Manuel López Rey, coordinador técnico de cultura en Algete, España y Néstor Adolfo Schmidt, director del conservatorio superior de música de la ciudad de buenos aires “Astor Piazzola”, nos ofrecen sus opiniones sobre el mercado de la cultura actual.

Tiziano, Rembrandt, Cézanne, Van Gogh, Klimt, Picasso, De Kooning, Pollock. Para muchos, ocho nombres que representan distintas épocas y estilos dentro de la pintura; para algunos, una lista parcial de los autores mejor cotizados actualmente en el mercado mundial del arte. Pueden pagarse cifras entre 50 y 200 millones de dólares por sus pinturas, dato que incluye solo los valores difundidos en las transacciones públicas.

Según un informe elaborado por la Dra. Clare McAndrew, economista cultural especializada, en los últimos años se advierte un mayor interés por la adquisición de piezas artísticas. Parece que son más las personas que diversifican sus inversiones comprando obras de arte y antigüedades, aunque muy pocas las que pueden contar con un Rembrandt o un Picasso en sus colecciones privadas.

Por otro lado, los museos poseen y exponen obras singulares. Es posible disfrutar de muchas piezas famosas –con frecuencia, gracias a donaciones de los coleccionistas– como de otras menos conocidas, incluso del arte regional y folclórico con su enorme valor estético y cultural. Para el gran público, deleitarse con todas ellas representa una pequeña inversión de tiempo y dinero. Además, es fácil conseguir buenas reproducciones de obras artísticas, como también sencillo visitar de manera virtual los grandes museos del mundo.

La cultura y el arte encuentran múltiples vías de difusión a través de libros, discos, recitales, obras de teatro y eventos al alcance de enormes auditorios. Aun en tiempos de crisis, la sociedad puede prestar atención a propuestas accesibles, incluso gratuitas. Una buena gestión cultural logra facilitarlas a través de tareas de organización y difusión. El gestor cultural (individuo o grupo) se encarga, entre otros objetivos, de promover contenidos y diversas manifestaciones artísticas. Su tarea es amplia y requiere involucrarse en distintas áreas, aunque no siempre cuenta con los medios necesarios.

Manuel López Rey, además de escritor, es Coordinador Técnico de Cultura en Algete, localidad cercana a la ciudad de Madrid, en España. Aquí, sus respuestas a una breve entrevista.

P: Como profesional dedicado a la gestión cultural, ¿qué valor cree que se le otorga, individual y colectivamente, a la cultura y al arte?

R: Desde la perspectiva de la gestión cultural debemos entender que siempre está presente una institución pública, ya sea directa o indirectamente. La sociedad en su conjunto alcanzó en el siglo XX el nivel de bienestar necesario para poder ocuparse del arte y la cultura. Las instituciones nunca se adelantan a las inquietudes sociales, y son loables las que, al menos, no se retrasan en demostrar su sensibilidad ante la demanda social. Esto ha permitido que florezca un tejido industrial cuyo objeto es precisamente el arte y cualquier tipo de manifestación cultural. Pero el valor que la sociedad les otorga es cambiante y relativo al estado de bonanza o de penuria de esa sociedad. Por lo tanto, no encuentro nada excepcional en el hecho de que, en algunos países, el arte y la cultura se hayan convertido en un objeto de consumo. Desafortunadamente, la atención social e institucional no tiene relación alguna con la calidad intrínseca y auténtica que ha de poseer la creación artística; en cuanto a la atención individual, no creo que hayamos superado el interés por el arte que profesó, por ejemplo, el hombre en el Renacimiento.

P: ¿Cuál cree que sea la opción más efectiva para fomentar estas vías de expresión?

R: La misma de siempre: el esfuerzo individual. Hay muchos aspectos del hombre y de su camino hacia la excelencia que no pueden entenderse de otra manera. Lo que importan son la actitud, el conocimiento y la oportunidad que nos acerquen a la cultura y al arte, evitando el estancamiento y manipulación que muchas veces sufren los asuntos que se manejan colectivamente. Es triste decir que se ha devaluado la enseñanza y que muchas veces se premian valores alejados de la sensibilidad y la creación artísticas. Por lo tanto, las instituciones del estado deben procurar la máxima calidad de la enseñanza, la verdadera igualdad de oportunidades y el establecimiento de unos valores sociales en los que el aprendizaje, la formación y el ansia de conocimiento sean premiados. A partir de ahí, todo logro es absolutamente individual.

P: Teniendo en cuenta los retos profesionales de su cargo, ¿cree que vale la pena invertir en cultura y arte?

R: Si lo determinante, como decimos, es la actitud individual, entonces es fundamental para cada uno invertir tiempo y dinero en el consumo de cultura. De no invertir ahí, lo haríamos en otros productos mucho menos enriquecedores. Para que ese consumo sea responsable es imprescindible una educación sensorial, una capacidad analítica, y el más amplio y profundo conocimiento de lo que son el arte y las expresiones culturales. De lo contrario, se consume cultura solo como marca distintiva social. Por eso considero que mi mayor reto profesional es el de no cesar en la lucha contra los errores de la administración y de sus instituciones, casi siempre ciegas ante lo esencial; cuanto más se avanza en esa lucha, más y mejores resultados ofrece la gestión cultural.

EL APOYO OFICIAL

Cuando se la malinterpreta, la palabra “gestión” parece convertir a las actividades culturales en simples actividades económicas, una impresión definitivamente alejada de la realidad. Los diferentes procesos vinculados a la cultura y al arte mejoran cuando disponen de una gestión adecuada. Desde luego, existen aspectos que no admiten tal mediación: la autonomía del artista, su creatividad y las preferencias del público, entre otros. Pero, ¿hasta qué punto cuenta el arte con instituciones que gestionen su desarrollo?

Néstor Adolfo Schmidt es Director del Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires “Astor Piazzola”, en la ciudad capital de la Argentina. Él también ofreció su opinión.

P: ¿Cree usted que la sociedad, a través de sus instituciones, está fomentando el desarrollo cultural y artístico?

R: El apoyo es variable, pareciera depender de temporadas y circunstancias. En nuestro país no siempre se cuenta con las condiciones necesarias para favorecer a la gran cantidad de jóvenes apasionados por el arte en general y por la música en particular. Es verdad que nuestra institución, como organismo oficial, brinda enseñanza gratuita en todas las carreras de su programa. Pero puedo ilustrar el tema del apoyo a través de dos ejemplos, uno positivo y otro negativo.

Años atrás participé en actividades de docencia para personas de capacidades diferentes. Noté que era muy escasa la instrucción disponible para docentes de la música con deseos de ayudar a estos jóvenes en sus desafíos. Tiempo después, preparé un proyecto de especialización que elevé a través del Conservatorio para su tratamiento. Afortunadamente, el proyecto tuvo buen curso, y desde fines de 2010 contamos en la institución con una carrera oficial de dos años de Especialización Superior en Enseñanza de la Música para la Educación Especial. Es un posgrado para quienes se reciban en todos los Conservatorios del país, y de hecho, hacia finales de este año egresarán los primeros profesores con esta especialización.

Sin embargo, por otra parte, hay una seria limitación oficial para acompañar a los niños pequeños que demuestran marcada inclinación por la música. Podrá verlo con este ejemplo: hace un tiempo acudió a nosotros el padre de una niña de 8 años que tocaba el piano. Provenían del extranjero pero manejaban bien el español, ya que el hombre es argentino. La niña podía tocar el Concierto para piano n.° 1 de Chopin. ¡Imagínese! Con todo el dolor del alma, tuve que explicarle al padre que no podíamos inscribir a su hija en el Conservatorio, impedimento que también sufriría en otras instituciones oficiales. Ocurre que las leyes locales, a diferencia de la disposición que regía antes, exigen ahora nivel secundario para el ingreso a nuestro Nivel Superior, o primer año secundario aprobado para ingresar al Nivel Medio. Sería prudente que se consultara a expertos en artes cuando se desarrollan los diseños curriculares para Artística, ya que en muchos casos lo ideal es comenzar a muy temprana edad, lo cual no excluye que pueda formarse un gran artista a una edad más avanzada.

P: ¿Le parece que el hombre actual necesita del arte, que vale la pena invertir en arte y cultura?

R: El arte es la manifestación de lo interior. Yo creo que el arte es uno mismo, que siempre refleja el estado de la sociedad y de los tiempos que se viven. Si repasamos los estilos que caracterizaron a cada época, ya sea que hablemos de la pintura, la música, la danza, el teatro, la literatura o de cualquiera de las demás disciplinas artísticas, encontraremos que el arte siempre expresó fielmente el estado interior de los seres humanos, la cultura de una sociedad. Definitivamente, debemos invertir lo que haga falta para sostener y disfrutar el arte.

CONCLUSIONES

En este siglo XXI, la expresión artística encuentra un mundo marcado por la cultura digital y sus singulares características, golpeado por frecuentes crisis globales de diversa índole. ¿Qué lugar seguirá ocupando el arte en este contexto? En la medida en que la sociedad entienda la conveniencia de invertir en valores culturales, reclamará entonces la educación y gestión necesarias a las instituciones correspondientes, las que terminarán por reaccionar fomentando lo artístico en todas sus manifestaciones. Pero también es muy cierto que la resolución individual del artista se constituye, por sí misma, en una gran fuerza motora. Este factor merecerá un artículo de reflexión aparte. ◊