América del sur y el Caribe están viviendo un momento único en la historia económica y política mundial. Mientras las finanzas de Estados Unidos atraviesan días muy críticos y la Reserva Federal recurre a medidas totalmente heterodoxas para enfrentar los problemas, y mientras la zona del Euro sufre las profundas crisis de Grecia, Portugal e Irlanda, y las aún más preocupantes de España e Italia; nuestra región parece recorrer una realidad diferente. Mejoras sociales, indicadores económicos alentadores y beneficiosos e importantes cambios comerciales parecen estar marcando el ritmo de América. “Así como la década del `80 fue la década perdida, y la de los `90 fue la de la consolidación de la democracia, esta primera década del siglo XXI será recordada como la década de la esperanza para nuestra región. América latina está en un momento expectante”, reconoce Ricardo Lagos, ex presidente de Chile. Este análisis es compartido por Luís Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “Todos sabemos que América latina ha evolucionado en maneras que no siempre percibimos. Hemos sido capaces de cambiar mucho más rápido de lo que muchos piensan y soy muy optimista respecto a las mejoras que habrá en la región durante los próximos años”.

América todavía tiene muchos desafíos por delante. La brecha entre los más ricos y los más pobres sigue siendo muy alta, la infraestructura continúa siendo defectuosa, la violencia aún está presente en la vida cotidiana, la productividad es baja, no hay instituciones fuertes, la corrupción está arraigada en todos los eslabones de la sociedad y la inflación sigue siendo un tema principal en las agendas políticas. No obstante todo esto, la región ha dado pasos agigantados en estos últimos 10 años, y nada parece indicar que este rumbo cambie.

Para demostrar el crecimiento y el desarrollo de América basta con analizar algunos números. En el plano económico, la inflación pasó de un promedio regional de casi tres dígitos en 1990 a una tasa cercana al 7% en 2010; la deuda externa de la región era del 28% del producto bruto latinoamericano y hoy representa cerca del 10%; el ingreso per cápita en 1990 era de U$S 5.200 y en 2010 se ha más que duplicado hasta llegar a los U$S 11.200; y el PBI promedio de la región en los últimos 10 años fue el segundo mayor en el mundo, solo detrás de Asia (CUADRO 1). En materia social, hoy un tercio de la población de la región es pobre frente a un casi 50% que lo era en 1990; la indigencia también bajó considerablemente (GRÁFICO 4), la cobertura de agua potable creció de 85% a 93%, y la de electricidad domiciliaria de 70% a 93%; la tasa de mortalidad infantil se redujo a menos de la mitad al pasar de 52 a 23 por cada mil nacimiento; y la tasa neta de matrícula en la escuela primaria mejoró del 86% al 94%, en la secundaria de 29% a 71% y en la terciaria del 17% al 38%.

Por último, analizando el panorama comercial de la región, este también ha tenido una importante mejora: el arancel aduanero promedio cayó del 45% al 9%, lo que permitió impulsar el comercio. Además, Estados Unidos representaba en 1990 el 60% del comercio exterior de la región, mientras que Asia solo el 10%.

Hoy en día EE.UU. ha declinado hasta un 40% del total exportado y Asia se ha duplicado hasta el 20%. En los últimos 10 años, también ha habido una importante diversificación en el comercio externo de la región (VER GRÁFICO 3). Los intercambios regionales y con la Unión Europea se mantuvieron bastante estables (en torno al 20% y al 15% del total respectivamente), mientras que EE.UU. bajó notoriamente como consecuencia del fuerte crecimiento que tuvieron las ventas a Asia y a China en particular.

En este contexto, si bien en los últimos 10 años el comercio interregional se mantuvo estable, al considerar los últimos 20 años ha habido una fuerte expansión en cuanto a los valores: mientras que hace 20 años el intercambio de los países de América era de apenas U$S 18 mil millones, en 2010 se multiplicó por 10 y llegó a los U$S 180 mil millones. “En estos 20 años, y sin olvidar los desaciertos y los tropiezos que hemos tenido, América latina dio, sin lugar a dudas, pasos agigantados y logró mejoras que muy pocos hubieran esperado”, explica Moreno.

PBI EN ALZA

En los últimos ocho años, la tasa de crecimiento promedio del PBI de la región fue cercana al 5% anual, siendo la segunda región, detrás de Asia, que mejor resultados tuvo.

No toda la década fue exitosa. El efecto de la crisis financiera internacional de fines de 2008, y la quiebra de Lehman Brothers impactaron a todo el mundo. Y si bien América latina sufrió la crisis, las consecuencias no fueron tan profundas. Entre el último trimestre de 2008 y el primero de 2009 (plena crisis), el PBI latinoamericano sufrió una contracción superior al 3%, pero la reactivación en 2010 fue muy buena, alentada principalmente por la recomposición del comercio mundial, el motor de China y el repunte del consumo interno. (GRÁFICO 7 – el del PBI de la región entre 2000 y 2011). De esta manera, el PBI de América del Sur y el Caribe en 2010 fue cercano al 6%, frente al casi 2% de la Unión Europea y el 2,5% de Estados Unidos.

“Fue el segundo mayor crecimiento entre las principales áreas geográficas del mundo como consecuencia de políticas que permitieron una mejora en la posición fiscal, el alto nivel de reservas internacionales que tenían los países, la reducción en los índices de deuda pública respecto al PBI (GRÁFICO 2), la flexibilización de los tipos de cambio y la creciente independencia de los bancos centrales.

A diferencia de otras veces, la región mostró fortalezas sin precedentes, con políticas anticíclicas que la protegieron de gran manera”, comenta el presidente del BID, institución que en los últimos 15 años invirtió más de U$S 180 mil millones en proyectos para el desarrollo de la región.

“América latina pasó bien la crisis. En 2009 no seguimos creciendo al 5% y 6% que veníamos creciendo. Y en 2010 es cierto que en el lenguaje del FMI América latina crece a dos velocidades. La velocidad de México, Caribe y Centro América, que está más influenciada por la economía norteamericana, y América del Sur con un nivel de dinamismo muy grande”, explica Ricardo Lagos Y agrega que “en 2010 el crecimiento también fue importante. Por supuesto que todavía tenemos un crecimiento menor si nos comparamos con Asia, pero igualmente el incremento del PBI fue muy importante. Y este año se espera que sea del 4,75% y en 2012 un 4,25%. Teniendo en cuenta estas dos velocidades, América del Sur tendrá un crecimiento mayor, y sin dudas hay que entenderlo así por el dinamismo de la economía de Brasil, que hace que sus países vecinos se beneficien”.

América latina pasó bien la crisis. En 2009 no seguimos creciendo al 5% y 6% que veníamos creciendo. Y en 2010 es cierto que en el lenguaje del FMI América latina crece a dos velocidades. La velocidad de México, Caribe y Centro América, que está más influenciada por la economía norteamericana

Los economistas del BID calculan que el PBI de la región podría duplicarse en el año 2025 si se crece a una tasa sostenida del 4,8%. En la última década esto ocurrió, y parece que seguirá pasando. “Por eso hablo de la década de la esperanza”, cuenta Lagos; “Y yo soy optimista”, agrega Moreno.

POR QUÉ TANTO CRECIMIENTO

“La gran prueba la región la tuvo en 2008, cuando la crisis financiera global amenazó con contagiarnos como en tantas ocasiones anteriores. Todo el mundo fue testigo de que nuestra región soportó los golpes de la crisis sin sufrir daños mayores. Y la velocidad de recuperación económica que logramos desde entonces fue la señal definitiva de que América latina y el Caribe ya no son los mismos de antes”, afirma Moreno.

¿A qué se debe esta nueva realidad latinoamericana? ¿Qué factores permitieron esta fortaleza? Sin lugar a dudas hay que analizar dos aspectos que están relacionados estrechamente: los factores internos y los externos, siendo éste último aún más importante que el primero.

Cuando llegó la crisis financiera y económica internacional, fueron los países desarrollados los más afectados. Y por primera vez en la historia América latina la sorteó de buena forma. Augusto de la Torre, economista en jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial explica que “existió una transformación de factores que en el pasado solían amplificar choques externos, como monedas débiles, sistemas financieros débiles y procesos fiscales no muy ordenados que magnificaban los efectos de crisis en nuestras economías”. A este mayor fortalecimiento en las monedas y los sistemas financieros, donde el rol de los bancos centrales nacionales fue fundamental al haberse reforzado en sus reservas de dólares, hay que sumarle otros aspectos internos.

Uno de ellos es el elevado dinamismo de la demanda interna: el crecimiento del consumo privado fue del 5,9% en 2010, apoyado en sustanciales mejoras laborales en la región; sumado a que el consumo público se expandió un 3,9% y la inversión aumentó un 14,5%.

Todos estos datos permiten entender la fortaleza que fue adquiriendo la región y por qué la crisis de 2008 y la que está viviendo actualmente Europa y Estados Unidos no genera efectos tan negativos en la región.

Al crecimiento del consumo privado y público en los países de América latina hay que sumarle el fuerte incremento de la demanda externa, especialmente de los países asiáticos. Desde 2003 hay una valorización de las materias primas, lo que permitió reducir vulnerabilidades externas, aumentar las reservas extranjeras y ayudar a reducir el nivel de las deudas públicas. En este período, el precio de las commodities aumentó considerablemente, y ante la creciente demanda asiática, la ecuación económica fue más que satisfactoria para los países de la región.

Y es en este punto donde el nuevo escenario del comercio mundial está beneficiando a América latina, y es Ricardo Lagos quien mejor lo explica: “Lentamente el comercio internacional y el mundo se fue desplazando del Atlántico Norte al Pacífico. En la primera década del siglo XXI comenzamos un nivel de crecimiento que no esperábamos, y no fue producido por nosotros sino que fue producto de un efecto externo. Luego de la Segunda Guerra Mundial, el grueso del crecimiento estuvo determinado por el flujo y el intercambio comercial de EE.UU. (vencedor de la guerra), y sus esfuerzos por reconstruir una Europa que estaba devastada a partir del Plan Marshall. A medida que el viejo continente se levantaba y crecía, sus países empezaron a demandar más recursos de EE.UU. Entonces era claro que el dinamismo del comercio mundial era el Atlántico, y en particular el Norte. Lentamente, primero con Japón en los años `80 y luego con el rápido crecimiento de Singapur, Taiwan y Hong Kong, la mirada del mundo se situó allí. Y en este nuevo siglo, con el definitivo surgimiento de China, y sus 1.300 de habitantes; acompañado por India, con una economía similar, cuyas demandas de productos primarios son impresionantes; nos encontramos con un mundo que se empieza a desplazar hacia el Pacífico como un elemento central. Y esto marcó el inicio de la bonanza de nuestra región. Es el comercio Sur-Sur el que está marcando las riendas del comercio mundial”.

Ricardo Lagos explica lo siguiente: “Lentamente el comercio internacional y el mundo se fue desplazando del Atlántico Norte al Pacífico. En la primera década del siglo XXI comenzamos un nivel de crecimiento que no esperábamos, y no fue producido por nosotros sino que fue producto de un efecto externo”

DESAFÍOS

América latina vive un momento único. Y los indicadores económicos y sociales así lo demuestran. Pero todavía hay mucho por hacer, y a pesar de las diferencias que existen entre los países de la región, hay seis debilidades que son estructurales y que deben ser superadas en el mediano plazo si se quiere seguir en la senda del crecimiento.

El primer gran obstáculo es el de la baja productividad. Un estudio del BID concluyó que la productividad en América latina ha estado estancada durante 15 años. “Los servicios, que general el 70% de los empleos en la región, son los más rezagados en cuanto a productividad. Me refiero a sectores como el transporte, la salud, los servicios municipales y el comercio minorista”, explica Luís Moreno. “Para crecer – agrega el presidente del BID – necesitamos aprovechar la demanda por nuestras materias primas para financias las mejoras en productividad que nos permitan competir en nuevos servicios e industrias basadas en el conocimiento. La baja productividad en los servicios se debe, en gran medida, a la proliferación de empresas informales y de bajo rendimiento”.

Una segunda necesidad que tiene la región es la de crear instituciones fuertes. “El Estados tiene que ser reformado. Usando la expresión que acuñó Felipe González (ex presidente de España), quien dijo que el Estado debería ser como una chica de Ipanema: un buen Estado, en buen estado. Musculoso y sin grasa. Y nuestros Estados todavía tienen mucha grasa en muchos lugares de nuestra burocracia. Con instituciones fuertes, la región podría hablar con una sola voz. Si tenemos tres países en el grupo de los 20, deberíamos hablar como uno solo, en vez de como tres”, explica Ricardo Lagos.

América latina está retrasada en ciencia y en innovación, y este es precisamente el tercero de los desafíos regionales.

Moreno asegura que es necesario triplicar la inversión en investigación y desarrollo si se quiere competir con otras economías emergentes (VER GRÁFICO 6 – sobre inversión en I+D) Agregarle valor a los productos que se exportan podría significar un gran impulso económico para la región, pero para ello es necesaria la innovación.

En la maquinaria agrícola, por ejemplo, América latina bajo el mando de Argentina y Brasil es pionera en la utilización de tecnología de punta. “La educación es un tema recurrente y aprendimos que la educación es un tema clave para nuestra sociedad y para nuestra economía. Los indicadores educativos han mejorado, pero deben mejorar todavía más”, apunta el ex presidente chileno. Y Moreno agrega que “la corrupción es un problema grave en todos los países y es necesario crear, en el corto plazo, mecanismos de transparencia y control más eficaces. Para esto, es necesario que la región construya un más de institucionalidad también”.

Entre 1990 y 1997, el sector privado invirtió U$S 474 mil millones en proyectos de infraestructura en la región. En los últimos años, este flujo ha ido disminuyendo. Los costos logísticos en nuestros países oscilan entre el 18% y el 34%, comparado con un 9% de los países miembros de la OCDE. Según cálculos del BID, para acortar estas brechas y construir infraestructura adaptada a los rigores climáticos que constantemente sufre la región (como sequías que afectan la generación hidroeléctrica, o inundaciones que dañan rutas y puentes), América debería dedicar el 6% de su PBI a inversiones en infraestructura.

Un quinto problema estructural que vive la región es la inflación. Con índices superiores al 25% anual, la Argentina y Venezuela son dos de los países que más la sufren.

Si bien es cierto que, como dijimos antes, la inflación pasó de un promedio regional de casi tres dígitos en los `90 1990 a una tasa cercana a los 7% en 2010, todavía sigue siendo un desafío para la región mantener el fuerte crecimiento sin precios que se disparen. “El tema de la inflación es un reto para toda la región, que proviene principalmente por el éxito que tienen las materias primas en el mundo. A algunos países les afecta más que a otros, pero lo importante es que se ha tomado consciencia de los efectos negativos que la inflación tiene, especialmente en las clases sociales más bajas, y que los Estados están dispuestos a enfrentarla”, asegura Moreno.

El último de los desafíos es quizá “el desafío más esquivo y espinoso” al que se enfrenta la región. “No existen fórmulas mágicas para resolver el tema. Sin embargo, muchas ciudades de nuestra región han encontrado un camino para salir de ese laberinto. Es hora de poner este tema entre los primeros de la agenda pública y apropiarnos de solucione que han dado fruto en otras partes de nuestra región”, concluye el presidente del BID.

América latina y el Caribe están en el camino correcto. No solo crecen las inversiones, el consumo y el PBI. El tan ansiado desarrollo finalmente parece estar llegando a la región. Los indicadores sociales y económicos son alentadores. El futuro, aún con la crisis norteamericana y Europa, es prometedor para una región cuyos productos viven una realidad de altos valores. Pero, como bien explicamos, hay desafíos estructurales que la región debe enfrentar. “La pregunta que nos tenemos que hacer como región es: ¿cuánto tiempo va a durar este crecimiento? Lo que hoy estamos viendo como un boom, ¿es posible pensarlo en un largo plazo? A finales del siglo XIX y comienzos del XX hubo un crecimiento notable en la economía del mundo. EE.UU. venía terminando la guerra de Secesión, Alemania se había unificado y el Imperio de la Reina Victoria en el Reino Unido estaba en pleno apogeo. Y estas fueron las tres grandes locomotoras que generaron un período de crecimiento extraordinario a nivel mundial. Argentina era una de las seis potencias mundiales.

¿Podemos pensar que China hoy juega el rol de los EE.UU. como el elemento más dinámico; que la India está cumpliendo el papel del Reino Unido y que la unificación alemana de Bismark es lo que hoy está representando lo que se llama las nuevas potencias emergentes del Asia con Corea, Filipinas, Indonesia, Malasia, Taiwán, Singapur, Tailandia y Vietnam? Si antes el crecimiento continuo duró 40 años, ¿podemos pensar que este ciclo será de 25 o 15 años? Ya llevamos seis años y es aquí donde me parece tan importante plantearnos como latinoamericanos que esta oportunidad en la historia no se da siempre y que debemos aprovecharla. Por eso la primera década del nuevo milenio fue de la esperanza. Ahora habrá que tratar de capitalizar todo este buen momento”, concluye Ricardo Lagos.