TEORÍA DEL TÚNEL
A veces resulta sorprendente que exista la credulidad social necesaria para la implementación del modelo “global”. De la totalidad del “globus”, la globalización trabaja sólo en la superficie de la esfera, y elimina de su discurso que la esfera es un sólido terminado por una superficie que es curva y cuyos puntos equidistan de otro interior llamado centro. Describo la esfera, porque además de que en la globalización al hombre se le mutila una dimensión, hay otra trampa para limitarlo estrictamente al campo de la superficie: la desaparición del concepto íntegro de esfera les permite a los creadores de ilusiones vender una peligrosa construcción bidimensional con aspecto tridimensional: la “red” o “net”, comercialmente hoy la más popular es Internet y los subproductos que la transitan. La red es una pieza de dos dimensiones capaz de dar la apariencia de tener tres por su capacidad de deformarse dentro de la tercera dimensión: al igual que el laberinto, se da la sensación de estar en tres dimensiones, pero el sujeto queda reducido a dos y atrapado en la tercera.
La red tampoco es bidimensional, su superficie no es una constante de infinitos puntos, ergo: no conforma un plano. Sobre esta base podemos afirmar que se trata de un entramado de componentes de una única dimensión (los segmentos lineales que son sus sogas), que por el modo en el que se extiende le da al hombre la apariencia de ser bidimensional. Ahora bien, la mutación conceptual que potencia el engaño es que lo único que está “conectado” en una red es lo que la conforma como tal: sus sogas reticuladas mediante nudos, el sistema-red en sí, el aparejo hecho de hilos, cuerdas o alambres trabados en forma de mallas. En informática existen otros nombres para describir idénticos componentes, y el conjunto de normas legales o reglamentarias también se comporta como una red. El gran secreto que le da su infalible efecto a esta herramienta-trampa es: el cruce de dos rectas determina un punto. El punto existe y es un contacto pero sólo para sí. Y tiene la siguiente característica: el punto es la dimensión cero, es decir, las conexiones que se concretan en la red pertenecen a la dimensión cero, son el no-lugar, lo impenetrable, son aquello en el que ni el ser humano ni nada puede tener existencia. En las conexiones de una red no hay cabida para ningún tipo de ser, es la estructura que aniquila las posibilidades de un existencialismo. En materia de red o “net”, la comunicación es uno de los insumos de su entramado, pero como dicha comunicación se produce en el “no lugar”, en el punto, no cabe
posibilidad de que un “ser” acceda a ella. Accede a una metamorfosis de la comunicación: estar atrapado en la red junto con otros por la ilusión que su construcción produce en quien ingresa en ella. Lo que no es “net” es presa, está atrapado en ella. La conectividad es a la red y para la red, y carece de carácter transitivo. Su construcción es autosuficiente en materia de comunicación, y su despliegue no busca crear nuevas conexiones: quien la domina se dedica a cazar o a pescar. Decir “enredado” es muy distinto a decir “comunicado”. La red no comparte sus virtudes con sus visitantes: las aplica por y para provecho del pescador.
Hay una construcción muy particular que es el túnel: se caracteriza por la extracción de materiales más que por su agregado, por la acción principal de “cavar”. Es una construcción que saca más materia de la que agrega. Construir un túnel es un modo de penetrar en la solidez de la esfera o “globus”, permite profundizar en ella y tomar conciencia de que la red es la herramienta unidimensional capaz de envolver y atrapar a la esfera tridimensional.
“El desprecio hacia el Libro marca un estado agudo de la angustia contemporánea, y su víctima por excelencia, el intelectual, se subleva contra el Libro en cuanto éste le denuncia como hacedor de máscaras, sucedáneos de una condición humana que él intuye, espera y procura diferente. La aparente paradoja de esta mantis religiosa devorando su propia fuente de placer encubre la verdad de un divorcio entre dos hombres sólo exteriormente semejantes: el que existe para escribir y el que escribe para existir.”(Fragmento de “Teoría del túnel”).
LAS NORMAS COMO FETICHES
Las normas constituyen “el Libro”: el libro-norma como objeto y fin de la tarea de un profesional en ciencias económicas, el conjunto de normas como depositario del fetichismo propio de la pérdida del carácter científico-técnico en pos del triunfo del maniqueísmo de mercado. De ahí que aún tratándose de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), los estándares internacionales de auditoría (ISAs e ISAEs, entre otros), y la norma local Resolución Técnica 262, conforman la réplica de una vanguardia: no dejan de ser “el Libro” como objeto en sí, disociado de aquello a lo que debería estar vinculado: el hombre como universal intrínseco de la economía.
Hay una postura conformista por la que los profesionales están más ocupados que preocupados por su tarea. Esta pauta sumada a la carencia de sustento científico en el contexto económico y legal, arroja resultados como el siguiente: consultada la enciclopedia impositiva y laboral de la editorial Errepar S.A.3, encontramos que la inconstitucionalidad de las normas impositivas es tratada en 257 textos de doctrina y 163 fallos de jurisprudencia, y en relación a normas laborales 300 escritos de doctrina y 200 fallos. Esto constituye el modo de quitarle profundidad a la esfera legal.
¿Se pueden implementar normas internacionales de información económico-financiera mediante estándares internacionales siendo que, cuando pasamos del umbral de la empresa hacia su interior, los métodos para generar información operativa y para la toma de decisiones son diferentes y hasta opuestos a aquellos que se pretenden transformar en normas de lectura global para terceros? ¿Pueden generarse tales estándares cuando la realidad integral de una empresa no es medible sólo en términos monetarios? ¿Pueden generarse tales estándares cuando la agilidad operativa de una empresa hace que su realidad interna resulte imposible de ser reducida a meros “valores”? ¿Pueden generarse tales estándares cuando existe una situación “esquizo”4 verificable en la escisión obra-ley, verificable en la irreductibilidad de una obra o un trabajo a la miserable capacidad representativa de un valor en moneda? La respuesta es: no, los estándares internacionales no son viables en esta materia.
Un balance y sus anexos pretenden facilitar la lectura de lo que es la valía de un ente económico. Sin embargo, existe un fenómeno de disociación que lleva a la generación de reportes confeccionados con criterios para la lectura de terceros y otros con criterios para la gestión interna y la toma de decisiones empresariales. La información generada para terceros se confecciona de acuerdo al derecho contable de cada nación y a las normas del Comité de Normas Contables Internacionales (IASC). Aquí podemos incluir a las NIIF. La información para la gestión interna y la toma de decisiones utiliza “la contabilidad analítica” y “la contabilidad de gestión” que siguen patrones técnicos de laboratorio no normados. Quienes manejan la información para la gestión de la empresa suelen considerar inútil y un mero compromiso formal la información externa, obligatoria y reglamentada. La ven como un costo para nada y un generador de conflictos, por ejemplo, al momento de diseñar el software en la búsqueda de optimizar la carga de datos siendo que el contexto es “esquizo”.
Así como planteamos el conflicto de representatividad de una empresa hacia el exterior por intermedio de las NIIF, pasemos a ver si algo similar ocurre en el rango interno de la empresa. Tomemos un contexto internacional, amplio y abarcador: lo que se da a llamar “Repertorio de la legislación vigente de la Unión Europea”. Éste se ocupa de aspectos funcionales de diversas actividades y está conformado por un conjunto de “actos” cuya suma llega a las 17.9835 normas vigentes. Entonces, si las actividades están sujetas a tamaña legislación ¿es correcto decir que la contabilidad analítica y de gestión (intra-empresaria) están libres de una reglamentación constrictiva si los objetos y trabajos con los que operan están hiper-reglamentados? La respuesta es: no. El imperio de “las formas” supo traspasar el umbral hacia el interior de las empresas montándose en sus objetos, sus obras o sus servicios, y las piezas no siempre encajan bien.
El presente y la vanguardia de la información constituyen un enorme fetiche que se erige per se otorgándose títulos de autoridad gracias a que se lo considera su propio principio y fin
El presente y la vanguardia de la información, interna o externa, constituyen en su conjunto un enorme fetiche, un objeto falaz que se erige per se otorgándose títulos de autoridad gracias a que se lo considera su propio principio y fin: “el Libro objeto”, el ídolo o pieza de culto al que se le rinden poderes sobrenaturales, un negocio montado sobre la base de un panorama profesional desdibujado en saberes atomizados, y sobre todo inútiles para el intelectual cuya idea es “culminar en lo universal”.
LAS PALABRAS Y LAS COSAS
Continuamos con el panorama “esquizo”. La opinión más expandida en este grupo de empresarios, menos numeroso pero con mayores influencias, suele ser de este tenor: Las normas locales vigentes que afectan la profesión contable son de gran calidad en Argentina, pero las NIIF gozan de mayor reputación por su calidad técnica y también por un hecho fundamental en el proceso de comunicación de temas económico-financieros: son más conocidas y están siendo aplicadas en más de cien países del planeta. Deberíamos hacer una ponderación del número de países en función de su grado de influencia. Las normas se expanden desde Estados Unidos e Inglaterra hacia sus países-factorías, en los cuales las filiales de las potencias pisan fuerte y determinan las reglas. La situación no impacta de igual modo desde los Estados Unidos hacia el viejo continente. Las normas contables internacionales abarcan la gran mayoría de los países de América, pero Europa se encuentra en una etapa de convergencia hacia las NIIF, es decir: no son la regla, las evalúan, las estudian, y las aplican con cuentagotas. Es de destacar que esa convergencia aún marca diferencias abismales con lo que sería su aplicación plena, avanza con extrema lentitud e implica cambios que ofrecen más inconvenientes que beneficios. El avance de las normas del IASB6 se produce recién en el año 2008 en España sobre algunas especificidades del tratamiento de lo que se da a conocer como el Plan de Contabilidad General, pero de ningún modo se modificaron las pautas de exposición del plan contable español.
Otra opinión generalizada es ver en buenos términos que el IASB –organismo emisor de las NIIF- busca la simplificación de los métodos de valuación a mercado para acelerar su implementación. La valuación a valor de mercado es de por sí un reduccionismo. ¿No tenemos ya suficiente experiencia en empresas infladas que luego explotan cayendo desde sus alturas inventadas? ¿La última crisis económica mundial en permanente renovación, no es una crisis que afecta a las empresas desde los mercados, desde los nudos de la red virtual? ¿No son los mercados los que inventaron el fenómeno de sobrevaluación inmobiliaria? ¿Dónde quedan los costos de la construcción, un obrero, un futuro habitante de una vivienda? ¿Las medidas de restricción al gasto público impuestas en muchos países para hacer frente a la crisis, no son una de las tantas soluciones para salvar los mercados por la vía del costo social? Un par de zapatos con o sin mercado que los cotice, es un par de zapatos. El mercado de los zapatos, sin zapatos, no es nada. Hubo un tiempo en el que existieron los productos y no existió el mercado tal como hoy se lo menciona en tanto referente de cotizaciones. En cambio hoy es un no-lugar al cual el individuo no es capaz de ingresar por su propia calidad de individuo: sus tres dimensiones lo excluyen. El mercado es la red que atrapa productores y consumidores con el anzuelo de una reunión que es pura virtualidad. Los apóstoles del mercado nos quieren hacer creer que las figuras proyectadas dentro de la caverna de Platón conforman la realidad, cuando son ellos quienes trazan el origen y destino de lo proyectado para someternos a sus dictados. En la superficie, en la globalización, la metáfora de Platón cayó en el olvido.
El IASB –organismo emisor de las NIIF– busca la simplificación de los métodos de valuación a mercado para acelerar su implementación
La diversidad de prácticas contables en Europa es aún hoy muy importante (normas nacionales, normas IAS/IFRS, normas americanas US GAAP), lo cual perturba la eficiencia de los mercados de capitales europeos. Pero en muchos casos las diferencias en el uso de las normas tienen sus fundamentos en que Europa es diversa, y frente a eso poco importa si se simplifican los métodos de valuación a mercado. Georges Sauvageot escribe lo siguiente en relación a la situación en Francia7: “Generalización del valor de mercado, llamado juste valeur: en la referencia francesa, la preferencia está dada al costo histórico. La noción de valor de mercado ya existe en el Plan Contable General, pero su generalización puede acarrear problemas. La valuación a valor de mercado aparece en un número importante de normas internacionales, incluyendo la determinación de la depreciación de un activo. Sin embargo, la referencia internacional permanece híbrida, cuando el costo histórico coexiste con el juste valeur. El valor de mercado presenta la ventaja de ser objetivo, pero eso no se cumple en caso de ausencia de mercado, de ahí que persista la tentación de tomar elementos de apreciación propios de la empresa. Si un balance hecho a valor de mercado da una imagen más próxima del valor real de la empresa a una fecha determinada, este balance está confeccionado en una perspectiva de corto plazo, poco adaptada a la gestión.” A lo que agrego: ningún valor de mercado es representativo de los elaborados flujos internos de una empresa que culminan en ese objeto susceptible de ser cotizado y que lo hacen particularísimo.
Hay quienes piensan que nos encontramos muy cerca de que se llegue a un consenso global que nos permita utilizar un único estándar para medir la riqueza empresaria y rendir cuentas de sus resultados a la comunidad de negocios. En mi opinión la única posibilidad de percepción de lo universal es reconocer y conocerlo en su propia diversidad. La realidad es siempre compleja, plural e inestable, y los procesos de simplificación son creadores de una nueva realidad carente de la complejidad humana, que es la que hace a la economía, y que por ciencia es irreductible. Para simplificarla es necesario quitarle su esencia. Sobre este “complejo irreductible”, George Sauvageot y Pierre-Alban Leveau8 describen la dificultad que presenta el IVA en Europa, siendo que el IVA no afecta el valor neto del bien pero sí su precio al consumidor en el mercado: “La pluralidad de tasas responde a las preocupaciones socio-económicas. La principal dificultad es la de definir el campo de aplicación de cada una de las tasas. El sistema de pluralidad de tasas permite corregir el principal defecto de la fiscalidad indirecta: su falta de equidad. Se aplican entonces las tasas más débiles a los gastos de consumo corriente, que representan una parte importante del presupuesto de las familias más modestas”. Y luego expone un cuadro en el cual se pueden observar las diferentes tasas y cómo estas varían en relación a la capacidad propia de cada estado de producir esos bienes de consumo corriente. El conflicto de globalizar las normas reside en gran medida en que la simplificación del mercado implicaría la desaparición del factor humano, y con él, el principio y fin de la economía.
EL RETORNO A LA FUENTE
Para recuperar la capacidad de reflexión íntegra en economía se tienen que cumplir por lo menos dos condiciones: 1) la re-inclusión del ser humano en una disciplina que perdió de vista la diferencia sujeto-objeto, 2) la reincorporación del ejercicio filosófico en el campo de las ciencias económicas.
Vivimos en un mundo que es una esfera. La esfera se caracteriza por ser sólida y culminar en una superficie. Si de la esfera nos dejan apenas la superficie –proceso de globalización- se nos está robando clara, intencional y de modo planificado nuestra tercera dimensión. Se nos quiere limitar al uso de un útil instrumento de caza pero desde su interior: la red. Poner al hombre en el lugar de Minotauro. A cambio de la red se nos roba el túnel. El túnel es el que nos permite constatar la solidez de la esfera sobre la cual estamos. Nos permite penetrarla e inferir que también podemos elevarnos, alejarnos de ella. El túnel y no la red, es el único capaz de llevarnos al punto central de la esfera. Quitar cualquiera de estos componentes es retrotraer al ser humano a la creencia de que vive en un mundo plano, de que es el centro del universo, de que debe salir a cazar brujas, científicos o filósofos (purga cuyo equivalente actual es la exclusión social). Los grupos dominantes, en cualquier época generaron la creencia de que lo irracional posee la practicidad del instinto, de que lo que prescinde del hombre es una alquimia purísima y mágica: la realidad virtual, pasando por el antiquísimo laberinto creado por Dédalo, la caverna de Platón, hasta la reciente imagen de Alta Definición. Lo cierto es que toda lectura de un ente económico, sin importar su naturaleza y magnitud, presenta la dificultad que plantea lo complejo, lo archi-poliédrico e imperfecto, lo que se compone de flujos y no de compartimentos, en síntesis: lo humano. Cualquier disciplina ligada a las ciencias económicas debe basarse en el factor humano, y no en evolucionados laberintos tecnocráticos.
Hoy se llevan a cabo procesos que buscan simplificar para esconder la parte del mundo que no se desea mostrar. Cito a Jean Baudrillard9:
“Cabe presentir detrás de todas las técnicas una suerte de afectación absoluta y de doble juego de desaparición del mundo escondido tras la ilusión de transformarlo.”
La información económico-financiera debe culminar en lo universal. Debe tener el espíritu de integración de saberes, debe tener profundidad. El pensamiento sin certezas es el que predomina hoy en día en todas las ciencias. Pensar sin certezas es ir hacia lo universal. Simplificar es ocultar la grieta incierta que subyace a las crisis económicas mundiales. La información económico-financiera pertenece a lo incierto. Las reglas globalizadoras son entelequias direccionadas a intereses específicos.
Las normas en materia de información económico-financiera se comportan tal como lo hace la Inteligencia Artificial: reduccionismo a lo analítico exclusivo, algo que tiene correlato único con lo que “no es” con lo que no existe en el mundo real. Ese es el conflicto a revertir.