Luego de 43 años de ser parte fundamental de la Unión Europea (UE) – la cual en sus inicios, se denominaba Comunidad Económica Europea (CEE) – , el referéndum celebrado el 23 de junio pasado marcó un antes y un después para este conjunto de países europeos.
Si bien para muchos era un hecho casi consumado en las vísperas del acontecido Brexit, la realidad es que hasta el último momento la expectativa por permanecer dentro del bloque regional era algo posible. De hecho, el ajustado resultado a favor de la retirada de la UE (52% contra 48% a favor de la permanencia) muestra la incertidumbre en torno a la decisión que tuvieron que plasmar en el referéndum los habitantes del Reino Unido.
Los pilares sobre los que se sustentó la estrategia a favor del Brexit fueron el fortalecimiento de la economía británica, la mejora en los servicios sociales y el control de la inmigración (similar al modelo australiano).
De esta forma, el bando partidario de abandonar el bloque europeo se impuso, marcando un hecho histórico que desestabiliza el proyecto de unión continental construido luego de la Segunda Guerra Mundial, con la esperanza de hacer imposibles futuros conflictos.
Pese a que durante la campaña, Nigel Farange, líder del Partido de Independencia del Reino Unido (UKIP) y Boris Johnson, prometieron que los 350 millones de libras que el país le giraba a la Unión Europea semanalmente serían inyectados al sistema nacional de salud, luego de conocerse el resultado declararon que no estaban seguros de las posibilidades de poder destinar ese dinero a la seguridad social, ya que no contemplaron lo que la UE le proveía al Reino. Y a los pocos días de estas declaraciones, Farange renunció al liderazgo del grupo “pro Brexit”.
Muchos afirman que la derrota fue un voto castigo contra la inmigración, la pérdida de identidad cultural y el contexto económico. A esto, habría que agregarle la baja participación que tuvieron los jóvenes en la votación, adherentes a permanecer en el bloque europeo.
En este escenario, la Unión Europea se convertirá en un bloque de 27 países, donde las repercusiones de los principales líderes no se hicieron esperar. Mientras la canciller alemana Ángela Merkel se expresó en contra de establecer un pacto preferencial con el Reino Unido, tanto Escocia como Irlanda del Norte plantaron bandera a favor de continuar en el bloque.
El conteo definitivo señala el comienzo, más que el final, de un proceso que podría demorar años. La salida del Reino Unido conlleva pérdidas que exceden la esfera económica para la Unión Europea: marca la primera cicatriz importante en ese proyecto de unificación regional, la cual pierde a su segunda economía más importante y la quinta a nivel global.
¿HACIA DONDE SE DIRIGE REINO UNIDO TRAS SU SALIDA DE LA UE?
Reelecto en el año 2015 por mayoría absoluta en el Parlamento, el primer ministro británico, David Cameron, puso en marcha un programa de gobierno que contemplaba la iniciativa de someter al pueblo a un referéndum en el que se decidiera la permanencia (o no) en la Unión Europea.
El ajustado final que precipitó la futura salida del Reino del bloque europeo indujo a que, en forma inmediata, Cameron presentara su renuncia como primer mandatorio del Reino Unido, en una clara muestra de derrota a su imposibilidad de lograr que al país permanezca en la UE.
El actual Primer Ministro sorprendió a la Comisión Europea (CE) al afirmar que lo correcto sería que su sucesor decidiera el momento oportuno para invocar el artículo 50 para comenzar con el proceso legal y formal para abandonar la UE. Sin embargo, Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión, argumentó que esperaban que se esto se llevara a cabo lo antes posible para ratificar la decisión del pueblo.
A su vez, Juncker expresó su deseo de que el divorcio sea “lo más constructivo posible”, al tiempo que le gustaría que se construya una relación estrecha en términos comerciales y de seguridad entre el bloque continental y la isla.
Por su parte, tras la victoria del referéndum, Nigel Parage, promotor del Brexit, se presentó en el Parlamento Europeo en Bruselas donde, recibido con hostilidad, propuso un acuerdo de libre comercio entre el Reino Unido y la UE. Asimismo, llamó a la cooperación con el bloque europeo y advirtió que de no concretar dicho acuerdo comercial, las consecuencias serán peores para la región continental que para el Reino Unido.
Sin embargo, la realidad es que una vez consumado el retiro del Reino Unido de la UE, la relación ya no será como esperan (y a favor de la que votaron) los británicos. Ante los dichos, Merkel salió al cruce, sepultando cualquier posibilidad de que se establezca una alianza o trato especial con el Reino Unido, aduciendo que las consecuencias del referéndum golpearán fuertemente a la UE.
En tanto, el director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Roberto Azevêdo, expuso su postura al afirmar que una vez ratificada la voluntad del pueblo británico, la entidad brindará el apoyo necesario para trabajar con el Reino Unido y la UE por separado. En ese sentido, deberán negociarse las nuevas pautas de comercio, desde las condiciones de acceso al mercado único europeo como la instalación de aranceles a los productos comercializados entre ambas regiones.
Ahora toda la carga de este “complicado divorcio” recae sobre Theresa May, quien asumió el 13 de julio como primera ministra británica, y a la que la economía ha comenzado a mostrarle las primeras luces de alerta. Es por eso que la primera ministra sostuvo que posiblemente recién en 2019 invoque el artículo 50: May busca una transición lo menos dolorosa posible. No obstante, debe tenerse en cuenta que no son pocos los que la ven como la “futura Margaret Thatcher”, por lo que una nueva “dama de hierro” estará a cargo de mover los hilos de la quinta economía del mundo: si bien las comparaciones no son buenas, Thatcher era una antieuropeísta y May apoyó la permanencia en la UE, pero solo por obediencia partidaria al ex primer ministro David Cameron, designando al polémico defensor del “Brexit” Boris Johnson para encabezar el Foreign Office.
Es importante destacar que, dentro del Reino Unido, no todos los Estados miembros celebran la victoria del Brexit. Escocia se opuso a la salida del bloque europeo, al tiempo que manifestó la iniciativa de realizar un referéndum para independizarse del Reino Unido y continuar en la UE, aduciendo que los perjuicios de dejar el bloque superarán los beneficios. En tanto, Irlanda del Norte dispone de la única frontera terrestre británica con la UE, por lo tanto, la salida conllevará la reinstauración de controles fronterizos que podrían generar conflictos, justo en un momento en el que el país soberano británico atraviesa un proceso de paz.
Por otro lado, ya se empezaron a evidenciar los primeros efectos sobre la marcha de la economía británica. En el mes de julio, los principales sectores económicos (servicios, industria y construcción) sufrieron la mayor baja en años, dejando en evidencia que una recesión se avecina en la isla.
Con la economía estancada, y ya sin socios con los que comerciar a aranceles cero, el Banco de Inglaterra, rector de la política monetaria británica, redujo las tasas de interés en 0,25 puntos básicos, situándola en 0,25%, lo que significa el primer recorte desde el año 2009 cuando el mundo se encontraba sumergido en recesión debido a la crisis financiera con epicentro en los Estados Unidos. Sin embargo, la autoridad monetaria afirmó que no descarta otro recorte de tasas en el transcurso de este año en caso que la economía continúe debilitándose.
Para complementar dicha reducción, la entidad lanzó un paquete de estímulo monetario amplio, reactivando el programa de compra de bonos (Quantitative Easing) con una ampliación de 70.000 millones de libras (de los que 10.000 millones irán destinados a la compra de bonos corporativos), y una nueva megasubasta de liquidez (Term Funding Scheme) para reforzar el efecto de la bajada de las tasas de interés en los márgenes bancarios, con el objetivo que los bancos continúen prestando.
Sin embargo, debe destacarse que sólo con la política monetaria no será suficiente: desde el Banco de Inglaterra sostuvieron que esta será efectiva sólo para tratar de estabilizar la economía en el corto plazo, y que será necesario que la misma sea acompañada por un nuevo diseño de política fiscal que ayude a transmitir los efectos monetarios.
En este contexto, el Banco de Inglaterra no solo comenzó a contraatacar vía tasa de interés y estímulos monetarios, sino que además modificó algunas proyecciones económicas. En cuanto al nivel de actividad, su estimación arroja una suba del PBI en torno al 2% para 2016, pero para el año próximo pasó de una expansión del 2,3% al 0,8%. Asimismo, se prevé que la inflación irá en ascenso para ubicarse en torno al 2,4% en 2018 como consecuencia de la fuerte depreciación de la libra esterlina luego del referéndum.
IMPACTO DEL BREXIT SOBRE LA ECONOMÍA MUNDIAL
Posicionada como la quinta economía más importante del mundo, no hay margen de dudas de que, en el contexto descripto, las turbulencias que sufrirá el Reino Unido ante su decisión de abandonar el principal bloque comercial del mundo impactarán a escala global.
La victoria del Brexit constituyó un fuerte golpe para la economía mundial, ya azotada por la incertidumbre que gira en torno al sombrío panorama, tanto actual como esperado.
Es por eso que una vez conocido el resultado final del referéndum, los mercados financieros globales se desplomaron, constituyendo el primer blanco a corto plazo.
Como se preveía, la libra esterlina retrocedió a su nivel más bajo desde el año 1985, afectando también la cotización del euro, que mostró la mayor baja desde su creación respecto al dólar estadounidense.
Asimismo, uno de sus efectos a escala global más inmediatos fue la revaluación del dólar. El fortalecimiento de la divisa norteamericana se tradujo en la debilidad de la cotización del resto de las divisas: el euro, la libra esterlina y otras monedas latinoamericanas, con su consecuente efecto sobre los commodities, forzando a la baja sus cotizaciones como consecuencia de una sustitución de activos por parte de los inversores, que buscan refugiarse en bienes más seguros (los llamados “vuelos a la calidad”).
Esta fortaleza del dólar genera el encarecimiento del financiamiento externo, lo que constituye un fuerte golpe para los países, en especial los emergentes, que aspiraban a acceder a créditos baratos para reencauzar sus economías en un contexto donde el crecimiento y las condiciones generales globales están bajo lupa.
En tanto, si en lugar de analizar país contra grupo de países o regiones, se estudia el impacto sobre los distintos sectores a nivel mundial, uno de los principales afectados es el aeronáutico, debido a que desde la década de 1990 los vuelos entre cualquier aeropuerto europeo no ha requerido regulaciones adicionales. Asimismo, el sector energético se encuentra frente a una gran incertidumbre, dado que son inversiones de alto costo de capital, que se han “frenado” dado que numerosos proyectos eran compartidos entre el Reino Unido y algún país de la UE. La industria química en general, y farmacéutica en particular, también han sufrido un grave golpe, debido a que esperaban a que en 2018 surgiera un sistema único de patentes de la UE.
En el caso particular de Argentina, dado que el intercambio comercial con el Reino Unido es poco significativo, la salida de la isla de la UE no tendrá grandes repercusiones, al menos a través del canal comercial. No obstante, es claro que el Brexit está impactando por la cuenta capital a través de todas las vías financieras. La cotización del dólar en nuestro país pasó de $14 promedio en junio a $15 al otro día del referéndum, mientras este contexto incierto volvió a sacudir un mercado de commodities deprimido, que no logra reencauzar el rumbo alcista, complicando los ingresos nacional vía exportaciones. A su vez, la mayor volatilidad financiera está demorando el ingreso de capitales, lo que junto al encarecimiento del financiamiento externo condiciona la recuperación de la alicaída economía.
CONSIDERACIONES FINALES
El mundo se encuentra atravesando una coyuntura delicada, en parte por los aún rezagos de la crisis provocada por la quiebra del Lehman Brothers en 2008 que sacudió fuertemente los cimientos sobre los que se sustentaba la economía mundial, y por otra parte, como consecuencia de modelos de crecimiento agotados de algunas economías emergentes que claman por un cambio de base que permita adaptarse a las nuevas necesidades del mundo globalizado.
Sumado a todo eso, ahora el Reino Unido tiene la difícil tarea de poner en marcha el proceso que lo dejará formalmente fuera de la Unión Europea. Las negociaciones no serán fáciles, y contemplando que no podrán extenderse por más de dos años, deberá pactar con Bruselas la nueva relación comercial de cara al futuro.
Es claro que a Londres no le será nada fácil acordar el acceso al mercado único europeo, advertencia que expuso Merkel, y que el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker validó al declarar: “el Reino Unido será un Estado tercero que no tendrá el camino allanado”.
Puesto que Londres es el centro financiero más importante del mundo, el efecto Brexit golpeó fuertemente a las bolsas del mundo que sufrieron considerables retrocesos, al tiempo que la libra esterlina tocó el mínimo de los últimos 30 años. Algunos estudios realizados por instituciones económicas internacionales (como el HSBC) advierten que se avecinan tiempos turbulentos, con una fuerte depreciación de la moneda, avance de la tasa de inflación y contracción en el nivel de actividad local, a lo que podría sumarse una importante migración de empresas hacia otros polos europeos, para evitar los costos arancelarios que ahora supondrá comerciar con los países de la UE desde la isla.
Es cierto que el abandono del Reino Unido de la Unión Europea desatará una crisis económica, institucional y política sin precedentes, con repercusiones desconocidas para los países miembros. También es factible predecir que esta ruptura regional va a tener fuertes impactos sobre el resto del mundo, ya que no solo empezarán a regir nuevas condiciones de intercambio comercial y financiero, sino que además, la posición del bloque – y del Reino Unido una vez afuera – respecto al mundo tomará un nuevo giro.
Por ahora sólo podemos conjeturar, el tiempo nos mostrará los reales resultados de largo plazo. Es todo muy reciente, habrá que esperar y ver como se reconfigura la nueva arquitectura (financiera) internacional.
1 Cada solicitud de permiso de residencia y trabajo será tratada de acuerdo a las habilidades y calificaciones del solicitante. Una vez consumado el divorcio con la UE y el fin de la libre circulación, nada impedirá implementar esta política.
2 Bruselas ha inyectado miles de millones de euros para apoyar los Acuerdos de Paz de Viernes Santo, de 1998, que pusieron fin a tres décadas de enfrentamientos entre católicos y protestantes. Los nacionalistas, en particular, consideran a Bruselas como un contrapeso al gobierno británico.