El impacto de la crisis y las dudas sobre la viabilidad del euro, el rol de Alemania y el vínculo de la Unión Europea con sus vecinos estratégicos son temas que cobran aún mayor importancia en un 2014 que resultará clave: este año se llevarán a cabo las elecciones parlamentarias de la UE, las primeras desde el Tratado de Lisboa. Los diputados oscilan entre 6 de Malta, Luxemburgo, Chipre y Estonia y los 96 de Alemania.

LA CRISIS

La crisis en la eurozona evidenció los problemas inherentes al modelo integracionista, tal cual está planteado. A diferencia de la visión oficial difundida por la Troika, que atribuye la crisis a la indisciplina fiscal de los Países Periféricos (PP)1, lo cierto es que el origen de la misma se encuentra en las limitaciones que impone la Unión Monetaria (UM). Ésa es la conclusión de un esclarecedor informe realizado por la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA)2.

Al adoptar el euro los países renunciaron al manejo de su política monetaria y cambiaria: “La imposibilidad de contar con estas herramientas de política económica llevó a desbalances de cuenta corriente y flujos de capital entre los países miembros, que terminaron desencadenando la crisis de deuda actual3”, señalan los autores.

El Tratado de Maastricht (1992), cuyos criterios fijaron limitaciones a la deuda que podían asumir los países miembros (no más del 60 % del PBI), al déficit público (3 % del PBI) y a la inflación, es clave en toda esta historia ya que “estableció los mecanismos para transformar el mercado común en una unión monetaria a través de un proceso gradual de convergencia que culminaría en el establecimiento de paridades fijas irrevocables (a partir del 1 de enero de 1999) y, posteriormente, en la adopción de una moneda única en sustitución de las monedas nacionales”4.

A partir del trabajo de AEDA, los PP no evidenciaban problemas fiscales antes del estallido de la burbuja subprime en Estados Unidos. Luego, debieron incurrir en cuantiosos gastos e impulsar políticas anticíclicas para sostener la economía (lo que llevó a un deterioro del resultado primario por la caída de ingresos y al incremento de la deuda pública). Dichas medidas keynesianas duraron hasta el 2009, cuando el sinceramiento de las cuentas públicas griegas y la posibilidad del default heleno provocaron pánico en los mercados, lo que hizo aumentar las primas de riesgo y la deuda en los PP (parte de ésta se incrementó además por el financiamiento público a la banca, cuando los gobiernos rescataron al sector privado). Los defensores de la visión oficial exigieron entonces recortar el gasto, para devolverles confianza a los inversores. Pero tales medidas resultaron contraproducentes y, en vez de reducir el coeficiente deuda/PBI, lo incrementaron. La Troika no entendió que el desajuste fiscal de los periféricos fue la consecuencia de la crisis, y no su origen. Hay que tener en cuenta que los países centrales, entre ellos Alemania, son los principales acreedores de los PP.

El economista Sergio Cesaratto5 señala tres aspectos significativos relacionados a una UM imperfecta. Añadimos por nuestra cuenta que son problemas que deberían solucionarse a fin de mejorar el funcionamiento de la UE:

· La falta de un presupuesto federal con funciones redistributivas regionales.

· El enfoque monetarista de un BCE preocupado sólo por el control de la inflación.

· La inexistencia de un mecanismo para enfrentar las crisis bancarias.

Otra deficiencia grave es que, si bien existe una política monetaria centralizada, la UE carece de unión fiscal. El euro, que para muchos estaba llamado a disputarle la soberanía al dólar, quedó fuertemente debilitado por la crisis. No obstante, y como sostiene el destacado académico Mario Rapoport, sin duda que no va a desaparecer. “El problema –expresa- es saber cuántos países permanecerán en esa zona monetaria”. Y explica que cualquier Estado que quiera salir de ella “deberá financiarse a tasas de interés superiores, sin posibilidad de evitar el ajuste y sin recibir apoyo de los socios mayores de la UE”6.

EL ROL DE ALEMANIA

Si bien los países centrales critican a España, Grecia, Irlanda y Portugal por sus pronunciados déficits, omiten decir que éstos sostuvieron sus exportaciones, como bien apunta Cesaratto. O sea, pueden vender sus productos porque sus socios se los compran. Y añade como ejemplo: “No olvidemos que Grecia ha sido también, por otro lado, un mercado excelente para la colocación de las exportaciones alemanas”. El 60 % de éstas, de acuerdo a la socióloga Anne Dufresne, está destinado a la zona euro. “Los déficits comerciales de unos condicionan los excedentes de los otros”, sintetiza7.

Alemania apostó a un modelo de crecimiento basado en las exportaciones. Los germanos, para la obtención de superávits comerciales, optaron por una desinflación competitiva (ganar competitividad mediante la reducción salarial) y por la disciplina laboral interna. A tales medidas hay que agregar recortes en la protección social y la debilidad de los sindicatos.

Ése es el modelo que muchos quieren exportar al resto de Europa. De acuerdo al economista George Magnus8, el desenlace más probable de tal estrategia sería un estancamiento económico, riesgo de default y estrés político y social. “Una Europa hecha de varias ‘Alemanias’ fracasaría”, garantiza.

Por su parte, el profesor Paul De Grauwe advierte que los países acreedores dictan las políticas presupuestarias y macroeconómicas de la UE, y que la Comisión Europea defiende los intereses de las naciones prestamistas impulsando la austeridad9, la cual incluye recortes del gasto público en salarios y pensiones, además de aumento de impuestos, como el recesivo IVA.

Las consecuencias de la crisis no sólo las vemos en la caída de los principales indicadores económicos (y esto a pesar de la leve mejoría que se advierte desde el año pasado, aunque únicamente Alemania ha recuperado el nivel de PBI previo a la crisis), sino en el creciente descontento social. Además, y según datos recopilados por Magnus, los niveles de productividad han venido decayendo en Europa y su participación en el PBI global probablemente retroceda frente a la creciente importancia de China, otros mercados emergentes y un EEUU revigorizado.

LA AUSTERIDAD NO ES EL REMEDIO

La solución a encarar es diametralmente opuesta a la que pregonan los defensores de la moderación salarial y austeridad presupuestaria, como la canciller alemana Ángela Merkel. Los acreedores exigen el reembolso de su dinero, pero no es posible pagar sin crecer. Recurriendo nuevamente a Cesarotto, podemos ofrecer una serie de alternativas:

· Crecimiento de la demanda agregada impulsado por Alemania.

· Una política menos estricta en materia de inflación y salarios, para que éstos puedan subir a fin de mantener la demanda agregada, especialmente en Europa central.

· El BCE debe permitir niveles de inflación más altos.

· Se debería implementar desde el Estado una firme política industrial en los PP.

Respecto a qué hacer en lo inmediato con el enorme pasivo de los periféricos, De Grauwe, además de proponer un estímulo económico por parte de los países acreedores, especialmente Alemania, esboza dos opciones más: la monetización parcial de la deuda10 o la declaración de default de los países deudores.

Más allá de los aspectos económicos, el dilema de la UE es político. Enfrenta un serio problema de gobernanza común: la reacción de la Unión frente a la crisis fue lenta y cada país, en un principio, actuó por su cuenta. Lo que se requiere es un proceso eficaz de toma de decisiones y un liderazgo fuerte, opción que significaría un punto medio entre una improbable Europa federal de corte estadounidense y un también improbable desmembramiento.

De momento, Bruselas anunció un ambicioso proyecto: la futura creación de una unión bancaria. Un primer paso que se ha dado en esa línea es la adopción del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), de cuyo funcionamiento se ocupará el BCE en cooperación con las autoridades nacionales competentes de los países miembro de la eurozona. El objetivo es asegurar la estabilidad financiera de Europa mediante la atenta vigilancia de las entidades de crédito más importantes del mundo.

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Periodista y Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Ha publicado en medios nacionales y revistas especializadas, y expuesto sus investigaciones en numerosos congresos académicos. Actualmente se desempeña como analista de comercio exterior en la firma Ernst & Young. Su tesis de grado se enfocó en los relacionamientos entre el Estado argentino y el sector automotriz en torno a las negociaciones del TLC Mercosur/Unión Europea (2003-2015).