En este artículo trataremos de señalar aspectos distintivos de dicha dualidad, en un contexto de problemática general, la situación en Argentina en particular, y sus implicancias económicas. Para esto debemos comenzar por identificar al crimen organizado en general.

Refiriéndose al Crimen Organizado, Resa Nestares1, señala la dificultad de poder precisar su definición, toda vez que presenta problemas previos para estudiar el fenómeno. Ello está dado en gran manera por la poca certeza que tienen sus fuentes, generalmente de índole periodístico (con tendencia a la exageración) o de la palabra de informantes o arrepentidos del sistema (que tienden a exagerar su actuación, o minimizarla para evitar consecuencias), incluso también respecto de los datos brindados por agencias gubernamentales, que rivalizan y luchan entre sí por rédito institucional. No obstante ello hay coincidencia en que existe crimen organizado cuando se conforman grupos de personas con actos constantes que son delitos en la jurisdicción actuante, poseen organización y planificación jerárquica con división de tareas y especialización y por sobre todo capacidad de resistencia y protección contra hostilidad del Estado o de otros criminales. Se pueden señalar como causales la mundialización económica y financiera que perjudica a los estados un control uniforme de dichas actividades, la comunicación y transferencia de información acelerada por la tecnología a través de internet, de dificultoso monitoreo, la inmigración transnacional y el auge de las etnias, el primer caso por problemas económicos y el segundo por segregación propia de la postmodernidad, la escasa atención política a nivel regional suplantada por conflictos internacionales políticos repetidos o regionales, además del natural estancamiento normativo en tratados internacionales que regulen el problema. La figura del crimen organizado trae como consecuencia un ataque a la soberanía, ya que intimidan, rivalizan y hasta corrompen al gobierno de un Estado, producen daño social y cultural a la población y afectan la gobernabilidad, las políticas de Estado, la economía y la credibilidad internacional. Entre los integrantes de dicha criminalidad se cuentan el tráfico de armas, el terrorismo, el tráfico de personas y por supuesto el narcotráfico.

NARCOFINANZAS Y TERRORISMO FINANCIERO

La interconexión entre los operadores criminales de los delitos precitados genera ingresos que fomentan el denominado terrorismo financiero, de la mano de bancos free shore que blanquean los ingresos provenientes de dichas actividades ilícitas.

Un nuevo aspecto generado por la globalización y la postmodernidad contemporánea es la intervinculación existente entre el narcotráfico, la especulación monetaria y el denominado terrorismo financiero. Aparte de las múltiples aristas de la cuestión, se le agregan otros aspectos de características siniestras. Existen interrelaciones estrechas entre las finanzas espurreas y los grandes mercados de capitales financieros. Alejandro Guerrero2 en “Narcotráfico, lavado de dinero, especulación financiera y crisis”, citando a fuentes políticas menciona que “la economía de la “burbuja financiera global” es la fuerza motriz que opera detrás del enorme negocio del narcotráfico internacional”, tanto es así que refiere los dichos de la economista Kieran Beer (ex funcionaria del Tesoro de EEUU en la administración Clinton)” por cuanto la enorme masa de capitales generada del narcotráfico “salva a los bancos de la ruina”, de modo tal que la inyección de divisas en el mercado genera el despliegue financiero que en definitiva afecta el sistema bancario del mundo.

El Jefe de la central antidrogas rusa Victor Ivanov, Director del Servicio Federal de Control de Drogas, citó cálculos de Antonio Costa, ex director ejecutivo de la UNDOC3, acerca de la inyección masiva de narcodólares en los bancos más grandes del mundo durante la crisis de pánico financiero en 2008 y 2009.4

Se destaca particularmente el denominado “enforcement risk” ó riesgo de aplicación, que está dado por el margen de ilegalidad, es decir, el peligro que sufre el narcotraficante de ser capturado. “En un mercado altamente competitivo, la ganancia tiende a equipararse en todos los niveles de la actividad, como ocurre con cualquier mercancía. También el retorno del capital es similar en todas partes. No obstante la exposición al riesgo es despareja y no tiene el mismo costo en diferentes sitios, de modo que algunos narcotraficantes tienen ventajas comparativas respecto de otros y no siempre los precios cubren los costos de éste o aquel traficante en particular. He aquí la base económica de un problema político de gran magnitud: en un mercado ilegal la competencia se desarrolla por la pura violencia por la violencia directa”5, y ese riesgo tiene cobertura por la corrupción política.

A su vez, el otro extremo de la secuencia tiene al terrorismo financiero como principal actor. Este estado de cosas que logra la dominación cambiaria está integrado por un núcleo de especuladores, paraísos fiscales ý fondos buitres.6 Estos actores tienen a su vez círculos concéntricos de apoyo constante.7 El primero está formado por la justicia, ya que tradicionalmente el derecho civil protege el derecho de propiedad individual prevaleciendo al bien común a, la justicia social y a la soberanía de los Estados.

Continúa con el círculo de apoyo varios sectores de interés privado, corporaciones mediáticas, entidades financieras, etc. que manejan grandes grupos económicos y remesas financieras de especial consideración. Dice el autor “Alrededor de la mitad de los flujos internacionales de capitales escapa a toda forma de control y circula de modo ilegal. Estos últimos son fondos que provienen en gran parte de actividades ilegales o criminales. Muchos provienen de narcodólares, venta de armas y fraudes fiscales. Estos son los terroristas financieros que concentran un formidable poder económico y político. Suelen

dictar la política económica de los países subordinados y así pueden generar épocas de abundancia ó hundir a países y pueblos en la miseria, según su interés particular a corto plazo. El ejemplo de Grecia es concluyente”8.
DEL NARCOTRÁFICO EN PARTICULAR

El narcotráfico, es un problema de salud pública, no sólo de seguridad, de alcance continental. Como todo delito va mutando en su desarrollo y evolución. Si bien en Argentina, este contexto aún no ha alcanzado su máxima expresión, nada obsta que ello ocurra en un futuro cercano.

Señala Guy Lawson9, que los narcos en la actualidad “no son una banda de lunáticos estilo Scarface, duros de cocaína y empeñados en usar la violencia. No. Son ejecutivos muy sofisticados que buscan hacer ganancias de la manera más barata y eficiente posible”. En México por ejemplo, “donde la violencia por drogas ha matado a 12.000 personas en los últimos tres años, torturar rivales y decapitar víctimas tiene un objetivo, para los narcotraficantes es cosa de rutina usar la brutalidad para someter a los competidores, eliminar testigos y asustar a los reclutas de la policía. Pero al norte de la frontera, los narcos son tan corporativos e híper-organizados como los de WalMart y reemplazan al enfoque verticalista de sus predecesores colombianos con un nuevo modelo de negocios, que terceriza el trabajo sucio en las calles con un ejército de inmigrantes ilegales”. Incluso adquieren ribetes acordes con cualquier actividad empresarial, al hacerse llamar La Compañía. Estos supervisan una organización que determina los precios, rastrea cargamentos, administra empleados y maneja los sobornos en Estados Unidos.

Ante este cuadro organizativo, el Estado (y la Drug Enforcement Administration, DEA), aún responde con las mismas tácticas utilizadas para desbaratar a la Mafia en los años ‘80: “arrestar perejiles y convertirlos en informantes”. Pero la estructura clásica mafiosa de la Omertá (o pacto de silencio), no se compara con el método corporativo de sometimiento de rehenes. Todos los narcos de poca monta arrestados en Estados Unidos saben que sus familias y amigos en México serán asesinados por los carteles si cooperan con los gringos.

También favorece la actividad narco, el nuevo concepto comercial de tercerización del trabajo sucio. En efecto, “en vez de mantener su propia fuerza laboral de dealers, una idea cara y riesgosa, los mexicanos contratan grupos criminales preexistentes, confiando más que nada en pandillas hispanas como la MS-13 y la mafia mexicana. Pero también les venden a los Crips, los Bloods, Hell Angels, los portorriqueños, los dominicanos. Esto mantiene bajos los gastos de estructura y reduce las conexiones potencialmente riesgosas con la gerencia”10.

Al igual que en cualquier Mac Donalds, los narcos también premian e incentivan el esfuerzo y mejoramiento en el negocio. Los dealers callejeros, se transforman en dueños de empresas independientes. Venden toda la droga que más pueden para lograr objetivos de compras mensuales e intentan aumentar su estatus de vendedor, categorizándose en el negocio. Y una vez alcanzado un nivel de importancia, deben mantener un bajo perfil y vivir modestamente “como si fueran gerentes regionales de una cadena de restaurantes de comida rápida”. Si “uno es arrestado, es poco probable que haya un vínculo que pueda rastrearse hasta los carteles; e incluso, si lo hay, el narco sabe con seguridad que su familia va a ser ejecutada si habla con los federales”11.

Su efectividad se potencia con la crisis económica que paulatinamente va agravando la situación. Por un lado la debilidad institucional de Estados frágiles resulta explotada utilizando como herramientas la corrupción y la impunidad. A nivel mundial, ajustados presupuestos familiares conforman una oferta laboral para la demanda de mano de obra ilegal como las denominadas “mulas”, conforme se verá mas abajo. Además el regreso de la migración y la reducción de remesas extranjeras alienta el tráfico ilegal. La marginalidad, la posmodernidad segregacionista y de consumismo exitista, genera grupos de jóvenes enojados con la sociedad y susceptibles de integrar agrupaciones criminales y sin olvidar la importancia de narcolavado financiero, de dinámica digital y cada vez más fluída.

Solo en 2010 como referencia, el Banco Mundial señaló que el crimen organizado movilizó más de dos billones de dólares, de los cuales aproximadamente la mitad estaba integrado por el lavado de dinero y el tráfico de drogas, conformando la misma cantidad de dinero sumando todo el presupuesto militar anual del planeta.12 Ante ello, las Naciones Unidas detenta un marco jurídico conceptual basado en tres convenios sobre Drogas (años 1961, 1971 y 1988) que establecen las obligaciones de los Estados miembros y el mecanismo de su cumplimiento, organizado por un órgano legislativo (Control de Drogas), un órgano judicial ( Junta Internacional Fiscalizadora de Estupefacientes) y un órgano ejecutivo (Oficina contra la Droga y el Delito) que trabajan con bases estadísticas generadas por los estados miembros para determinar los cambios en demandas de drogas y su oferta, el impacto en la política y las áreas prioritarias de intervención.

Con todo, se reconoce el fracaso de su accionar en la lucha contra su criminalidad, al carecer de una arquitectura de control de la delincuencia y la inaplicación de los esquemas normativos creados al efecto. Esto se pone de resalto en el último Informe mundial de drogas 2012, el cual analiza pormenorizadamente la demanda de sustancias y los factores que inciden a su consumo: “Un acontecimiento decisivo que habrá que vigilar es el reciente desplazamiento del consumo de los países desarrollados a los países en desarrollo, lo que supondría una mayor carga para países relativamente menos preparados para soportarla. Las tendencias demográficas indican un probable aumento sustancial del número total de consumidores de drogas en los países en desarrollo, no sólo debido al mayor crecimiento demográfico proyectado en esas zonas, sino también a su población más joven y a su rápida tasa de urbanización. Además, es posible que la brecha de consumo entre hombres y mujeres comience a cerrarse a medida que aumente el consumo de drogas por mujeres en los países en desarrollo como consecuencia de la desaparición de las barreras socioculturales y de una mayor igualdad de género.13″

ADICCIONES, PACO Y MISERIAS HUMANAS

Los viejos valores que fueron baluartes de la modernidad, desde los comienzos del siglo XIX hasta el siglo XX (a saber, reconocimiento de la autoridad, principio de gratificación diferida –sacrificio presente para beneficio en el porvenir–, capitalización de bienes, solidaridad entre iguales a través de sociedades de fomento y socorros mutuos, futuro optimista y esperanzador y existencia de utopías ideológicas), dieron paso a mediados del siglo XX a la denominada postmodernidad, que se caracteriza por la pérdida del respeto a la autoridad, cuestionamiento permanente, desideologización, vivencia inmediata del presente con futuro incierto potenciada por la comunicación y la tecnología, que causaron en el ser humano un incremento en el individualismo y el egocentrismo social con una progresiva incertidumbre y falta de identidad, como una sintomatología que redunda angustiosamente en el hombre, quien para evadirse psicológicamente de la realidad, entre otras alternativas, transita por el camino de las adicciones.

De ésta forma, la droga como fenómeno social destructivo, tiene elementos indudablemente socio-génicos a nivel mundial. En particular en Argentina, la crisis económica y social ha incidido en el tema. La devaluación sufrida a principios del presente milenio, la inconstancia en las políticas económicas, incrementaron la crisis socio-económica que redundó con doble sentido en la circulación de drogas. Por otro lado, impactó en detrimento de la calidad sustancial del tóxico, ya que mermó considerablemente su refinación y pureza con la consiguiente potenciación del perjuicio en la salud del adicto. Así nació el “paco” (pasta de cocaína base), de económica adquisición en un valor aproximado a $ 1 por dosis, que se consume fumándola con una pipa hecha con el cañito de una bombilla o de una antena de TV. Se explica que “La pasta base es el escalón del proceso donde la sustancia todavía está sucia (sin refinar) con querosén, cloroformo y éter, los químicos que se aplican a la hoja de coca. Ataca el sistema nervioso y su uso continuado es mortal”14-15. De ésta forma la necesidad fomentó que pequeños negocios comerciales como remiserías o kioscos se dediquen alternativamente a la venta de droga, con una ganancia diaria estimativa de $ 700 a $1000, sobre un mercado estimado oficialmente en unas 30,000 personas consumidoras sólo en la Provincia de Buenos Aires.

Los grandes contextos de criminalidad organizada y poder económico tienen su contrapartida en el aprovechamiento de los sectores sociales más carenciados que se convierten en mulas. “En primer lugar nos encontramos con una persona que ha sido utilizada por un tercero para transportar la droga de un punto a otro. Y no bajo cualquier modalidad, sino a través de aquella más riesgosa para la salud, pero también que reporta mayores beneficios al dueño del negocio. Quien transporta la droga dentro de su propio cuerpo es visto como un recipiente, un simple contenedor de ella (…) Este tercero a su vez utiliza el servicio prestado por la mula. En el mejor de los casos existirá una contraprestación que no superará una magra cantidad de dinero. En otros la actividad será realizada sin mediar siquiera un beneficio económico. De todos modos, exista o no una contraprestación parece claro que la víctima presta un servicio, aunque de características muy especiales, por cierto. En efecto, debido a la propia dinámica de éste servicio, la capacidad de autodeterminación del sujeto se encuentra francamente restringida, déficit que es fácilmente apreciable si se repara en las escasas opciones que le ofrecen a la mula, una vez que ha ingerido las cápsulas con material estupefaciente y que pueden oscilar entre: a) cumplir con su objetivo, esto es llegar a destino para evacuar las cápsulas y así entregarlas a los destinatarios, contra la entrega de la suma de dinero conseguida y b) no conseguirlo, lo que puede obedecer por ejemplo a que su empresa sea descubierta en alguna de sus etapas, o a que habiendo llegado a destino, no puede despedir las cápsulas a tiempo, debiendo elegir entre recurrir a las autoridades policiales o sanitarias decisión que podría salvarle la vida pero que con frecuencia implicara su encarcelamiento o dejarse morir”16.

EPÍLOGO

A modo de conclusión y en comprensión al análisis descripto, se señalan las expresiones de Abel Cornejo quien acertadamente refiere, “el tema de la droga es un flagelo actual de inconmensurables ramificaciones. Con asombro, quien se acerca a su estudio descubrirá rápidamente que a pesar de la innumerable cantidad de conferencias, simposios, reuniones y otras manifestaciones afines, aún no se tiene una conciencia universal clara de sus devastadores efectos. Ello, por cuanto siendo su tratamiento y enfoque científico un asunto de extrema complejidad, debe necesariamente ser multidisciplinario. Quien así no lo entienda, además de tener una visión parcializada de la cuestión central, no sólo no aportará ningún tipo de solución sino que además será un permanente obstáculo para el desarrollo de la investigación como también para la lucha efectiva”.