En la década del ‘50, Prebisch y Singer mostraron, a través de datos estadísticos recopilados correspondientes a países avanzados – centro – y en desarrollo1 – periferia -, que en estos últimos se verificaba una tendencia al deterioro de sus términos de intercambio2. La misma indicaba que debido a las variaciones de los precios relativos de las exportaciones respecto a las importaciones, la periferia debía exportar cada vez mayor volumen de bienes, a fin de mantener el consumo (en valor) de bienes importados, esto es, la caída de precios debía compensarse con incrementos en las cantidades.

En este contexto, el principal problema que sufrían entonces las economías periféricas era que, al ser exportadoras de bienes primarios, estos encontraban un límite en cuanto a la cantidad que se producía, debido a la existencia de un factor de producción fijo. Esta situación daba lugar a una caída del valor de las exportaciones, frente a un aumento del valor importado, generándose de esta forma tensiones en la balanza de pagos, que tarde o temprano devenían en devaluaciones, las cuales permitían un reacomodamiento – de corto plazo – de los precios relativos de las exportaciones respecto a las importaciones, hasta que volvía a verificarse el mismo fenómeno. Esta recurrencia cíclica de estrangulamientos en el sector externo, es lo que se llamó “stop and go”.

En este contexto se plantearon políticas de desarrollo “hacia adentro” (mercado-internistas) de sustitución de importaciones (ISI), con la finalidad de evitar, o al menos de amortiguar, el fuerte incremento de las importaciones en los momentos en los que el ciclo económico entraba en su fase ascendente.

Sin embargo, cuando se analiza el perfil industrial de la región, se observa de manera casi general, que estas políticas no han surtido los efectos deseados, y se contrapone con el “milagro asiático”, en el cual la estrategia de desarrollo adoptada fue la opuesta, la “orientación de exportaciones”.

No obstante, desde fines del siglo pasado, el ingreso al mercado mundial de grandes economías emergentes, especialmente China e India, generó una explosión en la demanda de materias primas, en especial de alimentos, lo que ha llevado a revertir la tendencia prevaleciente en el medio siglo anterior de la caída de los precios de los productos primarios. Las condiciones demográficas de las economías emergentes, con grandes mercados internos, han dado lugar a que desde comienzos del siglo se verifique un constante incremento de los precios de los commodities en general y alimenticios, en particular.

TEORÍA DEL DETERIORO DE LOS TÉRMINOS DEL INTERCAMBIO

La teoría de la tendencia al deterioro de los términos del intercambio, combinaba dos hipótesis diferentes: por una parte, el efecto negativo de la inelasticidad – ingreso de la demanda de materias primas sobre los términos de intercambio de los países subdesarrollados y, por otra, las asimetrías en el funcionamiento de los mercados laborales del centro y de la periferia de la economía mundial.

El crecimiento económico tiende a generar cambios en la estructura productiva a lo largo del tiempo, en particular, una tendencia a la disminución del tamaño relativo del sector primario. Este es el punto de partida de la primera hipótesis.

El cambio estructural que se verifica no solo se vincula a las variaciones en la demanda final, sino también con que el avance tecnológico en las manufacturas está asociado a la reducción de los costos de las materias primas. Si los países subdesarrollados se especializan en producir materias primas y los países desarrollados producen manufacturas, estas modificaciones estructurales tienen repercusiones en el mercado mundial. En un contexto de este tipo, los primeros deberán crecer con más lentitud o los excedentes de bienes primarios que producen presionarán a la baja de los precios relativos en el mercado internacional.

La segunda hipótesis plantea la existencia de una distribución desigual de los frutos del progreso técnico: en el caso de las manufacturas esos frutos benefician a los productores, que se apropian de ellos a través de mayores ingresos, en el caso de los productos básicos se traducen en menores precios. Esta asimetría resulta del funcionamiento tanto de los mercados de bienes (mayor poder de mercado para fijar los precios en las manufacturas) como de los mercados laborales (mayor organización de los trabajadores del centro).

La menor demanda de largo plazo de materias primas hace que los excedentes relativos de mano de obra desplazados de las actividades primarias tiendan a concentrarse en los países subdesarrollados, lo que se traduce en un deterioro de los salarios relativos de los trabajadores de los países subdesarrollados y, por ende, de los términos de intercambio de estos países.

Rodríguez (1993) plantea que una causa adicional en el deterioro de los términos del intercambio en el largo plazo son las diferentes variaciones de los precios de bienes primarios y las manufacturas en los ciclos económicos: en el auge los productos primarios incrementan sus precios más que las manufacturas, pero en épocas de depresión sufren una caída mayor al alza que habían logrado en la expansión3.

El modelo centro-periferia está estrechamente relacionado con el deterioro de los términos del intercambio, ya que son estas diferencias estructurales entre países desarrollados y subdesarrollados lo que genera la actual división internacional del trabajo, y por lo tanto, el patrón de especialización.

Esta dualidad de la economía mundial se origina con la revolución industrial en el centro, y se incrementa aceleradamente la productividad de los factores, dando lugar a una estructura productiva homogénea y diversificada. El centro se va a especializar en la producción de bienes manufacturados, con mayor valor agregado.

En contraste, la periferia tiene una estructura heterogénea y especializada, ya que en ella conviven sectores de distinta productividad y se producen bienes primarios para exportar al centro. El sector de baja productividad ocasiona el excedente de mano de obra que mencionamos con anterioridad, y presiona sobre los salarios, impidiendo que la periferia retenga los frutos de su propio avance tecnológico. En opinión de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), el comercio internacional no solo perpetúa la diferencia asimétrica entre el centro y la periferia, sino que también la acentúa notoriamente (Kay, 1991)4.

EVOLUCION DE PRECIOS DE COMMODITIES Y COMMODITIES ALIMENTOS

Desde fines de los ’90, los precios de los commodities ha sufrido una reversión de su tendencia previa, la cual se mencionaba a comienzos del artículo, y estaba asociada a la caída secular de los términos del intercambio, la que se explicaba por el descenso en el precio relativo de las exportaciones respecto de las importaciones.

A continuación de presentarán una serie de gráficos, los cuales se han elaborado en base a información relevada de “Index Mundi”5, que permitirán un análisis detallado del comportamiento de los precios de los commodities, medidos en términos totales y los que corresponden solo a alimentos.

Cuando se hace referencia a precios de commodities totales, en dicha clasificación se incluyen tanto índice de precios de combustibles como de no combustibles. En tanto, el índice de precios de commodities alimenticios incluye cereales, aceites vegetales, carne, mariscos, azúcar, bananas y naranjas.

En el gráfico 1, se presenta la evolución de los precios de ambos commodities, en términos absolutos. Se puede observar que a comienzos de la serie, en abril de 2008, los precios correspondientes a alimentos duplicaban a los totales, debido al fuerte incremento de la demanda de los primeros.

A lo largo de toda la serie se verifica una expansión en simultáneo de ambos índices de precios, y en 2005 los precios totales se incrementan por encima de los alimentos debido a la fuerte suba de los precios del petróleo. La tendencia se mantiene, y a pesar de un mayor incremento de los precios totales, los alimentos verifican una fuerte suba, hasta 2008, año en el que tiene lugar la crisis subprime, con epicentro en los Estados Unidos, la cual luego se trasladó a Europa, y prevalece aun en la actualidad.

En 2008, año que alcanzan un máximo, los precios de ambos commodities caen fuertemente, pero comienzan a recuperarse de la mano de la demanda de las economías emergentes, las cuales salen indemnes de la crisis y sufren una desaceleración marginal.

A partir de ese momento, los precios se recuperan, y ya a principios de 2011 superan los 200, es decir que en seis años duplican su valor. En el gráfico 2, en tanto, en lugar de medir la evolución de precios en términos absolutos, se presentan sus tasas de variaciones a lo largo del tiempo, y a partir de ellos puede obtenerse una medida de variabilidad de los precios de los commodities totales respecto a los alimentos6.

Se observa que los precios de los commodities totales presentan una variabilidad mayor a la correspondiente solo a alimentos. Esto se explica principalmente porque el que incluye todos los rubros incorpora varios bienes con alta elasticidad precio de la demanda, lo que indica que las variaciones en los precios generan una variación, mas que proporcional, en las cantidades demandadas, mientras que los alimentos, tal como se ha mencionado previamente, se caracterizan por presentar una demanda precio de la demanda inelástica, indicando una menor sensibilidad en cuanto a las cantidades frente a las variaciones en los precios.

Esta inelasticidad de los alimentos se explica principalmente por la función que cumplen los mismos. Cuanto más necesaria es la función que cumple un bien, más inelástica resulta su demanda, ya que las personas deben seguir consumiéndolos a pesar de los cambios que experimenten los precios. Por último, en el gráfico 3 se analiza la volatilidad relativa de los precios de los commodities totales y alimentos, y no su evolución a través del tiempo. Se observa la existencia de una relación directa y fuerte entre ambos precios, aunque, al igual que en el grafico previo, se observa la mayor variabilidad de los precios totales, debido a las características de la demanda de ambos tipos de commodities presentadas.

En tanto, en cuanto a la relación de los precios de los commodities respecto de los bienes industriales, se observa una reversión de la tendencia. La demanda de los primeros ha hecho subir los precios mientras que los avances tecnológicos y las formas de producción de las economías avanzadas han hecho descender los precios de los productos industriales, lo que ha generado que los términos del intercambio (relativos) sean favorables a las economías productoras de bienes primarios.

DEMANDANDO COMMODITIES

Por más de 50 años, las políticas de desarrollo de la región estuvieron determinadas por la evidencia empírica presentada por Prebisch y Singer que indicaba una caída tendencial de los términos de intercambio de los países exportadores de materias primas.

En el contexto histórico en el que se planteó la teoría, se consideraban como principales determinantes la estructura productiva de cada país y la inserción internacional de cada país en el comercio internacional, explicado por las ventajas comparativas prevalecientes en cada uno de ellos, considerando exclusivamente la relación centro – periferia o, llamando de otra manera, Norte–Sur.

No obstante, las relaciones comerciales entre los países han ido cambiando, y se han configurado nuevos esquemas de intercambio, luego del ingreso de los países emergentes en los mercados mundiales, como grandes demandantes de commodities. Esto tiene una importancia aun más destacada por la emergencia de dos países con una enorme población, y una parte muy importante de ella en condiciones de pobreza, como China e India, con necesidades alimenticias por cubrir.

El rápido crecimiento de estas economías a partir de los ’90, ha generado una mejora, aunque marginal, en la distribución del ingreso, lo que ha permitido el incremento de la demanda de alimentos por parte de la población que antes no podía acceder a dicho mercado. Esto generó un “boom” en la demanda de alimentos, y de esta forma cambio el patrón de intercambio a un esquema del tipo periferia –periferia o Sur–Sur. Los países de America Latina, con cuantiosos recursos naturales, trasladaron su destino de exportaciones a los países emergentes, principalmente asiáticos.

Sin embargo, la explosión de las economías emergentes no solo ha generado una fuerte expansión en la demanda de alimentos, sino de commodities en general, lo que ha afectado sobre el precio, impulsando una suba generalizada de los mismos. En el corto plazo, se espera que la tendencia se mantenga a la alza, debido a que los países importadores de commodities aun no han alcanzado la seguridad alimenticia, es decir que depende de las compras que realizan al resto del mundo de commodities totales y alimentos en particular, para cubrir su consumo. Asimismo, al partir de un nivel de ingreso nacional tan bajo, se estima que seguirán creciendo a altas tasas durante, al menos, diez años más, y que este crecimiento del producto será acompañado por un consumo cada vez más dinámico, debido a que continuarán cerrándose las brechas de ingresos.

No obstante, han presentado notables avances en la auto-producción de algunas variedades, por lo tanto, aunque se encuentra aun en una fase de desarrollo temprano, se estima que en el largo plazo las mismas lograrán expandir la oferta, lo que generará una reducción de su demanda externa.

Desde el punto de vista de las economías exportadoras, la situación debe verse del lado opuesto. Si bien hoy en día las mismas viven un período de bonanza, deben contemplar que en el largo plazo la condición se revertirá, y la caída será doble, ya que se desplomaran no solo los precios sino también las cantidades.

En este escenario, las economías exportadoras, con excedentes de recursos provenientes de las rentas de los recursos naturales, deberían ahorrar parte de las mismas, con el fin de sobrellevar la baja en un escenario de descenso de demanda. ◊

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Lic. en Economía (UBA), Posgrado en Economías Latinoamericanas (CEPAL, NU). Mg. en Economía Aplicada UCA. Economista CATALAXIA Consultores. Asesora de empresas, organismos públicos nacionales e internacionales. Docente de Microeconomía, Macroeconomía, Economía Internacional y Cuentas Nacionales en UBA, UCES, UP, USAL, UB. Columnista de Infobae, El Economista, Cronista Comercial, Reconciliando Mundos, Desarrollo Industrial.