En los últimos años, se notó un comportamiento bastante disímil entre estos países. Mientras Estados Unidos, de la mano de las políticas económicas keynesianas –fiscal y monetaria ultra-expansivas, con creciente gasto público y bajas tasas de interés– comenzó a recuperarse; la zona Euro, tomó el rumbo opuesto en cuanto a manejo de las cuentas fiscales: contracción del gasto público, por el aumento desmedido del déficit fiscal en las economías periféricas, las cuales incrementaron sus niveles de endeudamiento mucho más allá del límite establecido en el Tratado de Maastricht1, lo cual agravó de manera considerable la desaceleración que verificaban las economías del viejo continente por el efecto contagio de la crisis subprime, sumiéndolas en una crisis de la que hoy en día aun no pueden salir.
Esta contramarcha de las economías avanzadas, hasta la actualidad ha configurado un esquema de política monetaria laxa, a pesar de seguir políticas fiscales en sentidos opuestos. No obstante, este esquema, con los recientes anuncios, parece estar por romperse.
La economía de Estados Unidos continúa recuperándose, y el informe de empleo de la última semana lo confirma: durante junio creó casi 200.000 nuevos puestos de trabajo, la meta de la Fed para comenzar a levantar el estímulo monetario. Esto significa que en el mediano plazo el banco central estadounidense comenzará a incrementar su tasa de interés de referencia desde su mínimo histórico del 0,5%, en un contexto en el que no sólo mejora el empleo, sino que las presiones inflacionarias se mantienen bajo control.
Por el contrario, la economía de la Eurozona no reacciona. Si bien Alemania es la locomotora del grupo de países que comparten el euro, la tracción de la misma no parece ser suficiente. Grecia continua sumida en una crisis fuera de control, Italia incrementó su déficit fiscal, Portugal no resuelve la toma de una ayuda financiera para paliar su situación y España presenta niveles de desempleo record. Con este escenario por delante, las autoridades del BCE admitieron que la política monetaria de tasas de interés bajas se mantendrá en el largo plazo. Asimismo, plantearon que el 0,5% no es el mínimo y que mencionaron que la tasa podría recortarse aun más, yendo a terreno negativo.
No obstante, las presiones fiscales que se aplican a los países de la Eurozona no permiten recuperar el nivel de actividad, ni aún con tasas de interés virtualmente en cero. Un problema adicional al que se enfrenta el BCE es que las tensiones en Egipto tendrían un impacto sobre el precio del petróleo, lo que se traduciría en presiones inflacionarias, poniendo a la autoridad monetaria en un dilema moral, ya que según la carta orgánica del ente emisor del euro, el objetivo principal es mantener estable el valor de la moneda.
¿CÓMO AFECTA ESTO A LAS ECONOMIAS EMERGENTES?
El anuncio realizado por la Fed sobre el fin de la política monetaria expansiva, lejos de provocar escepticismo respecto a las medidas que adoptaría el BCE, tuvo su contrapartida con un comunicado por parte de Draghi en el cual expuso que las tasas de interés permanecerían bajas por un largo período de tiempo. Sin embargo, las pérdidas en los mercados bursátiles de los países emergentes no se hicieron esperar y como consecuencia comenzó a prenderse la luz de alerta respecto a los severos impactos que pueden presentarse, de prolongarse por demasiado tiempo esta situación.
Asimismo, los inversores comienzan a darles la espalda a los países emergentes puesto que tienen pánico de que Estados Unidos haga efectivo el cambio de rumbo de su política monetaria y prefieren iniciar la búsqueda de mercados menos riesgosos, para no tener que enfrentarse a posibles incapacidades en los pagos, debido a las altas tasas que podría imponer la Fed. La suba de la tasa de interés esperada estadounidense genera un margen adicional a los inversores: mayor rendimiento a menor riesgo.
Retomando la situación de los países emergentes, en este contexto estos están haciendo todo lo posible para frenar la fuga de capitales, puesto que esta situación provoca una depreciación de sus respectivas monedas respecto al dólar y a su vez, encarece las importaciones generando presiones inflacionarias al tener que abastecerse la demanda interna con productos nacionales, un panorama insostenible en el mediano plazo.
Por otro lado, los países emergentes cuentan con estos capitales como herramienta de financiamiento a la hora de emitir deuda, por lo tanto, si este escenario continúa van a encontrar serias dificultades para proseguir con la marcha normal de sus economías, sumado a la incapacidad de tomar crédito debido al incremento de tasas de interés que implementaría Estados Unidos.En este sentido es necesario destacar que la volatilidad en el mercado de capitales provoca distorsiones en el nivel de actividad económica, por lo tanto, la salida de divisas genera presiones sobre el tipo de cambio, el cual sufre un incremento y si bien mejora la competitividad vía exportaciones, impacta en forma negativa sobre el nivel de importaciones puesto que la moneda se debilita y se torna más dificultoso suplir las carencias internas con stock externo. El debilitamiento progresivo de la moneda local respecto al dólar tiene el agravante de que ciertos países, dada su matriz productiva, requieren un volumen determinado de importaciones en forma excepcional que no puede paliarse bajo ninguna circunstancia con insumos locales, lo cual se traduce en una creciente fuga de divisas del país. En consecuencia, mientras el tipo de cambio se deprecia el panorama se vuelve más hostil y las dificultades para sostener el ritmo de la economía se torna más dificultoso puesto que empieza a aumentar el nivel general de precios y la demanda se contrae, traccionando sobre el crecimiento del producto y empujándolo en su misma dirección.
Por lo tanto, es inevitable que en los próximos meses la economía mundial se encuentre subsumida en un clima de austeridad crediticia, por ello, será vital que los países emergentes comiencen a tomar medidas consistentes, con el objetivo de retener parte de sus divisas si no desean vislumbrarse en el fondo del abismo.