente británicos – y mantener el control exclusivo sobre la Aduana.

Asimismo el litoral se beneficiaba con la incipiente y exitosa economía basada en la exportación del cuero y el tasajo que había dado por resultado una sustancial mejora en el nivel de vida. En cambio, las economías regionales del interior, perjudicadas por aquel modelo económico, pulseaban por una política proteccionista que resguarde sus productos de las manufacturas de la revolución industrial británica.

De los dos sectores enfrentados en sangrientas batallas, uno sostiene que “ese equilibrio se traduce en el dominio del poder mediante el control del aparato del Estado, el manejo del comercio y el predominio cultural reflejado en el acceso a la educación y la opinión pública”.La idea era obtener un control hegemónico de la “nueva” estructura a organizar, que a su vez pudiera contener aquella efervescencia popular. Estos partidarios, estuvieron presentes como miembros de la Junta de Mayo y gobernaron en los ’20 bajo la era de Rivadavia. Tirando del otro lado de la cuerda estaban quienes pugnaban por la inclusión de sectores desplazados en diferentes luchas  y no siempre de acuerdo entre sí. Se veía a Moreno, Belgrano y Castelli, como también lo fueron San Martín, Artigas y Monteagudo.

Dentro del ala más jacobina de la revolución rescatemos a uno de sus protagonistas: Mariano Moreno, quien en su juventud fue a estudiar a Chuquisaca, se recibió de abogado y defendió a indios contra las explotaciones de sus patrones. En la época revolucionaria, declaró su interés en romper con España y su corona. En otras palabras, declarar la Independencia. Su postura (coincidente con el pensamiento de Belgrano) no fue la elegida, ya que dicho proceso se dio recién en 1816. En su Plan de Operaciones, Moreno no sólo expresaba sus ideas militares, sino que aparece su pensamiento sobre qué tipo de Nación es el que está imaginando, que en nada se asemeja al librecambismo rivadaviano.

Moreno ve un Estado regulador e interventor en los procesos de formación, el cual precisa de liquidez para su despegue. Ese dinero necesario, este pensador sostiene que debe ser confiscado entre unas cuantas personas de fortuna, que se habían enriquecido individualmente en el período colonial y ahora debían otorgarlo para un proceso de carácter más general, con el objeto de que el Estado cuente con ello “para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc. Producirán en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que se necesite para la conservación de sus habitantes”. El pensamiento de Moreno está focalizado en la necesidad de generar una nación con un fuerte desarrollo interno en contraposición a una economía librecambista y un modelo agroexportador.

Antes de cumplirse el primer año de la Revolución el entonces jefe del gobierno Cornelio Saavedra, un político conservador (de tintas moderadas sobre todo en la relación con la colonia) y adversario política e ideológicamente de Moreno, decretó enviar al revoltoso abogado a Europa en una misión. El barco partió de Buenos Aires y el abogado defensor de indios nunca llegó a destino, ya que, enfermo, murió durante el viaje al ingerir de un medicamento en “dudoso estado”.

Por el lado de los conflictos geográficos, la región todavía estaba en deuda de saber cuál iba a ser su territorio concreto y definido. Dentro de lo que luego pasó a llamarse Provincias Unidas del Río de la Plata, encontramos que hubo fuerte resistencia por parte de regiones que no estaban de acuerdo con el intento centralista que planteaba Buenos Aires. Lo que hoy es Bolivia, Paraguay y Uruguay, podrían haberse insertado en el nuevo estado si es que la metrópoli accedía a ciertas demandas.

Ante el rechazo porteño, en el interior surgen los primeros caudillos de la época, como lo fue José Gervasio de Artigas que en su caso luchó por separar a la Banda Oriental tanto de España como de Buenos Aires, llevando a cabo una revolución social inédita para la época. En Salta apareció la figura de Martín Miguel de Güemes y en el Litoral surgió “Pancho” Ramírez, cada uno defendiendo los intereses de su región.

Desde Paraguay, se rechazó la campaña de Manuel Belgrano, como también la expulsión que tuvo Juan José Castelli en el Alto Perú luego de proponer alternativas jacobinas como abolir el servicio de trabajo de los indios y la mita, acción que lo llevó a enfrentarse con la elite local.

Continuando con el desarrollo de los procesos del período estudiado, durante el mandato de Juan Martín de Pueyrredón en 1819, se aprobó la 1ª Constitución de carácter unitaria, que daba el poder para que sea Buenos Aires quien designe a los funcionarios locales en el interior. La resistencia federal no se hizo esperar y en febrero del año siguiente se dio la Batalla de Cepeda donde los federales dejaron en claro su rechazo absoluto a la postura centralista. La Constitución tuvo una corta vida, ya que con la derrota de los porteños en Cepeda, desde el interior ingresaron a Buenos Aires y obligaron la derogación de la carta magna. A partir de ello, se volvió a foja cero en cuanto al armado del Estado.

Las anteriores líneas dejan en claro que en lo referido a la formación del Estado, poco es lo que se dio en el período 1810-1820. Sin embargo, esos combativos años mostraron las dos visiones antagónicas del camino a recorrer para la organización nacional. En este sentido, entendemos que no se concretó el modelo planteado por Moreno, imponiéndose el conservadurismo centralista porteño. Sin embargo, en respuesta a las imposiciones de Buenos Aires surgió una fuerza regional: los caudillos, quienes velaron por la defensa federal y durante, por lo menos, los siguientes cincuenta años, el enfrentamiento con los unitarios fue la regla más que la excepción. Empero, más allá de la defensa de sus intereses regionales, en el territorio hoy denominado como Argentina, el modelo agroexportador y librecambista se impuso sobre las visiones alternativas de tinte más proteccionista y desarrollista.