La República de Turquía está en pleno proceso de transformación económica. Con una posición geográfica estratégica que le permite ser el nexo entre el continente europeo y el asiático, y una combinación de la cultura occidental e islámica, el país se ha ido convirtiendo de a poco en una potencia mundial. Hoy en día es el sexto socio comercial de Europa, está en la posición 17 respecto a su producto bruto interno (PBI) según el Fondo Monetario Internacional y es la séptima mayor economía emergente. Ocupa una silla en el cada vez más influyente G-20 y hace años viene negociando su entrada como miembro permanente de la Unión Europea (UE).
Hasta hace cinco años, Turquía centraba toda su atención comercial en el Viejo Continente y en Estados Unidos. Al ser la mayor economía de Europa del Este, de la cuenca del Mar Negro, de Medio Oriente y de la zona de los Balcanes; y al ser el puente entre Europa y Asia, el país contaba con ciertos beneficios a la hora de las negociaciones comerciales con estos dos socios. Pero el ex Imperio Otomano decidió ampliar sus horizontes y el crecimiento económico en el último lustro lo impulsó a buscar nuevos mercados. Esto llevó a la república a firmar en 2006 uno de sus más importantes tratados: un acuerdo de apertura y profundización comercial con América Latina, una región hasta entonces ignorada por ambas partes.
“Este primer paso político fue fundamental para todo el empresariado turco. Al ver que el Estado comenzó a prestarle atención a una región geográficamente distante, y hasta entonces poco conocida y explotada, y a ampliar el comercio bilateral con cada uno de los países de la zona, los hombres de negocios empezaron a analizar qué sectores eran compatibles y en qué industrias podrían invertir. Así se fueron instalando, de forma paulatina, oficinas comerciales en varios países de América Latina para facilitar no sólo información, sino también contactos empresariales”, le explica a Reconciliando Mundos Ali Atilla, consejero comercial de la Embajada de Turquía en la Argentina. “Éramos –agrega Atilla– muy débiles en el mercado latinoamericano y nuestros productos tenían muy poca presencia. Si bien todavía tenemos mucho camino por recorrer, en años recientes hemos venido desarrollando ciertas estrategias comerciales que nos han permitido entrar en los mercados. La expansión que ha tenido la región, con índices económicos y sociales muy buenos y crecimientos del PBI que en algunos casos llegaron a ser parecidos a los de China, nos demostró que en 2006 no nos equivocamos y que América Latina está viviendo la misma situación que Turquía: crecimiento, profundización comercial con el mundo y expansión”.
Hasta 2010, Turquía invirtió en la región más de U$S 30 millones. La mayoría de este dinero desembarcó en la Argentina, a través de tres compañías, y en Brasil. Atilla explica que estos dos países son los socios comerciales más fuertes que tiene el país euroasiático en la región: “Brasil es una de la potencias emergentes más fuertes y su mercado triplica al nuestro, mientras que la Argentina es la puerta a todo el mercado de habla castellana en América Latina”. Además, resalta que con Chile firmaron hace varios años un tratado de libre comercio, acuerdo que todavía están negociando con el Mercosur, aunque Atilla dice que “está trabado porque ambas economías, aunque son complementarias en muchos sectores, son competitivas en otros”.
PETRÓLEO Y AGRICULTURA
Las misiones diplomáticas y comerciales a Turquía encabezadas por Luiz Inácio Lula da Silva cuando todavía era presidente de Brasil, en mayo de 2009; y la reciente visita de Cristina Fernández de Kirchner en enero de 2011, son la mejor demostración del fuerte interés que se ha generado entre ambas regiones y de la intención conjunta que existe para ampliar las inversiones y el comercio.
¿Cuáles son los sectores que los empresarios turcos más miran? ¿Qué oportunidades económicas vislumbran los ejecutivos de Turquía a la hora de invertir en América Latina? ¿Cómo dos regiones que están en pleno crecimiento pueden complementarse para impulsar aún más su expansión económica? “Hay muchos sectores en los que vemos posibilidades de invertir y las compañías turcas están pasando por un momento en el que están muy interesadas en poder instalarse en otras partes del mundo, y América Latina es una de las regiones a las que más atención se le está poniendo”, afirma Atilla.
Uno de los mayores desafíos para la continua expansión de la economía turca es la creciente demanda de energía. Con un PBI de U$S 729.051 millones en 2010 –y una proyección de que en 2050 Turquía pasará de ser la 17° economía mundial a la 14° según Goldman Sachs– la producción energética es uno de los temas centrales a los que deberá hacerle frente el país euroasiático. El año pasado, Turquía logró satisfacer con producción propia cerca del 50% de la demanda total de energía primaria, de un total de 200 mil millones de GWh consumidos.
A pesar de tener cierta producción petrolera, que en 2009 llegó a 52.980 barriles por día –se ubicó en el puesto 62 de los productores mundiales según el Factbook de la CIA– ese mismo año Turquía se vio obligada a importar más de 730 mil barriles diarios (unos 267 millones de barriles al año). De hecho, el año pasado Turquía debió importar el 95% del petróleo que utilizó. En este contexto, si bien es cierto que su principal foco petrolero está puesto en los países cercanos, como son Afganistán y Arabia Saudita, dos de los mayores productores de crudo del mundo, América Latina ha llamado su atención. En este marco, el primer gran convenio firmado fue con la estatal brasileña Petrobras. En febrero de 2006, luego del acuerdo alcanzado con la región, Petrobras formó con su par turca TPAO un joint venture para la exploración y producción de petróleo en el Mar Negro. En total, se invirtieron más de U$S 400 millones.
Pero como se dijo anteriormente, es Turquía quien ha empezado a mirar con mucho interés ciertas industrias en la región. Además del acuerdo firmado con Petrobras, miembros del Poder Ejecutivo turco realizaron una visita a Venezuela –el mayor productor de petróleo de Sudamérica– para “discutir proyectos en materia energética con un enfoque en el cual Venezuela intercambie el recurso petrolero a cambio de financiamiento en materia de vivienda e infraestructura, áreas en las cuales la República de Turquía tiene importantes logros”, afirmaron desde el Gobierno de Hugo Chávez. El ministro de Energía de Turquía, Taner Yildiz, fue todavía más a fondo y aseguró que están negociando la posibilidad de que su país invierta entre U$S 2.000 millones y U$S 20.000 millones en el sector petrolero de Venezuela. “Se nos está ofreciendo un campo petrolero con capacidad productiva de 200.000 barriles por día. Incluso, se nos ofreció tomar solo el 10% de la participación en ese yacimiento”, resaltó Yildiz.
Además del sector petrolero para la producción e importación, otra industria ligada a la energía que está interesando cada vez más a las empresas turcas es el biodiesel. El boom sojero en Brasil y en la Argentina principalmente, impulsó a los productores primarios a concentrar cada vez más su agricultura en la soja. A raíz de esto y a los altos precios del petróleo –como consecuencia de la crisis en Egipto el precio internacional del barril volvió a pasar la barrera de los U$S 100, algo que no sucedía desde mediados de 2008— varias compañías fabricantes de aceite de soja comenzaron a producir biodiesel. “En el último año he notado un creciente interés por este tipo de energía. Algunas firmas en Turquía están interesadas en invertir en la Argentina, que en la región es uno de los impulsores del biodiesel, como también lo es Brasil, para desarrollar esta energía”, explica el consejero comercial de la embajada turca en el país. “En este mismo sector primario, aunque ya no dentro de la industria energética, Turquía ve mucho potencial en el área agrícola de la región. Ambos países son de los mayores productores de alimentos del mundo, y hay cientos de empresas interesadas en firmar acuerdos de cooperación e inversiones conjuntas para aumentar las exportaciones de productos primarios hacia Turquía”, agrega.
LA INDUSTRIA ELECTRÓNICA HA TOMADO UNA RELEVANCIA FUNDAMENTAL EN LA ECONOMÍA TURCA
AUTOPARTES Y ELECTRODOMÉSTICOS
La industria manufacturera turca es el principal motor de su economía nacional. Entre vehículos, autopartes, equipos de telecomunicaciones y aparatos eléctricos de consumo se concentró más del 90% de las exportaciones de Turquía en 2010. De un total vendido al exterior de U$S 114 mil millones, las manufacturas son responsables de U$S 102 millones. La industria automotriz y autopartista representó cerca del 18% del total exportado y los electrodomésticos el 7%. Y es precisamente en estos dos sectores en los que se centrarán las inversiones turcas de los próximos años.
La primera gran apuesta de una compañía de Turquía en la Argentina fue a fines de la década del ´90, cuando Kordsa, fabricante de caucho, cuerdas y nylon, invirtió cerca de U$S 12 millones e instaló una planta productora en la localidad de Berazategui, provincia de Buenos Aires. Sus productos son utilizados en la industria de los neumáticos y más del 70% de su producción es exportado al resto de los países de la región. “Kordsa le marcó un poco el camino a otras empresas”, asegura Aitilla. Yilmaz Machine, fabricante de ventanas y puertas para autos, fue la segunda autopartista que se instaló en el país.
Otro de los puntos clave que el consejero comercial explica que impulsó el interés de las firmas autopartistas en la Argentina son las barreras arancelarias que tiene el país. “El Gobierno actual ha fomentado mucho su industria nacional y ha impuesto medidas proteccionistas sobre muchos productos. Todos los sectores relacionados a la producción automotriz están protegidas, y las autopartes son una parte primordial de ese proceso productivo. A partir de la dificultad que encuentran nuestras empresas para exportar estos bienes, y el conocimiento del fuerte crecimiento que está tendiendo la industria de los vehículos en la Argentina, varias compañías están negociando la posibilidad de instalarse en el país y abrir una subsidiaria. Desde la Argentina, sabemos que podremos llegar al resto de la región”, cuenta Atilla. En este sector, hay dos firmas con negociaciones avanzadas para invertir en el país. Una de ellas es Yigit Aku, fabricante de batería para autos; y la otra es Alfapen, productora de PVC para ventanas de vehículos y sistemas de cierre de puertas.
La industria electrónica ha tomado una relevancia fundamental en la economía turca. El valor total de las exportaciones de productos electrónicos como heladeras, aires acondicionados, televisores, entre otros bienes llamados “línea blanca”, superó los U$S 5 mil millones el año pasado. Si bien más del 90% es destinado al mercado europeo, asiático y norteamericano, las ventas a América Latina también han crecido considerablemente. Pero aparecen nuevamente las barreras arancelarias y proteccionistas del Mercosur, que impiden una llegada “más masiva” de esta clase de productos. Sin embargo, el expertise de los turcos en estos productos y los incentivos impositivos que la administración Kirchner ofrece para aquellas empresas internacionales que quieran instalarse en Tierra del Fuego, provocaron una gran cantidad de consultas. “Ante las dificultades que tenemos para exportar productos de línea blanca, sabemos el potencial de crecimiento que tenemos en la Argentina y en la región. Los incentivos que hay en Brasil y en la Patagonia han llamado mucho la atención de los empresarios turcos. Hay tratamientos especiales para atraer inversiones extranjeras y estamos motivando a las firmas turcas a que vengan”, afirma Atilla.
A diferencia de otros sectores en los que hay interés pero pocos avances, la industria de aparatos eléctricos ha tenido mayor movimiento. Dos de los más grandes fabricantes turcos de estos bienes, como son Vestel y Arcelik están en la última etapa de negociaciones para instalar una fábrica propia en Tierra del Fuego.
CONSTRUCCIÓN E INDUMENTARIA
Además del sector petrolero y sus inversiones conjuntas con Brasil y la posibilidad de desembarcar con U$S 20.000 millones en Venezuela; del interés por crecer en la industria autopartistas y de productos de la línea blanca en la región; hay otras dos ramas de la economía a las que los hombres de negocio de Turquía están mirando cada vez más. Estos son la construcción y la ropa.
El crecimiento económico de todos los países de América Latina en los últimos cincos años impulsó el sector inmobiliario. No sólo en la Argentina, Brasil y Chile la construcción de viviendas ha sido un boom. El mismo fenómeno viene ocurriendo en Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y Paraguay. Dos materias primas esenciales para esta industria son el acero y el hierro, y Turquía es desde 2008 el 11° productor más grande de estos productos en el mundo. El año pasado, las exportaciones de estos materiales alcanzaron los U$S 21 mil millones, y sus principales destinatarios fueron la Unión Europea, Rumania, Qatar, EEUU y Arabia Saudita. “Al igual que en el resto de los sectores en los que Turquía está interesado, sabemos del enorme crecimiento que la construcción está tendiendo en toda Latinoamérica.
Además de haber incrementando nuestras exportaciones de materiales para la construcción, como son el mármol, el hierro y el acero, estamos incentivando a algunas grandes empresas turcas a instalarse en la región. Perú es un mercado que nos interesa mucho”, explica Atilla.
Un sector en el que Turquía invertirá en América Latina en los próximos años es el textil. El país euroasiático está dentro de los cincos proveedores más grandes de ropa del mundo y con una participación de mercado cercana al 3%, el ex Imperio Otomano fue el octavo exportador de ropa tejida. “Con casi 500 millones de habitantes, el mercado de América Latina es muy tentador para la industria de la indumentaria turca, y en muy poco tiempo habrá más latinos vestidos con nuestros productos. Las inversiones en este sector llegarán en el corto plazo”, concluye Ali Atilla, consejero comercial de Turquía en la Argentina.